Fraga Iribarne, Manuel. Villalba (Lugo), 23.XI.1922 – Madrid, 15.I.2012. Catedrático de Derecho Político, diplomático, ministro y político.
Manuel Fraga nació en Villalba (Lugo), siendo el mayor de doce hermanos de un matrimonio emigrante. Su padre emigró tempranamente a Cuba, donde acabó recalando en la localidad de Manatí. Allí conoció a la también emigrante María Iribarne, procedente de la Navarra francesa, con la que se casó en Francia. Los padres volvieron a Cuba, dejando al hijo al cuidado de la abuela y de su tía. Luego, el propio Fraga estuvo en Cuba con dos de sus hermanos, estancia que recuerda en sus Memorias. Cuando él tenía seis años, toda la familia se reintegró a Villalba, en plena dictadura de Primo de Rivera. Después, su padre, Manuel Fraga Bello, fue nombrado alcalde de su pueblo natal. Fraga fue un estudiante excepcional, ya en los estudios primarios y el bachillerato, culminándolos con el Premio Extraordinario en el examen de Estado, que daba acceso a la Universidad. Cursó el primer año en la Universidad de Santiago, con matrícula de honor en todas las asignaturas, trasladándose a la Universidad Complutense de Madrid, donde culminó su licenciatura en Derecho con Premio Extraordinario fin de carrera, así como el doctorado, con análoga distinción, versando su tesis sobre Luis de Molina y el derecho de la guerra. Inmediatamente ingresó por oposición, con el número uno, en el Cuerpo de Letrados de las Cortes, y poco después, también por oposición y el número uno, en el Cuerpo Diplomático. Al mismo tiempo, empezó a explicar un curso de Teoría del Estado en la reciente Facultad de Ciencias Políticas y Económicas, mientras preparaba sus oposiciones a la cátedra de Derecho Político de la Universidad de Valencia, que obtuvo, en dura competición con Enrique Tierno Galván, en el año 1948. Unos meses antes había contraído matrimonio con Carmen Estévez, con quien tuvo cinco hijos. En 1953, ganó la cátedra de Teoría del Estado y Derecho Constitucional de la Universidad Complutense de Madrid, que ocupó hasta su jubilación. Esta fulgurante carrera profesional constituyó una sólida base de lanzamiento para la acción política.
Fraga era uno de los hijos favoritos del Régimen, como dice uno de sus biógrafos. Su ingreso en la política se hizo de la mano de Joaquín Ruiz Jiménez, ministro de Educación, que le nombró secretario del Consejo Nacional de Educación, primero, y secretario general técnico del Ministerio, después. El equipo ministerial de Ruiz Jiménez fue cesado debido a las revueltas estudiantiles de 1956. Fraga fue designado delegado nacional de Asociaciones del Movimiento y, en 1961, fue nombrado director del Instituto de Estudios Políticos, institución de gran peso doctrinal y académico, que llevaba incorporada la condición de procurador de las Cortes y consejero de Estado. Un año después, ingresó en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Su amplia preparación profesional, su gran capacidad de trabajo y una firme voluntad de no perder el tiempo, que le dieron fama de persona eficaz, pero también de intemperante, le situaron entre los candidatos indiscutibles para alcanzar una cartera ministerial. Ello se produjo en el cambio de Gobierno que Franco llevó a cabo en 1962, donde nombró a tres ministros jóvenes para que impulsaran el proceso de modernización que el Régimen ha emprendido después del Plan de Estabilización. La gran década del desarrollo de los años sesenta fue decisiva para operar un gran cambio económico y social de la sociedad española, uno de cuyos fundamentos era el turismo, que Fraga se encargó de gestionar con éxito. Sin embargo, el gran protagonismo de su actividad como ministro de Información y Turismo lo alcanzó con la nueva Ley de Prensa e Imprenta, que abolió la censura previa y supuso una apertura política y cultural en el ámbito del cine, del teatro, de la televisión, de los libros y otras manifestaciones culturales.
