Velázquez de Cuéllar, Diego. Cuéllar (Segovia) c. 1464 – Santiago de Cuba (Cuba), 1524. Conquistador español y gobernador de la isla de Cuba desde 1511.
Nació alrededor de 1464 en la villa segoviana de Cuéllar. Pertenecía a una importante familia nobiliaria con protagonismo en la citada villa durante la Edad Media. Parece que era de complexión fuerte y poderosa, tirando a “corpulento y pelirrojo”. Tuvo varios hermanos que pasaron a las Indias como conquistadores y pobladores: Antón, Cristóbal y Juan. Un primo suyo, Juan, fue tesorero del príncipe don Juan, el hijo de los Reyes Católicos; y otro, Cristóbal de Cuéllar, fue tesorero de Ovando en La Española. Su infancia transcurrió en medio de rivalidades y luchas propias de una época conflictiva y turbulenta, en la que no debieron faltar algunos problemas religiosos con la comunidad judía de Cuéllar. Algunas crónicas locales le hacen participar en la Guerra de Granada, de la que cuentan que volvió “enfermo y pobre”. Pasó a las Indias en el segundo viaje colombino, iniciado el 25 de septiembre de 1493, formando parte del séquito de caballeros e hidalgos que acompañaron al almirante, y se afincó en la isla La Española. Nunca más regresó a la Península.
Estancia en la isla La Española: hasta la llegada de Nicolás de Ovando, es decir, durante los años de gobierno colombino en La Española, la actuación del futuro adelantado y gobernador de Cuba pasó totalmente desapercibida sin que los cronistas nada reseñen de él digno de ser destacado. No aparece tomando partido en los enfrentamientos habidos entre los Colón y sus contrarios, siendo como era una persona de cierto relieve, lo que resulta bastante sorprendente.
Sin embargo, su posición económica era próspera, debido a haber disfrutado de buenos repartimientos de indios.
La llegada de Ovando supuso para Diego Velázquez de Cuéllar adquirir un protagonismo del que había carecido hasta entonces. Durante la pacificación de Jaraguá (1503-1504), el importante y poblado cacicazgo de la zona oeste de la isla gobernado por Anacaona, el futuro conquistador de Cuba empezó a adquirir relieve. En Jaraguá se habían asentado muchos españoles de guerras anteriores y allí vivían desparramados por las aldeas aborígenes, llevando “vida muy a la larga”, emparentando con los caciques a través de sus hijas y rodeados de mancebas o criadas taínas.
Una vez pacificada la zona, en la que no faltaron actos criticables, como la quema de hasta ochenta caciques de manera infame, y poco después el ahorcamiento en la plaza pública de la cacica Anacaona, Ovando mandó fundar en la zona oeste de la isla cinco villas: Santa María de la Vera Paz, un homenaje a la paz alcanzada en la región, Yaquimo, Salvatierra de la Sabana, en el extremo sur más occidental de la isla, Azua y San Juan de la Maguana. De estas cinco villas, el comendador Ovando nombró teniente suyo al principal capitán de estas guerras, Diego Velázquez de Cuéllar, quien, según Oviedo, estuvo seis meses pacificando la isla hasta febrero de 1504. Como conquistador y principal autoridad de la zona recibiría una buena encomienda de indios en los repartimientos de 1504 y 1505, lo que serviría para poseer una economía personal floreciente.
En el verano de 1509, llegó a la isla La Española el segundo almirante de las Indias Diego Colón con el nombramiento de nuevo gobernador general, sustituyendo a Nicolás de Ovando. Comenzaba una nueva etapa en la proyección política de Diego Velázquez de Cuéllar. Entre los proyectos colombinos estaba el de continuar la expansión por el Caribe explorando, conquistando y poblando las islas cercanas a La Española o dicho en términos de la época como se decía entonces, el deseo de “conocer el secreto de todas las islas y tierras comarcanas”. Dentro de esa preocupación estaba averiguar lo más posible acerca de Cuba y su riqueza, especialmente si tenía minas de oro.
