Ayuda

Ponciano Ponzano Gascón

Biografía

Ponzano Gascón, Ponciano. Zaragoza, 19.I.1813 – Madrid, 15.IX.1877. Escultor.

Nacido en Zaragoza pocos años después de los sitios que sufrió la ciudad por las tropas napoleónicas, y cuando estaba todavía en poder del gobierno francés, Ponciano Ponzano, siendo niño —tal como se sabe por su Autobiografía conservada en el archivo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando—, manifestó su predisposición hacia el dibujo, resultando decisivo para su primera formación el nombramiento de su padre como conserje de la Real Academia de Nobles Artes de San Luis el 11 de noviembre de 1818, permitiéndole conocer pronto los libros, dibujos y estampas y las importantes colecciones artísticas que poseían la Academia y la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, cuya sede compartían ambas instituciones y donde además tenía su domicilio la familia Ponzano. En la misma Academia de San Luis conoció al joven Francisco Javier de Quinto y Cortés (Caspe, 1860-Rueill, Francia, 1860), de noble linaje aragonés, al que en 1851 la reina Isabel II le concedería el título de conde de Quinto, afirmando años más tarde el escultor: “á esta amistad y a los continuos ensayos hechos entre ambos sobre cuantos modos se conocian de pintar, devo los adelantos y conocimientos que yo tenia en aquella epoca. A este gallardo joven, Rico, emprendedor le devia cuantos colores hiva yo gastando lo mismo que lienzos y papeles y, mas que todo la idea que yo concebi de hir a Roma a Paris y a muchas partes”.

En la Academia de San Luis prosiguió Ponzano su formación con Narciso Lalana y Tomás Llovet, directores de Pintura y Escultura, respectivamente, que se dilató hasta mediar el año 1828, cuando abandonó Zaragoza junto con el escultor José Álvarez Bouquel para continuar su formación en Madrid, contando para ello con una pensión de la Real Academia aragonesa.

Esta marcha a la Corte significaba el final de un largo proceso, que tuvo su inicio en los primeros meses de 1826, cuando el célebre escultor José Álvarez Cubero visitó la Real Academia de San Luis y conoció al joven Ponzano dibujando en la sala del yeso.

Sin embargo, la muerte del escultor al finalizar 1827, hizo tambalear el ansiado viaje, que al final pudo ser realidad gracias a los buenos oficios de su hijo y la concesión de la pensión.

Al llegar a Madrid, al finalizar el mes de octubre de 1828, fue alojado en casa del escultor Álvarez Bouquel y en su estudio y, sobre todo, en la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando, prosiguió su formación artística que orientó hacia la escultura.

A la muerte de José Álvarez Bouquel el 22 de agosto de 1830 y tras una breve estancia en casa del escultor de Cámara Ramón Barba, para el que sirvió como cochero, a la muerte de éste, Ponzano quedó desamparado.

Convocados los Premios de la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando el 15 de enero de 1831, modeló un bajorrelieve en barro sobre la propuesta académica: Apoderados los vecinos de Avila de la persona del Niño Rey Don Alonso XI, que confiaron al obispo don Sancho para que le conservase en la Santa Iglesia, lo entrega éste en la puerta de la misma al infante don Pedro y á la Reina su madre, que debían gobernar el Reino durante su menor edad. Realizada también la prueba de repente, el joven aragonés alcanzó el segundo premio en la primera clase de escultura, obteniendo el primero Sabino de Medina. Ambos escultores fueron pensionados por el rey Fernando VII para seguir sus estudios en Roma, donde llegaron a finales de 1832.

La situación de los pensionados en la Ciudad Eterna estuvo llena de contrariedades y de estrecheces económicas, sin recibir las cantidades asignadas, solamente con el apoyo del escultor Antonio Solá, director de los pensionados españoles en Roma, quien en repetidas ocasiones informó al Gobierno y a la Real Academia de San Fernando de la penosa situación en la que éstos se encontraban.

En los primeros meses de su estancia romana, Ponzano, como escribe en su Autobiografía, se dedicó a conocer Roma: “Principie á recorrer museos, templos, termas, circos, todo estaba conforme principiando a conocer desde el bello y armonioso conjunto de la cupula del Vaticano que fue lo que desde muy lejos vi, hasta lo mas sombrio de las catacumbas con la ayuda de la luz artificial, que me encontraba en el pais de lo puramente clasico severo y grande [...]”. Asistió a la clase de Anatomía del profesor Albites, oriundo español, a la “Escuela de Estetica e Historia del arte, costumbres de todos los pueblos y trages” que dirigía Salvador Betti, secretario perpetuo de la Academia Pontificia de San Lucas y a la Universidad de la Sapiencia, a las clases “del antiguo y ropages” impartidas por el célebre escultor danés Alberto Thorwaldsen.

