Suárez González, Adolfo. Duque de Suárez (I). Cebreros (Ávila), 25.IX.1932 – Madrid, 23.III.2014. Político, presidente del Gobierno de España.
Quien llegó a ser presidente del Gobierno de España desde el 3 de julio de 1976 hasta el 29 de enero de 1981, nace en Cebreros (Ávila), el 25 de septiembre de 1932. Es hijo de Hipólito Suárez, procurador de los Tribunales, y de Herminia González; es el mayor de cinco hermanos.
Cursa el bachillerato en el Instituto de Enseñanza Media de Ávila y, luego, hace por libre la carrera de Derecho en la Universidad de Salamanca que concluye en 1954. El 15 de julio de 1961 Adolfo Suárez se casa con Amparo Illana Elórtegui, matrimonio del que nacerán cinco hijos.
Entre los años 1958 y 1964 prestó servicios en la Delegación Nacional de Provincias. Fue jefe del Gabinete Técnico de la Vicesecretaría General del Movimiento y director del Gabinete Jurídico de la Delegación Nacional de Juventudes. En 1962 trabajó en Presidencia del Gobierno, donde fue designado jefe de la Inspección de Planes Provinciales en la Comisaría del Plan de Desarrollo. Colaboró con Herrero Tejedor en el Gobierno Civil de Ávila y trabajó después en Televisión Española (TVE) desde 1964 a 1968, donde primero fue secretario general, más tarde director de Programación y finalmente director de la primera cadena de televisión. En 1968, fue nombrado gobernador civil de Segovia. En esta ciudad promovió la creación del Colegio Universitario Domingo de Soto y la calificación de Segovia como provincia de acción especial. Su Diputación le otorgó la Medalla de Oro en reconocimiento a su labor.
Fue director general de Televisión Española desde 1969 a 1973 y procurador en Cortes de representación familiar por Ávila en la IX y en la X legislaturas de las Cortes Orgánicas. Posteriormente fue presidente del Consejo de Administración de Entursa, empresa estatal encargada de los Paradores Nacionales y titular de la Comisión de Turismo del IV Plan de Desarrollo.
En 1974 fue nombrado ministro secretario general del Movimiento Fernando Herrero Tejedor, y Adolfo Suárez, vicesecretario general. En junio de dicho año fue elegido presidente de la Asociación política Unión del Pueblo Español, de la que había sido uno de sus principales promotores. El 11 de diciembre de 1975, Adolfo Suárez fue nombrado ministro secretario general del Movimiento en el primer gobierno de la Monarquía presidido por Carlos Arias Navarro.
Transcurridos unos meses en los que se ponen de manifiesto las dificultades del Gobierno para impulsar el desarrollo político, Adolfo Suárez, ministro secretario general del Movimiento, pronunció en las Cortes un discurso para presentar el proyecto de Ley de Asociaciones Políticas. En sus últimas palabras, antes de una cita de Machado, mencionó una frase que hizo fortuna y que constituía todo un programa político que más tarde pudo poner en práctica desde la cabeza del ejecutivo: “elevar a la categoría política de normal, lo que a nivel de calle es simplemente normal”.
Su discurso tomaba pie en las palabras del Rey el día de su proclamación, cuando definió el horizonte de nuestra convivencia como “una Monarquía democrática, en cuyas Instituciones, había un lugar holgado para cada español”. Suárez, ante unas Cortes elegidas bajo el Régimen anterior, reclamaba “un cambio sin riesgo, una reforma profunda y ordenada, el pluralismo político, una Cámara elegida por sufragio universal, las libertades públicas de expresión, reunión y manifestación”.
Explicaba su propósito de interpretar lo que el país deseaba, aceptando la incitación de la realidad social para configurarla como realidad jurídica y política.
Pedía, sencillamente, acomodar el derecho a la realidad, hacer posible la paz civil por el camino del diálogo, que sólo es posible entablar con todo el pluralismo social, dentro de las Instituciones representativas.
