Montojo y Pasarón, Patricio Javier. Ferrol (La Coruña), 7.IX.1839 – Madrid, 30.IX.1917. Almirante que estuvo al mando de la escuadra española en la batalla de la bahía de Cavite (1898).
Hijo de marino de guerra, inició su vida militar en 1852 como aspirante en el Colegio Naval Militar, sentando plaza de guardiamarina tres años después; en 1857 fue destinado a la fragata Cortés, que zarpó de Cádiz rumbo a las Antillas, donde permaneció durante dos años.
En la Península, tras embarcar en diversos buques y ascender a alférez de navío (1860), fue destinado al apostadero de Filipinas, zarpando de Cádiz para dichas islas en la goleta Santa Filomena. En octubre de 1861 formó parte de la dotación de la goleta Constancia, que salió de Manila para unirse a las fuerzas navales que, a las órdenes de Méndez Núñez, intervinieron en el asalto y toma de la cota de Pagalungan; Montojo fue uno de los oficiales que, al mando de los botes de la goleta Constancia, participaron en el asalto a dicha cota; por la toma de Pagalungan fue ascendido a teniente de navío en 1862.
A principios de 1863, a bordo de la goleta Circe realizó varios viajes a Conchinchina, transportando tropas españolas al puerto de Saigón; en febrero del mismo año intervinó junto a las lanchas francesas en las acciones de Go-Cong; y en el mismo mes trasladó al plenipotenciario español y a su séquito desde Hue a Singapur. Por los méritos contraídos en la intervención franco-española de Go Cong, Napoleón III le concedió la Cruz de caballero de la Legión de Honor.
De regreso a la Península, durante el año 1865 embarcó en la fragata Almansa, en la que realizó una serie de viajes por los puertos españoles; en enero del año siguiente, conocida la noticia de que la fragata española Covadonga había sido apresada por la chilena Esmeralda (Guerra del Pacífico, 1865-1866), se le ordenó a la fragata Almansa dirigirse al Pacífico; en abril de 1866 llegó a Valparaíso y se incorporó a la escuadra española del Pacífico al mando de Méndez Núñez, quien había sustituido al general Pareja; el 2 de mayo del mismo año tomó parte en el bloqueo y bombardeo de El Callao, el cual puso fin a la guerra que España había mantenido contra Chile y Perú.
En 1873, promovido a capitán de fragata, se le destinó al apostadero de La Habana, donde tomó el mando de los vapores Nuevo Bazán y Hernán Cortés, llevando a cabo diversas misiones y acciones de guerra, especialmente transporte de tropas, material de guerra, así como en apoyo de las operaciones terrestres (Guerra Grande de Cuba, 1868-1878).
En 1874 se le destinó a Puerto Rico, donde llevó a cabo, entre otras, misiones de vigilancia marítima, evitando que desde Santo Domingo se prestara apoyo a los insurrectos cubanos; asimismo, realizó varios trabajos de rectificación de planos del puerto del Morro de San Juan. A finales de 1875 se le nombró ayudante mayor del arsenal de La Habana, siendo comisionado por el capitán general para inspeccionar los instrumentos pertenecientes a la comisión hidrográfica de la isla de Cuba, en desuso desde hacía años. Tras una breve estancia en la Península en 1878 volvió de nuevo a Cuba y fue nombrado capitán del puerto de Cárdenas, donde realizó trabajos de rectificación de cartas y planos de la bahía de Cárdenas y Santa Clara.
Tras desempeñar varios cargos en la Península, en diciembre de 1883 se le designó jefe de la Estación Naval de América del Sur y comandante de la corbeta África con base en Río de la Plata; ocupó dicho destino hasta que, ascendido a capitán de navío, volvió a la Península, donde, tras ocupar diversos cargos, fue destinado al apostadero de Filipinas en 1887.
En el archipiélago filipino, fue nombrado, por el gobernador y capitán general de las islas, comandante de la división del Sur, la cual asumía la vigilancia y control naval de cientos de islas, entre ellas las del archipiélago de Joló, centro de la piratería de los moros malayos mahometanos. Cesó en dicho destino en marzo de 1890.
