Ayuda

Ricardo Fernández de la Puente y Patrón

Biografía

Fernández de la Puente y Patrón, Ricardo. Badajoz, 6.VII.1855 – Madrid, 22.X.1928. Marino, capitán general de la Armada, ingeniero naval.

Hijo de José Ignacio Fernández de la Puente Álvarez de la Campana, natural de Cádiz, general de Caballería laureado, y de Amalia Patrón y Falls, natural de Badajoz, nace en el seno de una familia acomodada y con fuerte tradición militar, siendo el menor de siete hermanos. A la edad de quince años ingresa como aspirante en la fragata Asturias, entonces Escuela Naval Flotante (1 de abril de 1871), cuyo comandante director era el capitán de navío de 1.ª clase Victoriano Sánchez Barcáiztegui.

Amadeo de Saboya (Amadeo I), duque de Aosta, acababa de jurar la Constitución y comenzaba su reinado; España estrenaba el primer gobierno de la Monarquía democrática bajo la presidencia del general Serrano, pero la armonía de las fuerzas políticas en que debía apoyarse la nueva Monarquía era débil y la mayoría parlamentaria no era homogénea, lo que trajo consigo crisis ministeriales y sus correspondientes cambios de gobierno. La rivalidad entre Sagasta y Ruiz Zorrilla en las filas del progresismo debilitó gravemente el régimen amadeísta, que había perdido a su principal sostenedor, el general Prim, muerto en un atentado (27 de diciembre de 1870). Entre cambios de gobierno y disoluciones de las Cortes se alza con el triunfo el Partido Radical y preside el gabinete Ruiz Zorrilla, quien tuvo que enfrentarse con numerosos problemas, entre los que estaba, en primer lugar, el levantamiento carlista; luego la eliminación de la esclavitud en Puerto Rico y Cuba; y el más grave, llamado de los artilleros, que sería la causa de la caída de la Monarquía. El Rey, al darse cuenta de que sólo contaba con el apoyo del Partido Radical, comunica a Ruiz Zorrilla su decisión de abdicar y abandonar España.

El 11 de febrero de 1873 abdicaba Amadeo I, y el mismo día, el Senado y el Congreso, reunidos en Asamblea Nacional, a pesar de la prohibición expresa de tal reunión por la Constitución vigente de 1869, proclamaban la I República bajo la presidencia de Estanislao Figueras.

En 1872 el nuevo aspirante recibe la carta-orden de guardia marina de 2.ª clase y en 1875 asciende a guardia marina de 1.ª clase. En este empleo embarca, entre otros buques, en las fragatas Asturias, Concepción, Victoria y Carmen. En la Concepción sale de Barcelona para Manila (5 de febrero de 1873) vía Canal de Suez, dejando España sembrada de levantamientos federalistas. El 30 de abril fondeaba en aquel apostadero, que mandaba entonces el contralmirante Juan Bautista Antequera. Por entonces la lucha contra la piratería de moros de Mindanao y, sobre todo, de Joló e islas cercanas continúa en aquel dédalo de canales e islas que componen aquel vasto archipiélago: era una situación de guerra. El año anterior se había sublevado la guarnición de Cavite, donde estaba, como es sabido, el arsenal, con la muerte de algunos oficiales de Marina. Estuvo entre Manila y Cavite hasta el 24 de julio, fecha de salida para España por el cabo de Buena Esperanza. En ese viaje navegó por los mares de China, Célebes, Joló y por los océanos Índico y Atlántico. Después de 131 singladuras dio fondo en Cádiz (18 de diciembre de 1873) en un momento en que el cantonalismo estaba prácticamente dominado, pero se había iniciado la Tercera Guerra Carlista. Fernández de la Puente hizo otro viaje a Manila (16 de junio de 1874), partiendo esta vez de Cádiz en la fragata Carmen; fondeó en aquella ciudad el 23 de agosto. Los de Joló atacaron la estación naval de Balabac y fueron rechazados a costa de sensibles pérdidas por parte española. Con esta fragata estuvo de crucero durante quince días por el mar de China antes de pasar a la corbeta Vencedora (1875), buque que llevó a Hong-Kong, navegando a vela, con objeto de reparar allí las calderas. Hizo el regreso a Manila en el bergantín Subic habilitado de segundo comandante y de oficial de derrota; una vez en Manila, y habilitado de oficial por el comandante del buque, viajó a Zamboanga, Isabela de Basilán y Puerto Princesa (isla de Paragua), navegando por entre las islas del archipiélago. Embarcado de nuevo en la fragata Carmen (30 de agosto de 1875) y habilitado de oficial por el nuevo comandante general del apostadero Manuel de la Pezuela, participó en la expedición contra los nidos de piratas, y en la rada de Paticolo, al norte de la isla de Joló, desembarcó el Ejército (22 de febrero de 1876). El 25 salió para Joló y mandando una división de la batería principal de su fragata participó en el bombardeo de aquél, volviendo el mismo día a Paticolo. El 26 volvió a Joló y el 29 tomó parte en el bombardeo que precedió a su toma y a la de sus cottas o fortalezas. El mismo día que se tomó Joló estuvo mandando durante toda la noche una lancha de vapor con la misión de servir de avanzadilla para proteger el ala izquierda del Ejército acampado allí.

