Eguía Ruiz, Constancio. Santander (Cantabria), 29.I.1871 – Comillas (Cantabria), 2.III.1954. Jesuita (SI), historiador y crítico literario.
Nació en el ambiente de una familia de gran religiosidad, muy conocida en su ciudad natal. Entró en la Compañía de Jesús en Loyola en noviembre de 1885, donde estudió durante cinco años a los clásicos. En 1891, pasó a Burgos para completar sus estudios de retórica. El trienio de filosofía escolástica transcurrió en Oña —antiguo monasterio benedictino que compró la Compañía a finales del siglo XIX—, entre 1892 y 1894. En Comillas, después de tres años de la fundación, se estrenó como profesor de Humanidades, de Griego y de Historia universal de la literatura. Tras dos cursos, marchó a Carrión de los Condes, explicando durante sendos cursos idénticas asignaturas. Regresó al mencionado monasterio de Oña, donde estudió Teología por espacio de cuatro años, ordenándose como sacerdote el 30 de julio de 1901. Concluyó su formación, con la tercera probación en Manresa, entre 1902 y 1903.
Enviado al Seminario de Salamanca en el curso 1903-1904, cuando todavía este centro era regentado por los jesuitas, leyó como profesor de Retórica y Griego. Desde entonces, en el Catálogo de los miembros de la Compañía, era definido en la tarea de scriptor, consideración que conservará hasta su muerte. A partir de 1905, fue enviado a Bilbao, a la residencia de la calle Ayala, donde se encontraba la redacción de El Mensajero del Corazón de Jesús, publicación entonces dirigida por el padre Remigio Vilariño. La revista estaba realizando, por aquellos días, la publicación de Jeromín y La Reina Mártir, escritas por el también jesuita Luis de Coloma, autor igualmente del popular cuento de El Ratoncito Pérez. El Mensajero del Corazón de Jesús fue definida por el padre José Manuel Aicardo como “un continuo sermón a los católicos españoles para que aborrecieran los hombres, los usos, las costumbres, las ideas de la moderna civilización”.
Desde 1905, publicó numerosos poemas en la mencionada revista, con aportaciones constantes, sobre todo en los primeros años. Más tarde, buena parte de estos versos fueron reunidos en Violetas silvestres (Valladolid, 1914). En lo que se refiere a sus artículos, éstos podían ser definidos como “lecturas predicables”, título que él mismo escogió para incluir sus cuatro volúmenes de predicación: Jesús y sus obras (Barcelona, 1915), María y sus gracias (1917), Los santos y sus glorias (1923) y El cristiano y sus deberes (1927).
Los diez años que transcurrieron entre 1910 y 1920 fueron los de su etapa vallisoletana. Solamente, en los dos primeros contó con algunas clases, pues en los restantes estuvo escribiendo. Desde 1913, fue nombrado colaborador de la prestigiosa revista Razón y Fe, a pesar de que la mayoría de los redactores vivían en Madrid. Hasta su última colaboración en sus páginas, en 1947, perteneció a su sección de literatura.
Cuando fue enviado a Madrid, en 1921, el titular de la mencionada sección era el también jesuita Camilo María Abad, por lo que Eguía no se incorporó a la redacción de Razón y Fe. En el colegio de Chamartín de la Rosa no pertenecía al grupo de escritores de Monumenta Historica Societatis Iesu, aunque se empezó a ocupar de asuntos históricos referentes a la Compañía de Jesús. Finalmente, a partir de 1926, se incorporó a la redacción de Razón y Fe, morando primero en el colegio de Areneros —donde tenía residencia esta revista—, aunque desde 1928 fue uno de los fundadores de la Villa San José. Desarrolló en los años previos a la proclamación de la Segunda República una notable actividad literaria, no solamente en las páginas de Razón y Fe —donde estudió vivamente temas relativos a las literaturas regionales de España—, sino también a través de diferentes títulos de libros. El mismo día de la muerte del padre José María Rubio —canonizado precisamente en Madrid por Juan Pablo II en 2004—, Constancio Eguía recibió el encargo de escribir su vida. Fue la primera trayectoria biográfica de este prestigioso jesuita, notable operario, hasta que el padre Staehlin se convirtió en su biógrafo moderno.
La proclamación de la Segunda República, el comienzo de la disolución de la Compañía en España a través de la propia Constitución y la quema de conventos y colegios desde las primeras semanas del nuevo régimen, impresionaron vivamente al padre Eguía. Decidió su traslado a Roma, donde podría dedicarse de manera más pausada a su labor de publicista. Fueron los años en que se ocupó en reunir materiales sobre los jesuitas españoles que, expulsados por Carlos III, vivieron su exilio fructífero en Italia. En los años de la Guerra Civil, entre 1937 y 1938, colaboró en Cività Catolica, a través de una serie de artículos titulados Dall’intellettualismo al comunismo nella Spagna. Sus colaboraciones, entonces, con Razón y Fe no fueron abundantes, pero se encuentran importantes libros de su trayectoria literaria e investigadora. Proyectó mucho aunque no siempre lo culminó todo, sobre todo en lo relativo a los jesuitas expulsos. En la Ciudad Eterna fue miembro del Instituto Histórico de la Compañía de Jesús, colaborando también con la revista Archivum Historicum Societatis Iesu.
