Blanco y Sánchez, Rufino. Un crítico de la Alcarria. Mantiel (Guadalajara), 16.II.1861 – Madrid, 3.X.1936. Pedagogo.
Una vez concluidos sus primeros estudios en su pueblo natal, se trasladó a Madrid, donde obtuvo el título de maestro de Primera Enseñanza en la Escuela Normal Central (1883). Fue maestro por oposición de la Escuela Superior de Niños de la Modelo-Municipal de Madrid (1889), donde creó el gabinete antropológico; posteriormente fue maestro regente por oposición de la Escuela Práctica agregada a la Normal Central de Maestros (1894).
Contrajo matrimonio en Madrid en 1890 con María Pérez de Camino y Garmendia (Madrid, 16 de enero de 1862 – 30 de noviembre de 1942), naciendo de esta unión siete hijos: Ramón (1891), María (1892), Julián (1894), José María (1895), Adolfo (1897), Consuelo (1897) y Manuel (1899).
La primera enseñanza en España a finales del siglo xix dejaba bastante que desear, y tras el desastre de 1898 su revitalización se había convertido en una de las banderas del Regeneracionismo. Rufino Blanco, auténtico regeneracionista, afrontó las deficiencias de la escuela pública unitaria implantando un modelo organizativo: la Escuela Graduada, es decir, la escuela tal y como hoy se concibe. Implicaba ésta la clasificación de los niños en función de su edad, capacidad o, como sería más habitual, por el nivel de conocimientos, así como su separación física en varias clases, asignando a cada una de ellas un maestro diferente bajo la supervisión de un maestro director. En 1892, Blanco y Sánchez presentó en la sección primera del Congreso Pedagógico Hispano- Portugués-Americano, para su aprobación, una moción con tres conclusiones, pidiendo la construcción de grupos escolares, “la clasificación de los niños en tantas secciones como grados comprenda el programa de enseñanza” y el establecimiento de la “rotación de clases para todas las secciones del grupo escolar”, es decir, que los maestros continuaran con los mismos niños, año tras año, desde el primero hasta el último grado. Ante su “sorpresa”, las conclusiones fueron rechazadas con el voto en contra de sus “compañeros y amigos de siempre” —conservadores, maestros de escuelas públicas— y el voto favorable de “muchos adversarios en doctrinas pedagógicas” —institucionistas, liberales, republicanos— y congresistas extranjeros. En 1894, Rufino Blanco lideró una propuesta para convertir las escuelas normales de toda España en escuelas graduadas con, al menos, tres secciones, y la construcción de grupos escolares de acuerdo con el sistema panóptico. Dicha propuesta sería aceptada, en su primera petición, por un Real Decreto de 23 de septiembre de 1898 que convertía las escuelas anejas en graduadas de tres secciones con el regente como maestro-director y tres auxiliares. Ésta sería la primera disposición legal, redactada por Rufino Blanco, que introducía en España, de forma tímida y a título de ensayo, el nuevo modelo organizativo.
Se doctoró en Filosofía y Letras en 1909 y fue nombrado ese mismo año por el ministro de Instrucción Pública Faustino Rodríguez San Pedro, para crear con otros compañeros la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio. Fue profesor numerario de Lengua y Literatura en dicha Escuela (1909) en la que llegó a ser catedrático de Pedagogía Fundamental (1910-1931), desarrollando su programa docente sin abdicar de su fe católica. Su doctrina educativa tiene gran influencia herbartiana y todo él está imbuido de un fuerte catolicismo de base tomista. En la línea de pensamiento del autor, resulta fácil encontrar la filosofía de Aristóteles y la tradición escolástica reinterpretada por la Escuela de Lovaina cuyo autor más representativo era el cardenal Mercier. Su fidelidad a la tradición aristotélica no le impide a Rufino Blanco entrar en las concretas orientaciones metodológicas y aceptar las entonces innovadoras orientaciones pedagógicas de Froebel y Pestalozzi, hasta llegar al padre Manjón, con el que mantuvo una estrecha relación. Blanco Sánchez coincide en su ideología con los también pedagogos españoles Ramón Ruiz Amado y el padre Poveda, todos ellos sin duda las figuras más interesantes de la pedagogía católica de aquellos años. Rufino Blanco manifiesta siempre su condición de católico, haciendo suyas unas palabras de su maestro Menéndez Pelayo: “Católico soy y como católico afirmo la Providencia, la Revelación, el libre albedrío, la ley moral, bases de toda historia. Y si, al juzgar ideas, tropiezo con algunas que pugnan con las mías, ¿qué he de hacer sino condenarlas? En reglas de lógica y en ley de hombre honrado y creyente sincero tengo obligación de hacerlo”. La claridad de la postura de Rufino Blanco no se tradujo nunca en una actitud agresiva. Frente a la reserva religiosa de los innovadores, se opone, por tanto, a la secularización de la vida pública y a la neutralidad religiosa en las aulas. La Escuela de Estudios Superiores estuvo dotada de un excepcional elenco docente entre los que destacaron, además de Rufino Blanco, los profesores Ortega y Gasset, Luis de Zulueta, Domingo Barnés y Juan Zaragüeta, entre otros.