Más tarde (23 de marzo), salió para Parang, tomando parte en el bombardeo que precedió a la toma del pueblo. Al día siguiente, mandando una sección de la compañía de desembarco conquistó al asalto, junto con otras fuerzas de marinería de otros barcos, la cotta y pueblo de Mainbung, tras una violenta lucha, clavando tres cañones e incendiando el pueblo (24 de marzo de 1876). Transbordado al vapor mercante Aurrerá, salió para España, en la que ya se había proclamado la restauración de la Monarquía en la persona de Alfonso XII, primogénito de Isabel II (1874), y tenía como jefe del Gobierno a Antonio Cánovas del Castillo. Fondeaba en Cádiz el 15 de julio. Por estas acciones se le concedió la Cruz del Mérito Naval con distintivo rojo, de 1.ª clase; más tarde (26 de febrero de 1878) le sería concedida la Medalla Conmemorativa de la Campaña de Joló (una de las campañas que se sucedían periódicamente). Ascendió a alférez de navío (25 de abril de 1876) después de haber superado el examen en la Escuela Naval Flotante.

A bordo de la goleta de hélice Concordia (1877), a las órdenes del general en jefe del Ejército del Norte, navegó por aguas del Cantábrico. Terminó el año 1878 destinado en el Departamento de Cádiz y embarcado en el vapor San Quintín. Pasó después al vapor Isabel la Católica (1879) con el que fue a Inglaterra y trajo de allí un bote portatorpedos (el primer artefacto de esta índole que vino a España) al que se llamó Pollux (1883). Fue el año de los torpederos.

Más tarde formó parte de la escuadra que, al mando directo del rey Alfonso XII, realizó varios ejercicios por el Mediterráneo. Tuvo otros destinos embarcado como alférez de navío y al ascender a teniente de navío (30 de julio de 1883) pasó al Departamento de Cartagena con objeto de hacer un curso sobre torpedos; luego contribuyó a montar este servicio a bordo del crucero Navarra. Pasó después a Londres, en comisión de servicio, para estudiar la construcción del torpedero Retamosa y mandando este buque, y tras un penoso viaje, lo llevó a Cádiz (1885), donde tomó el mando de la división de torpederos de aquel departamento (Barceló, Orión y Retamosa, de su mando) afecta a la brigada torpedista.

Entre 1887 y 1891 hizo el curso de Estudios Superiores en la Academia de Ampliación, especializándose en ingeniería naval (1892). Al terminar los estudios fue nombrado ingeniero de la Comisión Inspectora del Arsenal de La Carraca (Cádiz), donde continuó prestando servicio al ascender a teniente de navío de 1.ª clase (1895). En 8 de enero de 1896 se le concedió la Cruz del Mérito Naval con distintivo blanco, de 3.ª clase, pensionada con el 10 por ciento del sueldo hasta su ascenso inmediato (Reglamento de Recompensas, artículo 20, punto 10, párrafo 2.º). En el año 1897 embarca en el crucero Carlos V como tercer comandante y forma parte de la comisión inspectora de las obras (instalación de los cañones principales de 280 mm) de este buque en El Havre (Francia), obras que no terminaron por haber estallado la guerra con Norteamérica (25 de abril de 1898); se incorporó este buque a la escuadra de reserva que mandaba el almirante Cámara, un pequeño número de buques, que tenía orden de dirigirse a Filipinas, destino al que no llegó, pues estando en Suez se le ordenó regresar, al mismo tiempo que recibía la noticia del desastre de Santiago de Cuba (4 de julio de 1898). Desembarcado este año del Carlos V, pasó de ingeniero inspector al Astillero de Cádiz. Por Real Orden (RO) de 25 de enero de 1899 se le concede la Cruz de la Orden Militar de San Hermenegildo con antigüedad de 31 de mayo de 1895, y, más tarde (31 de marzo de 1905), la placa de dicha Orden. Después le fue concedida la Gran Cruz. Tuvo otros destinos de su especialidad de ingeniero naval, entre ellos la inspección de la construcción del crucero Extremadura.

