Silió Cortés, César. Medina de Rioseco (Valladolid), 18.IV.1865 – Madrid, 16.X.1944. Político y abogado.
Hijo de un rico empresario harinero y ceramista de origen santanderino, estudió Derecho en Valladolid y Madrid, donde se doctoró en 1886. Su primera actividad fue la abogacía, sobre todo en la especialidad de Derecho penal. Afiliado al Partido Liberal, militó en la tendencia gamacista y fue concejal del Ayuntamiento de Valladolid en 1891 y diputado provincial en 1894. Un año antes, había adquirido, junto con Santiago Alba, compañero de estudios y casado con su prima Enriqueta Delibes, el diario El Norte de Castilla, convertido en portavoz del liberalismo provincial y del que Silió fue director hasta 1901. Pero el impacto moral del “Desastre del 98”, y una visita a la Exposición Universal de París le convirtieron en un convencido regeneracionista y fortalecieron su visión de España como una comunidad nacional necesitada de una profunda modernización económica y social a cargo de sus elites. Ello le llevó a distanciarse del liberalismo y a identificarse con el proyecto de “revolución desde arriba” que encarnaba Antonio Maura tras su paso al Partido Conservador. Desde comienzos del siglo xx, la política vallisoletana se polarizó entre los liberales, que seguían a Santiago Alba, y los conservadores, que tenían como jefe provincial a César Silió. Este no tardó en formarse una importante red clientelar, lo que le permitió hacerse, en 1903, con un acta de diputado en Cortes por la circunscripción urbana de Valladolid, que mantendría hasta 1919, año en el que obtuvo su escaño por el distrito zamorano de Villalpando.
Su actuación en las filas conservadoras estuvo marcada por su fidelidad a Maura, cuyo proyecto de Ley de Administración Local (1904) defendió en las Cortes.
Destacó también por su enfrentamiento con el nacionalismo catalán, lo que le llevó a impulsar muy tempranamente un regionalismo castellano impregnado de nacionalismo español. En 1907, durante el “Gobierno largo” de Maura fue nombrado subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, y ello le permitió familiarizarse con las cuestiones educativas, que en adelante serían su especialidad, y sobre las que plasmaría su visión y un programa de reformas en el libro La educación nacional (1914).
Dotado de una visión nacionalista en la que conservadurismo y catolicismo iban estrechamente unidos, defensor de un modelo de enseñanza confesional y elitista, uno de sus caballos de batalla fue la lucha contra las escuelas racionalistas y contra la influencia laicista de la Institución Libre de Enseñanza.
Al margen de su protagonismo creciente en las filas conservadoras, Silió mantuvo una actividad profesional y empresarial muy intensa, que facilitaba su influencia política. Abogado prestigioso, especializado en criminología y con gran peso en el Colegio de Abogados vallisoletano, se apoyaba en las empresas familiares, aunque buscó nuevos cauces a su actividad empresarial: presidente de La Cerámica y de Cervezas el Águila, consejero de Santillana de Electricidad y de los bancos de Madrid, Castellano e Hispano-Húngaro, etc.
Al producirse la escisión del Partido Conservador, en 1913, siguió a Maura frente al sector mayoritario que encabezaba Eduardo Dato. Ello le supuso unos años de cierta marginalidad política puesto que, aunque conservó su acta por Valladolid, las fuerzas locales del maurismo eran muy inferiores a las del albismo hegemónico. Además, el maurismo, un movimiento heterogéneo y poco coordinado, se mantuvo alejado del poder hasta abril de 1919, cuando Maura retornó a la Presidencia al frente de un Gobierno de “técnicos” en el que Silió ocupaba la cartera de Instrucción Pública. El Gabinete sólo se mantuvo tres meses, pero al vallisoletano le dio tiempo a legalizar el funcionamiento de las asociaciones de estudiantes y a preparar un Decreto sobre Autonomía Universitaria, que rompía la tradicional centralización administrativa a favor de una considerable independencia para cada universidad, al tiempo que otorgaba reconocimiento oficial a las universidades de la Iglesia. La medida, que provocó intensos debates en el mundo académico, donde muchos criticaban su espíritu clerical y elitista, fue aparcada tras su salida del Ministerio.
