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Ángel Herrera Oria

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Biografía

Herrera Oria, Ángel. Santander (Cantabria), 19.XII.1886 – Málaga, 28.VII.1968. Periodista, abogado y cardenal de la Iglesia Católica.

Fue el principal inspirador del catolicismo social en todos los ámbitos de la vida humana. Su padre, José Herrera Ariosa, abogado, pero con actividades profesionales acentuaron su interés por desarrollar una cultura española que volviese a tener a los católicos dedicadas al negocio del tabaco, era montañés originario, natural de La Habana, y su madre, Asunción Oria, natural de Corrales de Buelna (Cantabria). El abuelo paterno, Antonio Herrera, nació en Renedo de Piélagos (Cantabria), y la abuela, Dolores Ariosa, en La Habana. Por parte de madre, Juan José Oria, era oriundo de Vega de Pas, y Josefa Rodríguez de Madrid.

El décimo hijo de José Herrera y de Asunción Oria nació en el n.º 1 de la calle de Santa Lucía de la ciudad de Santander, cerca de Puerto Chico, y fue bautizado en la parroquia de Santa Lucía el 28 de diciembre con el nombre de Ángel Nemesio. El matrimonio llegó a tener quince hijos (cinco fueron jesuitas). Pasaban sus vacaciones de verano en Santander y el resto del año permanecían en Valladolid. Por esta razón, la ciudad castellana fue escenario importante de la vida de Ángel Herrera Oria. Allí estudió, primero con los hermanos de la doctrina cristiana en el colegio Lourdes, y después hizo el bachillerato con los jesuitas del colegio San José, graduándose el 14 de julio de 1900.

Santander marcó profundamente la orientación intelectual del joven Ángel Herrera. Allí se formó un interesante grupo cultural con importantes protagonistas de la cultura española, como José María de Pereda, Marcelino Menéndez Pelayo y Amós de Escalante. Los tres contribuyeron a modelar la personalidad de Ángel Herrera y como protagonistas. La imagen de un catolicismo español, vinculado al retraso cultural y a las guerras civiles del siglo XIX, era la más divulgada por los liberales durante el siglo XIX. Ángel Herrera pudo conocer en Santander un catolicismo plural con figuras señeras en la cultura.

Herrera, en su época vallisoletana, en octubre de 1900, comenzó la licenciatura de Derecho en la Universidad de Valladolid, pero pasó dos años en la Universidad de Deusto (Vizcaya), regida por la Compañía de Jesús. Su paso por Deusto reforzó su relación con los jesuitas y la esperanza de que en España hubiese una elite intelectual católica. En 1905 se licenció en la Universidad de Salamanca. Cuatro años después se doctoró en Derecho. Su afición a las letras, acentuada por los jesuitas, le decidió en 1906 a comenzar la licenciatura en Filosofía y Letras en la Universidad de Deusto y continuarla en Madrid.

Ángel Herrera optó por ser abogado del Estado debido al prestigio de este cuerpo. En la oposición obtuvo el puesto número tres en 1907 y pasó a ejercer su nuevo cargo en la Delegación de Hacienda de Burgos, en la que permaneció siete meses. En octubre de 1908 pidió la excedencia para vivir en Madrid, con el designio de dedicarse a la política.

El 4 de noviembre de 1908, el padre Ángel Ayala convocó una reunión en el colegio de los jesuitas de la calle de Areneros con Luis de Aristizábal, Jaime Chicharro, José Fernández de Henestrosa, Manuel Gómez Roldán, José María Lamamié de Clairac, José Polanco, Gerardo Requejo y Ángel Herrera. Los ocho jóvenes eran miembros de la Congregación mariana de San Luis Gonzaga, que el padre Ayala dirigía en Madrid. Eran todos universitarios o profesionales. “Los Luises” daban conferencias, cursos de formación a obreros, hacían representaciones de teatro y publicaban alguna revista de carácter religioso. Por entonces, el padre Ayala decidió fundar una asociación de católicos selectos, con importante preferencia por los problemas sociales, que fue el antecedente de la Asociación Católica Nacional de Jóvenes Propagandistas.