Al ascender a capitán de fragata (11 de febrero de 1905), se le nombró jefe de trabajos del Ramo de Ingenieros del Arsenal de La Carraca, y en 1909 segundo comandante del crucero Princesa de Asturias, participando con este buque en las operaciones de guerra del Ejército, en Marruecos, donde, en la playa de la Restinga (Melilla), con muy escasos recursos y tras durísimos trabajos que duraron más de un mes, consiguió, ayudado por la dotación del crucero, trasladar la lancha Cartagenera, de treinta toneladas, desde el Mediterráneo a Mar Chica, a través de un arenal de un kilómetro y medio, sin que el casco de la lancha sufriera la menor deformación, con lo que pudo ponerla a disposición de los convoyes que iban a Nador. Con este servicio extraordinario al Ejército evitaba pasar por sitios batidos por los pacos y, por tanto, ahorrar las bajas que esto causaba. Por ello mereció la Cruz del Mérito Naval con distintivo blanco, pensionada hasta su ascenso a general. También se le concedió otra Cruz roja de 2.ª clase por las operaciones de Melilla. Cuando mandaba el cañonero Álvaro de Bazán (1910) y prestaba servicios en las campañas del Rif, en Marruecos, el Rey le nombra ayudante de órdenes, con lo que pasa a formar parte de la Casa Militar de Su Majestad; aunque por muy poco tiempo, ya que al ascender a capitán de navío ese mismo año (27 de mayo de 1911, con antigüedad del 1 de agosto de 1910) se le concedió el mando del entonces llamado guardacostas Numancia, siendo el último comandante que tuvo este buque. Luego mandó durante breve tiempo el vapor de guerra, buque planero Urania, de la Comisión Hidrográfica, que trabajaba entre cabo Toriñana y las rías de Corme y Lage, en Galicia.

Al ascender a contralmirante (26 de junio de 1913, con antigüedad de 13 de diciembre de 1912) se le dio el destino de jefe de la Sección de Material del Ministerio, y desempeñaba al mismo tiempo el cargo de segundo jefe del Estado Mayor Central. A finales de 1914 fue nombrado director general de Navegación y Pesca Marítima y en noviembre de 1915, ascendido a vicealmirante (7 de noviembre de 1915), se le dio el mando de comandante general del Apostadero de Cádiz. Durante este mando, en el transcurso de la Primera Guerra Mundial, surgió un incidente imprevisto, la fuga del submarino alemán M239 en octubre de 1917, que estaba internado en el Arsenal de La Carraca desde el 9 de septiembre. Mientras se depuran responsabilidades, Fernández de la Puente pasó a la situación de Eventualidades; pero al quedar exento de aquéllas (1918), se le nombró consejero del Consejo Supremo de Guerra y Marina. Después de ascender a almirante (4 de diciembre de 1919, con antigüedad de 26 de noviembre de 1919), empleo en el que le fue concedida la Gran Cruz de la Orden del Mérito Militar con distintivo blanco (2 de septiembre de 1921), designada para premiar servicios especiales, continuó desempeñando el cargo de consejero hasta que el Rey le nombró capitán general de la Armada (22 de abril de 1922) y le regaló el fajín. En este cargo falleció en Madrid el 22 de septiembre de 1928 con más de cincuenta y un años de servicio y mil quinientos días de mar, y sin llegar a jurar el cargo de senador por derecho propio que tenía pendiente.

Estaba, además, en posesión de la Gran Cruz y era caballero de la Real y distinguida Orden de Carlos III; de otra Cruz de la Orden del Mérito Naval con distintivo blanco pensionada; de la Gran Cruz del Mérito Naval con distintivo blanco; de las Medallas de Joló y de Melilla; de la Cruz de San Mauricio y San Lázaro (Italia); y era Benemérito de la Patria.

