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Victoriano Sánchez Barcáiztegui

Biografía

Sánchez Barcáiztegui, Victoriano. Ferrol (La Coruña), IV.1826 – Motrico (Guipúzcoa), 26.V.1875. Capitán de navío de 1.ª clase del Cuerpo General de la Armada.

Su padre fue capitán de navío; su abuelo José, brigadier de la Armada, y por parte materna tuvo ascendientes tan significativos como su tío Miguel, perteneciente al mayorazgo de los Barcáiztegui y Urbina y alcalde de San Sebastián. Inmerso en este ambiente familiar fue normal que, desde su tierna infancia, tuviese gran inclinación a servir y hacer carrera en la Armada y por ello examinado de los estudios elementales en el departamento de Ferrol, sentó plaza de guardia marina el 31 de enero de 1839, recién cumplidos los trece años de edad, siendo destinado a la fragata Isabel II el 12 de abril del mismo año. Sus primeros años de guardia marina los pasó embarcado, entre otros, en los siguientes buques, bergantín Cortés, goleta guardacostas Minerva, bergantines Soberano y Manzanares, en los que fue completando su formación marinera y militar.

Por Real Orden de 4 de enero de 1844 Su Majestad concedió la rebaja de un año de los seis que marcaba el reglamento para su salida como alférez de navío, y por otra Real Orden de 18 de marzo del mismo año fue promovido a dicho empleo cuando contaba dieciocho años de edad. Comenzó su vida de oficial con la concesión de dos Cruces de Diadema Real de Marina otorgadas por Su Majestad en recompensa a los méritos contraídos en la aprehensión del falucho guardacostas Veloz y rendición el fuerte de las islas Medas la primera y la segunda por los servicios prestados a Sus Majestades en el viaje que éstos efectuaron desde Valencia a Barcelona a bordo del vapor de guerra Isabel II.

El 28 de octubre de 1844 se le concedió su primer mando en la Armada en el falucho Terrible, el cual desempeñó hasta el 9 de febrero de 1847. Aunque ya había visitado América como guardia marina, su primer viaje como oficial lo hizo embarcado en la fragata Cortés, siendo su primer puerto visitado Montevideo. Por Real Orden de 20 de enero de 1850 fue ascendido al empleo de teniente de navío, embarcando en el vapor Colón. Participó como dotación del citado vapor en el transporte del cuerpo del Ejército Expedicionario a los Estados Pontificios desde las costas de Italia y Cataluña, por lo que recibió la felicitación de Su Majestad y la Cruz de Pío Nono. Posteriormente por Real Orden de 12 de septiembre de 1850 se le concedió la Cruz de San Fernando de 1.ª Clase, por la acción desarrollada como ayudante de la Mayoría General de la división de operaciones del Mediterráneo durante la expedición a los Estados Pontificios en 1849.

Durante su empleo de teniente de navío desempeñó destinos de embarque en el vapor Vulcano, en la corbeta Mazarredo y los mandos del vapor Santa Isabel, el vapor Don Juan de Austria y del bergantín Habanero, todos ellos con base en La Habana. En sus destinos en tierra destaca el mando de la Estación Naval de Santiago de Cuba. A los treinta años de edad ya disponía de una dilatada experiencia de los mares y territorios de Ultramar.

En 1851 contrajo, en primeras nupcias, matrimonio con Aurora de Ambrosí Luchi, matrimonio con triste desenlace, pues Aurora murió de parto y su hijo poco después. De su segundo matrimonio, contraído en 1870, con Ana Acquaroni Solís, tuvo cuatro hijos (Victoriano, Lucía, Fermín y Tomás), a ellos hacía referencia la infanta Isabel, por entonces princesa de Asturias, cuando en carta de pésame a Ana por el fallecimiento de Victoriano decía: “sepan ustedes lo muchísimo que siento su desgracia y la misma que me dán sus inocentes hijos”.

Por Real Orden de 23 de marzo de 1859 fue promovido al empleo de capitán de fragata y se le nombró comandante de la corbeta Mazarredo destinada a la Escuela de Aprendices Navales, fondeada en la ría de Ferrol.

Por Real Orden de 19 de febrero de 1862 se le nombró comendador ordinario de la Orden de Carlos III.

El 21 de julio de este mismo año volvió, de nuevo, a tierras americanas, esta vez como capitán del puerto de Cárdenas, y de aquí por Real Orden de 8 de septiembre de 1865 pasó a desempeñar la comandancia de la Estación Naval del Río de la Plata en Montevideo. El 5 de marzo de 1866, tomó el mando, en Montevideo, de la fragata Almansa, de cuyo puerto salió rumbo al Pacífico, haciendo escala en las islas Malvinas, fondeando, el 9 de abril, en la rada de Valparaíso, incorporándose a la Escuadra mandada por el brigadier de la Armada Casto Méndez Núñez.

