Ayuda

Juan de Coloma y Galcerán

Biografía

Coloma y Galcerán, Juan de. Señor de Elda (I). Borja (Zaragoza), 1440 o 1443 – Zaragoza, 13.VIII.1517. Maestre racional, secretario del Rey.

No se conoce la fecha exacta de su nacimiento en la ciudad aragonesa de Borja, en el seno de una familia notable, de cristianos viejos, firmemente arraigada en esa localidad: era el quinto del mismo nombre en el linaje de los Coloma. De probable ascendencia catalana, los Coloma habrían acudido a la conquista de Borja, estableciéndose posteriormente allí. A comienzos del siglo xv se sustancia un pleito en la Real Audiencia de Aragón sobre vinculación de bienes de la familia Coloma, avecindada en Borja. Un tal Juan Coloma, hidalgo y con ascendencia de cristianos viejos, fue armado caballero en 1449. Cuando Borja obtuvo la condición de ciudad o cuando fue incorporada a la Corona Real allí aparece reiteradas veces el apellido Coloma. Como caballero, Juan de Coloma gozaba de importantes posesiones en Borja, transmitidas por su padre, y que le facultaban para participar con cierta influencia en el gobierno local. Sus armas heráldicas se componían con un escudo de azur con banda de oro acompañada, a cada lado, de dos palomas de plata con ocho taus de sable, y el escudo de Juan de Coloma era de gules con una paloma de plata.

Armillas Vicente sugiere la posibilidad, verosímil, de que la cercanía que mantuvo la reina María de Castilla con Borja y con las familias notables de esa ciudad durante su lugartenencia general del reino pudo facilitar algún tipo de vínculos entre los Coloma y la familia real, de tal manera que esto explicaría el que uno de ellos, Juan de Coloma, sirviera directamente en la secretaría a los monarcas aragoneses, ejerciendo también como protonotario de la reina.

Efectivamente, Juan de Coloma entró joven al servicio del rey Juan II de Aragón, quien le tuvo gran aprecio y le nombró su secretario al menos desde 1462, cuando ya aparece en los documentos la firma del secretario con la fórmula común de la cancillería real aragonesa “Dominus Rex mandavit mihi Johanni de Coloma”. El joven secretario con su preparación en Derecho y el conocimiento de idiomas, algo normal en los oficios de cancillería, sería una gran ayuda para el viejo monarca durante los últimos años de su vida, aquejado Juan II por múltiples enfermedades y principalmente por la ceguera que le produjeron unas cataratas.

Coloma estuvo al lado de su rey, Juan II, en el asedio francés a Perpiñán en 1473 y desde allí mantenía un correo semanal con los diputados aragoneses transmitiendo las noticias de la guerra. Coloma sirvió a su señor hasta la muerte de éste a los ochenta y un años de edad, y lo hizo fielmente recogiendo la muerte de Juan II, quien falleció sin agonía, entre las siete y las ocho de la mañana del 19 de enero de 1479.

Pasó a servir como secretario de Fernando el Católico, quien le confirmaría expresamente en el oficio, y a quien acompañó durante las distintas jornadas reales: desde 1486 a 1491, por ejemplo, la Corte se estableció sucesivamente en Salamanca, Toledo, Málaga, Zaragoza, Tordesillas, Valladolid, el Real de Baza, Écija, Ciudad Rodrigo y Sevilla. Coloma estuvo asimismo presente en las campañas de la guerra de Granada, permaneciendo durante el verano y algunas semanas del otoño de 1491 en el Real de la Vega de Granada ante las últimas defensas del reino nazarí, y desde la caída de Granada hasta el primero de mayo de 1492 en la ciudad castrense de Santa Fe.

La firma de Juan de Coloma aparece rubricando por mandato de los Reyes el decreto de expulsión de los judíos. También, en representación de los Reyes Católicos, elaboró y redactó, junto con el prior de la Rábida fray Juan Pérez, el representante de Cristóbal Colón, las Capitulaciones que regulaban los aspectos del descubrimiento, firmándolas el 17 de abril de ese año. Junto con otros ministros de origen aragonés se mostró partidario de las propuestas del marino genovés.

Ministros aragoneses como el escribano de ración Luis de Santángel o el tesorero general Gabriel Sánchez no dudaron en anticipar el dinero que debía aportar la Corona a la empresa de Colón. El pasaporte dado por los Reyes Católicos a Colón está redactado en latín, fechado el mismo día 17 de abril, y también firmado y rubricado por Juan de Coloma; el documento está registrado por el oficial Juan Ruiz de Calcena en el libro de la Cancillería del reino de Aragón al igual que las Capitulaciones de Santa Fe, y dice “envíamos al noble Xristóbal Colón con tres carabelas equipadas, hacia las Indias”. Actualmente se conservan en el Archivo de la Corona de Aragón, en Barcelona.