Las reuniones se celebraban los viernes en el colegio de Areneros. Ángel Herrera y Gerardo Requejo fueron los secretarios del grupo. El 25 de marzo de 1909, en tiempo de Cuaresma, Ángel Herrera, Gerardo Requejo y José María Lamamié de Clairac se presentaron por primera vez como propagandistas en un acto público en Ciudad Real, presidido por el doctor Remigio Gandásegui, prelado de la diócesis y prior de las Órdenes Militares. Cinco días después, hablaron en Badajoz, en el teatro López de Ayala, y, al poco tiempo, en Toledo, en el teatro Rojas. El padre Ayala estuvo informado siempre de los actos, pero nunca participó en ninguno de ellos. Los jóvenes que formaban el grupo respondieron a la adaptación del catolicismo a la sociedad de su tiempo promovida por León XIII desde la encíclica Aeternis Patris, del 4 de agosto de 1879.

En 1911 el padre Ángel Ayala, que había contribuido a la formación del grupo, se retiró a Ciudad Real. Ángel Herrera pasó a dirigirlo. Los motivos del traslado fueron el resultado de la pugna interna que vivía el catolicismo español entre sus distintas familias políticas. Viajó a Roma en la primavera de 1911 para entrevistarse con el papa Pío X e informarle sobre la conveniencia de crear un medio de prensa católico moderno en España. El 29 de junio de 1911 Herrera y José María Urquijo decidieron comprar el periódico El Debate, propiedad de los hermanos Mataix, fundado el año anterior con poco éxito. Financiaron la operación los dueños de La Gaceta del Norte, periódico católico independiente de Bilbao. Ángel Herrera, con veinticinco años, pasó a ser el director de El Debate y continuó desempeñando este cargo hasta febrero de 1933. Contó con la ayuda de Rafael Rotllán, redactor jefe del nuevo periódico, con la experiencia de haber tenido el mismo cargo en el periódico El Siglo Futuro. Debido a las pérdidas, La Gaceta del Norte cedió gratuitamente el periódico a los propagandistas. A partir de entonces, El Debate se transformó en uno de los periódicos de mayor reconocimiento por parte de la opinión pública, gracias a las acciones de Ángel Herrera, para mejorar la formación de los periodistas pues, en 1920, envió a varios de ellos a la Universidad de Columbia. Seis años después, los antiguos alumnos daban cursos de periodismo. En 1927 Ángel Herrera visitó diversas Universidades alemanas (Múnich, Heidelberg, Leipzig y Nuremberg) para conocer el periodismo alemán; estas acciones fueron el origen del periodismo español.

Ángel Herrera, director de la Escuela de Periodismo de El Debate, permaneció en el puesto desde la fundación en 1926, hasta que dejó de ser director del periódico en 1933.

En su libro España como problema (Madrid, 1948), Laín Entralgo, al tratar de la europeización como programa de los hombres de letras de la llamada Generación de 1914, entre los que destaca Ortega y Gasset, escribió: “Herrera Oria, por su parte, se propone hacia 1910 la ‘europeización’ del Catolicismo español. Quiere un Catolicismo social, bien informado, eficaz, sereno, al modo del ‘Centro alemán’ o del Catolicismo belga. Piensa, como Ortega, en la necesidad de ‘minorías selectas’ y de órganos de educación, y como él, llama a la juventud. La Asociación de Jóvenes Propagandistas Católicos El Debate son los primeros instrumentos de su acción reformadora”.

Ángel Herrera, como presidente de la Acción Católica Nacional de Jóvenes Propagandistas (ACN de JP), recorrió pueblos de España para dar conferencias y animar a la movilización de los católicos. Criticaba que gente sin cultura llegara a tener un gran protagonismo político debido a su activismo y a la propaganda. Pensaba que los propagandistas habían de centrar su acción en divulgar pocas ideas, pero concretas y prácticas, e insistir en exponerlas. Recalcó en lo importante de la influencia de la prensa escrita. Para influir sobre las gentes de campo, promovió la organización de sindicatos agrícolas católicos. Comenzó esta acción en Palencia en 1912: en cada pueblo daba un mitin y promocionaba la constitución de un sindicato y de una caja de ahorros, con el apoyo del párroco del lugar. En 1917 los sindicatos agrarios comenzaron a tomar un carácter nacional al constituir sus federaciones la Confederación Nacional Católico-Agraria (CNCA). Sus colaboradores principales en el apostolado agrario fueron el jesuita Sisinio Nevares y el agricultor Antonio Monedero, este último, primer presidente nacional de la CNCA, promotor de que el asociacionismo católico agrario llegase a reunir cinco mil sindicatos federados y a seiscientos mil agricultores.