Su etapa americana comenzó en 1938 y se prolongó por espacio de cuatro años. En las páginas del libro Los causantes de la Tragedia Hispana, donde reunió los anteriores artículos publicados en Civiltà, culpó a los intelectuales, a la enseñanza, a la prensa y a la literatura de la tragedia que estaba viviendo España. Sin duda, se trataba de un libro de circunstancias, escrito por un exiliado de la Segunda República española. Alternó en América, su dimensión literaria con los ministerios propios de un operario apostólico. No dejó de colaborar con revistas como Estudios o Ciencia y Fe y mostró gran inquietud por estudiar históricamente la labor de los jesuitas en aquel continente, muy especialmente en lo referido a las reducciones del Paraguay.
Tras su regreso de América, Constancio Eguía vivió en diferentes casas de la Compañía: Santander, Salamanca, Madrid, de nuevo Salamanca y, finalmente, Comillas. Como escritor volvió a ser habitual en Razón y Fe, Sal Terrae, Estudios Eclesiásticos, Hispania, España Misionera, Revista de Indias y Humanidades. Continuó sin olvidar su dimensión apostólica y, en los últimos cinco años de su vida, fue director espiritual de la comunidad de los jesuitas de la casa universitaria de Comillas. No completó un estudio completo sobre el padre José Francisco de Isla, autor del célebre y polémico Fray Gerundio, como era su deseo, pero sí pudo entregar un estudio sobre el provincial Francisco Javier Idiáquez, el cual gobernó a los jesuitas de Castilla en aquellos días previos a la expulsión. Como jesuita e historiador, Constancio Eguía destacó por su profunda dedicación a la investigación, poniendo los cimientos de estudios que se han realizado después, incluso, desde otra perspectiva.
Obras de ~: Violetas silvestres, poesías, Valladolid, Diario Regional, 1914; Literaturas y literatos, Madrid, Imprenta Alrededor del Mundo, 1914 (Barcelona, Librería Religiosa, 1917); Lecturas predicables, Barcelona, Librería Religiosa, 1915; Crítica patriótica: cuatro semblanzas literarias, Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1921; La mujer según San Francisco de Sales, Madrid, 1921; El Marqués de la Ensenada, según un confidente, Madrid, Razón y Fe, 1922; Reliquias de San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier. Su recorrido por España, Madrid, Blass, 1924; P. Julio Alarcón y Meléndez, Bilbao, 1928; El Padre José María Rubio, Madrid, Razón y Fe, 1930; “Dos sabios jesuitas mallorquines, datos bibliográficos”, en Miscelánea Alcover, Palma de Mallorca, Imprenta de la Viuda de S. Pizá, 1931; La formación escolar y religiosa de Baltasar Gracián, Madrid, Tipografía de los Archivos, 1931; El Padre José Cassani, cofundador de la Academia Española, Madrid, Tipografía Archivos, 1935; El Fénix de los Ingenios: genios de la Raza (Lope de Vega), Madrid, Tipografía Archivos, 1935; El Padre Isidro López y el motín de Esquilache. Estudio hecho sobre las fuentes, Madrid, Razón y Fe, 1935; Jesuitas expulsados por Carlos III: estudio hecho sobre las fuentes, Madrid, Razón y Fe, 1935; Los causantes de la tragedia hispana: un gran crimen de los intelectuales españoles, Buenos Aires, Difusión, 1938; El Arte y La Moral. Temas de moralidad literaria, Montevideo, Mosca Hnos. 1941; Máximas contra vicios, Montevideo, 1942; Cinco lustros de la residencia de Santander, Santander, 1943; Cartas espirituales de Santa María Micaela del Santísimo Sacramento, proemio, selección y notas, Madrid, Apostolado de la Prensa, 1945; Los jesuitas y el Motín de Esquilache, Madrid, Instituto Jerónimo Zurita, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1947; Cervantes, Calderón, Lope y Gracián. Nuevos temas crítico-biográficos, Madrid, CSIC, 1951; España y sus misioneros en los países del Plata, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1953.
Bibl.: “Selectiores nuntii de historiographia S.I.”, en Archivum Historicum Societatis Iesu, 23 (1954), pág. 485; R. M.ª Hornedo, “El Padre Constancio Eguía”, en Razón y Fe, 149 (1954), págs. 565-574; B. Talluri, “Padre Eguía, la ‘Civiltà Cattolica’ e la guerra di Spagna”, en Il Ponte, 24 (1968), págs. 1345-1356; J. Escalera, “Eguía, Constancio”, en Ch. E. O ’Neill y J. M.ª D omínguez (dirs.), Diccionario Historico de la Compañía de Jesús, vol. II, Madrid, Institutum Historicum Societatis Iesu y Universidad Pontificia Comillas, 2001, pág. 1220.
Javier Burrieza Sánchez