Díez de Aux, Miguel. El Viejo, Barbastro (Huesca), m. s. XV – San Germán (Puerto Rico), 1519.
Conquistador en Indias (Isla Española) y alguacil mayor de San Juan de Puerto Rico.
Segundón de una rama menor de una ilustre y noble familia aragonesa, afincada en Barbastro, era hijo de Jordán Díez de Aux y de Bárbola, su legítima mujer, según manifiesta en su testamento otorgado en Sevilla el 2 de julio de 1504, que se conserva en el Archivo de Protocolos, oficio VII, a los folios 358 y siguientes. Tuvo por hermanos a Juan, el mayor, y Jordán, el menor, y por hermanas a Montserrada, Aldonza, Estefanía, Catalina y Violante. El 24 de junio de 1494 partió hacia las Indias, a la Isla Española, en las tres carabelas de Bartolomé Colón.
El cronista González de Oviedo, en su Historia general y natural de las Indias, y la historia y tradiciones dominicanas cuentan que Miguel, criado o continuo de la Casa del Adelantado Bartolomé Colón, tuvo en La Isabela una riña con otro español, por un motivo ignorado, aunque pudo haber muchos en aquel conflictivo tiempo de la reciente y pobre colonia del norte de Quisqueya, y, tras la aparente muerte de éste, huyó en un largo periplo hacia el Sur, “siguiéndole e faciéndole amigable compañía cinco o seis cristianos”.
Bajaron por la costa “hasta venir a la parte del Sur, adonde agora está aquesta ciudad de Santo Domingo y en este asiento pararon, porque allí hallaron un pueblo de indios”. “E aquí tomó este Miguel Diez amistad con una cacica, que se llamó despues Catalina, e hobo en ella dos fijos, andando el tiempo.” De estos hijos sólo se conoce que vivió uno, “Miguelico”, que nació en 1496, que nunca fue clérigo como quiso su padre y que pasó años después a la conquista de Nueva España.
Parece ser que la cacica puso a Miguel al corriente de los buscados yacimientos de oro y del que era arrastrado por los ríos. Con esta información y la de la tierra feracísima y de buen clima que había encontrado, volvió Miguel Díez a la inhóspita y pobre colonia de la Isabela, encontró curado a su adversario y fue perdonado. Inmediatamente se organizó la expedición al Sur con el adelantado y con Francisco de Garay, fundándose asentamiento en Santo Domingo de Guzmán, la actual capital de la isla Dominicana.
Así lo cuentan las tradiciones quisqueyanas, lo corrobora la rápida riqueza de Miguel Díaz y su dedicación al negocio del oro y así lo pintó Vela Zanetti en 1944 en un gran mural de la Sala Capitular del antiguo cabildo de la ciudad.
Desde luego consta que ya en 1497 Miguel Díez era autoridad en la nueva población juntamente con Garay. En 1500, a la llegada de Bovadilla, era Miguel Díez alcaide del Fuerte de Santo Domingo. Se negó a la entrega de la fortaleza, defendió los derechos del almirante y de su familia y, como los hermanos Colón, fue encarcelado por el enviado de los Reyes. En 1502, cuando llegó el comendador Ovando, encontró al barbastrense y a Francisco Garay ricos y dedicados a la extracción aurífera; contándose que una sola pepita sacada por la india de Miguel Díez pesó 3.300 castellanos y fue enviada a la Reina.
En 1504 Miguel Díez estaba en Sevilla y ordenó su testamento. No estaba todavía casado, pero sí tenía “dos mujeres que yo soy en cargo aquí en Sevilla, que conoce Juan Antonio Colon”, a las que lega diez mil maravedís a cada una. En el año siguiente había vuelto a la isla Española y continuaba en negocios con Garay y con los Velásquez; con Diego, futuro gobernador de Cuba, y con su sobrino Cristóbal, copero mayor del rey Fernando, con quien mantenía correspondencia, al igual que con el secretario del Rey, Lope Conchillos, también aragonés.