La figura de Fraga se percibía como un valor en alza del Régimen, hasta que estalló el Caso Matesa, que enfrentó a los tecnócratas desarrollistas de López Rodó con los aperturistas de Fraga, Castiella y Solís.
La crisis la ganaron los tecnócratas, Fraga fue cesado y tuvo la sensación de haber sido un servidor público mal pagado. Incluso pensó en pasarse al sector privado, con una corta experiencia de directivo de una empresa. Sin embargo, poco después optó por aceptar la oferta de embajador de España en Londres que le hizo el Gobierno. Dada su condición de diplomático de carrera y de profesor de Derecho Político, el cargo le permitió observar in situ el funcionamiento del sistema parlamentario inglés, el más antiguo del mundo, al que había dedicado años atrás un interesante libro. Fraga permaneció dos años en Londres, por la embajada fueron pasando muchas personas de diversos sectores españoles, y él fue madurando sus ideas acerca de una teoría de la reforma y el cambio político, en una concepción cercana a la de Cánovas, que pudiera alumbrar un partido de centro cuando falleciera el dictador.
La muerte de Franco le impulsó a ir a Madrid el mismo día del fallecimiento, y fue recibido por don Juan Carlos. Aceptó el ofrecimiento del presidente Carlos Arias para ocupar la vicepresidencia del Gobierno y el Ministerio de Gobernación, mientras Areilza aceptaba la cartera de Exteriores, convirtiéndose los dos ministros en la imagen de la apertura política que el Gobierno ofrecía. Pronto se vieron decepcionadas las esperanzas de los reformadores, ante el inmovilismo del presidente. Cesado Carlos Arias Navarro, y de acuerdo con el Rey, el presidente de las Cortes, Torcuato Fernández Miranda, planteó una nueva fórmula, de la Ley a la Ley, para la reforma de las Leyes Fundamentales. Ello aconsejaba el nombramiento como presidente de una persona joven, perteneciente a la generación del Rey, y fue designado Adolfo Suárez. Este nombramiento decepcionó a Fraga, que no quiso estar en el nuevo Gobierno, y decidió preparar el programa de un partido político para llevar adelante una reforma democrática, de tipo canovista. De forma poco comprensible, tendió la mano a siete figuras amortizadas del franquismo, constituyendo la Federación de Alianza Popular (AP).
Llegadas las elecciones, la Federación obtuvo unos endebles resultados (dieciséis diputados y dos senadores).
Fraga, elegido diputado por Madrid, decidió seguir adelante y participar en el proyecto constituyente, siendo uno de los siete ponentes del texto constitucional que se entregó a los diputados y senadores.
Esta participación de Fraga en la Comisión Constitución precipitó la ruptura de AP por parte de los nostálgicos del franquismo, que se materializó en la votación de la Carta Magna: votaron a favor Fraga y ocho diputados más; en contra, cinco diputados. Tras la ruptura de AP, Fraga emprendió la reconstrucción del partido de la derecha, dado que el centro lo había ocupado UCD, la Unión de Centro Democrático de Adolfo Suárez. El resultado de las nuevas elecciones fue demoledor: nueve escaños en el Congreso, para la Coalición Democrática de Fraga y Areilza. Después de este desastre, Fraga pensó abandonar la política, pero le convencieron para que continuara y emprendió el nuevo camino de la derecha en pro de “la mayoría natural”, favorecido por la crisis de UCD y sus divisiones internas.
La dimisión de Suárez, a comienzos de 1981, y el golpe de Estado del 23-F tal vez pudieron servir para intentar una alianza del centro y la derecha. Pero las cosas iban por otro camino. Las elecciones gallegas de 1981 y las andaluzas de 1982 indicaron claramente que la UCD iba a ser sustituida por Alianza Popular. Las elecciones generales de 1982 dieron un triunfo arrollador al Partido Socialista Obrero Español (PSOE), con doscientos dos escaños, UCD desapareció prácticamente y la Alianza Popular se erigió en la alternativa con ciento siete diputados.
