Gamazo Calvo, Germán. Boecillo (Valladolid), 28.V.1840 – Madrid, 22.XI.1901. Político liberal.
Nació en una familia acomodada, pues, si bien su padre había ocupado la plaza de maestro en el propio Boecillo, tras su vinculación matrimonial con la familia Calvo, perteneciente a la elite local, se convirtió sucesivamente en secretario del Ayuntamiento y en alcalde de aquella localidad, para, finalmente, ejercer como notario público en la capital de la provincia.
Asimismo, aprovechó la desamortización de Mendizábal para adquirir tierras y locales en la zona, que le permitieron ingresar en el negocio del vino, así como regentar posadas, tiendas y mesones; por último, acabó participando en la construcción ferroviaria al invertir en la línea Alar del Rey-Santander.
Reunió de esta forma un patrimonio que permitió el acceso de su hijo Germán a la educación requerida para descollar en la vida pública.
Éste, tras recibir las primeras letras en su pueblo natal, estudió bachillerato en régimen interno en el seminario conciliar de la capital vallisoletana y, con posterioridad, cursó derecho civil y canónico en la Universidad, licenciándose en 1861. A partir de ahí siguió la trayectoria habitual en los políticos del último tercio del siglo xix. Como abogado, vino a Madrid, condición imprescindible a la hora de emprender una carrera política, dado el carácter centralista del Estado de la época. Se doctoró por la Universidad Central de Madrid en 1865 con la máxima calificación, y trabajó de pasante en varios bufetes, en especial en el de Manuel Silvela, hombre bien relacionado que llegaría a desempeñar el cargo de ministro de Estado en 1869. Desde 1867 abrió su propio despacho, que se convertiría en uno de los más prestigiosos durante la Restauración, como demuestra el hecho de que llegaran a publicarse varios de los casos en que se vio envuelto, que atendiese a personalidades de la elite madrileña o que llegasen a trabajar en él como pasantes políticos de la talla de Maura o Sánchez Guerra.
Paralelamente, Gamazo participó del clima de agitación previo al Sexenio, especialmente al vincularse a la Academia Matritense de Jurisprudencia y Legislación, que acabaría siendo clausurada en 1867 por su oposición al régimen isabelino, y a cuya Junta de gobierno pertenecía Gamazo desde tres años antes.
Tras la Revolución de 1868, la relación con Manuel Silvela le hizo adscribirse a los unionistas —el grupo situado más la derecha de la coalición revolucionaria—, obteniendo el acta de diputado por Peñafiel en 1871. Pronto se aproximó a Alonso Martínez y con él ingresó en el Partido Constitucional, formado por la alianza de la Unión Liberal y del ala derecha del progresismo, aunque después de la proclamación de la República se alejó del régimen septembrino.
Aceptó inmediatamente la Restauración borbónica de 1875 formando parte de las filas de los centralistas, el grupo creado por Alonso Martínez con el objeto de ocupar un espacio intermedio entre los conservadores y los constitucionales. Participó como diputado en la comisión encargada de redactar la Constitución de 1876 y adquirió protagonismo en los debates parlamentarios de los años siguientes, en los que llevó el peso de la oposición a la política de Cánovas del Castillo junto con Alonso Martínez y el marqués de la Vega de Armijo. Finalmente, en 1880 ingresó en el Partido Fusionista, dirigido por Sagasta, resultado de la unión de centralistas y constitucionales.
En esa etapa, Gamazo había consolidado su posición política como el típico cacique de la Restauración.
Su profesión de abogado le permitió multiplicar las buenas relaciones, al tiempo que su presencia en el Parlamento y, luego, en la Administración le pusieron en disposición de conceder favores, bien personales, bien colectivos, de los que la construcción del hospital provincial y de la facultad de Medicina de Valladolid serían buenos ejemplos.
Ese patronazgo favoreció su control sobre las sucesivas formaciones políticas de signo liberal en la provincia (Partido Fusionista y Partido Liberal), así como su hegemonía sobre la política vallisoletana. De hecho, Gamazo fue elegido diputado de forma ininterrumpida por el distrito de Medina del Campo a lo largo de su vida parlamentaria, elección que simultaneó en dos ocasiones con un escaño de la capital provincial.
