Avrial y Flores, José María. Madrid, 26.II.1807 – 28.XII.1891. Pintor y escenógrafo.
Su vocación por el dibujo fue extraordinariamente precoz, de manera que entre 1819 y 1821 se forma en el Real Estudio de Fuencarral, que dependía de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, a cuyos estudios pasó enseguida gracias a su rápido progreso.
En dicha Academia tuvo como maestros a José de Madrazo y a Brambilla, con quienes perfeccionó su dibujo y se especializó en perspectiva, disciplina en la que obtuvo el único premio que otorgó la corporación en 1832. Visto su aprovechamiento, sus profesores le ocuparon en dos trabajos que dependían de ellos como pintores de cámara que eran: Madrazo le encargó la litografía de los cuadros del Real Museo, y Brambilla pintar vistas de los Sitios Reales. Ello equivale a decir que la formación de Avrial tuvo dos pilares básicos para los futuros trabajos que iba a desarrollar: una sólida formación dibujística al lado de Madrazo y una práctica constante de paisajes urbanos que contribuirían, en una medida importante, a la facilidad con que años después pintó panoramas y paisajes para el teatro.
Estimulado por sus rápidos avances académicos, solicita formar parte en el concurso para obtener el título de académico de mérito por la perspectiva en 1836 y hace constar para dicha opción que ejerció la pintura perspectiva al lado del profesor Brambilla hasta su fallecimiento. Previo informe favorable de la comisión formada al efecto, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando le nombra por unanimidad académico de mérito en febrero de 1837. Un año más tarde le otorga esta misma distinción la Academia de San Carlos de Valencia a la vista de varios dibujos que remitió y un cuadro que representa La Costanilla de San Andrés en Madrid. En este mismo año ganó por oposición la plaza de director y maestro principal de la Escuela de Bellas Artes de Segovia, donde promovió las clases de perspectiva y se hizo cargo voluntariamente de las enseñanzas de perspectiva y adorno además de las materias que tenía que impartir por obligación. En 1839 remitió desde Segovia a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando una colección de las antigüedades de Segovia dibujadas del natural.
Entre ellas destacan varias vistas del Alcázar destruido en el incendio de 1862, por lo que son hoy las únicas muestras de cómo fue ese rico monumento.
Volvió a Madrid en 1840 y enseguida se ocupó en trabajos escenográficos. Primero hizo colaboraciones con Lucini para una comedia de magia que se puso en escena en el teatro del Príncipe, La pluma prodigiosa.
Luego colaboró con Aranda y, al comprobarse la perfección con que trabajaba esta parcela de la pintura, se le contrató en el teatro de la Cruz al servicio del empresario Juan Lombía. En esta primera colaboración con Aranda, Avrial realiza el primer y segundo acto de La encantadora o el Templo de la Cruz, un baile fantástico, para el que pintó un elegante pabellón de Armida en los jardines del pachá de Damasco y para el segundo un rico paisaje oriental que era un campo de cruzados en las llanuras de Jerusalén. Fue escenógrafo oficial del teatro de la Cruz hasta 1851, y pintó muchísimas decoraciones para muy diversas obras. Por el eco que tuvo en la prensa merecen especial mención las decoraciones para Los misterios de Madrid, y entre ellas la que reproduce la Puerta del Sol, una vista urbana celebradísima por los críticos. A este tipo de pintura habría que añadir el gran panorama que hizo para La judía. Como queda indicado, hizo muchísimas decoraciones para, entre otras muchas, La pata de cabra, El Alcalde Ronquillo, El trapero de Madrid, El guante de Coradino, El capitán de fragata, El caballo del rey D. Sancho, Los misterios de París, La corte del Buen Retiro. El marqués de Lozoya le atribuye, asimismo, las decoraciones para el Don Juan Tenorio y las de Don Álvaro. A este respecto, cabe considerarle autor de las decoraciones de Don Juan Tenorio; no así de las de Don Álvaro, en las que seguramente su intervención se limitó a retocarlas, puesto que por la fecha no es posible que fueran pintadas ex novo.
En 1853 se presentó a la oposición para la plaza de profesor de Estudios Superiores de la Escuela de Bellas Artes de Cádiz a fin de enseñar dibujo y pintura de paisaje y perspectiva, oposición que ganó. Al llegar, la Academia gaditana le nombró individuo de número y secretario de la sección de pintura, cargo desde el que desempeñó muchas y muy importantes comisiones. A instancias del presidente de la corporación, escribió una reseña histórica de las artes desde sus orígenes hasta nuestros días, en todos los pueblos antiguos y modernos, manteniendo que en todo caso su esplendor y su decadencia siguieron siempre el de la civilización. Dicha reseña fue objeto de tres discursos que se leyeron en las juntas públicas de la Academia en los años 1854, 1855 y 1856; éstos se imprimieron primero en las actas de estas juntas y, anotadas después por el autor, se reimprimieron a expensas del presidente de la Academia.
