Redondo Garci-Ibáñez, Inocencio. Villarrubia de Santiago (Toledo), 28.XII.1838 – Madrid, 20.XI.1916. Académico correspondiente de Bellas Artes de San Fernando, arqueólogo, restaurador, escultor y pintor.
Inocencio Redondo desde niño se sintió atraído por el Arte, y así, en cuanto tuvo la edad suficiente para ello, se trasladó a Madrid para estudiar Bellas Artes, para lo cual se matriculó en la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado, donde continúa su formación durante los cursos de 1857 a 1862, siendo discípulo de José Piquer. Según consta en su expediente, obtuvo en todas las asignaturas la calificación de sobresaliente, y en las de Modelado y Dibujo, sobresaliente con honor y con premio, respectivamente.
En 1862, con motivo de la Exposición Nacional de Bellas Artes, presentó una escultura de Jaime Balmes.
En septiembre de 1866, se traslada a León, para tomar posesión de la plaza de catedrático numerario, por oposición, de la asignatura de Dibujo lineal, adorno y figura, en el Instituto Provincial, según Real Orden del 13 de septiembre de 1866.
Llevado de su gran preocupación social, simultaneó esa Cátedra con clases de Dibujo para obreros y artesanos de Artes y Oficios, en la Real Sociedad Económica de Amigos del País, León, desde octubre de 1866 a septiembre de 1870.
Según consta en el Archivo del Ministerio de Fomento, el 10 de enero de 1871, obtuvo el segundo lugar en la oposición a la plaza vacante de profesor de escultura de la Escuela de Bellas Artes de Sevilla.
Aparte de sus clases en el Instituto, durante su permanencia en León, continúa sus actividades artísticas y su investigación de iglesias y monumentos antiguos.
Participó activamente en la creación del Museo Arqueológico, para el que reúne interesantes objetos.
Con fecha 25 de abril de 1877, el arquitecto y director, junto a Laviña y Demetrio de los Ríos, de las obras de restauración de la Catedral de León, Juan de Madrazo y Kuntz, certifica que Inocencio Redondo ha verificado, con gran acierto, el trabajo de modelado, vaciado y talla de las tallas restauradas, pertenecientes a la fachada, como la escultura de san Froilán, y la restauración de la bóveda de la Catedral, muralla y recinto del Tesoro.
Fue nombrado académico correspondiente de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en sesión celebrada el 28 de junio de 1880, según consta en el Archivo de la Academia, y el 20 de septiembre del mismo año, es aceptado como miembro de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de León, con la cual trabajó activamente hasta septiembre de 1897.
Según consta en un detallado informe, fechado el 12 de junio de 1885 y enviado a la Comisión de Monumentos, gracias a su intuición y a su perspicacia de experto arqueólogo, descubre hasta siete sepulcros, ocultos en la parte inferior de los arcos del claustro de la Colegiata de San Isidoro. Cinco de ellos son en piedra, con la tapa labrada e importantes inscripciones latinas, y pertenecen a: Pedro Arias, prelado de la Colegiata, a Pedro II, a don Melendo, tercer prelado y primer abad, a Juan Álvarez, capellán del rey Enrique IV, a don Fernando, y aún apareció otro sepulcro más, sin documentar. Las sepulturas contenían restos humanos profanados, probablemente como consecuencia de los desmanes sufridos en la Guerra de la Independencia, durante la cual la Colegiata fue dedicada a cuartel, y el Panteón a cuadras. Los cinco sepulcros se conservan actualmente en el Museo de la Colegiata.
En la Sala de Juntas de la Comisión, se conservaban expuestos algunos dibujos suyos de plantas, alzados y secciones de iglesias leonesas, y en la Diputación Provincial existe actualmente un modelo en yeso de la estatua realizada por él, a propuesta de la Diputación, del leonés Guzmán el Bueno; esta escultura estuvo expuesta en Tarifa, con motivo del homenaje dedicado al héroe en aquella ciudad.
En septiembre de 1897, se traslada con su familia a Oviedo, como catedrático de Dibujo del Instituto General y Técnico. Al igual que durante su estancia en León, y según consta en el libro de Actas de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Oviedo, en sesión del 28 de diciembre de 1897, el presidente de la junta directiva, Fermín Canella, propone la admisión de dos nuevos miembros: Inocencio Redondo y su yerno, Rafael Altamira y Crevea, historiador y jurista, recientemente incorporado a su Cátedra de Historia del Derecho de la Universidad de Oviedo. El Reglamento de las Comisiones establecía que la junta directiva de la comisión debía componerse por igual número de académicos de Bellas Artes, como de la Historia, y, así, pudieron incorporarse uno y otro, como vocal y secretario respectivamente, permaneciendo en sus cargos hasta diciembre de 1910.
