Colón Moñiz, Diego. Isla de Porto Santo, Archipiélago de Madeira (Portugal), c. 1482 – Puebla de Montalbán (Toledo), 23.II.1526. Hijo y sucesor de Cristóbal Colón, segundo almirante, virrey y gobernador de las Indias.
Nació alrededor de 1482, en la isla de Porto Santo (en el archipiélago de Madeira). Era hijo del descubridor del Nuevo Mundo, Cristóbal Colón, y de la portuguesa Felipa Moñiz, una mujer de la que se conoce muy poco. En 1485, acompañando a su padre, dejó Portugal y entró en Castilla, por el puerto de Palos de la Frontera (Huelva). Ambos iban camino de la ciudad de Huelva, donde vivían los cuñados del futuro descubridor de América, Miguel Muliart y Violante Moñiz, los cuales podrían hacerse cargo del pequeño Diego mientras Colón negociaba en la corte su proyecto descubridor. Ésta es la primera visita que hicieron los Colón al monasterio de La Rábida antes del descubrimiento.
Durante el otoño de 1491, fracasadas sus gestiones descubridoras en la corte, Cristóbal recogió de la casa de sus cuñados a su hijo Diego y se dispuso a abandonar Andalucía en busca de otro príncipe que lo respaldara.
Pero antes de dejar la ría de Huelva, el futuro descubridor visitó por segunda vez La Rábida. Se sabe que los recibió fray Juan Pérez, el cual les pidió que permaneciesen en el monasterio mientras él se desplazaba a la corte y convencía a los Reyes Católicos de que aceptaran lo propuesto por Colón. Cuando éste emprendió el viaje descubridor, Diego, que había recibido el nombramiento de paje del príncipe Juan, el 8 de mayo de 1492, fue conducido por Juan Rodríguez Cabezudo y Martín Sánchez a Córdoba, para que esperase con su hermano Hernando Colón, bajo el cuidado de Beatriz Enríquez de Arana, madre de Hernando, la llegada triunfal de su padre.
En 1493, tras el regreso de Colón, le fueron confirmados y ampliados sus privilegios, además de recibir un escudo de armas. En esas jornadas gloriosas al almirante no se le podía negar nada, por lo que “suplicó a los Reyes Católicos que hobiesen por bien que sus hijos el príncipe Juan los recibiese por pajes suyos”, escribió el cronista Oviedo. A principios de 1494, Diego y Hernando Colón fueron presentados en la corte de la mano de su tío Bartolomé “para que sirviésemos de pajes al serenísimo Príncipe Don Juan, que esté en la gloria, como lo había mandado la Reina Católica Isabel, que a la sazón estaba en Valladolid”, según cuenta el mismo Hernando.
Entre 1494 y 1497, Diego vivió en la corte como paje al servicio del príncipe Juan, heredero de los Reyes Católicos. Allí coincidió con grandes amigos y protectores de su padre, como el maestro del príncipe, el dominico fray Diego de Deza, y el ama del príncipe, Juana de Torres, persona de toda confianza para el descubridor. Ella haría las veces de madre para los dos hijos del descubridor mientras él andaba ensanchando el Nuevo Mundo. En la corte tuvo al humanista italiano Pedro Mártir de Anglería por maestro, a la vez que Jerónimo de Agüero hizo de ayo de Diego y Hernando Colón. Muerto el príncipe Juan (4 de octubre de 1497), Diego quedó libre como paje, y entonces acompañó a su padre mientras hacía los últimos preparativos del tercer viaje. Como el viaje se retrasaba y las tensiones entre Colón y los organizadores de la armada iban en aumento, los hijos del almirante volvieron a la corte. El 19 de febrero de 1498, Diego era nombrado paje de la Reina. Y tres días después, el 22 de febrero, el gran descubridor instituía mayorazgo, estableciendo la sucesión directa por vía masculina: primero Diego e hijos, y en su defecto, Hernando, y así sucesivamente hasta llegar a los hermanos del almirante, Bartolomé y Diego. A falta de línea masculina recaería en la mujer con más derechos.