El 1 de julio, dimitió Carlos Arias como presidente del Gobierno y Adolfo Suárez fue propuesto por el Consejo del Reino en una terna junto a López Bravo y Silva Muñoz de la que el Rey tendría que designar al nuevo presidente del Gobierno. El 3 de julio don Juan Carlos hizo pública su decisión de elegir a Adolfo Suárez.
En Suárez convergieron, desde la primera hora, presencias y ausencias, sospechas y apoyos, desconfianzas e ilusiones. Se llegó a juzgar su designación de “inmenso error” en un famoso artículo de un diario nacional; pero la realidad es que fue el gran protagonista de una transición política, que arrancó a España de la incertidumbre de un regreso en la historia y la abrió a la concordia y la esperanza.
Su programa político se inspiró, en gran medida, en normalizar lo que la opinión pública consideraba normal y elevar a categoría la idea del consenso, superando las miradas al pasado, para buscar entre todos una España de paz, justicia, libertad y democracia.
Por eso propuso al Rey, desde los primeros Consejos de Ministros, una amplia amnistía aplicable a todos los delitos de motivación política o de opinión, la legalización de los partidos, la regulación democrática de los derechos y libertades, la vuelta a España de los exiliados de 1939 y la celebración de elecciones libres.
El 30 de julio, el Gobierno celebró un Consejo de ministros en La Coruña donde se aprobó el proyecto de amnistía y a partir de entonces, Suárez se dispuso a urdir la estrategia para la reforma, sobre la base de que ésta había que hacerla desde la ley. Junto con Torcuato Fernández Miranda, presidente de las Cortes, estudió las distintas alternativas para el desarrollo y redacción de una norma que articulara la transformación legal del Régimen. El 10 de septiembre, el Gobierno aprobó el texto que fue presentado por Suárez aquella tarde a través de TVE, afirmando: “Tenemos confianza de que nada de lo que espera el pueblo español en el futuro, puede ser más difícil de superar que lo que ya ha sido resuelto en el pasado. No hay que tener miedo a nada. El único miedo racional que nos debe asaltar, es el miedo al miedo mismo”. El 16 de noviembre el proyecto de ley de Reforma Política se aprobó en las Cortes. Con ello se desmontaba el viejo régimen y se abría el camino hacia la democracia.
El referéndum se celebró el 15 de diciembre con un resultado favorable del 94,2 por ciento de los votos emitidos.
En política exterior el primer tema que abordó el Gobierno Suárez, antes de cumplir el mes de la toma de posesión fue la firma del Acuerdo con la Santa Sede para establecer la nueva reglamentación de las relaciones Iglesia-Estado. Las negociaciones se concluyeron el 2 de enero de 1979 con la firma de unos acuerdos que sustituyeron el Concordato de 1953.
Una preocupación principal del presidente Suárez fue, después de celebradas las elecciones generales de 15 de junio de 1977, alcanzar el máximo nivel de compromiso en materia de derechos humanos. En tal sentido se firmaron los Pactos de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto de Acuerdos Sociales, Económicos y Culturales de Naciones Unidas y se publicó en el Boletín Oficial del Estado (BOE) el instrumento de ratificación del Convenio de la Organización Internacional del Trabajo relativo a la aplicación del principio de sindicación y negociación colectiva y el Convenio de Libertad Sindical. El 24 de noviembre, España ingresaba en el Consejo de Europa. Unos meses antes, el 28 de julio de 1977, el Gobierno Suárez solicitaba la apertura de negociaciones con vistas a la adhesión a las Comunidades Europeas.
En relación con Iberoamérica, Suárez se propuso tres cuestiones fundamentales: la inserción de la Corona dentro de una gran política de España en el Nuevo Mundo; la configuración de un marco de referencia para esa gran política y abrir una cooperación económica y comercial en interés recíproco de las naciones.