Silió, cuya pérdida de influencia política en el ámbito castellano le forzó, en 1921, a renunciar a una candidatura en el Congreso y a refugiarse en el Senado, fue otras dos veces ministro de Instrucción Pública: con Maura, entre agosto de 1921 y marzo de 1922, y a continuación en un Gobierno de concentración conservadora, presidido por Sánchez Guerra, que se mantuvo hasta diciembre de ese año. Tras el establecimiento de la Dictadura, permaneció en las filas mauristas, pero dos de sus hermanos ocuparon importantes puestos en la Unión Patriótica de Valladolid, y él aceptó formar parte de la Asamblea Nacional Consultiva, integrado en la Sección Primera, que preparó la nonata Constitución de 1929.
Tras la caída de la Dictadura, Silió participó en los intentos de revitalizar el maurismo, y se sumó a las negociaciones con los catalanistas de la Lliga, que dieron lugar al Centro Constitucional. En las elecciones municipales de abril de 1931 fue elegido concejal en Valladolid, pero tras la proclamación de la República, el Partido Maurista se disolvió y Silió, retirado de la política activa, se dedicó a los negocios y a escribir libros de tema histórico, comenzando por En torno a una revolución (1933), un análisis de la caída de la Monarquía, que atribuía a la actuación del liberalismo.
En enero de ese año figuró entre el grupo de notables alfonsinos que impulsó la creación de Renovación Española, el partido monárquico dirigido por Antonio Goicoechea, y de cuyo Comité Ejecutivo Silió fue vocal. Y en septiembre, fue elegido vocal del Tribunal de Garantías Constitucionales en representación de los Colegios de Abogados.
La guerra le sorprendió veraneando en la localidad santanderina de Molledo. Allí permaneció confinado, en situación harto precaria, hasta la llegada de las tropas franquistas, un año después. Se estableció en Valladolid y, terminada la contienda regresó a Madrid.
En sus últimos años recibió diversos homenajes de las autoridades franquistas, y fue elegido académico de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.
Obras de ~: Problemas del día, Madrid, Lib. Victoriano Suárez, 1900; La educación nacional, Madrid, Imp. de la Rev. de Archivos, 1914; En torno a una revolución. Caída de la Monarquía, Madrid, Espasa Calpe, 1933; Vida y empresas de un gran español: Maura, Madrid, 1934; Don Álvaro de Luna y su tiempo, Madrid, Espasa Calpe, 1935; Isabel la Católica, fundadora de España, Valladolid, Santarén, 1938; Trayectoria y significación de España. Del tiempo viejo al tiempo nuevo, Madrid, Espasa Calpe, 1939; Maquiavelo y su tiempo, Madrid, Espasa Calpe, 1946.
Bibl.: M. García Canales, El problema constitucional en la dictadura de Primo de Rivera, Madrid Centro de Estudios Constitucionales, 1980; J. Tusell y J. Avilés, La derecha española contemporánea. Sus orígenes: el maurismo, Madrid, Espasa- Calpe, 1986; E. González, Sociedad y educación en la España de Alfonso XIII, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1988; M. J. González Hernández, Ciudadanía y acción. El conservadurismo maurista, 1907-1923, Madrid, Siglo XXI, 1990; J. Gil Pecharromán, Conservadores subversivos. La derecha autoritaria alfonsina, 1913-1936, Madrid, Eudema, 1994; J. A. Cano García, El poder político en Valladolid durante la Restauración. La figura de César Silió, Valladolid, Universidad, 1996; P. C. González Cuevas, “El pensamiento político de Silió”, en Razón Española, 99, (septiembre-octubre 1999).
Julio Gil Pecharromán