El tercer viaje colombino fue un fracaso, no faltando revueltas entre españoles, deserciones, levantamientos indígenas, hambres, enfermedades y escasa rentabilidad económica. En la corte se empezaba a hablar mal de Colón y de la empresa de las Indias. No obstante, el 21 de mayo de 1499, el almirante mandaba amojonar para su hijo Diego tierras, aguas, montes y sotos en la Concepción de la Vega, ya que tenía la intención de pasar pronto a residir en la isla Española para hacerse cargo de la gobernación de las Indias. Los hechos no facilitaron los cambios.
El nombramiento del juez pesquisidor Francisco de Bobadilla y su posterior actuación en contra de los Colón provocó el apresamiento del almirante y su inmediato envío a Castilla cargado de cadenas. El destituido virrey llegó a Granada, donde residía la corte, a mediados de diciembre de 1500, y allí se encontró con sus hijos. Los Reyes le desagraviaron en lo que pudieron, “pero nunca más dieron lugar que tornase al cargo de gobernación”, dice con exactitud Fernández de Oviedo.
A partir de 1502, Diego fue encargado por su padre de reclamar insistentemente los privilegios perdidos, especialmente el virreinato y la gobernación de las Indias, sin conseguir nada positivo. A la vez, se empezaba a hablar ya del casamiento del heredero colombino, por lo que Cristóbal solicitó que no se decidiera nada hasta su regreso del cuarto viaje descubridor. A finales de 1503, el 15 de noviembre, en Segovia, la Reina nombraba al futuro segundo almirante contino de su casa con una quitación anual de 50.000 maravedís. Su padre le reconocía ya en 1504 edad y experiencia suficientes para ocuparse de los negocios familiares: “Fecistes bien de quedar allá a remediar algo y a entender ya en nuestros negocios”, le dice en una carta personal.
Cuando murió la reina católica nada dejó escrito en su testamento sobre el descubridor, para intranquilidad de Colón. Por ello, su hijo redobló los esfuerzos y a principios de 1505 presentó al rey católico un memorial reclamando el virreinato y la gobernación de las Indias; pero “cuanto más peticiones al Rey daban, tanto mejor respondía dando palabras y se lo dilataban”.
Hubo un intento de cambiar los derechos sobre las Indias por algún señorío en la vieja Castilla, pero la familia Colón no lo aceptó.
En 1506, tras la muerte del descubridor de América (20 de mayo de 1506), Diego Colón, ya segundo almirante de las Indias, fue el portador de una carta de Cristóbal Colón para los nuevos reyes de Castilla, Juana I y Felipe I el Hermoso, sucesores de la reina Isabel la Católica, fallecida dos años antes. Tras unas jornadas muy accidentadas y después de la muerte de Felipe I el Hermoso, volvió a gobernar Castilla el esposo de Isabel, Fernando el Católico, en calidad de regente. Durante esos años hubo tratos, entre Colón y la casa de Medina Sidonia para intentar casar a Diego con una dama de ese apellido, pero no cuajaron en parte por el vuelco político que supuso la muerte de Felipe el Hermoso.
El año 1508 tuvo gran trascendencia para Diego Colón, tanto en el plano político como personal. En el aspecto político, Diego, cabeza ya de la familia Colón, reclamó a la Corona sus privilegios por vía de justicia, iniciándose lo que la historia conoce como Pleitos Colombinos. Toda la vida de Diego Colón estuvo condicionada por estos largos y complicados pleitos con la Corona, que le ocasionarían muchas aflicciones y enormes gastos.