Por Real Orden de 7 de octubre de 1857, José María Avrial fue trasladado de la Escuela de Cádiz a la Superior de Pintura y Escultura de Madrid, en la que dio clase de Dibujo de adorno. En esos días la Reina le nombró secretario de la Escuela y de la Junta de Profesores.
José María Avrial presentó a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes en diversas convocatorias muchas obras realizadas al óleo: El Manzanares, El Museo de Pinturas, Madrid desde el camino de Castilla, Vista de Madrid por el lado de San Andrés, Casa que habitó en Segovia Juan Bravo, Vista del Panteón Real en San Isidoro de León en el momento de ser visitado por Felipe III, Lot y sus hijas huyendo del incendio de Sodoma, La hija del faraón sacando a Moisés del Nilo, Tobías y el Ángel, Eliézer y Rebeca, Vista del Real Alcázar de Segovia, Vista del Acueducto de Segovia, Interior de la Vera Cruz, Pórtico de la Iglesia de San Esteban, Vista del Campo del Moro, y varios dibujos y aguadas, de composición o vistas conocidas. Trabajó, asimismo, para muchos teatros españoles, tanto en decoraciones murales en techos y plateas como en decorados, como, por ejemplo, para el de Gijón. Para el teatro de León, que se fundó en 1846, pintó el telón de boca y un juego de decoraciones.
Justamente por su dominio del dibujo y la perspectiva llevó a cabo también muchas decoraciones efímeras: en Astorga, el gran monumento de la catedral y el de la parroquia de San Bartolomé; en Madrid, el monumento de Semana Santa de la iglesia de la Presentación o Colegio de Niñas de Leganés. También en Madrid, el retablo del convento de religiosas de San Pascual y el decorado del paseo del Prado con motivo de la boda de Isabel II en 1846.
En 1865 fue comisionado por la Real Academia de Arqueología y Geografía del Príncipe Alfonso para escribir una extensa memoria didáctica sobre Arqueología de la arquitectura nacional, obra que iba destinada a las Diputaciones provinciales para que conocieran el mérito y la importancia de sus monumentos. La memoria se imprimió con grabados y dibujos originales del autor.
Cuando en 1874 murió el pintor José Castelaro, Avrial ingresó como académico de número en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, y en la sesión pública de febrero de 1878 leyó el discurso inaugural, en el que hizo una biografía crítica de José de Ribera, el Españoleto.
Después de una vida laboriosísima, José María Avrial murió en Madrid a finales de 1891.
Obras de ~: El Manzanares, 1832; Madrid desde el camino de Castilla, 1832; Vista del Palacio Real, 1833; Vista del Palacio de Aranjuez, 1833; Vista del Panteón Real de San Isidro en el momento de su visita por Felipe III, 1833; La Capilla de San Andrés en Madrid, 1837; Vista del Alcázar de Segovia, 1837; Vista del Acueducto de Segovia, 1838; Interior de la Vera Cruz, 1839; Pórtico de la Iglesia de San Esteban, 1839; Vistas del Campo del Moro, 1840; Decoraciones para La pluma prodigiosa, 1841; El pabellón de Armida, Un paisaje oriental (ambas decoraciones para La Encantadora o El Templo de la Cruz), 1842; Los misterios de Madrid, 1844; La pata de cabra, 1851; El capitán de fragatas, El caballo del Rey (estas últimas decoraciones y muchas más para el Teatro de la Cruz de Madrid), 1852.
Escritos: Arqueología de la arquitectura nacional, Madrid, c. 1865; Ribera, discurso leído en la sesión pública de 17 de febrero de 1878, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Imprenta de Manuel Tello, 1878.
Bibl.: M. Ossorio y Bernard, Galería biográfica de artistas españoles del siglo xix, Madrid, Moreno y Rojas, 1883-1884; A. Vegue y Goldony y F. J. Sánchez Cantón, Tres salas del Museo Romántico, Madrid, Imprenta Rico, 1921; J. Muñoz Morillejo, Escenografía española, Madrid, Imprenta Blass, 1923; A. de Beruete y Moret, Historia de la pintura española en el siglo XIX, Madrid, Ruiz Hermanos, 1926; Marqués de Lozoya, Historia del Arte Hispánico, vol. V, Barcelona, Salvat, 1949; E. Lafuente Ferrari, Breve Historia de la Pintura española, Madrid, Tecnos, 1953; J. F. Rafols, El arte romántico en España, Barcelona, Juventud, 1954; J. A. Gaya Nuño, Arte del siglo XIX. Ars Hispaniae: Historia universal del arte hispánico, vol. XIX, Madrid, Plus Ultra, 1966; VV. AA., Pinturas de paisaje del romanticismo español, Madrid, Fundación Banco Exterior, 1985; A. M.ª Arias de Cossío, Dos siglos de escenografía en Madrid, Madrid, Mondadori, 1991; Museo Nacional del Teatro, Inventario de pinturas, dibujos, escenografías, figurines y estampas, Madrid, Ministerio de Cultura, Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, 1993; VV. AA., Cuatro siglos de Teatro en Madrid, catálogo de exposición, Madrid, Consorcio Madrid Capital Europea de la Cultura, 1992-1993.
Ana María Arias de Cossío