Además, otros distritos de la zona recayeron con frecuencia en personajes relacionados familiarmente con él, pues la actividad política de Gamazo mostró una fuerte impronta familiar. Ya sus dos matrimonios, en 1872 con Irene de la Mora, muerta tempranamente, y en 1880 con Regina Abarca, facilitaron su carrera, puesto que ambas habían nacido en familias con gran peso social y político en la provincia; asimismo, el matrimonio de su hermana con Antonio Maura le vinculó al político mallorquín. De esta forma, se ha calculado que la familia Gamazo obtuvo veintitrés actas en el Congreso de los Diputados durante la Restauración, pudiéndose destacar las de su ahijado Paulino de la Mora, su sobrino Germán Valentín, su hijo Juan, su hermano Trifino y su sobrino Germán de la Cuesta.
En esos años consolidó, asimismo, su fortuna personal.
Amplió las propiedades rústicas heredadas con fincas en Valladolid, sobre todo en Medina del Campo, Ávila y Santander; también adquirió solares urbanos, por ejemplo en el que construyó su residencia en Madrid, en la calle Génova, por el que fue acusado de corrupción por haber sido obtenido fraudulentamente, gracias al desempeño de su cargo como ministro de Ultramar. Completó su patrimonio con algunos negocios industriales y con labores de prestamista, especializándose en las cédulas hipotecarias. Logró, en suma, una posición económica saneada que le permitió costear una actividad pública, caracterizada en la época por lo oneroso: a los frecuentes desplazamientos y concesiones de favores, se sumaba la necesidad de disponer de prensa adicta que difundiese las posiciones de forma favorable. En este sentido, diarios, como El Eco de Castilla, La Opinión o El Español, fueron creados o subvencionados por Gamazo.
De enero a octubre de 1883 ocupó el cargo de ministro de Fomento en el gabinete fusionista de Sagasta, mostrando desde el primer momento uno de sus rasgos más típicos como político: su escasa atención a la disciplina de partido. Así, lo demostró su proyecto de ley para eliminar el recargo de un 10 por ciento sobre los billetes de ferrocarril, que perjudicaba a los viajeros y a la actividad productiva, pero beneficiaba a las compañías y, por tanto, a numerosos políticos —muchos de sus propias filas— que poseían acciones y se sentaban en los consejos de administración.
Al comenzar la regencia de María Cristina, Gamazo era uno de los prohombres del Partido Liberal, constituido por la unión de los fusionistas y de los sectores demócratas alineados anteriormente en la Izquierda Dinástica. Ocupó sucesivamente las carteras de Ultramar (de noviembre de 1885 a octubre de 1886) y Fomento, de forma interina, en el primer gobierno formado a la muerte de Alfonso XII. Su pasado centralista le situó en el ala derecha del partido, opuesta a las reformas políticas impulsadas por su sector democrático con la pretensión de liberalizar el régimen político. En su lugar, Gamazo preconizó reformas económicas que deben entenderse en el contexto de la crisis agrícola que afectó a la agricultura europea como resultado de la competencia de los productos de los países nuevos.
Desde la segunda mitad de la década de los ochenta Gamazo elaboró un discurso con un cierto contenido populista, que criticaba el caciquismo, aunque él lo fuera, y propugnaba la defensa de los intereses económicos.
Surgió así el gamacismo, que fue capaz de aglutinar a una red de diputados de diversas provincias castellanas, en particular Valladolid, Zamora, Palencia y Ávila, y a políticos de diferentes filiaciones que abarcaban desde carlistas hasta republicanos.
Ya en junio de 1886, Gamazo provocó una crisis en el gabinete de Sagasta al oponerse y forzar la salida del ministro de Hacienda, Camacho, que había presentado un decreto sobre dehesas boyales que, al agilizar la desamortización de terrenos municipales, era enormemente lesivo para los ayuntamientos. Sin embargo, fue al producirse los primeros efectos de la citada crisis económica cuando su programa se perfiló más. Éste giró en torno a dos soluciones: la reducción de los impuestos pagados por el campo a través de la Contribución Territorial y el aumento de los aranceles, a cuyo efecto impulsó en 1887 la creación de la proteccionista Liga Agraria. Estas propuestas abrieron un conflicto con el sector librecambista del partido, liderado por Segismundo Moret, que presentaba como alternativa a los impuestos aduaneros la mejora de los transportes, el abaratamiento del crédito y el fomento del cooperativismo.