Las Capitulaciones de Santa Fe concedían a Colón, entre otras cosas, la décima parte de los beneficios de la empresa descubridora, los títulos de almirante, virrey y gobernador sobre las islas y tierra firme por descubrir, con la posibilidad de proponer una terna a los reyes para la elección de los gobernadores de los nuevos territorios. El texto de las Capitulaciones presenta algún pasaje oscuro que ha dado pie a diversas interpretaciones sobre un posible predescubrimiento, ya que se alude a tierras ya descubiertas, los reyes se titulan señores de las mares océanas cuando por el Tratado de Alcaçovas lo descubierto al sur de Canarias pertenecería a Portugal, en fin, no se hace referencia a la ruta hacia las Indias y sólo se alude a los descubrimientos y adquisición de tierras.

A finales de mayo de 1492 los Reyes Católicos levantan la Corte para ir a Córdoba, y en agosto a Barcelona.

Camino de esa ciudad, Juan de Coloma pudo alojar a los reyes en su casa de Borja durante los días 7 al 11 de agosto. De igual modo negoció, en nombre de Isabel y Fernando el tratado de Barcelona de 1493 con Carlos VIII de Francia. Durante esta comisión tomó Perpiñán y el resto del Rosellón que, en virtud del tratado suscrito, el rey francés devolvía al rey Fernando. Esta toma se hizo por parte de Coloma no sin algún contratiempo, ya que estuvo a punto de morir y salvó la vida gracias a la intervención de un caballero, Baltasar de Tremps, quien perdió la suya en el Ampurdán durante este viaje, por eso Coloma, agradecido, dispuso en su testamento una cantidad de dinero para celebrar sufragios por el alma de su benefactor. Fue éste uno de los últimos servicios que prestó al rey Fernando, ya que en el año 1494 Coloma será sustituido en la secretaría real por otro aragonés, Miguel Pérez de Almazán.

Coloma se retiró entonces a sus posesiones en Aragón, alternando la estancia en su Borja natal y en su casa de Zaragoza. En 1497 cuando murió el príncipe Juan, hijo de los Reyes Católicos, Juan Coloma participó en los solemnes funerales que se celebraron en la iglesia de Santa María de Borja. Y en la citada ciudad actuaría públicamente en años posteriores como árbitro en determinadas causas, como la que enfrentaba en el año 1500 a los vecinos de la localidad con Dionis Coscón.

Gracias a su carrera político-burocrática, a los honores y premios recibidos, y a algunos negocios lucrativos relacionados con la compra y venta de ganado, o el préstamo de dinero como los 1.300 dineros entregados al condestable de Navarra Luis de Beamonte, quien a cambio entregó en prenda un collar de oro con letras hechas de diamante y perlas y una cadena de oro según recogía el testamento de Coloma, el secretario Juan Coloma consiguió labrar una gran fortuna y acaparar importantes cargos. Fue nombrado maestre racional de Valencia en 1470, cargo en el que se mantendrá hasta finales del siglo.

En 1472 se le concedió una renta de 8.000 sueldos en la bailía de Valencia. La presencia en los oficios valencianos le sirvió para erigirse, en 1472, en interlocutor de los intereses de los diputados de aquel reino ante el monarca. Tras la muerte de Juan II se convirtió en señor de Alfajarín, enajenado en 1495.

Con su segundo matrimonio, se incrementaron considerablemente las posesiones y títulos de Coloma, quien recibía el 26 de marzo de 1496 los derechos de peaje de la villa de Alguer en Cerdeña. A su muerte, Juan de Coloma era señor de los condados de Elda y Novelda, barón de Malón, Maloncillo —después de ganar, con la intervención del rey Fernando ante la Santa Sede, el pleito que le enfrentó a los canónigos de Tarazona por estos lugares—, Bisimbre y Figueruelas, y señor de Albeta. Dejaba a su hijo, Juan Francisco Pérez Calvillo de Coloma, como heredero universal, a su viuda y parientes una renta no inferior a 12.000 ducados anuales, de los cuales 200 correspondían a la renta sobre el privilegio de pesos y medidas en Alguer, y otros 100.000 valorados en joyas y demás bienes muebles, como recogía el cronista Fernández de Oviedo.

Con este patrimonio Juan de Coloma había podido acometer la construcción de un palacio en el Coso de Zaragoza hacia 1479 en lo que hoy es el Casino Mercantil levantado a partir de 1914. El palacio, de aires mudéjares en sus inicios, se convirtió en una producción renacentista a través de las diversas fases de construcción que se adentraron en el siglo xvi, y en las que intervinieron arquitectos y escultores, como los hermanos Sariñena, Juan de la Mica o Gil Morlanes. Coloma realizó numerosas obras de piedad, como la fundación en 1484 del Monasterio de Jerusalén en la ciudad de Zaragoza, que desapareció durante la Guerra de la Independencia; igualmente, encargó diversas obras de arte para adornar la iglesia de San Miguel en Borja. En su testamento dispuso la construcción de un hospital junto al Monasterio de Jerusalén para atender a ocho hombres y ocho mujeres; dio la libertad a todos sus servidores, salvo al acemilero que tendría que seguir sirviendo a su mujer y a su hijo.