En 1977, después de cuarenta años de ruptura, se reestablecieron las relaciones diplomáticas con México.
Suárez, consciente de que la reforma no sería un hecho hasta que no obtuviese la neutralidad de los militares, tras la dimisión del vicepresidente primero del Gobierno, general Fernando de Santiago, en septiembre de 1976 nombró para el cargo al general Gutiérrez Mellado, que puso en práctica una primera reforma militar.
Tras la aprobación de la Ley de Reforma Política, la oposición exigía la legalización de todos los partidos políticos, incluido el Partido Comunista, de cara a unas futuras elecciones. Este proceso se vio facilitado por la amnistía política, decretada el 11 de marzo de 1977. Todo este proceso se vio amenazado por el terrorismo, especialmente activo en diciembre de 1976 y enero de 1977.
Tras una serie de viajes a las capitales de Francia, Portugal, México y Estados Unidos y a la sede de las Naciones Unidas, convocó elecciones el 15 de junio de 1977. A ellas, se presentó como cabeza de lista en Madrid por la coalición Unión de Centro Democrático (UCD), uniendo diversos grupos políticos de variada ideología: “azules”, “populares”, “cristianos” y “socialdemócratas”. Los comicios dieron el triunfo a la UCD, y Adolfo Suárez formó el tercer gobierno de la Monarquía y el primero de la democracia, constituido el 5 de julio de 1977. En octubre de ese año, ante la grave situación económica española, negoció y firmó con los dirigentes de los principales partidos políticos los denominados Pactos de la Moncloa, apoyados por la patronal y los sindicatos.
Con el fin de ordenar la economía, también se aprobó el 8 de septiembre de 1978 el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, en vigor desde entonces, aunque con diferentes reformas. En esta etapa se aprobaron los Estatutos de preautonomía de Cataluña, País Vasco y Galicia, y se logró el consenso político para la redacción de la Constitución que, tras ser debatida en el Parlamento, fue aprobada en referéndum por el pueblo español en diciembre de 1978.
Como presidente del Gobierno, Suárez convocó elecciones generales para el 1 de marzo de 1979, que volvió a ganar UCD, ya como partido, del que era presidente, y el 30 de marzo obtuvo la investidura en las Cortes. El 2 de abril de 1979 juró su cargo ante el Rey, con lo que se convirtió en el primer presidente de Gobierno constitucional.
A continuación formó su gabinete.
Durante su tercer gobierno, Suárez tuvo como problemas principales la inflación, el paro, el terrorismo y la ordenación del Estado de las autonomías. Y dentro de su partido, una crisis ideológica motivada por los personalismos y la variedad de tendencias políticas.
En política exterior, la atención se puso principalmente en clarificar la posición de España en África del Norte, afianzar lazos de amistad y colaboración con los países hispanoamericanos y fortalecer las relaciones hispanoárabes, con sucesivos viajes de Suárez a Argel, Brasil, Ecuador, República Dominicana, Perú, Colombia, Venezuela, Estados Unidos, Irak, Jordania, Siria y Arabia Saudí. En Ryad se entrevistó con el líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasser Arafat.
Tras superar una moción de censura de la oposición socialista en el Congreso de los Diputados el 28 de mayo de 1980, las críticas a su gestión por parte de diversos sectores sociales y políticos y la crisis permanente en su partido, le hicieron dimitir como presidente del Gobierno el 29 de enero de 1981. Había gobernado cuatro años y siete meses, con cinco gabinetes distintos, diversas remodelaciones y un total de cincuenta y ocho ministros diferentes.