Por debajo de las divergencias acerca de la política económica, se dirimió en esos años un enfrentamiento político, pues tanto Moret como Gamazo aspiraban a suceder a Sagasta en la jefatura del partido; e incluso existían roces personales, ya que Moret se había visto perjudicado por la rebaja de los billetes de ferrocarril acometida por Gamazo en 1883.
La hegemonía librecambista en el Gobierno acentuó su disidencia. Aunque a finales de 1888 rechazó la oferta de Silvela —a su vez disidente del Partido Conservador— de constituir una agrupación intermedia entre las formaciones de Cánovas del Castillo y de Sagasta, en mayo de 1889 participó en el llamado “cristineo”. Se denominó así a una sesión parlamentaria en la cual los diputados fieles a Gamazo y a otros disidentes liberales como Cassola, Martínez Campos, López Domínguez y Cristino Martos (a quien se debe el nombre de la crisis), sumaron sus votos a la oposición conservadora en una votación presupuestaria, a fin de mostrar la debilidad del gabinete liberal.
La acentuación de la crisis económica a comienzos de la década de los noventa y el avance en el resto de Europa de las ideas proteccionistas reforzaron la posición de Gamazo dentro de las filas liberales. En esas fechas el embajador inglés Wolf le consideraba el candidato con más opciones a la hora de liderar el partido en un futuro próximo, por reunir unas dotes oratorias superadas sólo por Canovas y Castelar, poseer una buena formación intelectual, gozar de una considerable popularidad, contar con fuertes conexiones con el mundo financiero, y con el respaldo de su cuñado Maura, uno de los políticos más hábiles del momento, y del periódico El Imparcial, uno de los de mayor tirada. A ello se sumó su política favorable a las economías presupuestarias, que coincidió parcialmente con la propuesta de un “presupuesto de paz” formulada por el republicano Castelar. Ésta, que sostenía la necesidad de reducir los gastos militares en beneficio de los gastos de tipo reproductivo, había sido adoptada por Sagasta como programa de su formación.
De esta manera, al producirse en 1892 el regreso de los liberales al poder, Gamazo fue nombrado ministro de Hacienda. Su política persiguió la nivelación presupuestaria mediante la reducción de gastos, sobre todo militares, y el aumento de ingresos a través de la reforma del concierto con Navarra y el establecimiento de nuevos impuestos sobre el vino y las transmisiones patrimoniales. Sin embargo, la oposición general al incremento de la presión fiscal y el malestar provocado entre sus propios compañeros de gabinete por los recortes presupuestarios que afectaban a sus departamentos le impidieron ejecutar sus proyectos y precipitaron su renuncia en marzo de 1894.
Mantuvo su enemistad con Moret, cuya salida del gabinete forzó al favorecer la derrota en el Senado del tratado comercial con Alemania, auspiciado por su rival. Al producirse el asesinato de Cánovas en 1897 y regresar los liberales al poder, Sagasta pensó en él para la cartera de Ultramar, con el objetivo de que se impulsasen reformas capaces de poner fin a la rebelión cubana. Sin embargo, Gamazo rechazó el ofrecimiento, basándose en la desconfianza que le producía el líder liberal que, en su opinión, había torpedeado las reformas impulsadas en 1893 en la isla antillana por su cuñado Maura. Por otra parte, en todo momento proclamó que su plan reformista, que se circunscribía a los aspectos administrativos, debía postergarse hasta el completo aplastamiento de la rebelión; esta posición hizo que el cargo recayera finalmente en Moret, quien propugnaba una reforma política (concesión de autonomía), como medio de apaciguar a los rebeldes y a Estados Unidos.
Una vez consumada la derrota en la guerra con este país, regresó al gabinete liberal, encargándose de la cartera de Fomento. Sin embargo, tuvo que dimitir poco después, salpicado por el escándalo Ribot. Este personaje, gamacista y cuñado de Maura, era gobernador civil de Cádiz cuando fue acusado de enriquecerse con el juego —prohibido por la ley— y con la explotación de los servicios de higiene de la capital gaditana.