Esta febril actividad le reportó pronto satisfacciones, pues el 14 de septiembre de 1834 recibó dos premios en la Academia de Bellas Artes de San Lucas.

Para cumplir con sus obligaciones de pensionado, el primer año remitió una copia del Discóbolo del Vaticano, en 1834 un relieve de Endimión, copia del que existía en el Capitolio, y un bajorrelieve en yeso representando la Muerte de Diómedes, Rey de Tracia.

Cuando estaba a punto de finalizar el año 1835 le fue prorrogada la pensión por un año y en enero de 1837 le fue concedida otra prórroga. Inició entonces el modelado de su grupo Ulises reconocido por Euriclea, con dos figuras de tamaño mayor que el natural, que realizó en el estudio que en aquellos momentos ocupaba Solá, Viccolo della frezza, n.º 15, que antes había sido del escultor Antonio Canova. Vaciado en yeso, fue enviado a España, dándose cuenta de su llegada, casi destrozado, en la junta de la Real Academia de San Fernando de 19 de agosto de 1838. Restaurado por José Pagniuci, figuró en la exposición celebrada en octubre del mismo año en la Real Academia de San Fernando y años más tarde fue enviado a la Exposición Universal de Londres de 1862, pero se rompió en el traslado.

Finalizada la pensión, el 17 de marzo de 1839 fue nombrado por la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando académico de mérito por la escultura, y permaneció en Roma dedicado a su trabajo y a su formación como escultor. En la Ciudad Eterna se relacionará con otros artistas españoles, particularmente con Federico de Madrazo a la llegada de éste a fines de octubre de 1839. Serán frecuentes las referencias al escultor en las cartas que el pintor escribía a su padre José de Madrazo, lo que permite conocer algunas noticias suyas, pues la Autobiografía concluye en 1840.

Pensionado por dos años por el conde de Toreno, realizó para él dos obras de escultura y tres dibujos, estos últimos de estilo pompeyano: Bacante martirizando a un centauro, la Virgen del Pilar y la Encarnación del Verbo Divino. Las esculturas fueron una medalla en bajorrelieve, de un metro de diámetro, de Venus curando a Amor y un boceto de un grupo representando Un hijo queriendo salbar á su madre de las aguas del dilubio, conocido como El diluvio, que el conde de Toreno quiso mandar tallar en mármol.

Depositado el yeso en el Palacio de España, no se tienen noticias de su paradero. La relación entre el escultor y el conde de Toreno finalizaría por la prematura muerte de éste.

Decidido a regresar a España, adonde no había vuelto desde su marcha a Roma en 1832, en abril de 1841 abandonaba Ponzano la ciudad de Roma con destino a Madrid, contrayendo entonces matrimonio con la toledana Juana Mur.

Ponzano, junto con su mujer, regresó a Roma a principios de marzo de 1842, llevando a cabo numerosos trabajos, entre ellos una imagen de La Piedad, en mármol blanco, para el embajador español Julián de Villalba, también aragonés, en la que trabajaba en noviembre de 1842, y que quedó inconclusa a la muerte de éste el 23 de noviembre de 1843, pasando posteriormente a la propiedad de la reina María Cristina de Borbón. Durante muchos años estuvo en el panteón de los duques de Riánsares en la ermita de esta advocación en Tarancón (Cuenca), pero fue destruida en la Guerra Civil de 1936-1939. De esta imagen se conserva en el Museo Nacional del Prado un bello estudio a la acuarela.

Para la iglesia española de Santa María de Montserrat realizó Ponzano entre los años 1843 y 1844 el sepulcro de Francisco de Paula Mora Gutiérrez de los Ríos, hijo de los marqueses de Bogaraya y Lugros, con un relieve en el que fue representado el difunto, yacente, con atuendo militar y sus padres sedentes a la cabecera y a los pies del túmulo. Para la misma iglesia española realizó Ponzano el sencillo monumento sepulcral del Embajador Villalba, en 1844, y el de José Narciso Aparici y Soler, tras el fallecimiento de éste en Roma el 20 de marzo de 1845, con el retrato del finado en busto de perfil entre las alegorías de la Fe y la Caridad. También es obra de Ponzano el sepulcro del cardenal aragonés Juan Francisco Marco y Catalán, conservado en la iglesia de Santa Agata dei Goti o in Suburra, de Roma, con un relieve en arco de medio punto con la Virgen María con el Niño Jesús, sentado en un cojín, en actitud de bendecir al cardenal difunto que se encuentra orante, frente a él. Por último, recordar que hay otros dos monumentos funerarios: el de Luis Cecconi Fantoni Castrucci, en la iglesia del Convento de San Francisco de Palestrina, y el del arcediano de Plasencia Salvador Borrell, sin localizar.

