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Joaquín Alcaide y Bueso

Biografía

Alcaide y Bueso, Joaquín. Bienvenido de Chilches. Chilches (Castellón), 16.XI.1879 – Trinidad (Mar Caribe), 20.II.1943. Misionero capuchino (OFMCap.) y obispo-vicario apostólico.

Joaquín nació en el seno de una familia eminentemente religiosa, cuyos padres fueron Joaquín y Mariana.

Tuvo otros tres hermanos, nacidos del segundo matrimonio de su madre, ya que su padre murió cuando él era todavía un niño. Pronto sintió la llamada de Dios a la vida sacerdotal, por lo que a los catorce años, en 1893, ingresó en el seminario de Tortosa, donde cursó latín y humanidades durante tres años.

Pero deseando una vida de mayor compromiso espiritual pidió entrar en el noviciado de los capuchinos de Santa María Magdalena de Masamagrell (Valencia), donde vistió el hábito el 1 de mayo de 1896, adoptando desde entonces el nombre de fray Bienvenido de Chilches. Al año siguiente, el 2 de mayo, emitió los votos simples, y el 24 de mayo de 1900 los solemnes.

A continuación realizó los estudios de filosofía y teología en los conventos de Orihuela y Ollería, recibiendo la ordenación sacerdotal el 24 de septiembre de 1904 en Murcia. Conocidas por los superiores sus capacidades, fue destinado al colegio San Buenaventura de Totana, permaneciendo durante un curso, hasta 1905, en que, animado por el celo por las misiones, pidió a los superiores ser enviado a la misión que la provincia tenía en La Guajira (Colombia).

Llegado a la misión desempeñó distintos cargos, como director de la residencia y escuela de Carraipía y párroco de Fonseca y Barrancas, muchos de los cuales en condiciones nada favorables para la salud. En 1909 también fue nombrado lector (profesor) de filosofía en La Peña, cerca de Bogotá. Cuando se creó en Rábago el orfelinato de San Sebastián se le encargó su dirección, impulsando desde allí, con gran eficacia, la evangelización de la región de Sierra Nevada de Santa Marta, y el cultivo y transformación de las tierras incultas, durante los diez años que permaneció en aquel lugar. Allí mismo construyó un hermoso templo dedicado a la Virgen, en su advocación de las Tres Avemarías.

Su celo apostólico y su buen hacer, así como sus cualidades apropiadas para el gobierno, hicieron que el año 1920 fuera nombrado pro-vicario apostólico por el obispo Anastasio Soler y Rollo, y que en 1926 fuera designado superior regular de la misión por el ministro general de la Orden. En ambos cargos permaneció hasta que en 1931 fue elevado a la dignidad episcopal, hecho titular de Castoria, con fecha 15 de diciembre, y vicario apostólico de La Guajira, con fecha 21 de diciembre del mismo año, siendo consagrado el 2 de mayo de 1932 en la catedral de Bogotá.

Como obispo se atrajo la confianza de los indígenas, cuya idiosincrasia llegó a conocer profundamente. Su primera visita pastoral fue un éxito por el concurso innumerable de gente, que aprovechó para inculcar la práctica de los sacramentos de la penitencia y eucaristía y para administrar la confirmación. En las parroquias insistió en que se instituyera el ejercicio de la “Hora santa” los primeros viernes de cada mes, y en los colegios prescribió la adoración dominical ante el Santísimo. Intentó también fundar un monasterio de monjas contemplativas, pero este proyecto no lo pudo ver realizado. Por otra parte, en su ministerio episcopal concedió mucha importancia al cuidado de los enfermos, para lo que organizó visitas de catequistas, que distribuían medicinas, y llamó a la misión, para este fin, a las Hermanas de la Congregación de María Inmaculada Concepción y Santa Catalina.

Otra nota de su celo pastoral fue la promoción de vocaciones autóctonas para el sacerdocio, adoptando como seminario el de la archidiócesis de Cartagena, haciendo colectas especiales y erigiendo la Obra de la Santa Infancia en todos los colegios y escuelas del vicariato.