El 2 de mayo de 1866 la escuadra mandada por Méndez Núñez entró en combate bombardeando Callao, en cuyo combate destacó la fragata Almansa mandada por Victoriano Sánchez Barcáiztegui. A la fragata Almansa le tocaron las misiones más arriesgadas durante el bombardeo, recibiendo casi un centenar de impactos del enemigo. Como consecuencia de dichos impactos se produjo un incendio en el ante-pañol de pólvora de proa, que obligó, momentáneamente, a retirarse de la línea de fuego, informando por su segundo comandante el capitán de fragata Gabriel Pita da Veiga Solloso, del enorme peligro que corrían y la conveniencia urgente de inundar el pañol, Victoriano dirigió personalmente la maniobra de atajar el fuego y fue entonces cuando acuñó la célebre frase de “hoy no es día de mojar la pólvora. Antes volaremos todos”. Sofocado el incendio volvió a su puesto de combate protegiendo a la fragata Numancia, en la que el jefe de la Escuadra, Méndez Núñez, había sido gravemente herido.

Días después, antes de salir hacia Río de Janeiro por el cabo de Hornos, escribía a su madre para darle noticias del combate haciendo referencia a la muerte de los guardias marinas Rull y Godínez y a la suerte de los amigos y conocidos de su madre (Méndez Núñez, Topete, Alvargonzález, Yolif, Barreda, Pery, Heras...).

“El día 2 batimos El Callao con esta Escuadra, encontrando una tenaz resistencia por el gran número de gruesos cañones que había en su fortificación, pues ascienden a 95 y algunos de ellos nos arrojaron municiones de 500 libras [...]. Esta función, que duró cinco horas, no se efectuó sin derramar preciosas sangre de nuestros valientes compañeros. Hemos tenido sobre 40 muertos y 150 heridos y contusos. Las fragatas Villa de Madrid y Berenguela tuvieron que retirarse pronto del combate por averías de consideración. La Blanca, más tarde, por falta de municiones y el fuerte de la pelea nos tocó a la Numancia y a este buque [...].

Le han dado a mi buque más de 70 balazos, he perdido ocho hombres [...] 40 heridos [...]. Rasgos hubo verdaderamente heroicos que te contaré en nuestras veladas de descanso, y para calcular el fuego que hizo esta fragata te diré solamente que ha consumido 2165 proyectiles”.

Por Real Orden de 20 de junio ascendió a capitán de navío, constando en su hoja de servicios lo siguiente: “Como los demás individuos de la Escuadra mereció bien de la Patria y por acuerdo del Congreso y Senado de 12 de junio de 1866; se haya comprendido en las gracias dadas por S. M. en carta autógrafa que dirigió el 9 de julio al Excmo. Sr. Comandante de esta Escuadra don Casto Méndez Núñez”.

Por los méritos contraídos en el combate del Callao, además del ascenso anteriormente citado, fue nombrado comendador ordinario de la Real Orden de Isabel la Católica y le fue concedida la Cruz roja del Mérito Naval, de 2.ª Clase. A su vuelta a la Península en el año 1868, se encontró con una situación política grave. En el mes de septiembre, cuando disfrutaba de un permiso en Cádiz, se sublevó la escuadra del general Topete, y con ello estalló la Gloriosa. Sánchez Barcáiztegui se puso, rápidamente, a las órdenes de Topete y se hizo cargo de la Comandancia de Marina de Cádiz.

Sánchez Barcáiztegui apoyó lo que él consideraba no un levantamiento contra la Monarquía, sino contra el desgobierno enervante que estaba provocando el descontento de la gran mayoría: unionistas, progresistas y demócratas. En este primer grupo se integraron muchos militares monárquicos, entre ellos Victoriano.

Años más tarde, después del destronamiento de Isabel II, se pasó por un régimen provisional, una regencia, una monarquía de corte democrático (Amadeo de Saboya), una abdicación, una república unitaria, guerra civil, un intento de regencia y finalmente la restauración en Alfonso XII de la dinastía borbónica; el Rey tomó una determinación con la que expresaba el juicio suyo y el de sus consejeros respecto de la actitud personal del capitán de navío Sánchez Barcáiztegui, nombrándole, el 9 de febrero de 1875, su ayudante de campo.

Con anterioridad, en noviembre de 1870, fue nombrado comandante director de la Escuela Naval Flotante de Aspirantes de Marina a bordo de la fragata Asturias, fondeada en Ferrol y, más tarde, por Real Orden de 6 de septiembre de 1872, comandante general del Arsenal de Ferrol y segundo jefe del departamento, conservando el destino anterior.