De regreso a España antes de finalizar 1844, durante su estancia en Madrid solicitó y obtuvo el día 26 de abril de 1845 el nombramiento de escultor de Cámara honorario, y el 1 de junio, la Real Academia de Nobles Artes de San Luis de Zaragoza le nombró académico de mérito por la Escultura. También modeló en yeso en 1844 el busto de Mauricio Álvarez de Bohórquez y Chacón, Duque de Gor, pintor y viceprotector de la Real Academia, que en 1849 esculpió en mármol, y en 1845 firmó y fechó el del doctor Tomás de Corral y Oña, luego marqués de San Gregorio.

De nuevo en Roma a partir de julio de 1845 realizó una serie de bustos en mármol de Isabel II (1846), Francisco de Asís (1847) y de la infanta Luisa Fernanda de Borbón (1848), depositados por el Museo del Prado desde 1924 en el Palacio Real de Pedralbes, en Barcelona.

También ejecutó en Roma en 1848 el busto en mármol de Francisco Pacheco y Gutiérrez Calderón, conservado en la escalera principal de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, en Madrid.

El 15 de febrero de 1848 fue publicada la convocatoria del concurso para la realización del frontón del nuevo palacio del Congreso de los Diputados en Madrid, levantado con proyecto del arquitecto Narciso Pascual y Colomer, concluyendo el plazo de presentación de los bocetos el día 18 de agosto del mismo año. Llegado desde Roma el modelo ejecutado por Ponzano, el 29 de octubre la Real Academia de San Fernando daba a conocer el fallo, correspondiendo el primer premio a la obra del aragonés. El contenido del relieve, de acuerdo con la propuesta de la convocatoria y según una Memoria de Ponzano, es el siguiente: “En el centro como grupo principal del bajo-reliebe, la España abrazando la Constitucion del Estado, rodeada de la fortaleza y la justicia; al lado de la fortaleza estarán las bellas artes, el comercio, la agricultura, los ríos y canales de navegacion, terminando así por un lado el pensamiento: al lado de la justicia se colocará el valor español que sirve para sustentarla, las ciencias que aseguran la industria y la navegacion, fomentadas por la paz y la abundancia, cuyas figuras completan el todo de la alegoría”.

Obligado a regresar para ejecutar el frontón del Congreso de los Diputados, consta que Ponzano se encontraba ya en Madrid en los primeros días de febrero de 1849, pues su nombre figura entre los asistentes a la sesión celebrada por la Real Academia de San Fernando el 11 del mismo mes. Los modelos en barro para la decoración del frontón fueron vaciados en yeso, siendo colocados en la fachada del nuevo edificio, que fue inaugurado por la reina Isabel II el día 31 de octubre de 1850. La realización en mármol se retrasaría más de una década. También para la fachada del Congreso de los Diputados modeló las figuras de dos leones no previstos en el proyecto original, que fueron vaciados en yeso y permanecieron en su lugar hasta 1865.

Poco después de que fuera inaugurado el Congreso de los Diputados, recibió de la reina Isabel II una nueva muestra de afecto, pues le nombró, con fecha 12 de diciembre del mismo año 1850, secretario honorario de S. M.

Una de las primeras obras que ejecutó Ponzano en Madrid por encargo real fue el sepulcro de la infanta doña Luisa Carlota, madre del rey Francisco de Asís, para el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, que concluía en 1851. Para el templo de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza realizó en 1853 la escultura del General Enna, destinada a su sepulcro, llevando a cabo también otros retratos, entre los que destacan los de Juan Bruil y el Dr. Eusebio Lera.

En Madrid ejecutó en 1853 las labores de escultura de la portada de la iglesia de San Jerónimo el Real, la escultura de la Fama en el Panteón de Argüelles, Calatrava y Mendizábal, del cementerio de San Nicolás (1857) y una estatua de Isabel II para Manila, inaugurada en 1860. Unos años antes, entre 1854 y 1858 realizó la decoración escultórica del Paraninfo de la Universidad Central de Madrid, además de una serie de bustos, la mayor parte de ellos labrados en mármol.