Su Majestad, oída la Asamblea Nacional, después de un detenido estudio del expediente enviado por la Presidencia del Consejo de Ministros, decretó la concesión de una pensión extraordinaria de 5.000 pesetas para la viuda, María Dolores Fernández de la Puente Mugártegui y sus diez hijos, sin perjuicio de la que pudiera corresponderles con arreglo al Estatuto de Clases Pasivas vigente.

El capitán general Ricardo Fernández de la Puente era hombre inteligente y culto, dedicado al estudio desde muy joven. A los diecinueve años era ya 2.º comandante y oficial de derrota del bergantín Subic.

Destacaba por su reconocida bondad, razón por la que era muy querido por todos; nadie le necesitó que no lo encontrase dispuesto a laborar por el bien de los demás, aun a costa de su propio sacrificio. Ésta fue la característica singular de su personalidad. Con el guardacostas Numancia aguantó fuertes temporales fondeado en la rada de Tánger y en él pasó por amargos y penosos momentos que pusieron a prueba, no sólo su pericia marinera, sino también su espíritu religioso y su exquisita caballerosidad. Puso siempre sus sobresalientes dotes de hombre de ciencia al servicio de la Armada con todo celo e interés; y por sus trabajos fue premiado repetidas veces con diversas condecoraciones y recompensas. En la exposición de motivos de su ascenso a capitán general se dice: “Por los brillantes y notorios servicios prestados a la Patria y a las instituciones [...] le hacen digno de ser elevado a la alta jerarquía [...]”. Su gran modestia hizo que dejase expreso el deseo de que no se le rindiesen los honores que le correspondían de capitán general con mando en plaza. El presidente del Consejo de Ministros, el general Primo de Rivera, que se hallaba en la mar a bordo del cañonero Dato de regreso de un viaje a Canarias, puso al Ministerio el telegrama que sigue: “Al dar a V.E. pésame muy sentido por la muerte del capitán general de la Armada, le ruego haga extensivo en mi nombre a toda la Marina de Guerra, a la que sabe Vd. me unen fuertes lazos”. Badajoz, su ciudad natal, le dedicó una calle con su nombre.

 

Obras de ~: “Memoria sobre el torpedero Retamosa” (RO de 1 de junio de 1886), en Revista General de Marina (RGM), t. 211 (agosto-septiembre, 1986), págs. 270-272, miscelánea 21.809.

 

Fuentes y bibl.: Archivo-Museo don Álvaro de Bazán (El Viso del Marqués, Ciudad Real), exp. personal 620/407.

Gaceta de Madrid, n.º 307, 3 de noviembre de 1921, pág. 394; n.º 105, 25 de abril de 1922, pág. 322; n.º 244, 1 de septiembre de 1925, pág. 1323; Capitán, “El capitán general de la Armada Excmo. Sr. D. Ricardo Fernández de la Puente”, en Vida Marítima, año XXVII, n.º 869, 30 de octubre de 1928; “El capitán general de la Armada, Excmo. Sr. D. Ricardo Fernández de la Puente”, en RGM, t. 103 (noviembre de 1928), págs. 879-882; Gaceta de Madrid, n.º 212, 31 de julio de 1929, pág. 795; Fernández, “Fernández de la Puente”, en RGM, t. 165 (julio de 1963), pág. 109; J. Fernández Gaytán, “Hace cien años”, en RGM, t. 211 (agosto-septiembre de 1986), miscelánea 21.809, pág. 271; R. “Vieja foto”, en RGM, t. 212 (junio de 1987), pág. 850, miscelánea 21.971; “Extremadura y la mar”, en Revista de Historia Naval (Madrid, Instituto de Historia y Cultura Naval), n.º 27 (1989); M. Espadas Burgos, “El rey de los 191”, en Historia 16 (Madrid), n.º 174 (octubre de 1990), págs. 41-49; F. F. de Bordejé y Morencos, Crónica de la Marina española en el siglo xix, 1868-1898, t. II, Madrid, Ministerio de Defensa, 1995; “Biografía breve”, en RGM (enero de 1997), miscelánea 24.555, págs. 73-74; I. Muzquiz Pérez-Serrano, Dedicado a mi padre, 2000 (inéd.).

 

José Antonio Ocampo Aneiros

Personajes similares