Gamazo acusó a Sagasta y a Moret de haber conspirado en contra suya y rompió con el partido, siendo acompañado por ochenta y ocho diputados liberales.
A partir de ese momento, preparó su entrada en el Partido Conservador, paso truncado por su repentina muerte en 1901. Sus seguidores se incorporarían al conservadurismo poco después de esa fecha, de la mano de Maura; no obstante, algunos retornarían al redil liberal años más tarde siguiendo a Santiago Alba.
Germán Gamazo fue considerado en su tiempo un eminente civilista. En sustitución de Manuel Silvela, alcanzó la presidencia de la Academia de Jurisprudencia y Legislación en 1885 y desempeñó el cargo de decano del Colegio de Abogados en 1892.
Obras de ~: Discurso leído por D. ~ en el acto de recibir la investidura de doctor, Madrid, Imprenta de El Cascabel, 1865; Discursos pronunciados en el Senado y en el Congreso de los Diputados por el Excmo. Sr. D. ~ en la discusión del proyecto de ley suprimiendo el 10 por 100 sobre los billetes de viajeros en los ferrocarriles, Madrid, Hijos de J. A. García, 1883; Dictamen de D. Eugenio Montero Ríos, D. Francisco Silvela y D. ~ relativo a los derechos que tienen los Mayordomos de la Sacramental de S. Pedro, S. Andrés y S. Isidro para ser inhumados en su cementerio. Discurso y rectificaciones pronunciados por el Excmo. Sr. D. ~ en la comunicación del Gobierno dando cuenta al Congreso de los Diputados de la publicación del Código Civil, Madrid, 1889; Discurso pronunciado por el Sr. D. ~ en el Congreso de los Diputados con motivo de la interpelación del Sr. Gargayón sobre la gestión financiera del Partido Liberal, Madrid, Hijos de J. A. García, 1894; con F. Pi y Margall y F. Silvela, Dictamen emitido por los Sres. Francisco Pi y Margall, ~ y Francisco Sílbela a consulta de la Sociedad General y de las Compañías Madrileña y Peninsular de Teléfonos, Barcelona, 1896.
Bibl.: M. Moya, Oradores políticos, Madrid, Sáenz de Jubera, 1890, págs. 125-138; F. Llanos y Torriglia, Germán Gamazo. El sobrio castellano, Madrid, Espasa Calpe, 1942; J. Varela Ortega, Los amigos políticos. Partidos, elecciones y caciquismo en la Restauración (1875-1900), Madrid, Alianza, 1977; J. M. Serrano Sanz, El viraje proteccionista en la Restauración. La política comercial española, 1875-1895, Madrid, Siglo XXI, 1987; J. M. de la Cuesta Sáenz, “Notas para la semblanza de un teórico del Derecho”, en Asociación de Profesores de Derecho Civil, Centenario del Código Civil, Madrid, Centro de Estudios Ramón Areces, 1990, págs. 635- 655; I. S. Hidalgo, “La familia Gamazo: elite castellana en la Restauración”, en Investigaciones Históricas, 15 (1995), págs. 107-118; P. Carasa Soto (dir.), Elites castellanas de la Restauración. Diccionario biográfico de Parlamentarios castellanos y leoneses (1876-1923), Valladolid, Junta de Castilla y León, 1997, 2 vols.; M. J. González, El universo conservador de Antonio Maura. Biografía y proyecto de Estado, Madrid, Biblioteca Nueva, 1997; M. A. Lario González, El Rey, piloto sin brújula. La Corona y el sistema político de la Restauración, 1875-1902, Madrid, Universidad Nacional de Educación a Distancia, 1999; J. Varela Ortega (dir.), El poder de la influencia. Geografía del caciquismo en España (1875-1923), Madrid, Marcial Pons Historia-Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2001; C. Ferrera Cuesta, La frontera democrática del liberalismo: Segismundo Moret (1838-1913), Madrid, Universidad Autónoma, Biblioteca Nueva, 2002; E. Calzada del Amo, Germán Gamazo. Poder político y redes sociales en la Restauración (1840-1901), Madrid, Marcial Pons-Fundación Antonio Maura, 2011.
Carlos Ferrera Cuesta