En 1865 fueron colocados en el frontón del Congreso de los Diputados los relieves labrados en mármol de Carrara y en este mismo año se fundieron en Sevilla los nuevos leones de bronce del Congreso, que no serían inaugurados hasta 1872. También se debe mencionar la labor desarrollada por Ponzano al frente de las obras del Panteón de Infantes del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, comenzado a construir en 1861 y para el que realizó los modelos de los heraldos que se disponen entre las cámaras y de los ángeles heráldicos del panteón de párvulos, que ejecutó en Carrara el escultor Leopoldo Baratta.

También es del aragonés el modelo de la escultura de Don Juan de Austria, labrada en mármol por el escultor italiano, afincado en Madrid, Giusseppe Galleoti.

Hay que mencionar entre otras obras de Ponzano la estatua del naturalista Lagasca, en el Real Jardín Botánico, y el busto de Martín de los Heros, además de la lápida de Lope de Vega, en su casa madrileña, y las de Cervantes en el Convento de Trinitarias de Madrid.

De sus últimos años es la escultura del marino Victoriano Sánchez Barcaíztegui para Ferrol, en la que trabajaba en 1876.

Igualmente hay que destacar la labor docente llevada a cabo por Ponzano en la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado, que se dilató a lo largo de casi tres décadas, desde su regreso a España hasta su muerte, que tuvo lugar en Madrid el día 15 de septiembre de 1877, dejando una considerable serie de escritos sobre numerosas esculturas, utilizados como material docente, acompañados de numerosos dibujos.

 

Obras de ~: Apoderados los vecinos de Avila de la persona del Niño Rey Don Alonso XI, que confiaron al obispo don Sancho para que le conservase en la Santa Iglesia, lo entrega éste en la puerta de la misma al infante don Pedro y á la Reina su madre, que debían gobernar el Reino durante su menor edad, 1831; Bustos de Isabel II, 1846; Busto de Francisco de Asís, 1847; Busto de la infanta Luisa Fernanda de Borbón, 1848; Sepulcro de la infanta doña Luisa Carlota, Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, 1851; Relieves del frontón del Congreso de los Diputados, Madrid, 1865; Estatua de Lagasca, en el Real Jardín Botánico, Madrid; Busto de Martín de los Heros, Madrid; Lápida de Lope de Vega, Madrid; Lápida de Cervantes, Convento de Trinitarias, Madrid; Victoriano Sánchez Barcaíztegui, Ferrol, 1876.

Escritos: Autobiografía, ms. (Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid).

 

Bibl.: M. Ossorio y Bernard, Galería Biográfica de Artistas Españoles del siglo xix, Madrid, Moreno y Rojas, 1884, págs. 548-550; E. Pardo Canalís, Escultores del siglo xix, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Instituto Diego Velázquez, 1951, págs. 139-144 y 310-359; “Ponciano Ponzano, crítico y biógrafo de Thorwaldsen”, en Seminario de Arte Aragonés, V, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, CSIC, 1953, págs. 57-75; “Los leones del Palacio de las Cortes”, en Anales del Instituto de Estudios Madrileños (AIEM), VI (1970), págs. 441-464; “Un estudio de Borao sobre Ponzano”, en Revista de Ideas Estéticas, n.º 112 (1970), págs. 319-336; El Palacio de las Cortes, Madrid, Ayuntamiento e Instituto de Estudios Madrileños, 1971; “Notas adicionales acerca de los leones del Palacio de las Cortes”, en AIEM, IX (1973), págs. 499-501; W. Rincón García, Un siglo de escultura en Zaragoza (1808-1908), Zaragoza, Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja, 1984, págs. 75- 79; L. Azcue Brea, La escultura en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Catálogo y estudio, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1994, págs. 401-406; W. Rincón García, “Federico de Madrazo y Küntz y los artistas aragoneses Valentín de Carderera y Ponciano Ponzano”, en VV. AA., Federico de Madrazo y Küntz (1815-1894), catálogo de exposición, Zaragoza, Caja Rural del Jalón, 1995, págs. 21- 27; W. Rincón García, Ponciano Ponzano (1813-1877), Zaragoza, Caja de Ahorros de la Inmaculada de Aragón, 2002; “Ponzano y Pradilla, dos artistas aragoneses pensionados, que se quedaron en Roma”, en VV. AA., El Arte Español fuera de España, Madrid, CSIC, 2003, págs. 49-62.

 

Wifredo Rincón García