Sánchez y Gutiérrez de Castro, Juan Manuel. Duque de Almodóvar del Río (VIII). Jerez de la Frontera (Cádiz), 15.XII.1850 – Madrid, 23.VI.1906. Jurisconsulto y ministro.
Este gaditano vivió en el seno de una familia de la nobleza titulada, perteneciente a la Orden de Alcántara. Era hijo de Isabel Gutiérrez de Castro y Cossío y de Antonio Sánchez Romate, que fue prócer en la legislatura de 1834-1835, aunque no juró por encontrarse enfermo. Se licenció en Derecho y combinó sus actividades profesionales con la política. De hecho, la figura de este político liberal resulta crucial a la hora de comprender la historia política española del último tercio del siglo xix y de principios del xx. Su presencia en las altas esferas de la política desde el comienzo de la Restauración le convierte en pieza clave de la historia de España.
Contrajo matrimonio en Córdoba el 10 de febrero de 1872 con Genoveva de Hoces y Fernández de Córdoba, VIII duquesa de Almodóvar del Río y VIII marquesa de la Puebla de los Infantes (Córdoba, 1.III.1852 – 3.VI.1906), hija del primer matrimonio de José Ramón de Hoces y González de Canales, IX conde y I duque de Hornachuelos y IX marqués de Santa Cruz de Paniagua (Villa del Río, Córdoba, 22.IX.1825 – Córdoba, 5.XI.1895), con Genoveva María Fernández de Córdoba y Pulido (Madrid, 14.XII.1827 – Córdoba, 2.XII.1853), hija a su vez de Romana Pulido Merino y de Joaquín Rafael Fernández de Córdoba y Álvarez de las Asturias Bohórques, V duque de Almodóvar del Río y V marqués de la Puebla de los Infantes, dos veces Grande de España.
El VIII duque iure uxoris de Almodóvar del Río, merced en la que sucedió su mujer al morir prematuramente su prima hermana en agosto de 1868, se presentó en los comicios generales de 1879, y salió electo por la circunscripción de Córdoba, ciudad natal de su mujer. En esa legislatura fue vicepresidente de la séptima sección del Congreso. En las elecciones generales de 1881 fue elegido con una amplia mayoría por el distrito de Priego de Córdoba (Córdoba) y representará a la localidad gaditana de Jerez de la Frontera, ininterrumpidamente, desde 1886 hasta 1905. En la legislatura de 1888-1889 fue nombrado tercer vicepresidente del Congreso y presidente interino de la Cámara, a partir del 12 de abril de 1893. Por aquellos años la situación política española era muy compleja. El 9 de diciembre de 1892, Sagasta formó un Ejecutivo donde se dieron cita todos los grupos liberales, desde los de Moret y Montero hasta los de Gamazo y Maura. Sin embargo, los republicanos le auguraron una vida corta, pensando que el programa de reformas económicas, militares y administrativas constituiría el pretexto, como ya lo fue en anteriores mandatos, para la lucha entre facciones. Y así fue. Estos cambios resquebrajaron la cohesión interna en el otoño de 1893. A la preocupación por la guerra de Melilla se sumaban las noticias que llegaban desde las provincias de ultramar, que hacían temer el desencadenamiento de una nueva lucha independentista. En efecto, el 24 de febrero de 1895 dio comienzo el movimiento de los insurgentes cubanos hacia su emancipación de la tutela española. La crisis ministerial llevó a la dimisión de Sagasta al frente del ejecutivo.
En marzo de 1898 se celebraron elecciones generales y Juan Manuel Sánchez mantuvo el escaño por el distrito gaditano de Jerez de la Frontera. Esos comicios se desarrollaron en un contexto político en el que la frustración colonial incidió y magnificó una crisis interna latente cuyas raíces son anteriores y de naturaleza diversa. España, por su posición histórica —como potencia colonial— y estratégica —en el control del estrecho— se vio involucrada en las tres grandes áreas geográficas conflictivas del momento: Caribe (Cuba), Mar de China (Filipinas) y Mar de Alborán (Marruecos). La situación se agravó para los conservadores cuando, el 8 de agosto de 1897, su dirigente cayó asesinado en manos del anarquista Angiolillo. La muerte de Cánovas, en vísperas del desastre colonial, agudizó la crisis política. Tras el Gobierno puente de Azcárraga, Sagasta asumió el poder el 4 de octubre de 1897. En plena guerra, Sagasta requirió los servicios de Sánchez y Gutiérrez de Castro para asumir la cartera de Estado del 24 de mayo de 1898 al 4 de marzo de 1899. La guerra concluyó, como es harto sabido, con la firma del Tratado de París, el 10 de diciembre de 1898. Tras la paz llegaron las recriminaciones y comenzó el calvario para el Gobierno. La guerra socavó los cimientos del Ejecutivo. Se trataba de un Gobierno desahuciado, presidiendo un régimen que muchos consideraban sitiado y moribundo. La situación de los partidos era de incertidumbre y discordia. Con la muerte de Cánovas y la consiguiente disgregación del Partido Conservador, se rompió el turno pacífico. En marzo de 1899 Sagasta presentó su dimisión. Silvela, con su partido ya más cohesionado, ofreció sus servicios a la Corona, y la Reina Regente le encargó formar Gobierno. Poco a poco, el Ejecutivo se iba desgastando en esa lucha con los problemas cotidianos y con las tensiones de los distintos grupos políticos, planteándose la crisis a finales de octubre de 1899. El 23 de diciembre, Azcárraga recibió el encargo regio de formar nuevo Gobierno. La crispación social iba en aumento, hasta el punto de suspenderse las garantías constitucionales en toda España.
La difícil situación que asoló el país en los últimos meses de la regencia fue, quizás, el prólogo del nuevo reinado. De nuevo, Sagasta asumiría las riendas del Ejecutivo y llamaría a Sánchez y Gutiérrez de Castro para hacerse cargo del Ministerio de Estado, que desarrollaría del 6 de marzo de 1901 al 19 del mismo mes de 1902; del 19 de marzo al 17 de mayo de 1902; y del 15 de noviembre al 6 de diciembre de 1902. Tras la muerte de Sagasta, Segismundo Moret y Prendergast participó en las luchas por la dirección del partido. En diciembre de 1905 asumió la presidencia de Gobierno manteniendo a Sánchez Gutiérrez en la cartera de Estado. Asumió la presidencia del Ministerio de Estado del 1 de diciembre de 1905 al 9 de junio de 1906 y del 9 al 23 de junio de 1906. Durante este año, como miembro del cuerpo diplomático representó a España en la Conferencia de Algeciras, localidad gaditana, en la que se dieron cita los representantes de Francia, Alemania y Gran Bretaña, además de España, el 16 de enero de 1906, con la finalidad de decidir el destino de Marruecos.
En julio de 1906, el gaditano Moret tuvo que dimitir al no contar con la mayoría suficiente en las Cortes, aunque volvió a desempeñar brevemente tal cargo en noviembre de ese mismo año. Esta vez no pudo contar con el duque de Almodóvar del Río, que había fallecido unos meses antes. A pesar de que el duque de Almodóvar del Río había rechazado en vida cualquier recompensa por el cumplimiento de su deber, el 31 de diciembre de 1906 el Rey dirigió el siguiente telegrama a su madre: “Al firmar hoy la ratificación del Tratado Internacional de Algeciras, he decidido perpetuar la memoria de su ilustre hijo, concediendo para Vd., con la misma fecha, el título de Duquesa de Algeciras. Alfonso”.
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María José Ramos Rovi