Fue eficaz auxiliar de Germán Gamazo (1898), del marqués de Pidal (1899), de Juan de la Cierva (1905) y de Carlos María Cortezo (1905) en los planes reformistas de la enseñanza, influyendo en la política educativa de algunos gobiernos conservadores durante el reinado de Alfonso XIII.
Fue vocal de la Junta Central de Primera Enseñanza (1908), de la Junta para la Extinción del Analfabetismo (1920), de la Junta Central de Derechos Pasivos del Magisterio (1921) y de la Comisión Interministerial de Educación Física (1925), consejero de Instrucción Pública (1921-1930) y profesor de la Escuela de Criminología (1924).
Dirigió la revista El Magisterio Español (1896-1902) y el diario católico El Universo (1909-1926), fundado por Claudio López Bru, marqués de Comillas.
Rufino Blanco también ejerció una labor política, desempeñando el cargo de gobernador civil de la provincia de Segovia (1927-1930) y concejal del Ayuntamiento de Madrid (1924-1925), siendo alcaldes de la capital en aquellos años Alberto Alcocer y el conde de Vallellano, respectivamente.
Perteneció a la Federación de Amigos de la Enseñanza (FAE), fundada en 1930, escribiendo numerosos artículos en la revista Atenas, órgano de difusión de la citada Federación.
Colaboró en diversos periódicos con el seudónimo Un crítico de la Alcarria, llegando a ser presidente de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (1922-1926), compartiendo este puesto con el presidente honorario de la misma, José Francos Rodríguez, y vicepresidente de la Asociación de la Prensa de Madrid (1920-1926).
Fue nombrado para regir el Instituto Normal de Filosofía de La Paz, capital de Bolivia (1916), conociendo en sus múltiples viajes el movimiento pedagógico moderno, preconizado por Claparède, Kerschensteiner o el ya citado cardenal Mercier, entre otros.
Discípulo de Marcelino Menéndez y Pelayo, su obra se caracteriza por un espíritu de reivindicación de la ciencia española. Erudito e investigador, escribió una Bibliografía pedagógica de obras escritas en castellano o traducidas a este idioma. Contiene este trabajo tres mil setecientas setenta fichas de libros procedentes de España y de Hispanoamérica. Del siglo xiii se reseñan dos obras pedagógicas, dieciséis del siglo xiv, doce del siglo xv, noventa del siglo xvi, ciento siete del siglo xvii, trescientas siete del siglo xviii, mil novecientas catorce del siglo xix y mil ciento cincuenta y cuatro sólo de la primera década del siglo xx. Esta obra, en la que empleó quince años de su vida, resulta en su conjunto un instrumento de trabajo verdaderamente indispensable para todo el que se interese por la historia de la educación española. Las notas a los artículos son modelo de propiedad, concisión y claridad, además de estar realizadas con un criterio básicamente orientador. Todo el material bibliográfico fue revisado, cuando no confeccionado, por Rufino Blanco, venciendo obstáculos casi insuperables con una constancia y dedicación verdaderamente ejemplares. La abundancia de la cosecha compensaba a menudo el trabajo: otras veces el examen de cinco mil papeletas no dio sino dos notas útiles para esta Bibliografía. Nuestro autor escribió: “Hubo libro que fue buscado en vano en todas las bibliotecas públicas de España y en dieciséis del extranjero, y hasta la resistencia física hubo que poner a prueba pasando veintidós mil papeletas de un índice bajo la temperatura de 38 grados o copiando manuscritos en el Alcázar de Segovia en un ambiente de 5 grados bajo cero. Era esta empresa, en definitiva, superior a las fuerzas de una persona, y, sobre todo, de un hombre que tiene mermada su actividad por otras incesantes ocupaciones. Pero el temor de no llegar a la perfección no debía retraerme de llevar a cabo el trabajo posible y he preservado en él hasta el límite máximo del tiempo concedido oficialmente para realizar el empeño”. En la redacción de esta Bibliografía Pedagógica fue dirigido por su insigne maestro y polígrafo Menéndez Pelayo, a quien dedicó la obra.
