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Álvaro Dávila y Agreda

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Biografía

Dávila y Agreda, Álvaro. Marqués de Villamarta (IX). Jerez de la Frontera (Cádiz), 30.IV.1865 – Sevilla, 2.V.1933. Ganadero y político.

Nació en el seno del matrimonio formado por Francisca Agreda y Balleras y Álvaro Dávila y Pérez de Grandallana, VIII marqués de Villamarta, casados en el año 1862. En el año 1877, Álvaro Dávila y Agreda ingresó como maestrante en la Real Maestranza de Caballería de Ronda y el 8 de agosto de 1887 sucedió en el título nobiliario de su padre, a la muerte de éste.

Un año después, el 22 de mayo de 1888, contrajo matrimonio en Jerez de la Frontera con María de los Ángeles Garvey y González de la Mota, hija de María de la Consolación González de la Mota y Velázquez- Gaztelu y de Patricio Garvey Capdepón, único varón que contrajo matrimonio de la saga de la familia Garvey y en quien converge la fortuna de esta familia, principal contribuyente del marco de Jerez.

Convertido en un destacado propietario agrario de Andalucía, en el año 1914 formó una importante ganadería de toros bravos, al comprar más de trescientas cabeza de ganado de Murube, Urcola y Medina Garvey, que cruzó con sementales de Parladé y posteriormente con reses del Conde de Santa Coloma.

Creó entonces uno de los encastes andaluces más genuinos al combinar y amalgamar estas razas de toros de lidia.

Su irrupción en la vida política se produjo en el mes de septiembre de 1923, después del golpe militar del general Primo de Rivera. El nuevo Ayuntamiento de Jerez de la Frontera que se formaba a los pocos días, decidía proponerlo como alcalde, al ser una de las personas más influyentes de la ciudad y cuñado de Patricio Garvey y González de la Mota, a quien hacía pocos meses que el rey Alfonso XIII le había concedido el título de conde de Garvey y que hasta entonces había representado a la provincia en las Cortes desde 1899.

Investido como primera autoridad local, sus primeras palabras, después de recibir el bastón de mando, eran para justificar la aceptación del cargo —que según decía, era “superior a sus fuerzas”—, “sólo por respetuoso acatamiento al Gobierno y a S. M. el Rey”.

El afán regeneracionista del nuevo alcalde se reflejó de forma inmediata en sendas disposiciones colocadas en sitios bien visibles del Ayuntamiento. Si en una se anunciaba que, desde el 4 de octubre, quedaba abierto en la Secretaría Municipal un libro de reclamaciones y consultas, en otra se decía que quedaban prohibidas “toda clase de recomendaciones”. Además, la jornada laboral no se terminaba hasta que no se quedase cuadrada toda la caja del Ayuntamiento.

Sin embargo, el marqués de Villamarta no ejerció mucho tiempo como primer alcalde de la Dictadura primorriverista en Jerez, porque apenas había pasado un año y medio de su nombramiento, cuando dimitía el 20 de febrero de 1925, alegando “el delicado estado de su salud”. Su iniciativa más emblemática fue la construcción de un nuevo teatro en la ciudad, que acometió con su propio capital, después de que el Ayuntamiento decidiera no asumir el proyecto. El 10 de enero de 1927 se ponía la primera piedra y el nuevo “teatro Villamarta” se inauguraba el 11 de febrero de 1928, con la presencia del general Primo de Rivera. A pesar del espíritu filantrópico que siempre le caracterizó con Jerez, la inestabilidad en esta ciudad al advenimiento de la II República propició su marcha a Sevilla, donde era consejero de la casa de seguros La Previsión Española. En la capital andaluza falleció en su casa de estilo modernista que le había construido el arquitecto Aníbal González. A su fallecimiento, su viuda heredó la ganadería, que fue dividida en 1941 entre sus hijos, correspondiéndole el hierro a su hijo Álvaro Dávila y Garvey, que también sucedió en el título de marqués de Villamarta.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Consejos, 8991. A.1888, exp. 13.

El Guadalete, 3 de mayo de 1933, pág. 2; “Noticias Necrológicas: El Marqués de Villamarta”, en ABC (Sevilla), 4 de mayo de 1933; D. Caro Cancela, Historia de Jerez de la Frontera, t. II, Cádiz, Diputación, 1999, págs. 374-382; A. Rodríguez Montesinos (dir.), Prototipos raciales del vacuno de lidia, Madrid, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, Centro de Publicaciones, 2002.

 

Diego Caro Cancela

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