Su estancia en Asturias fue tan fructífera como la leonesa. Aparte de su misión docente en el Instituto, en enero de 1899 comenzó, desde la Comisión de Monumentos, a trabajar levantando la capa de yeso que cubría la puerta de entrada a la Cámara Santa de las reliquias de la Basílica de Oviedo, y bajo ella, se descubrió una interesante pintura al fresco representando una cabeza de la Virgen, un siervo, tres figuras más y un estandarte. Por otra parte, solicita permiso para efectuar el vaciado de dos lápidas sepulcrales de la cripta de Santa Leocadia para estudiar sus inscripciones (Menéndez Pidal, 1954).
En marzo de 1903, es llamado a inspeccionar una excavación efectuada en el Campo de Valdés, Gijón.
Acude acompañado por Rafael Altamira y, en informe presentado a la Junta directiva de la Comisión de Monumentos, se dictamina que efectivamente se trata de los restos arqueológicos de unas termas romanas (Guzmán Sánchez, 2001).
Continúa escribiendo un estudio de las iglesias del Naranco, Santa María, San Miguel y otras iglesias antiguas asturianas, obra que, bajo el título de Iglesias primitivas de Asturias, fue publicada en 1904 por la Comisión de Monumentos de Oviedo.
Simultáneamente a su trabajo como vocal de la Junta de la Comisión de Monumentos de Oviedo, de 1897 a 1910, durante los mismos años formó parte del cuadro de docentes del programa de Extensión Universitaria de la Universidad de Oviedo, impartiendo conferencias y clases a los obreros, y haciéndose cargo de las excursiones culturales dominicales con los alumnos, visitando el Museo y las diferentes iglesias de los alrededores de Oviedo. Vuelve a Madrid en 1910 y muere en 1916.
Obras de ~: Los Monumentos Históricos y Artísticos de León y su provincia, León, 1875 (inéd.); Arqueología cristiana. Sarcófagos hallados en la Colegiata de San Isidoro de León, León, Informe Comisión Provincial de Monumentos, 1885; Historia de dos obreros: Historia de un carpintero e Historia de un albañil, Oviedo, Biblioteca de Manuales enciclopédicos populares, 1898; Iglesias primitivas de Asturias, Oviedo, Comisión Provincial de Monumentos, 1904 (Barcelona, Revista Asociación Arqueológica Barcelonesa, 1905).
Escultura: Jaime Balmes, 1862; Guzmán el Bueno, Diputación Provincial de León, 1970; San Froilán y otras esculturas, fachada Sur, Catedral de León, 1877; Garcilaso de la Vega y la Ciocciara (desapar.) Pintura: Ilustraciones para sus libros: plantas, alzados y secciones de iglesias primitivas leonesas y asturianas, León y Oviedo, 1866-1874.
Bibl.: M. Osorio y Bernard, Galería Biográfica de Artistas Españoles del siglo xix, Madrid, Ramón Moreno, 1884, pág. 570; E. Díaz-Jiménez, Historia del Museo Arqueológico de San Marcos de León. Apuntes para un catálogo, Madrid, Imprenta Clásica Española, 1920, págs. 206-208; L. Menéndez Pidal, Los monumentos de Asturias: su aprecio y restauración desde el pasado siglo, Madrid, C. Bermejo, 1954. R. M.ª González Martínez, La Real Sociedad Económica de Amigos de León, León, Caja de Ahorros y Monte de Piedad, 1981, pág. 408; R. Bordiú Cienfuegos-Jovellanos, Inventario Documental y Bibliográfico sobre el Prerrománico Asturiano, Oviedo, Consejería de Educación, Cultura y Deportes, 1989, págs. 197-198; I. González-Varas Ibáñez, La Catedral de León. Historia y restauración (1859-1901), León, Fundación Monteleón-Universidad de León, Secretaría de Publicaciones, 1993, págs. 143-231 y 465-466; A. Guzmán Sancho, Biografía de Don Julio Somoza y García-Sala, Gijón, Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias, 2001, págs. 209-215.
Pilar Altamira García-Tapia