Ángel Herrera también quiso reunir a católicos de diversas tendencias políticas que tuviesen inquietudes sociales. En la Campaña Social Popular desarrollada en 1920 participaron Antonio Maura, Francesc Cambó, Juan Vázquez de Mella, Víctor Pradera, Antonio Goicoechea y Ossorio y Gallardo. El éxito conseguido en la movilización conjunta de los católicos se repitió dos años después con la Gran Campaña Social, de la que Ángel Herrera era comisario organizador. Los obispos decidieron suspender los actos. No obstante, Ángel Herrera, desde las páginas de El Debate, mantuvo su preocupación por las mejoras sociales en España y ofreció las páginas del periódico a los miembros del grupo Democracia Cristiana. Surgido en 1919 en torno a Severino Aznar, había reunido a varios hombres de letras católicos aragoneses que pretendían, de manera similar a los propagandistas presididos por el director de El Debate, divulgar los principios del catolicismo social en España.

En cuanto a la acción educativa, Ángel Herrera trató de apoyar a los maestros católicos y a las iniciativas que ampliasen la presencia católica en la enseñanza pública. De ahí derivó su amistad con el beato padre Poveda, fundador del instituto secular teresiano, gran reformador educativo. También Herrera inspiró la fundación, en 1920, de la Confederación de Estudiantes Católicos, que presidió su leal discípulo Fernando Martín-Sánchez Juliá. En esta organización se integraron estudiantes católicos de diversas tendencias que trataron de difundir en los ámbitos universitarios.

Herrera, como presidente de los propagandistas españoles, tenía el propósito de fomentar mejoras sociales ante el peligro de que se produjera en España un socialismo revolucionario análogo al que había triunfado en Rusia en 1917. El espíritu regionalista parecía un arma eficaz para acercar la administración a los ciudadanos, eliminar los caciquismos de los partidos de turno y reintegrar las fuerzas católicas que estaban al margen de estos partidos, como podían ser los tradicionalistas de Vázquez de Mella y los catalanistas de Cambó. En este proceso, las colaboraciones entre los distintos movimientos se hacían cada vez más necesarias y flexibles. Por ello Herrera mantuvo buena relación con políticos, aparentemente dispares, como Antonio Maura, Francisco Cambó, Juan Vázquez de Mella y José Antonio Aguirre. Tenían en común que sus proyectos podían servir como programa mínimo para dirigentes tan dispares, programa mínimo consistente en que se cumplieran las leyes favorables a la Iglesia, el regionalismo, la representación proporcional y la difusión del cooperativismo agrario. Fue el segundo punto el que acabó siendo fundamental. Herrera entendía el regionalismo como el principio de la unidad nacional española, pero no uniforme, sino respetando y fomentando las distintas peculiaridades regionales. Creía que el regionalismo podía unir a carlistas, como Vázquez de Mella, liberales favorables a una descentralización, como Maura, y nacionalistas, como Cambó y Aguirre. Por ello en agosto de 1918, en Valladolid, defendió la necesidad de fomentar un regionalismo castellano que fortaleciese las peculiaridades de la región y reivindicase competencias como en Cataluña. La falta de acción común de los partidos afines del sistema fomentó la necesidad de crear un partido católico nuevo, que respondiese al ejemplo del Partido Centro Alemán y del Popular Italiano. Con este fin, en junio de 1922 fue reunida en Zaragoza la asamblea constituyente del Partido Social Popular (PSP). La nueva formación, en la que se integraron tradicionalistas disidentes, mauristas, sindicalistas católicos y propagandistas, quería ajustarse a las enseñanzas de la Iglesia e inspirarse en las doctrinas del catolicismo social. El nuevo partido contó desde el comienzo con el apoyo entusiasta del periódico y de los miembros de la ACN de JP, que encabezaba Ángel Herrera. La formación política que surgía era renovadora y sintonizaba con el movimiento asociativo católico que Herrera ayudaba a desarrollar en España. Sin embargo, el sistema de la restauración acabó dando paso a un gobierno autoritario con el capitán general de Barcelona, Miguel Primo de Rivera, el 13 de septiembre de 1923. El PSP, que acababa de nacer, vivió pronto la disolución de sus miembros entre opositores y colaboracionistas.

Durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera, la postura de Ángel Herrera fue la de colaborar con el nuevo régimen por el restablecimiento del orden público, por la pacificación de Marruecos y por el comienzo de la importante política de obras públicas. No obstante, el apoyo de Ángel Herrera a la dictadura no fue incondicional, por considerar que se trataba de una situación transitoria. Herrera, dado el éxito inicial del PSP, decidió la creación de una asociación política el 28 de mayo de 1924: la Unión Patriótica Castellana en Medina del Campo, aunque perdió el control de la nueva organización política, pues la Unión Patriótica se convirtió en el partido del régimen.

Ángel Herrera se reunía con el general Primo de Rivera dos veces por semana para tratar de diversos asuntos. La idea de Herrera de fomentar la evolución paulatina de la dictadura militar a una democracia civil, incluso un proyecto de Ley de Prensa, en que se defendía la libertad de los medios de comunicación y que se aplicase una censura regulada por la ley, que elaboró con propagandistas significados, no fue admitida en la Asamblea Nacional Consultiva. Ángel Herrera intentó, sin éxito, servir de intermediario entre el general y políticos como Francisco Cambó.

Con el final de la dictadura de Primo de Rivera renació en Ángel Herrera la idea de formar un partido conservador moderno. El 3 de marzo de 1931 fundó el Centro Constitucional, que aglutinaba a nacionalistas, regionalistas y mauristas, aunque la nueva formación no sobreviviría a la proclamación de la Segunda República el 14 de abril de ese mismo año.

Con la proclamación de la República, Ángel Herrera decidió reconocer al nuevo régimen e influyó en que la mayoría católica hiciese lo mismo. Sus dos primeras entrevistas con Manuel Azaña en agosto de 1931 no convencieron al estadista republicano de que las nuevas disposiciones legales habrían de privar a la República del apoyo católico.

La necesidad de contar con una representación política en las Cortes Constituyentes motivó que Ángel Herrera decidiese fundar una agrupación política con mayoría de propagandistas. Surgió así Acción Nacional. Debido al completo fracaso en las elecciones de 1931, pues ni el mismo Herrera salió elegido diputado por Madrid, pasó a ser presidente del partido José María Gil Robles, antiguo colaborador de la CNCA y del PSP. El partido cambió su nombre por imposición de la ley a Acción Popular. En 1933 pudo aglutinar a varios partidos regionales de ideal similar y conformar la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA). En ese mismo año, la CEDA ganaba las elecciones generales. El partido católico formó parte de la coalición gubernamental con los radicales de Alejandro Lerroux.

Ángel Herrera no coincidió con José María Gil Robles en cómo habría de dirigirse la política del partido y, desde su posición de director de El Debate, mantuvo una postura cercana, pero no incondicional. Además, el periodista tuvo que sufrir en esa época la incomprensión y los ataques de los monárquicos, que no aceptaban el reconocimiento del régimen republicano, apoyados por una gran parte del electorado católico. La vida de Ángel Herrera cambió al dejar la dirección del periódico en manos de Francisco de Luis y al asumir él la presidencia de Acción Católica el 10 de febrero de 1933. Bajo su mandato, la Acción Católica volvió a promover las semanas sociales con dos asambleas en 1933 y 1934 y ayudó a unificar los sindicatos católicos y el Instituto Social Obrero, para formar cuadros católicos obreros, que quedaron bajo la dirección de Tomás Cerro. En el ámbito cultural, inició la colección “Pro Ecclesia et Patria”, con Máximo Cuervo, y la Revista de Estudios Hispánicos, en la que se concentraba un gran número de católicos militantes. La obra que tuvo mayor proyección en el futuro, comenzada en 1933, fue la fundación del Centro de Estudios Universitarios, como futura Universidad Católica, con cursos dados por jóvenes profesores. Paralelamente, Ángel Herrera celebró en el colegio Cántabro de Santander cursos de verano. En la primavera de 1936 puso la ACN de P y la Acción Católica en manos de Fernando Martín-Sánchez Juliá. Por entonces, Ángel Herrera, que llevaba tiempo con el deseo de responder a su vocación sacerdotal, viajó el 10 de mayo de 1936 a Friburgo para comenzar sus estudios sacerdotales.