Además dotó a casi todas las parroquias con casas para los misioneros, construyó el colegio de Villanueva, dirigido por las Hermanas Terciarias Capuchinas, mejoró el de Valledupar y fundó el orfelinato de Cosazzi, para los indios motilones. Asimismo, edificó nuevas iglesias o las renovó en las estaciones misionales de Castilletes, Manaure, San Sebastián, Uribia, Santa Ana, Carraipía y Maicao.

El obispo Bienvenido de Chilches nutría una devoción tierna y filial por la Virgen, adherido profundamente a la espiritualidad de la esclavitud mariana del Beato Luis María Griñon de Montfort. En sus visitas a los distintos centros misionales siempre trataba de infundir la devoción mariana, sobre todo bajo la advocación de las Tres Avemarías. De igual modo siguió profesando un amor muy grande por la Orden capuchina, viviendo pobremente como auténtico franciscano. Sufrió angustiosamente la penetración en los territorios de la misión, y en otros próximos, de sectas protestantes.

Durante los treinta y ocho años de estancia en la misión visitó España dos veces: una siendo superior regular, para tratar asuntos propios del cargo con los superiores de su provincia religiosa de Valencia, y otra, una vez acabada la guerra civil en España, en 1939, siendo ya, desde hacía unos años, vicario apostólico.

A los tres meses, a primeros de diciembre, el padre Bienvenido regresó a su vicariato para continuar con sus tareas apostólicas. Pero éstas disminuyeron en intensidad, ya que en 1940, en una de sus visitas a Bogotá para resolver asuntos con las autoridades civiles y eclesiásticas, sufrió el primer ataque de embolia cerebral, por lo que hubo de retirarse al orfanato de San Sebastián, tan querido para él. Durante los tres años siguientes su actividad disminuyó, pero, ayudado por su secretario, el padre Vicente de Guadasuar, no decayó su ánimo para llevar adelante las obras apostólicas del vicariato. Aconsejado por el nuncio de Su Santidad en Colombia, en 1943 decidió retirarse a España, embarcándo en el puerto de Riohacha el 10 de febrero de ese año, en el buque Cabo de Hornos, acompañado por el vicario apostólico de Caquetá (Colombia), el padre Gaspar Monconill y Viladot. A los ocho días de navegación le sobrevino un nuevo ataque cerebral, y el 20, cuando apenas habían levado anclas del puerto de la isla Trinidad, fallecía hacia el mediodía.

Su cuerpo fue embalsamado y desembarcado en el puerto de Bilbao, siendo enterrado el 10 de marzo, después de solemnes exequias, en el cementerio de los capuchinos del convento de Basurto (Bilbao). En 1973, a consecuencia del cierre de dicho convento, los restos de monseñor Alcaide y Bueso fueron exhumados y trasladados al cementerio de los capuchinos de Montehano (Cantabria). Y el 23 de octubre de 2004 fueron nuevamente exhumados y llevados a su pueblo natal de Chilches, donde el 6 de diciembre fueron colocados a los pies del altar de la Inmaculada Concepción de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción.

 

Obras de ~: Elenco de sus numerosas cartas pastorales, en: E. de Sollana, Escritores de la provincia capuchina de Valencia. Ensayo Bibliográfico (Impresos de 1596-1962), Valencia, Curia Provincial de Capuchinos, 1963, págs. 83-88.

 

Bibl.: “Exc.mus D. P. Benvenutus Alcaide y Bueso”, en Analecta Ordinis Fratrum Minorum Capuccinorum, 59 (1943), págs. 166-170; E. de Valencia, Necrologio histórico seráfico de los frailes menores capuchinos de la Provincia de la Preciosísima Sangre de Cristo, de Valencia 1596-1947, Valencia, 1947 (2.ª ed.), pág. 75; “Alcaide y Bueso Benvenutus”, en Lexicon Capuccin.º Promptuarium Historico-Bibliographicum OFMCap (1525-1950), Romae, Bibliotheca Collegii Internationalis S. Laurentii Brundusini, 1951, col. 31; B. de Carrocera, “Alcaide y Bueso, Joaquín”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. I, Madrid, Instituto Enrique Flórez, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1972, pág. 33; A. Sanfélix Forner y R. Belda Díez, El Obispo Fray Bienvenido de Chilches, Chilches, Parroquia Ntra. Sra. de la Asunción, 2004.

 

José Ángel Echeverría, OFMCap.

 

 

 

 

 

 

 

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