La conquista de Cuba: antes de encargar a Diego Velázquez de Cuéllar la conquista de Cuba, el segundo almirante Diego Colón intentó que esa empresa la llevara a cabo su tío Bartolomé Colón. Tras comunicárselo al Rey, inmediatamente la rechazó y ordenó al adelantado Bartolomé Colón que regresara inmediatamente a la Corte.
Entrado ya en el año de 1511, el segundo almirante nombró capitán y teniente suyo a Diego Velázquez de Cuéllar para que llevara a cabo la conquista y el poblamiento de Cuba. Velázquez, con recursos propios, reunió una flotilla de unas tres o cuatro naves y unos trescientos hombres en Salvatierra de la Sabana, la villa más cercana a Cuba, para iniciar el asalto a la gran isla caribeña. Era por entonces secretario suyo un joven extremeño llamado Hernán Cortés, escribano y dueño de una plantación en Azua, que se afincó en Santiago de Baracoa, de la que fue nombrado alcalde y donde se dedicó a criar ganado y organizar la extracción de oro, con lo que obtuvo cierta fortuna.
El otro secretario fue Andrés de Duero, pequeño de cuerpo “pero cuerdo y muy callado y escribía bien”.
También participó en esta expedición el clérigo Bartolomé de Las Casas, con mentalidad en esos momentos más de encomendero que de apóstol de los indios, ya que aún no se había producido su famosa y, para algunos, repentina y milagrosa conversión.
Acompañaron a la expedición varios religiosos dominicos, pues se pretendía que esta nueva experiencia colonizadora fuera más cristianizadora que la llevada a cabo en La Española.
La citada experiencia colonizadora fue iniciada con buenos propósitos, pero los hechos dieron un giro con la reacción del cacique Hatuey, el que huyera de la isla La Española refugiándose en la vecina Cuba.
Cuando Hatuey supo que los españoles iniciaban la conquista por la región más oriental de Cuba, en la punta de Maycí, cerca de Baracoa, y que fundaban la villa de Asunción de Baracoa, en la que se había refugiado con toda su gente, se enfrentó a ellos.
Hatuey y los taínos, tanto los que habían pasado de La Española como los de Cuba (ciboneys), trataron de oponerse a las tropas de Diego Velázquez, que los derrotaron sin dificultad en ese mismo año de 1511.
Hatuey huyó a los montes y, tras ser perseguido por varias cuadrillas de hombres a caballo y pronto apresado, fue condenado a morir en la hoguera. Se truncaba así el deseo de iniciar una conquista pacífica, pues la guerra conducía al sometimiento y a la esclavitud de muchos indígenas.
Diego Velázquez contó pronto con la colaboración de Pánfilo de Narváez, aquel de “alto cuerpo, algo rubio, que tiraba a ser rojo”, un tanto impulsivo y algo imprudente, que llegaba de participar activamente en la pacificación de Jamaica al lado de Juan de Esquivel.
Le acompañaban treinta flecheros y muchos indios de servicio. Tras desembarcar en Guanacaybo, se unió a la tropa de Diego Velázquez. Avanzaron todos hacia Bayamo, en la actual provincia de Oriente y, después de unas escaramuzas de los indios, estos fueron sometidos.
A este Narváez hizo Diego Velázquez su capitán principal en aquella isla.
Casó Diego Velázquez con María de Cuéllar, hija del tesorero de La Española con Ovando, Cristóbal de Cuéllar, mujer muy virtuosa que había pasado a Indias en el séquito de damas que acompañaron a la virreina María de Toledo, esposa de Diego Colón.
Antes de siete días Diego Velázquez quedó viudo por muerte repentina de su mujer.