En el plano personal se produjo el casamiento del segundo almirante con María de Toledo y Rojas, hija de Fernando Álvarez de Toledo y de María de Rojas, y, por ello, sobrina del duque de Alba, Fadrique de Toledo, persona de gran ayuda y peso a la hora de defender los intereses familiares. Con este casamiento se dejó notar inmediatamente la influencia del duque de Alba, leal partidario de Fernando el Católico durante el tenso gobierno de Felipe el Hermoso. El resultado no se hizo esperar y así, el 8 de agosto de 1508, Diego Colón fue nombrado gobernador de las Indias y Tierra Firme, sustituyendo a Ovando, pero no virrey.
Ese mismo año, y antes de su matrimonio con María de Toledo, fue padre de dos hijos naturales.
Antes de dejar Sevilla, Diego dispuso el traslado de los restos mortales de su padre para ser depositados en el monasterio de las Cuevas de Sevilla, produciéndose la inhumación el 11 de abril de dicho año. Juan Antonio Colón, pariente del descubridor y mayordomo del segundo almirante, fue el encargado de trasladar los restos de Cristóbal desde Valladolid hasta Sevilla.
Tras el nombramiento de gobernador, y otorgado su primer testamento el 16 de marzo de 1509, Diego Colón decidió atravesar el Atlántico, camino de Santo Domingo, en la isla Española para hacerse cargo de la gobernación de las Indias. El 3 de junio de 1509, al frente de una nutrida flota en la que iba toda su familia a bordo (sus tíos Bartolomé y Diego, su hermano Hernando y su esposa, María de Toledo), dejó Sanlúcar de Barrameda para arribar al puerto de Santo Domingo el 9 de julio. Unos días después sobrevino un devastador huracán que destrozó casas y navíos.
Dos meses después enviaba a su hermano Hernando a Castilla al frente de la flota en que venía Ovando con el encargo de vigilar de cerca los Pleitos Colombinos Desde la primavera de 1508, en la famosa Junta de Burgos, Fernando el Católico decidió poner las bases de la nueva política indiana con especial interés en dos líneas de actuación: en primer lugar, la reorganización de la Real Hacienda, intentando explotar todas las fuentes de riqueza del Nuevo Mundo, y en segundo lugar, la continuación de los descubrimientos a base de poner en marcha nuevas armadas de poblamiento.
A poco de llegar a la isla Española, Diego Colón convirtió Santo Domingo en la capital de las Indias construyendo una casa-palacio (actual alcázar de Diego Colón) que influirá posteriormente en las construcciones de las casas y palacios de otros conquistadores, como Hernán Cortés, al mismo tiempo que animó a los pobladores y vecinos de las islas a construir casas de piedra, como signo de permanencia.
En 1510, Diego Colón hizo un repartimiento general de los indios de la isla Española. Para llevarlo a cabo, contó con el consejo y la colaboración de algunos frailes franciscanos favoreciendo a los vecinos casados frente a los solteros y absentistas. Esto le ocasionó numerosas críticas por parte de influyentes cortesanos.
En cuanto al desarrollo económico, potenció durante esos años un gran desarrolló de la explotación minera, al igual que la producción agrícola y ganadera.
Hasta 1511, Diego Colón, con más iniciativa personal de lo que deseaba el monarca, intentó poblar bajo su mano las islas de Puerto Rico, Cuba y Jamaica, y la Tierra Firme del Darién. Para la isla de Puerto Rico, el segundo almirante nombró como oficial colombino a Juan Cerón en perjuicio del hasta entonces gobernador interino, puesto por Ovando y ratificado por el Rey, Ponce de León. En Jamaica, Diego Colón nombró teniente suyo a Juan de Esquivel con el fin de controlar desde la isla las armadas que iban y venían del Darién. El poblamiento de Cuba fue encargado a mediados de 1511 a Diego Velázquez de Cuéllar.
Sobre las gobernaciones de Veragua y Urabá, en la costa del Darién, pretendió el almirante nombrar a Vasco Núñez de Balboa como capitán y teniente suyo para contrarrestar a Alonso de Ojeda y a Diego de Nicuesa, nombrados anteriormente por el Rey y en parte fracasados.
