Aunque nacida en Gijón, la larga vida de esta pintora está vinculada casi íntegramente a Madrid, donde desarrolló toda su obra. Fue la menor de los tres hijos del matrimonio formado por Manuel Alcayde, militar profesional, y Julia Montoya. Siendo Julia aún joven, la familia se trasladó a vivir a Madrid, donde desarrolló su formación, siempre de forma autodidacta, aunque dirigida en un primer momento por su hermano mayor, Fermín, militar también y gran aficionado a la pintura. Sin estrecheces económicas, ya que pertenecía a una familia de clase media alta, pudo dedicarse casi exclusivamente a su quehacer pictórico y, al mismo tiempo, tuvo ocasión de relacionarse con las figuras más relevantes del mundo artístico y literario madrileño de su época. Fue asidua participante en cuantas muestras y manifestaciones pictóricas se celebraban en la capital. Desde 1887, año en que acudió por primera vez a la Exposición Nacional de Bellas Artes, su nombre no faltó en ninguna edición de este certamen, en el que consiguió varias segundas y terceras medallas; en la de 1890, la reina María Cristina le compró un cuadro titulado Frutas, y en la de 1897 compitió con un joven de dieciséis años llamado Pablo Ruiz Picasso, cuya obra, Ciencia y caridad, obtuvo una mención honorífica. [...]