Durante los años 1512 y 1513 prosiguió la conquista de la zona central cubana (Camagüey), donde sucedieron algunas matanzas de indios verdaderamente vergonzosas que provocaron el cambio de actitud del clérigo Bartolomé de Las Casas. Éste, después de presenciar algunas barbaridades consentidas por Narváez, empezó a considerar su posición personal abandonando su encomienda (1513), junto a su compañero y amigo Pedro de Rentería, y convirtiéndose después en una de las voces más críticas de la conquista.
El 14 de agosto de 1514, Las Casas denunció la conquista española en Sancti Spiritus (Camagüey) en términos muy duros.
Diego Velázquez dejó las tareas conquistadoras en manos de sus capitanes para dedicarse a la colonización y a la fundación de ciudades. Fundó Asunción de Baracoa (1511), la primera ciudad de Cuba; y después San Salvador de Bayamo, fundada en noviembre de 1513 no en el mismo emplazamiento que la actual Bayamo; poco después, Santiago, donde fijó la capital, Trinidad; y en 1514 Sancti Spíritus y Puerto Príncipe.
También en 1514 fundó La Habana, pero no en el actual emplazamiento sino al sur, cerca de la actual Batabanó. Posteriormente fue trasladada, con nombre incluido, a donde ahora se encuentra, probablemente pensando en las naves que regresaban de Nueva España camino de Europa. Dicho traslado pudo llevarse a cabo durante los primeros años de 1520.
Entre 1513 y 1514, Diego Velázquez de Cuéllar cambió su posicionamiento político, pasando de las buenas relaciones con el virrey y gobernador Diego Colón, de quien era su teniente, a situarse con el grupo de los contrarios al segundo almirante, que encabezaba el tesorero general de la isla La Española, Miguel de Pasamonte, y los recién llegados jueces de Apelación. A todos los cuales defendían abiertamente en la Corte Lope Conchillos, el obispo Rodríguez de Fonseca y el mismo Rey. El incidente con Francisco Morales, un partidario de Diego Colón y puesto por el almirante como contrapeso a Velázquez, detenido y enviado preso a Santo Domingo, marca ese cambio.
En ese incidente, Hernán Cortés secundó a Morales y estuvo a punto de perder la cabeza por hacerse representante de los descontentos de Velázquez. Sólo fue destituido el futuro conquistador de México. Otra versión atribuye este desencuentro entre Velázquez y Cortés a un problema de mujeres. El extremeño había prometido casar con Catalina Xuárez o Juárez, moza que había acompañado a Cuba a la mujer de Velázquez, María de Cuéllar. Parece que el mismo Diego Velázquez forzó al futuro conquistador de México al matrimonio y lo apadrinó.
Fruto de este cambio entre Diego Colón y todos los que se alineaban en contra fue el nombramiento del Rey a Diego Velázquez de Cuéllar como repartidor general de los indios de Cuba prescindiendo de Diego Colón, lo mismo que se había ordenado para la isla La Española. Las instrucciones de repartimiento fueron similares a las de La Española. Se primaría a los que se establecieran como vecinos, salvo excepciones, marcando niveles de reparto en 300, 200, 100, 60 y 40 indios según su categoría social.
Igualmente, en Santiago de Cuba tuvo una especie de pequeña corte, donde se reunieron diversos conquistadores y autoridades de la isla como el secretario Andrés de Duero, natural de Tudela, o el contable Amador de Lares, curtido en Italia a la sombra del Gran Capitán. En esta pequeña corte también participaba Cortés.
Adelantado y gobernador: Cuba estaba llamada a ser un escalón o trampolín para las nuevas conquistas al otro lado del golfo de La Española o de México.
Durante los años de 1517 y 1518 salieron de Cuba dos expediciones en busca de las tierras más al oeste del golfo de La Española y patrocinadas por Diego Velázquez. En primer lugar, la expedición de Francisco Hernández de Córdoba en 1517, que terminó dirigiéndose a Yucatán. La citada expedición la componían tres barcos y poco más de cien hombres.