El partido de Fraga partía de una sólida base conservadora, pero con la idea de acercarse también al centro político, especialmente defendida por pequeños partidos asociados, como el Demócrata Popular, de Óscar Alzaga, y el Partido Liberal de Pedro Schwarz.
En realidad, a Fraga se le regateó el triunfo definitivo desde el primer día, y la operación más directamente diseñada contra él fue la llamada Operación Roca, que contó con apoyos millonarios para evitar la extensión del partido de Fraga hacia zonas más cercanas al supuesto centrismo de Miguel Roca, operación que se saldó con un descomunal fracaso de tan millonario proyecto. Las diversas elecciones que se fueron sucediendo —generales, autonómicas, municipales, europeas— configuraron un bipartidismo imperfecto, flanqueado por partidos nacionalistas y el Partido Comunista, una vez que Fraga hizo el gran servicio de absorber gran parte del electorado de extrema derecha, que ha hecho inviable hasta hoy la existencia parlamentaria de un Le Pen español. Pero las sucesivas elecciones iban también dejando, salvo el caso de Galicia y algún otro, la impresión de un horizonte lejano para poder gobernar, que dio lugar a las controversias sobre el techo electoral de Fraga y las maniobras para desestabilizarle el partido, que, por otra parte, cometió errores como el de la abstención en el referéndum de la permanencia en la OTAN. Las nuevas elecciones generales las volvió a ganar el PSOE por mayoría absoluta y los votos de AP parecían estancados. Por si fuera poco, los democristianos de Óscar Alzaga, socios de Fraga, la misma noche electoral, nada más conocerse los resultados, anunciaron que ellos se separaban de la coalición y se pasaban al grupo mixto.
Todo ello, unido a las conspiraciones para sustituirlo, le llevaron al anuncio de su dimisión, en una carta dirigida a los militantes de AP, el 2 de diciembre de 1986. El partido eligió a Hernández Mancha para sucederle, Fraga continuó en su escaño en el Congreso y, cuando se celebraron las elecciones al Parlamento Europeo, le ofrecieron encabezar la lista de AP, para aprovechar su tirón. Aceptó y permaneció dos años trabajando en las Comisiones de Asuntos Políticos y Relaciones Exteriores del Parlamento. Mientras tanto, a lo largo de 1988, el partido de AP sufría un progresivo deterioro, agravado por la poca sensata presentación de una fracasada moción de censura del partido de Hernández Mancha contra el Gobierno de Felipe González. Esa situación generó movimientos dentro del partido para que Fraga volviera a pilotarlo, mediante una refundación en un congreso nacional, que cambió el nombre del partido, pasando a denominarse Partido Popular, abierto a la recepción de líderes de la ya extinguida UCD. El congreso se celebró en febrero de 1989, Fraga fue elegido presidente del refundado Partido Popular y empezó a preparar su participación en las elecciones autonómicas de Galicia, previstas para el otoño de 1989, con la idea de consagrar su actividad política a Galicia, dando paso a un nuevo líder nacional del PP, avalado y tutelado por el fundador. La convocatoria adelantada de las elecciones generales, por la disolución de las Cámaras en el mes de agosto, precipitó también el nombramiento de José María Aznar como candidato a la presidencia del Gobierno y del partido, al encabezar la lista por Madrid. Las elecciones autonómicas de Galicia, celebradas en diciembre de 1989, dieron a Fraga la victoria por mayoría absoluta, que fue revalidada por la misma mayoría en todas las elecciones gallegas sucesivas, salvo la última, que perdió por unos cientos de votos del último escaño, que le impidió seguir gobernando.