Durante su mandato afrontó dos intentos de golpes de Estado, en noviembre de 1978 y la llamada Operación Galaxia y el 23 de febrero, durante la sesión de investidura del nuevo presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, se produjo el asalto de un comando de guardias civiles y soldados dirigidos por el teniente coronel Antonio Tejero Molina al Congreso de los Diputados, que mantuvo secuestrados a senadores y diputados durante dieciséis horas. Adolfo Suárez tuvo una decidida actuación haciendo valer su condición de presidente del Gobierno en funciones y adoptó una actitud de gran valentía enfrentándose al comando y permaneciendo firme a lo largo de todo el tiempo de ocupación del Congreso. Cuatro días después, el BOE publicó su cese como presidente, así como la concesión real del título de duque de Suárez. En abril de 1981 abrió un bufete jurídico en Madrid, y en noviembre de ese año abandonó la Ejecutiva de UCD.
El 23 de mayo de 1982, al no cumplirse las condiciones que consideraba necesarias para solucionar la crisis de UCD, abandonó el partido en julio. El 29 de dicho mes registró su nuevo partido: Centro Democrático y Social (CDS), que presentó a los medios de comunicación dos días después, como una formación de centro progresista. Con él se presentó a las elecciones generales y obtuvo dos escaños en el Congreso, el suyo propio por Madrid y el de Rodríguez Sahagún por Ávila. Ambos votaron favorablemente la investidura de Felipe González como presidente del Gobierno.
Desde entonces, Adolfo Suárez se dedicó al fortalecimiento de su partido con el que obtuvo mil sesenta y tres concejales en las elecciones municipales de mayo de 1983, pero no se presentó a las autonómicas.
En las siguientes elecciones generales de junio de 1986, gracias a la figura histórica de su presidente, el CDS obtuvo 1.838.799 votos, que se tradujeron en diecinueve diputados y tres senadores, con lo que se convirtió en la tercera fuerza política.
El 18 de septiembre de 1988, el CDS ingresó en la Internacional Liberal y Progresista y Adolfo Suárez fue nombrado vicepresidente encargado de asuntos para América Latina. Como tal, viajó en numerosas ocasiones al nuevo continente en diferentes misiones.
Ejerció de mediador entre Colombia y Venezuela, fue observador en el plebiscito chileno y visitó Nicaragua.
Asimismo, fue portavoz de una comisión internacional de observadores en las elecciones de Paraguay.
El 12 de octubre de 1989 fue elegido presidente de la Internacional Liberal y Progresista (ILP), tras ser propuesto por unanimidad por el Comité Ejecutivo y el Buró de Líderes. Suárez sucedió en este cargo al italiano Giovanni Malagodi. Sin embargo, frente a esta actividad internacional, en España el expresidente del gobierno se ha distinguido por sus pocas apariciones públicas y escasa presencia personal en los medios de comunicación. Esta circunstancia, según los observadores, fue la causa principal de la derrota electoral del CDS en los comicios generales celebrados el 29 de octubre de 1989, en los que el partido de Suárez contabilizó cinco escaños menos que en los de 1986, y en los que él obtuvo el escaño por la circunscripción de Madrid. Durante esta IV Legislatura fue vocal de las Comisiones de Asuntos Exteriores, Constitucional y de la Diputación Permanente.
El día 26 de mayo de 1991, y tras conocerse los primeros resultados de las elecciones autonómicas y locales celebradas ese día, Adolfo Suárez anunció su dimisión como presidente del Centro Democrático y Social. Justificó su decisión con base en los malos resultados electorales de su partido, que no consiguió llegar si quiera al 4 por ciento de los votos en las elecciones municipales, porcentaje sensiblemente inferior al 9,67 por ciento que obtuvo en los comicios locales de 1987.
Suárez aseguró que estos resultados eran “inferiores a los más adversos previstos” y subrayó que “asumía toda la responsabilidad de estos pequeños resultados”.
El 8 de septiembre de 1991, en un acto celebrado en la ciudad suiza de Lucerna, le sucedió en la presidencia de la ILP el alemán Otto Lambsdorff. A partir de ese momento, Suárez pasó a ocuparse de extender la ideología liberal en América Latina como un miembro más del Comité Ejecutivo. Tras apartarse totalmente de la política, se dedicó íntegramente a su familia y en especial a su esposa Amparo y a su hija Marian, ambas aquejadas de cáncer.