Como piloto iba Antón de Alaminos, el cual, ante el mal tiempo, cambió la ruta de las Bahamas por la del Yucatán, donde descubrió la península de Yucatán y la primera muestra de una ciudad maya. También formaba parte de la expedición Bernal Díaz del Castillo.
Recorrieron Campeche y Champotón. Después de un enfrentamiento con el cacique de la zona, los españoles sufrieron una gran derrota.
El 18 de abril de 1518, Diego Velázquez envió desde Santiago de Cuba una nueva expedición al mando de Juan de Grijalva y Pedro de Alvarado a explorar el Yucatán. Descubrieron la isla de Cozumel y recorrieron la costa este de Yucatán, desembarcaron en Campeche, Río de Tabasco (que llamaron Grijalva), San Juan de Ulúa, Náutica y Cabo Rojo, desde donde regresaron a Cuba. Grijalva recibió mensajeros de Moztezuma y algunos obsequios que envió con Alvarado para que se los entregase a Diego Velázquez. Mientras tanto, Velázquez envió otra nave con Cristóbal de Olid en busca de la expedición de Grijalva.
En los primeros meses de 1518, Diego Velázquez intentó a través de sus protectores, el obispo de Burgos Rodríguez de Fonseca y del secretario Lope Conchillos, que el Rey lo nombrara gobernador de la isla de Cuba, para depender directamente del Monarca, en lugar de ser teniente del gobernador Diego Colón.
Mientras intentaba esta jugada, Bartolomé de Las Casas cuenta que alguien —es muy probable que él mismo, dada la amistad que tenía con Diego Colón— “vido la provisión en el escritorio de Conchillos y avisó al Almirante, que a la sazón estaba en la corte; y avisado, quejóse al Rey y al Gran Canciller, y por aquella vez fue remediado”.
A mediados de 1518, Diego Velázquez, con sus protectores en auge, fue ganando poco a poco algún punto más en los títulos, pues en una Real Cédula le nombraban “lugarteniente de mi gobernador de la Isla Fernandina, e nuestro capitán e repartidor della”.
El 13 de noviembre, en Zaragoza y tras la actuación de sus emisarios Gonzalo de Guzmán y Pánfilo de Narváez, estos gestionaron ante el Rey la concesión del título de adelantado, gobernador y capitán general de las tierras de Yucatán y Cozumel que habían descubierto Francisco Hernández y Juan de Grijalva.
Ese año, en el mismo despacho de Zaragoza, iba a obtener importantes mercedes. Le preocupaba el boato e iba a conseguir en octubre la concesión de poder llevar de Castilla plata labrada para servicio de su persona, al igual que los derechos de almojarifazgo de las ropas y mantenimientos para su persona, casa e indios.
Las noticias traídas por Pedro de Alvarado a Cuba acerca de un vasto y rico imperio llamado Çulúa, México, avivaron la imaginación y la codicia de Diego Velázquez de Cuéllar. Y proyectó una armada más importante que las anteriores. Pidió permiso a los jerónimos de la isla La Española e inmediatamente buscó un capitán esforzado, decidiéndose por Hernán Cortés.
Entre los dos financiaron la empresa, sin que se sepa a ciencia cierta lo que aportó exactamente cada uno. Diego Velázquez dio una Instrucciones como “adelantado e gobernador de las islas e tierra nuevamente por su industria descubiertas”. Durante cuatro meses, del 23 de octubre de 1518 al 10 de febrero de 1519, se armaron once naves y reunieron una tripulación de seiscientos hombres. Al final, Velázquez sospechó que Cortés lo engañaba y quiso impedir la salida de la armada, pero era ya demasiado tarde. Velázquez se sintió traicionado y consideró que Cortés iba alzado.
A mediados de 1519, Diego Velázquez comunicó al Rey que había llegado a Cuba la epidemia de viruelas, ocasionando una gran mortandad entre los indios y, por el contrario, apenas afectaba a los españoles.