En 1892 se le nombró comandante principal de Marina de Puerto Rico y permaneció en dicha isla dos años. Ascendido a contralmirante en 1896, de nuevo volvió a Filipinas con el cargo de comandante general del apostadero y escuadra de Filipinas, alcanzando las islas en enero de 1897. En estas fechas en Filipinas, desde agosto había estallado un levantamiento armado independentista; en pocos meses los insurrectos se habían apoderado de la provincia de Cavite, excepto de la capital, defendida por las fuerzas de Marina del apostadero. La dirección de la guerra estaba en manos de general Polavieja, que había sustituido al general Blanco en el cargo de gobernador y capitán general de Filipinas. Montojo, al día siguiente de su llegada, salió de operaciones con la escuadra para apoyar a las fuerzas combinadas del Ejército e Infantería de Marina. Entre los meses de enero y junio de 1897, los buques estuvieron bombardeando ininterrumpidamente toda la costa de la provincia de Cavite, con el fin de destruir los atrincheramientos de los insurrectos, facilitando así las operaciones a las fuerzas terrestres, que lograron recuperar prácticamente dicha provincia, a excepción de los pueblos altos.
A principios de 1898 las relaciones entre España y Estados Unidos se fueron deteriorando hasta alcanzar su punto más álgido con la explosión del Maine.
Desde abril la escuadra norteamericana, compuesta por cuatro cruceros protegidos y dos cañoneros, entre otros, al mando del Dewey, se encontraba fondeada en Hong Kong; Montojo, ante las pocas posibilidades, dada la superioridad de la escuadra norteamericana, intentó refugiarse en el puerto de Subic con sus buques, pero, al no contar éste con la artillería adecuada, volvió a Cavite; el 1 de mayo de 1898 la escuadra española era destruida por la norteamericana en el combate de la bahía de Cavite, lo que llevaría a la toma inevitable de Manila y a la pérdida del archipiélago filipino.
En septiembre del mismo año Montojo quedó suspenso de sus funciones de comandante de la escuadra de Filipinas mientras se tramitaba el procedimiento que se instruía, siendo requerido en Madrid para responder ante un Consejo Supremo de Guerra y Marina, que en marzo de 1899 dictaminó su ingreso en prisión, quedando inhabilitado para el servicio activo.
Obras de ~: A. Secchi (SI), Lecciones elementales de física terrestre: adicionada con dos discursos sobre la grandeza de la creación, trad. de ~, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1886; R. G. Hibberd, Circuitos integrados, trad. de ~, Barcelona, Paraninfo, 1891; Las primeras tierras descubiertas por Colón, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1892.
Fuentes y bibl.: Archivo General de Marina Álvaro de Bazán (El Viso del Marqués, Ciudad Real), hoja de servicios y datos personales del contralmirante P. Montojo y Pasaron.
V. M. Concas y Palau, Causa instruida por la destrucción de la escuadra de Filipinas y entrega del arsenal de Cavite, Madrid, 1899; M. Sastrón, La insurrección de Filipinas y la guerra hispanoamericana en el Archipiélago, Madrid, 1901; C. Seco, Tríptico carlista, Barcelona, Ariel, 1973; V. Palacio Atard, La España del siglo XIX, Madrid, Espasa Calpe, 1981; F. Morales Padrón, Manual de historia universal: historia general de América, Madrid, Espasa Calpe, 1982 (2.ª ed. rev. y aum.); R. Carr, España, 1808-1975, Barcelona, Ariel, 1985; A. Ubieto, J. Reglá, J. M.ª Jover y C. Seco, Introducción a la Historia de España, Barcelona, Teide, 1986; M. Hernández Sánchez-Barba, Hispanoamérica en el siglo XIX, Madrid, Anaya, 1998; A. R. Rodríguez González, La guerra del 98, Las campañas de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, Madrid, Agualarga, 1998; J. Cervera Pery, La guerra naval del 98, Madrid, San Martín, 1998; A. R. González, El combate de Cavite: Un hito decisivo en la pérdida de Filipinas en 1898, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1998; A. Castellanos, Filipinas, de la insurrección a la intervención de EE UU, Madrid, Sílex, 1998.
Alicia Castellanos Escudier