Cedida la presidencia del Partido Popular a José María Aznar, en el Congreso celebrado en Sevilla en abril de 1990, Fraga volcó su actividad en Galicia y en la organización autonómica del Estado establecida en la Constitución, proponiendo un proyecto de “Administración única”, “desde Galicia”. Desde la Xunta promovió una gran modernización de la sociedad gallega.
Ahora, Fraga continúa muy ligado a Galicia, al representarla en su escaño del Senado.
La actividad de Fraga, además de su ocupación como líder político, se caracterizó siempre por una participación intensa como profesor, conferenciante, escritor, organizador de encuentros y seminarios, de lo cual dan cumplida cuenta el casi centenar de libros publicados, los estudios preliminares, los prólogos y la dirección de obras colectivas, así como su asistencia asidua a las numerosas instituciones académicas culturales y sociales de las que forma parte. Es miembro de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, de la Real Academia Gallega y de la Academia Portuguesa de la Historia. Doctor honoris causa por varias universidades.
Fraga se consideró siempre como un servidor público, avalado por su condición de profesor y alto funcionario, de una gran honestidad personal, en el mejor estilo ciceroniano, empeñado en desarrollar un pensamiento conservador, en la línea de Jovellanos, Cánovas del Castillo, Ramiro de Maeztu y Antonio Maura, de lo que dejó una abundante muestra en libros, conferencias y artículos. Tuvo un papel relevante en la Transición, comprometido con la reconciliación política, simbólicamente representada en la presentación que hizo de Santiago Carrillo en una conferencia en el Club Siglo XXI, y de modo institucional, en el consenso de la Constitución, de la que fue uno de los siete padres fundadores que redactaron la ponencia.
Fue presidente de la Comunidad Autónoma de Galicia entre 1990 y 2005, para después ser senador por esta Comunidad.
Obras de ~: Luis de Molina y el derecho de la guerra, Madrid, CSIC, 1947; Razas y Racismo en Norteamérica, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1950; La Reforma del Congreso de Estados Unidos, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1951; La Crisis del Estado, Madrid, Aguilar, 1955; Don Diego de Saavedra Fajardo y la diplomacia de su época, Madrid, Dirección General de Relaciones Culturales, 1955; Balmes, fundador de la sociología positiva, Vich, Ayuntamiento de Vich, 1955; La familia española ante la segunda mitad del siglo xix, Madrid, Congreso de la Familia Española, 1959; El Reglamento de las Cortes Españolas, Madrid, Biblioteca de Cuestiones Actuales, 1959; Las transformaciones de la sociedad española contemporánea, Madrid, 1959; La Familia y la Educación en una sociedad de masas y máquinas, Madrid, Congreso de la Familia Española, 1960; El Parlamento británico, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1961; Estructura Política de España. La vida social y política del siglo xx, Madrid, Editorial Doncel, 1961; El nuevo Antimaquiavelo, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1961; Guerra y conflicto social, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1962; Sociedad, Política y Gobierno en Hispanoamérica, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1962; La monarquía como forma de Estado, Madrid, 1970; La España del futuro y la monarquía, Madrid, 1972; El desarrollo político, Barcelona, Ediciones Grijalbo, 1972; Legitimidad y representación, Barcelona, E. Grijalbo, 1973; Sociedad, Región, Europa, Madrid, Alianza