Para aliviar este desastre pidió que se permitiera una entrada mayor de negros esclavos. Al mismo tiempo, aprovechó para solicitar una independencia completa de la isla La Española, creando en Cuba una fortaleza, una Casa de Contratación y cuanto convenga para lograr ese objetivo.
Tras la partida de Cortés hacia la conquista de México, prescindiendo de Diego Velázquez, y después de que a éste le llegasen noticias sobre las riquezas de las nuevas tierras, como demostraban los procuradores de Cortés Hernández Portocarrero y Montejo enviados a Castilla con cartas y obsequios para Carlos V, el adelantado envió una expedición al mando de Narváez con el propósito de quitar el mando a Cortés y detenerlo, pero fracasó. En el verano de 1520, cuando la Audiencia de Santo Domingo se enteró de este intento, envió con poderes al licenciado Ayllón a la isla Fernandina (Cuba) y a la tierra nuevamente descubierta llamada Yucatán a fin de evitar que Diego Velázquez pasara con una armada que tenía reparada para ir contra Hernán Cortés. Ayllón no sólo no fue obedecido sino que lo metieron preso en la carabela donde había ido y lo enviaron ante el adelantado. El juez Ayllón solicitaba que se castigase este abuso.
La armada de Narváez, que constaba de dieciocho navíos y ochocientos hombres, ochenta caballos y diez o doce piezas de artillería, llegó a San Juan de Ulúa a principios de mayo de 1520. Se hizo fuerte en Cempoala y allí acudió Cortés venciendo a Narváez y haciéndole prisionero. Con el ejército de éste, Cortés utilizó la fuerza, pero sobre todo la promesa de riquezas y cargos para atraerse a muchos soldados. Esta táctica fue usada con todos los intentos posteriores propiciados por Diego Velázquez.
En 1521, en una carta de los oficiales de Cuba y de Diego Velázquez al Emperador, denunciaron la llegada a la isla de Alonso de Zuazo por juez y teniente de gobernador Diego Colón, con la consiguiente rivalidad entre las autoridades de ambas islas. También llevaba poderes del almirante para tomar residencia tanto a Diego Velázquez como a los oficiales de Cuba.
Una Real Provisión de 10 de septiembre de 1521, firmada por los tres gobernadores en España, por ausencia del Emperador, ordenaba con rapidez y contundencia a Zuazo que no usara esos poderes, porque incurriría en severas penas. Meses después, volvería a ocupar la gobernación y justicia de la isla.
El 20 de mayo de 1524, fue nombrado el licenciado Juan Altamirano para tomar residencia a Diego Velázquez, al licenciado Zuazo y a las personas que han tenido cargos de justicia, al mismo tiempo que le conferían la gobernación de la isla. Un año después, en 1525, comenzó el juicio de residencia.
Más tarde incitó a Cristóbal de Olid a rebelarse contra Cortés en 1524, pero no lo logró. Diego Velázquez de Cuéllar falleció —dicen— que de “furia” ese mismo año en Santiago de Cuba antes de que empezara su juicio de residencia. Entre las mandas testamentarias dejó dinero para que se dijeran trescientas misas por su alma, en la iglesia de San Francisco de Cuéllar, así como otras mandas en el Convento de Santa Clara de la misma ciudad.
El cronista Oviedo, al relatar el final de Diego Velázquez de Cuéllar, dice con aires de epitafio: “Este Adelantado Diego Velázquez es uno de aquellos pobres hidalgos que pasaron el segundo viaje a esta isla Española con el primero Almirante, don Cristóbal Colom, y había llegado al estado que es dicho, a ser riquísimo hombre, y acabó pobre y enfermo y descontento, y la burla que él había hecho al Almirante don Diego Colóm en se le quedar con la gobernación de la isla de Cuba, esamisma hizo dél, y más por entero, Hernando Cortés, en se le quedar con la gobernación de la Nueva España”.
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Luis Arranz Márquez