Los trabajos bibliográficos de Rufino Blanco tienen un carácter propedéutico y fundamentalmente, como actividades previas y necesarias para un quehacer rigurosamente científico en el que no sólo se vierten sus propias ideas sino que en ellas van incluidos determinados contenidos culturales que persisten a lo largo del tiempo.
El 29 de marzo de 1936, ocupó la vacante del político español José Sánchez Guerra en la Academia de Ciencias Morales y Políticas, presidiendo el acto de recepción de su ingreso el presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora. Su discurso versó sobre Fundamentos de Educación Moral y Educación Cívica. Para Rufino Blanco la educación moral equivale a la educación de la voluntad, y sobre esta idea expone su pensamiento acerca de los grandes problemas de la vida como la educación, la libertad, el placer y el dolor. Presenta la abundancia documental típica de sus trabajos y expresa con claridad su juicio acerca de los problemas que plantea. Blanco se opone firmemente a la idea “de que la energía y la perseverancia en el proceder no dependen de la voluntad”. Según nuestro personaje, esta creencia en “la fuerza de voluntad es solamente una manera de decir: es una expresión puramente tropológica en que se toma el efecto por la causa”. El autor presenta una clara oposición a la moral sentimental que personifica Schopenhauer, afirmando con claridad que la voluntad es una facultad racional, cuya educación tiene como finalidad la formación de hábitos. Según Blanco, sólo algún autor extraviado puede decir, como Rousseau, que “el único hábito que se debe dejar tomar al niño es el de no contraer ninguno”, pero esto no pasa de una frase de un hombre que no carecía de hábitos, aunque no todos eran recomendables. Este discurso de ingreso fue contestado por el académico Juan Zaragüeta y Bengoechea, discípulo predilecto del pedagogo.
Rufino Blanco y Sánchez murió en Madrid en el mes de octubre de 1936, víctima de la Guerra Civil. Atentos al alto dictamen de la Historia debe decirse que murió mártir de la fe y la cultura, que él siempre consideró inseparables, en el designio de un combate, el suyo denodado, que nos dio la clave de su humanismo.