Informado de los acontecimientos de España durante la Guerra Civil, guardó una posición expectante sin apoyar el levantamiento. Cuando volvió a España se dedicó a labores sociales en Santander, como coadjutor de la parroquia de Santa Lucía, manteniéndose fuera de la política, aunque aconsejó a sus antiguos discípulos que acataran el orden instituido. Su influencia fue en aumento, a medida que los propagandistas adquirieron puestos de responsabilidad en el régimen, especialmente con Alberto Martín Artajo y Joaquín Ruiz-Giménez. El 3 de mayo de 1947, Ángel Herrera fue nombrado obispo de Málaga. El nuevo prelado insistió en promover la iniciativa para conseguir la modernización católica de España. No tuvo éxito su intento de crear una universidad católica, aunque el CEU reapareció formando parte como centro adscrito a la Universidad de Madrid. El colegio mayor San Pablo se inauguró en 1951. Entre los éxitos de Herrera, cabe destacar la creación de la BAC (Biblioteca de Autores Cristianos) en 1944, que pronto fue una de las editoriales de referencia en la publicación de libros católicos. En 1947-1948 participó en los cursos de periodismo celebrados en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander. Además, inspiró la Escuela de Periodismo de la Iglesia en 1960, aunque no subsistió debido a la fundación de la Escuela oficial de Periodismo. Como obispo de Málaga, en las semanas sociales organizadas en 1949 y 1950 en Madrid y Bilbao, defendió la iniciativa privada y la economía de mercado, aunque criticó a los dirigentes empresariales por su falta de interés por la justicia social.

Él promovió la justicia social mediante diversas fundaciones como la Escuela Social Sacerdotal en 1948, que dio origen al Instituto Social León XIII en 1951, dedicado al apostolado obrero; la creación de viviendas sociales y escuelas rurales en la diócesis de Málaga en 1948 y 1954; la escuela de estudios sociales del Valle de los Caídos en 1959 y la escuela de ciudadanía cristiana en 1961. Todas estas fundaciones tuvieron en común la formación de personas seleccionadas que incentivaron cambios en la sociedad española. Estas obras se integraron en la Fundación Pablo VI el 29 de enero de 1969.

En cuanto a la vida sacerdotal de Ángel Herrera, fue nombrado cardenal de la Iglesia el 22 de febrero de 1965, reconociéndosele los múltiples servicios realizados. Al año siguiente presentó su renuncia a la diócesis, desde entonces vivió retirado en Madrid, donde murió el 28 de julio de 1968. Fue enterrado en Málaga, la ciudad de la que fue el único cardenal-obispo de la diócesis.

 

Obras de ~: “La Asociación Católica Nacional de Propagandistas en Loyola”, en Estudios de Deusto, t. XI (1919), págs. 284-292; La palabra de Cristo, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), 1953-1959; Obras selectas, Madrid, BAC, 1963; Meditación sobre España. Ideario político-social de Ángel Herrera, Madrid, BAC, 1976; Obras completas, Madrid, BAC, 2002.

 

Bibl.: J. M. García Escudero, El pensamiento de El Debate, Madrid, BAC, 1983; YA: Medio siglo de historia. 1935-1985, Madrid, BAC, 1985; J. Sánchez Jiménez, El cardenal Herrera Oria. Pensamiento y acción social, Madrid, Encuentro, 1986; J. M. García Escudero, Conversaciones sobre Ángel Herrera Oria, Madrid, BAC, 1986; El pensamiento de Ángel Herrera. Antología política y social, Madrid, BAC, 1987; Homenaje a Ángel Herrera Oria, Santander, Tantín, 1987; La conciencia social de los españoles, Madrid, BAC, 1987; J. L. Gutiérrez, Ángel Herrera, maestro de espíritu, Ávila, Tau, 1990; J. M. Ordovás, Historia de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas. De la Dictadura a la II República, 1923-1936, Pamplona, Eunsa, 1993; J. M. García Escudero, De Periodista a Cardenal, Madrid, BAC, 1998; A. Maestre, El fracaso de un cristiano. El otro Herrera Oria, Madrid, Tecnos, 2009; J. L. Gutiérrez, Historia de la Asociación Católica de Propagandistas: Ángel Herrera Oria, Madrid, Fundación Universitaria San Pablo, 2010.

 

José Luis Orella Martínez

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