García Hernández, José. Guadalajara, 19.III.1915 - Madrid, 5.II.2000. Político.
Venido al mundo en un hogar de la pequeña burguesía profesional —su progenitor, director de la escuela y banda de música de Guadalajara—, estudió el bachillerato con notas muy destacadas en el instituto de enseñanza media de su ciudad natal y posteriormente la carrera de Derecho en la Universidad Complutense, con idéntico aprovechamiento. Típico representante de la alta burocracia y elevado funcionariado del franquismo, obtuvo a edad temprana una plaza en el Cuerpo de Abogados del Estado (1941), ejerciendo como tal en las delegaciones de Hacienda de Cuenca, Guadalajara, y las asesorías jurídicas de los ministerios de Gobernación, Información y Turismo y Obras Públicas, donde se jubiló. Presidente de la Diputación Provincial de Guadalajara en el quinquenio 1941-1956, gobernador civil de Lugo y Las Palmas de Gran Canaria, desempeñaría la Dirección General de Administración Local entre 1951 y 1957 en el Ministerio de la Gobernación durante la última etapa de Blas Pérez González, del que sería muy estrecho colaborador en compañía de un equipo cuyos miembros ocuparían puestos relevantes en el Estado franquista e inicios de la Transición. Procurador en Cortes desde 1952 hasta 1977 —en las que fue presidente de la Comisión de Presupuestos durante más de un decenio—, consejero nacional del Movimiento (1955) y del Instituto Nacional de Previsión, vicepresidente y presidente del Banco Exterior de España, daría muestras en los inicios del tardofranquismo de una viva preocupación por el futuro del país. Tras el tímido pero significativo intento de apertura política representado por la aprobación del Estatuto de Asociaciones (3 de julio de 1969), encabezó, con Pío Cabanillas Gallas, el primero de los cuatro grupos —el denominado de Acción Política— que se dispusieron a materializar dicha medida, constituyendo las correspondientes asociaciones. La frustración de tal empeño no le impidió actuar en la primera línea de los propugnadores de una transformación del régimen desde dentro, por lo que fue designado por su íntimo amigo Carlos Arias Navarro, en el Gobierno que éste formara en enero de 1974, vicepresidente primero y titular de la cartera de Gobernación, con cuyo mecanismo estaba familiarizado desde un cuarto de siglo atrás. Buen orador, honesto y culto, se convirtió en “ninfa Egeria” del gabinete al trazar las principales directrices de su estrategia de un “reformismo calculado”, basado en “el espíritu del 12 de febrero” de 1974 —primer discurso de Arias ante las Cortes—, pronto desbordado por los acontecimientos.
No obstante, su absoluto respaldo a la legalización de facto del Partido Socialista como uno de los pilares de la situación posdictatorial, mantuvo su postura hasta el fin de su responsabilidad, en diciembre de 1975, desde la cual diseñó y llevó parcialmente a la práctica un proyecto de descentralización administrativa —Reforma de la Ley de Régimen Local—, en clave sobre todo municipal, creándose la Entidad Municipal Metropolitana de Barcelona y el Patronato para la Ordenación y Ayuda a Las Hurdes, así como la Comisión para el Estudio del Restablecimiento de las Instituciones Tradicionales del País Vasco. Tanto en la época como posteriormente se atribuyeron algunas de sus iniciativas y actos a la pertenencia, junto a su jefe y otros integrantes del gabinete como Pío Cabanillas, a una poderosa organización secreta.
Recibió seis Grandes Cruces y las Medallas de Oro de varias provincias y capitales españolas.
Bibl.: VV. AA., I Centenario del Cuerpo de Abogados del Estado. 1881-1981, Madrid, Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, 1982; J. M. Cuenca Toribio y S. Miranda García, El poder y sus hombres. ¿Por quiénes hemos sido gobernados los españoles? (1705-1998), Madrid, Editorial Actas, 1998, págs. 542-545; J. M. Cuenca Toribio, Estudios de Historia política española contemporánea, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 2000.
José Manuel Cuenca Toribio