Editorial, 1973; La República, Barcelona, Planeta, 1973; Ramiro de Maeztu y el pensamiento político británico, Vitoria, 1974; Las Leyes, Barcelona, Planeta, 1975; Un objetivo nacional, Barcelona, E. Dirosa, 1975; Cánovas, Maeztu y otros discursos de la Segunda Restauración, Madrid, Sala Editorial, 1976; Ramiro de Maeztu en Londres, Madrid, Cultura Hispánica, 1976; El gabinete británico, Madrid, Moneda y Crédito, 1977; La Monarquía y el país, Barcelona, Planeta, 1977; Los nuevos diálogos, Barcelona, Planeta, 1977; La crisis del Estado español, Barcelona, Planeta, 1978; Después de la Constitución y hacia los años ochenta, Barcelona, Planeta, 1979; Memoria breve de una vida pública, Barcelona, Planeta, 1980; Ideas para la reconstrucción de una España con futuro, Barcelona, Planeta, 1980; El pensamiento conservador español, Barcelona, Planeta, 1981; El debate nacional, Barcelona, Planeta, 1981; España entre dos modelos de sociedad, Barcelona, Planeta, 1982; La leal oposición, Barcelona, Planeta, 1984; El retorno a las raíces, Barcelona, Planeta, 1984; El Estado de la nación, Barcelona, Planeta, 1985; Razón de Estado y Pasión de Estado, Barcelona, Planeta, 1985; La España bloqueada, Barcelona, Planeta, 1986; En busca del tiempo servido (Memorias), Barcelona, Planeta, 1987; Galicia, ayer, hoy y mañana, Vigo, Xunta de Galicia, 1990; La cultura gallega: pasado, presente y futuro, Santiago, Xunta, 1990; De Galicia a Europa, Barcelona, Planeta, 1991; Región, Estado, Europa, una visión desde Galicia, Vigo, Xunta, 1992; Impulso autonómico, Barcelona, Planeta, 1994; Nuevo Orden Mundial, Barcelona, Planeta, 1996; El principio de subsidiariedad en la Unión Europea, Fundación Galicia-Europa, 1997; Cánovas del Castillo, cien años después, Barcelona, Planeta, 1998; Ciencia y Tecnología: Desafío político y administrativo, conferencia en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, Santander, 22 de septiembre de 2000, La Coruña, 2000; Sociedad y Valores, Madrid, Planeta, 2006.
Bibl.: M. Milián Maestre, Fraga Iribarne: Retrato en tres tiempos, Barcelona, Dirosa, 1975; O. Cabezas, Manuel Fraga, semblanza de un hombre de Estado, Madrid, Organización Sala Editorial, 1976; C. Sentís, Manuel Fraga Iribarne. Perfil humano y político, Madrid, Cambio 16, 1977; M. Quintanilla, El pensamiento de Fraga, Guadalajara, Ocejón Ediciones, 1976; M. Martínez Ferrol, Radiografía Política del Profesor Fraga Iribarne, Madrid, Crespo, D. L., 1978; E. Chamorro, El Cañón Giratorio, Madrid, Argos Vergara, 1982; R. Baón, Fraga, genio y figura, Madrid, El Burgo, 1983; J. M. Bernáldez, El patrón de la derecha, Barcelona, Plaza y Janés, 1985; F. Jáuregui, La derecha después de Fraga, Madrid, Ediciones El País, 1987; M. Platón, Manuel Fraga. La divertida biografía de un gallego incombustible, Madrid, Temas de Hoy, 1992; P. Cernuda, Ciclón Fraga, Madrid, Temas de Hoy, 1997; VV. AA., Manuel Fraga, Fundación Cánovas del Castillo, Madrid, 1997, 2 vols.; J. M.ª Escudero, Aportación de Manuel Fraga al pensamiento político conservador, Madrid, Fundación Cánovas del Castillo, 1997; J. Velarde Fuentes, Fraga, o el intelectual y la política, Madrid, Planeta, 2001; X. L. Blanco Campaña, Manuel Fraga Iribarne, galego universal, Vigo, Ir Indo D. L., 2001; P. Falcón, Fraga y Galicia, Santiago, Ronsel, 2002; F. Jáuregui, Cinco horas y toda una vida con Fraga, Madrid, Espejo de Tinta, 2004; E. Beotas, Manuel Fraga, cuaderno de notas de una vida, Madrid, Edaf, 2007; M. Penella, Manuel Fraga Iribarne y su tiempo, Madrid, Planeta, 2009.
Luis González Seara