En ocasiones ha hecho gestiones políticas de carácter moderador. Así, en un momento en el que el país se encontraba sumido en un estado de crispación política, Suárez se entrevistó con los dos principales líderes de la oposición, José María Aznar y Julio Anguita, los días 14 y 24 de enero de 1994, respectivamente.
Desde entonces está apartado de la vida pública por motivos de salud.
Adolfo Suárez prestó una contribución decisiva a la Transición de un régimen autoritario a un sistema democrático desde la paz y la convivencia, la aceptación del prójimo diverso y la necesidad de un cierto olvido para comenzar una historia común nueva. El 17 de febrero de 1994, la Junta de Castilla y León le concedió la Medalla de Oro de la Comunidad por los relevantes servicios prestados a esa región de España, que recibió el 21 de marzo de 1997. El Ayuntamiento de Toledo le concedió el 21 de octubre de 1994 el I Premio Internacional Alfonso X el Sabio, por “su labor en la transición democrática española y por constituir una figura señera en este país”. El galardón le fue entregado por S. M. el Rey, el 17 de enero de 1995. En ese mismo mes de enero, el día 12, recibió el Premio Blanquerma, que le otorgó la Generalitat de Catalunya el 17 de noviembre de 1994, y el día 13 recogió en Valencia el Premio de la Convivencia de la Fundación Profesor Manuel Broseta, por haber sido “artífice decisivo en la transición democrática española”.
Coincidiendo con el XX aniversario del inicio de la transición española, durante el año 1996 recibió gran número de premios y galardones por su labor en este proceso, entre ellos: Medalla de Honor de la Universidad Carlos III de Getafe (21 de marzo), doctor honoris causa por las universidades madrileñas Politécnica (investido el 2 de marzo de 1998) y Complutense (28 de mayo), el homenaje en Salamanca de la Unión Iberoamericana de Abogados (26 de mayo). Además, el 13 de septiembre le fue concedido el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.
El 7 de febrero de 1997, el Parlamento de Cantabria le concedió la primera Medalla de Oro de esa institución, que recibió el 5 de diciembre de 1998. El 2 de diciembre del mismo año fue investido doctor honoris causa por la Facultad de Sociología de la Universidade da Coruña. El 30 de octubre de 1998 recibió la Medalla de Honor de la Escuela Técnica Superior e Ingenieros Industriales de la Universidad Politécnica de Valencia, en reconocimiento a su trayectoria profesional y política.
El 10 de mayo de 1999 recibió la Gran Placa de Honor y Mérito de la Cruz Roja, que le entregó la Infanta Elena, durante los actos del Día Mundial de esta organización en Oviedo.
El 29 de junio del año 2000 fue distinguido con el Premio a la Convivencia que en su tercera edición otorgaba la Fundación pro Derechos Miguel Ángel Blanco.
Le fue entregado el 12 de julio en el Ayuntamiento de Murcia. El 31 de enero de 2002, el Consejo de Administración del Grupo Correo Prensa Española le otorgó su Premio a los Valores Humanos, en su VI edición por “su decisiva contribución” junto al Rey Juan Carlos al proceso de transición democrática. Desde el 15 de octubre de 1996 es miembro del equipo directivo de la Universidad Católica de Ávila. Suárez también fue nombrado presidente de la Fundación CEAR-Consejo de Apoyo a los Refugiados, desde su constitución en febrero de 1997, y de la Fundación para la Investigación Médica Aplicada (FIMA), constituida por la Universidad de Navarra, la Facultad de Medicina de esa Universidad y la Clínica Universitaria de Navarra.
Además fue nombrado presidente de la Fundación Víctimas del Terrorismo, creada por el Gobierno el 16 de noviembre de 2001.