El 5 de mayo de 1511, el Consejo Real dictó la Sentencia de Sevilla en los Pleitos Colombinos reconociendo al heredero colombino la gobernación y el virreinato indiano para él y para sus sucesores “para siempre jamás” sobre las islas y tierras descubiertas por Cristóbal Colón, el derecho a cobrar la décima capitulada, y a la Corona castellana, por su parte, como atributos de su soberanía, la facultad de nombrar jueces de apelaciones para conocer en alzada de las sentencias dictadas por los jueces nombrados por el virrey y almirante, además de la provisión de todos los oficios de gobierno y públicos, el repartimiento de los indios, el someter a Colón y a sus oficiales a juicio de residencia, así como que pertenecían exclusivamente a la Corona los diezmos eclesiásticos, el quinto del oro y las penas de Cámara. Esto fue aprovechado por el segundo almirante para querer aumentar sus iniciativas de gobierno en Indias, aunque en la práctica dicha sentencia le supuso muy poco poder efectivo.
En vísperas de la navidad de 1511 (cuarto domingo de Adviento), Diego Colón escuchó la primera condena solemne contra la encomienda hecha desde el púlpito por el fraile dominico Antonio de Montesino.
Dicha protesta se produjo en un humilde bohío de Santo Domingo que hacía de iglesia y en presencia de todas las autoridades de la isla.
Durante esta etapa de gobernación colombina, la oposición más fuerte al almirante estuvo encabezada por el tesorero general de las Indias Miguel de Pasamonte, un hombre de confianza del secretario Lope Conchillos y del Rey Católico. El tesorero fue el encargado de hacer de contrapeso al poder colombino y de entorpecer muchas de sus iniciativas, lo que provocó no sólo tensiones, sino también partidos y banderías que dieron mucho que hablar en la isla. En este juego de intereses se alinearon dos grupos: por una parte, el que seguía al almirante (la parte más estable y asentada de la nueva sociedad colonial), frente a los partidarios del tesorero Miguel de Pasamonte (funcionarios de paso o absentistas influyentes) que llegaron a titularse el bando del Rey o el de “los servidores del Rey”.
A partir de 1513, las diferencias entre el almirante los jueces y los oficiales se agravaron, destacando continuas tensiones en todo lo relativo a los nombramientos de alcaldes y regidores entre partidarios y contrarios del almirante, sobre la gobernación colegiada de las islas a través de la “consulta” ordenada por el Rey y no bien aceptada por el almirante, y, sobre todo, tras la pérdida del control indígena, al nombrar, el 3 de octubre de 1513, a Pedro Ibáñez de Ibarra y a Rodrigo de Alburquerque, “con acuerdo del tesorero Miguel de Pasamonte” para que llevasen a cabo un nuevo repartimiento general de indios de la isla Española. Dicho repartimiento general se llevó a cabo durante los meses finales de 1514 y dejó un rastro de malestar, quejas y pleitos entre gran parte de la población de la isla.
Hacia finales de febrero de 1515, Diego Colón, aburrido y dolido, se embarcó para Castilla con la intención de vigilar sus negocios en la corte. El 9 de abril estaba ya en Sevilla. Casi al mismo tiempo llegaba a la isla Española, como juez de residencia, Cristóbal Lebrón, y con él se agravaron los problemas para los Colón, hasta el punto, según Las Casas, “que ya ni criados, ni deudos, ni amigos del Almirante osaban parecer no hablar por miedo de los jueces y oficiales”.
Entre 1515 y 1520, de estancia en España, el segundo almirante negoció poco y gastó mucho. Presenció el final del reinado de Fernando el Católico, la regencia de Cisneros, la llegada del nuevo rey Carlos, con su corte flamenca, acompañó al Rey en su jura en Valladolid, sufrió las ambiciones sobre las Indias de algunos cortesanos flamencos. Su amistad con Bartolomé de las Casas estuvo a punto de hacer triunfar en 1518 un plan conjunto Colón-Casas para el poblamiento de Tierra Firme.