Obras de ~: Nociones de psicogénesis aplicada a la pedagogía, Madrid, Julián Palacios, 1888; Monografía pedagógica. Escuelas graduadas, Madrid, Tipografía de Enrique Varea, 1899; Educación y enseñanza. Tratado elemental de Pedagogía, Madrid, Avrial Impresor, 1900; Educación y enseñanza. Tratado elemental de Pedagogía, Madrid, Imprenta Moderna, 1901; Educación y enseñanza. Tratado elemental de Pedagogía, Madrid, Imprenta del Gabriel López Horno, 1904; Naturaleza y Arte. Ensayo de un programa cíclico y concéntrico de ciencias físicas y naturales con aplicaciones a la Industria, Madrid, Imprenta de Gabriel L. del Horno, 1904; El Magisterio Español. Memorándun de un curso de antropometría pedagógica, Madrid, Imprenta Moderna, 1904; Los niños de Madrid. Datos antropométricos, Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1905; Mesas para escribir en pie. Apuntes sobre un problema escolar. Adorno de imprenta, Madrid, Imprenta de Enrique Varea, 1905; Educación y enseñanza. Tratado elemental de Pedagogía, Madrid, Imprenta de la Revista de Archivos, 1906; Bibliografía pedagógica de obras escritas en castellano o traducidas a este idioma, Madrid, Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos (RABM), 1907-1912; Pedagogía moderna. Pestalozzi: Su vida y sus obras, Madrid, RABM, 1909; Pedagogía clásica. Platón y sus doctrinas pedagógicas. La eurística, primera exposición y ejemplos del procedimiento socrático de enseñanza, Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1910; Pedagogía española. Quintana, sus ideas pedagógicas, su política y su significación filosófica, Madrid, Imprenta de la Revista de Archivos, 1910; Escuelas graduadas, Madrid, Imprenta de la Revista de Archivos, 1911; Escuelas graduadas, Madrid, RABM, 1911; El niño y sus educadores. Teoría de la enseñanza, Madrid, RABM, 1912; Tratado elemental de pedagogía, Madrid, RABM, 1914; El año pedagógico hispanoamericano, Madrid, Perlado Páez y Cía., 1920; Paidología y paidotecnia, Madrid, RABM, 1920; Anuario de bibliografía pedagógica, Madrid, Magisterio Español, 1920-1930, 9 vols.; Arte de la Escritura y la Caligrafía, Madrid, Perlado, Páez y Cía., 1920; Notas bibliográficas referentes a la Historia de la Educación y a la Historia de la Pedagogía, Madrid, RABM, 1922; Don Marcelino Menéndez y Pelayo. Apuntes bibliográficos, Madrid, RABM, 1925; Elementos de literatura española e iberoamericana, Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1925; Bibliografía general de la educación física, Madrid, RABM, 1926-1927, 2 vols.; Apuntes sobre biología pedagógica, Madrid, Huelves y Cía., Madrid, 1929; Enciclopedia pedagógica, Madrid, Editorial Hernando, 1930-1932; La educación de la mujer y la coeducación de los sexos, Madrid, Huelves y Cía., 1931; Bibliografía pedagógica del S. xx. 1900- 1930, Madrid, Editorial Hernando, 1932-1933; Notas sobre el movimiento pedagógico en España y en el extranjero. 1931- 1934, Madrid, Espasa Calpe, 1934; Fundamentos de educación moral y de educación cívica. Discurso leído por el Excmo. Sr. ~ en el acto de su recepción como académico de número el día 29 de marzo de 1936 y contestación del Ilmo. Sr. D. Juan Zaragüeta y Bengoechea [...], Madrid, [Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 1936].
Bibl.: J. Zaragüeta y Bengoechea, “Necrología de don Rufino Blanco y Sánchez”, en Anales de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas (Madrid), n.º 37 (1961); M.ª A. Galino Carrillo, “Rufino Blanco y Sánchez”, en V. García Hoz (dir.), Diccionario de pedagogía, vol. I, Madrid, Labor, 1964 págs. 122-123; Textos pedagógicos Hispanoamericanos, Madrid, Narcea, 1968, págs. 1343-1372; E. Mérida-Nicolich Gamarro, “El pensamiento pedagógico: corriente pedagógica católica. Rufino Blanco y Sánchez”, en B. Delgado Criado (coord.), Historia de la educación en España y América, vol. 3. La educación en la España contemporánea, Madrid, SM, 1994, págs. 621-624; V. García Hoz, “Rufino Blanco Sánchez”, en VV. AA., Académicos vistos por académicos, vol. II. Juristas y filósofos, Madrid, Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 1997, págs. 85-109; P. Álvarez Lázaro (coord.), La educación en la España del s. xx. Primer centenario de la creación del Ministerio de Educación Pública y Bellas Artes, Madrid, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 2001, págs. 170-171; P. Álvarez Lázaro (dir.), Cien años de Educación en España. En torno a la creación del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, Madrid, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 2001, págs. 364-365.
Adolfo Blanco Osborne