En los últimos años Adolfo Suárez por razones de enfermedad, queda al margen de la vida pública. Su última intervención fue en Toledo en 2003, como motivo de la presentación como candidato de su hijo Adolfo Suárez Illana a la Presidencia de la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha.
Adolfo Suárez está en posesión de la Gran Cruz del Mérito Civil, la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio, la Gran Cruz al Mérito Naval, la Gran Cruz al Mérito Militar, la Gran Cruz de Cisneros, la Gran Cruz de Isabel la Católica, la Gran Cruz del Yugo y las Flechas y la Gran Cruz de Carlos III. Cuenta asimismo con numerosas condecoraciones extranjeras, entre las últimas se encuentran: la banda del Águila Azteca (enero de 1996), la Gran Cruz de la Orden de la Libertad de Portugal (febrero de 1996), o la Medalla de la Orden Nacional al Mérito de Paraguay (abril de 1977). El 8 de junio de 2007 S. M. el Rey concedió al duque de Suárez el Collar de la Orden del Toisón de Oro; la vicepresidenta primera del Gobierno, al anunciar la decisión, subrayó que Suárez “actuó como un político de palabra y como un ciudadano lleno de esperanza” en unos años que fueron “cruciales y muy frágiles” y “personificó todo el coraje y toda la valentía con que los españoles estaban empujando la transición de la dictadura a la democracia. Si el rumbo no se desvió y conseguimos avanzar hacia un sistema democrático, fue gracias a personas como Adolfo Suárez” agregó la portavoz, quien le expresó, en nombre del Ejecutivo y de “todos los españoles”, “su agradecimiento y admiración”.
Falleció en Madrid, en la clínica Cemtro el 23 de marzo de 2014; al día siguiente, el Consejo de Ministro, reunido en sesión extraordinaria, le concedió el collar de la de la Real y Distinguida Orden de Carlos III. Fue despedido con los máximos honores con un funeral de Estado y enterrado en la Catedral de Ávila.
Obras de ~: Un nuevo horizonte para España: discursos del Presidente del Gobierno: 1976-1978, Madrid, Servicio Central de Publicaciones, Secretaría General Técnica, Presidencia del Gobierno, 1978; Fue posible la concordia, ed. de A. Hernández, Madrid, Espasa Calpe, 1996.
Bibl.: J. González de Vega, A la sombra de Adolfo Suárez, Barcelona, Plaza & Janés Editores, 1996; VV. AA., Adolfo Suárez o El valor de la concordia: una trayectoria crucial para la democracia en España, Barcelona, Círculo de Lectores-Galaxia Gutenberg, 1997 (edición homenaje al Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 1996); R. de la Cierva, Leyenda y verdad de Adolfo Suárez, Madrid, Universidad Complutense, 1997; V. Prego de Oliver, Adolfo Suárez, la apuesta del rey (1976-1981), Madrid, Unidad Editorial, 2002; J. García Abad, Adolfo Suárez: una tragedia griega, Madrid, La Esfera de los Libros, 2005; M. Ortiz, Adolfo Suárez y el bienio prodigioso (1977-1979), Barcelona, Planeta, 2006; C. Abella, Adolfo Suárez. El hombre clave de la Transición, Madrid, Espasa, 2006; A. Hernández, Suárez y el Rey, Madrid, Espasa Libros, 2009; J. F. Fuentes Aragoneses, Adolfo Suárez: historia política, Madrid, Planeta, 2011; M. Campo Vidal, Adolfo Suárez, el Presidente inesperado de la transición, Barcelona, RBA, 2012; F. Ónega, Puedo prometer y prometo: mis años con Adolfo Suárez, Barcelona, Plaza&Janés, 2013; E. Navarro Álvarez, La sombra de Suárez, Barcelona, Plaza&Janés, 2014; R. Ansón Oliart, El año mágico de Adolfo Suárez. Un rey y un presidente ante las cámaras, Madrid, La Esfera de los Libros, 2014.
Marcelino Oreja Aguirre