En mayo de 1520, con el Emperador a punto de embarcarse hacia tierras norteñas y tras haber recibido de Diego Colón un préstamo de diez mil ducados para ayuda de la coronación imperial, el Consejo Real dictó la Sentencia de La Coruña (17 de mayo) en los Pleitos Colombinos. Es la sentencia más favorable que obtuvieron los Colón durante más de treinta años de pleitos con la Corona. Según ella, el virrey quedaba exento —no sus oficiales— del juicio de residencia, podía intervenir en los municipios indianos y en la Casa de Contratación de Sevilla, podía proponer terna en los oficios de gobierno, al mismo tiempo que tenía derecho al cobro de la décima en toda su jurisdicción. Se mantenían los jueces de apelación como representantes de los reyes en la administración de justicia y a las poblaciones de Indias, el derecho de elegir sus propios alcaldes ordinarios. Con todo ello, no satisfizo a la familia Colón y pocos años después continuaría el pleito.
La segunda gobernación colombina duró desde finales de 1520 hasta 1523. Había llegado a Santo Domingo en las fechas inmediatas al 14 de noviembre.
Durante esta etapa, los enfrentamientos entre el virrey y la Audiencia y oficiales de Santo Domingo fueron frecuentes. No se cumplía lo que había ordenado el Rey: que todo lo que se hubiera de proveer en lo tocante a la gobernación de las Indias lo hicieran de común acuerdo entre todos.
En la Navidad de 1522, una veintena de esclavos negros del ingenio de azúcar del almirante inició un levantamiento al que se sumaron otros muchos negros de plantaciones cercanas extendiéndose la rebelión por las tierras de Azua. Es la primera rebelión de esclavos africanos que se conoce en las Indias. El almirante, junto a Melchor de Castro y Francisco Dávila, con varios hombres a caballo, persiguió a los sublevados, conocidos con el nombre de “cimarrones”, los cuales fueron vencidos y castigados en los alrededores de Ocoa cerca del ingenio del licenciado Zuazo.
El 5 de febrero de 1523, Diego Colón, en calidad de virrey, dio una real provisión, en nombre del Emperador ordenando a los jueces de apelación que no se entrometieran en los privilegios y mercedes a que tenía derecho, amenazando, incluso, con privación de sus oficios y multa de cincuenta mil maravedís.
Diego Méndez, como alguacil mayor, la tuvo que ejecutar. El hecho fue muy grave, por lo que los jueces, sorprendidos, enviaron una copia de la citada real provisión al Rey, provocando una durísima carta del Emperador en la que ordenaba al virrey regresar inmediatamente a la corte, “donde yo estuviere”, a dar cuenta de sus actos “so pena de perder todos los privilegios, títulos e mercedes de juro e heredad e de por vida”.
El 16 de septiembre de 1523 salía de Santo Domingo para llegar a Sanlúcar de Barrameda el 5 de noviembre. En enero de 1524 estaba ya en la corte entendiendo “en sus pleitos y negocios, para seguir después al Emperador por Vitoria, Burgos, Valladolid, Madrid y Toledo”. En 1526, yendo camino de Sevilla en pos del Emperador, al pasar por La Puebla de Montalbán (Toledo), enfermó y murió en la casapalacio de Alonso Téllez Pacheco, el 23 de febrero de 1526.
De su casamiento con María de Toledo tuvo a Felipa, María, Juana, Isabel, Luis, Cristóbal y Diego.
Parece que tuvo también dos hijos naturales nacidos entre 1507 y 1508, tal vez Cristóbal y Francisco. Luis Colón será el heredero colombino en títulos y privilegios.
Después de su muerte, el cuerpo de Diego Colón fue llevado por sus criados a la cartuja de las Cuevas de Sevilla, donde reposaría junto al cuerpo de su padre. Ambos fueron trasladados posteriormente a la ciudad de Santo Domingo, de la isla Española, en cuya catedral fueron enterrados.
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Luis Arranz Márquez