Deteriorada su salud, pidió cuatro meses de licencia para restablecerse, licencia que le fue concedida a disfrutar en Gijón, pero que tuvo que suspenderse y regresar, urgentemente a Ferrol (dadas las graves circunstancias por las que pasaba España, pues fragatas insurrectas se dirigían a Ferrol), tomando de nuevo el mando de sus destinos. El 7 de enero de 1874 fue llamado a Madrid, por el ministro de Marina con el fin de darle el mando de las Fuerzas Navales del Cantábrico y las instrucciones necesarias para desempeñar dicho mando a tenor de los acontecimientos provocados por los ataques carlistas.

Su primera misión como comandante de las Fuerzas Navales del Cantábrico fue transportar y desembarcar a una división de seis mil hombres al mando del general Loma, desde Santander al abra de Bilbao. En este desembarco, efectuado bajo el intenso fuego de las baterías carlistas, participaron una escuadra compuesta por ocho buques de guerra (fragata Blanca, vapores Ciudad de Cádiz, Ferrolano y Gaditano, corbeta Consuelo, goletas Concordia, Buenaventura y Ferrolano) y once buques de transporte (vapores Itálica, Cervantes, Princesa, Luchana, Matilde, Ibarra, Bilbao, Cuatro Amigos, Fomento, María Isasi y Sofía), conseguido el desembarco e iniciadas las operaciones del Ejército, Sánchez Barcáiztegui recibió la orden del ministro de Marina de retirarse con la escuadra al puerto de Santander.

A lo largo de todo el año 1874 y principios de 1875 continuaron los bombardeos contra posiciones carlistas (Zumaya, Deva, Motrico, Las Arenas, Abra). El 13 de mayo de 1875, el vapor de guerra Colón, donde arbolaba su insignia, Sánchez Barcáiztegui puso rumbo, casi peinando las playas, hacia Zumaya, Deva y Motrico, bombardeando las posiciones enemigas, que respondían del mismo modo. El práctico Anduiza, patrón de la trincadura de Lequeito, por quien Victoriano sentía gran cariño, advirtió del grave riesgo que corría, pero no hubo tiempo de rectificar el rumbo, y un cañonazo, disparado desde Motrico, impactó de lleno en el pecho de Sánchez Barcaíztegui, provocándole la muerte instantánea e hiriendo a otros cinco oficiales.

Dos coincidencias históricas se dan con este triste acontecimiento: el fatal cañonazo fue disparado desde Motrico, cuna de Churruca, muerto también a bordo de su buque, el San Juan Nepomuceno, y el vapor Colón fue también el último que pisó su antiguo jefe y amigo Méndez Núñez, cuando ya muy enfermo fue llevado desde Lisboa a Marín (Pontevedra).

Pronto la noticia trascendió y todos los medios de comunicación de la época se hicieron eco de tan triste noticia. El Rey y el Gobierno, conscientes del trascendental acontecimiento, ordenaron embalsamar su cadáver y su posterior traslado al Panteón de Marinos Ilustres, donde hoy reposa.

El Ayuntamiento de Ferrol, en sesión de 5 de junio de 1875, aprobó la moción presentada por el alcalde Demetrio Pla: “El 26 de mayo (1875) frente a las baterías de Deva y Motrico, ha muerto gloriosamente el Sr. D. Victoriano Sánchez Barcáiztegui, capitán de navío de primera clase y comandante general de las fuerzas navales del Norte... ”[...] Este pueblo que siempre ha visto en las glorias de la Marina sus propias glorias como lo demuestran el obelisco de Churruca, la estatua de Jorge Juan y los nombres de las calles de Gravina, Galiano, Méndez Núñez, no puede olvidar al ferrolano Sánchez Barcáiztegui, digno sucesor de aquellos ínclitos marinos... ”Primero: se acordará se levante su estatua en un paseo o plaza de esta población...”. El Ayuntamiento aprobó por unanimidad las propuestas del alcalde, que fueron seguidamente comunicadas oficialmente al capitán general del Departamento Marítimo.

”En el verano de 1881 los reyes Alfonso XII y María Cristina durante una breve estancia en Ferrol, procedieron al descubrimiento de la estatua de Sánchez Barcáiztegui. S.M. exaltó la figura del que había sido su ayudante personal y deseó que su ejemplo sirviera de estímulo a cuantos rinden culto a la patria, cerrando el acto con las siguientes palabras: ‘Quizá fui yo el último que estrechó su mano al salir de Madrid para no volver más’”.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Museo don Álvaro de Bazán (El Viso del Marqués, Ciudad Real), leg. 620/1.123, Hoja de servicios; Archivo familiar del Vicealmirante don Victoriano Sánchez-Barcáiztegui y Aznar.

Revista General de Marina, n.º 188 (1975).

 

Hermenegildo Franco Castañón

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