En 27 de noviembre de 1507 escribió Miguel Díez a Cristóbal Velásquez una larga carta que contestaba la recibida de éste desde Nápoles el 29 de marzo de aquel año. Le da cuenta de asuntos generales y particulares de la isla, en la que el copero mayor parece que pretendía la alcaldía del Alcázar y en la que tenía rentas producidas por sus conucos y sus indios, siendo incluso nombrado fundidor de oro en 1508: “en lo de los dineros que aca se han avido del oficio, ya vuestra merced avra visto la cantidad que aca hay, e porque a la sazon se hacia fundicion en la villa de la Concibición, la cual es ya acabada, podra aver en los derechos que a vuestra merced pertenezcan en cuatro fundiones que se han hecho después que tiene la merced, M.CCC.XXVIII pesos e siete tomines...”.
Miguel Díez le pide a Cristóbal Velázquez que “trabaje allí por nos hacer merced”, que trabaje en cierta cédula en su favor que el rey había de dar en su favor y que incluso podría ir a la Península “a ver a mi mujer a Castilla, que por tiempo de un año me den licencia...
en tanto que vo a visitar mi mujer, gobierno y casa”. Especialmente dice al copero real que ya ha comprado herramientas a un tal Rodrigo de Alcañiz “porque segun es la tierra de la Española de humeda, estarán tan poco las cosas de fierro que cada dia se han menester de renovar” y luego le escribe que “en todos los navíos que acá vinieren se envíen crisoles...
que esto es lo que mas se gasta y avemos escrito al señor secretario (del Rey) que sean de los de Venecia, porque no se quiebran e aunque allá cuesten algo mas que los otros”.
En 1508 Diego Colón, reconocido heredero de los privilegios de su padre el almirante aún con recortes, llegó como virrey a La Española y los aliados de la familia recibieron sus premios. Así nombró gobernador de Puerto Rico a Julio Cerón y alguacil mayor a Miguel Díez; en contra de las designaciones que había hecho previamente el gobernador Juan Ponce de León conforme a sus Capitulaciones de 1508 y de 1509 para la colonización de Borinquen. Ponce de León apresó a los nombrados por el virrey y los envió a la Península en julio de 1510, acusándolos de excesos en sus actos de gobierno.
La causa de Miguel Díez fue resuelta a su favor por el Consejo de Indias en 1511. Durante esta estancia en Castilla casó con Isabel de Cáceres, parienta del secretario real para asuntos de Indias Lope Conchillos, y ambos retornaron a Puerto Rico. Allí se estableció en la recientísima ciudad de San Germán, a cuyo desarrollo contribuyó, tuvo una hija llamada Luisa, otorgó un nuevo testamento y falleció a finales de marzo o primeros de abril de 1519. Su viuda, Isabel de Cáceres, que era muy rica, volvió a casar años después con el también viudo licenciado Antonio de la Gama, juez de residencia de la isla de San Juan y luego de la Tierra Firme en Castilla del oro.
Bibl.: G. Fernández de Oviedo Valdés, Historia general y natural de las Indias, Islas y Tierra-Firme del mar Océano, Madrid, Imprenta de la Real Academia de la Historia, a cargo de José Rodríguez, 1851-1855; J. Gómez Centurión, “Carta inédita dirigida a D. Cristóbal Velásquez, Copero Mayor del Rey, fechada en Santo Domingo del Puerto, de la Isla Española, el 27 de Noviembre de 1507”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, t. LX (1912); V. Murga Sanz, Juan Ponce de León, fundador y primer Gobernador del pueblo puertorriqueño, descubridor de La Florida y del estrecho de las Bahamas, Río Piedras (Puerto Rico), ediciones de la Universidad de Puerto Rico, 1959; R. Esteban Abad, Estudio histórico-político sobre la Ciudad y Comunidad de Daroca, Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, 1959; VV. AA., Enciclopedia de Clásicos de Puerto Rico, ts. I y II, selecc., ed. y notas de L. Maran Arce, Barcelona, ed. Latinoamericana, 1971; V. Rubio, OP, Diario El Caribe (Santo Domingo, República Dominicana), 4 de abril de 1992 y 1 de agosto de 1992; H. Thomas, El Imperio español, de Colón a Magallanes, Barcelona, Planeta 2003; M. Fuertes de Gilbert Rojo, “El barbastrense Miguel Díaz de Aux y el primer oro de las Indias”, en Annales XVII, Anuario del Centro de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (Barbastro, Zaragoza) (2004).
Manuel Fuertes de Gilbert Rojo, Barón de Gavín