Juan de Coloma contrajo dos matrimonios. El 6 de septiembre de 1495 se casó con Isabel Díez de Aux, perteneciente a una reconocida familia aragonesa, nieta del que fuera titular del Justiciazgo Mayor de Aragón, Martín Díez de Aux, y hermana del capitán Miguel Díez de Aux, participante en el segundo viaje de Colón a las Indias, integrante de la expedición de Francisco de Garay, y uno de los conquistadores de la Nueva España. De su primer matrimonio, Juan de Coloma no tuvo descendencia.

Su segunda mujer, María Pérez Calvillo, procedía de conversos por parte materna emparentada con la importante familia de la Caballería; hija del potentado aragonés Juan Pérez Calvillo y de Beatriz de Heredia, señores de Malón y Bisimbre, y vecinos de Tarazona. Su hijo Juan Francisco recibiría los condados de Elda y Novelda, las baronías de Malón, Maloncillo y Bisimbre, una casa y heredad en Tarazona.

Juan Francisco protagonizó un escandaloso altercado al matar a su amante y a un criado al encontrarlos juntos: se entregó a la justicia. En su testamento, Coloma dejaba a su hijo ilegítimo, Juan Pedro de Coloma, las heredades de su mujer que recibiría a la muerte de María con la obligación de cuidar de ella en vida. Una hija ilegítima, de nombre María, ingresó en el convento de Jerusalén, del que llegaría a ser abadesa; pasaría posteriormente a fundar el convento de la Concepción en Tarazona, y falleció el 26 de abril de 1557. Un nieto de Coloma recibió el título de conde de Elda y uno de sus biznietos será Carlos Coloma, capitán e historiador de las guerras en Flandes. La viuda recibió la casa y posesiones de Borja, la mitad del lugar de Albeta, un molino en Colinas y los censales que se cobraban en Borja, además de los 17.000 sueldos de la dote que le fueron devueltos.

Juan de Coloma falleció el 13 de agosto de 1517, en Zaragoza. Había dictado testamento el día 7 de agosto, del que se conserva copia en el ayuntamiento de Borja. El día 14 el notario aragonés Luis de Sora certificaba la inhumación de los restos del secretario en la capilla de Santa Ana que a tal efecto había levantado Gil de Morlanes por orden de nuestro secretario en la iglesia del Monasterio de Jerusalén, de la capital aragonesa, en donde hizo labrar dos tumbas con esculturas, una para él y otra para su mujer.

Allí instituyó una capellanía para elevar sufragios por sus antepasados, sus dos esposas y por Baltasar de Tremps, su benefactor. Juan Coloma fundó este convento de monjas, situado anteriormente cerca de Santa Engracia; adquirió a Mateo Simón una casa aneja, para levantar la casa del capellán que debía atender la capilla de Santa Ana. En su testamento, dictado ante el notario Luis de Sora el sábado 8 de agosto de 1517, con Pedro Pasquier y Joan Campí como testigos, expresaba su voluntad de ser enterrado en dicha capilla.

 

Bibl.: E. Alfaro Lapuerta, “Don Juan de Coloma, caballero de Borja”, en Fernando el Católico y la Hispanidad, Zaragoza, 1952, págs. 37-50; J. Reglá Campistol, “Un pleito entre Juan de Coloma y los canónigos de Tarazona durante la embajada en Roma de Francisco de Rojas. 1498-1507”, en VV. AA., Fernando el Católico. Pensamiento político, política internacional y religiosa. V Congreso de Historia de la Corona de Aragón, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1956, págs. 339- 347; M. Badía Margarit, “Cales lingüistics en les letres reials per Johan de Coloma secretari de Ferran el Catolic, de 1483 a 1510”, en VV. AA., Homenaje a J. Vicés Vives, vol. II, Barcelona, 1967, págs. 41-54; A. Gascón de Gotor, “Aragón en América: el Magnífico Juan de Coloma y las Capitulaciones de Santa Fe”, en VV. AA., Doce de octubre, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1967; J. M. Lacarra de Miguel, “Un libro de notas del secretario del rey Católico, Juan de Coloma”, en VV. AA., Martínez Ferrando, archivero, Barcelona, Asociación Nacional de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, 1968, págs. 217-237; E. Cruselles, El Maestre Racional de Valencia. Función política y desarrollo administrativo del oficio público en el siglo xv, Valencia, Alfonso el Magnánimo, 1989; M. S errano y Sanz, Los amigos y protectores aragoneses de Cristóbal Colón, Barcelona, Riopiedras, 1991; J. A. Armillas Vicente, “Perfil social de un signante de las capitulaciones de Santa Fe: Juan de Coloma, secretario real”, en VV. AA., El Reino de Granada y el Nuevo Mundo. Congreso Internacional de Historia de América, Granada, Diputación Provincial de Granada, 1994, págs. 61-68; G. Segura Herrero y C. Poveda Poveda, Catálogo del Archivo Condal de Elda (I), Elda, Ayuntamiento de Elda y Caja Murcia, 1999, págs. 37-40.

 

Juan Francisco Baltar Rodríguez