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José Manuel Aicardo Fernández

Biografía

Aicardo Fernández, José Manuel. Jerez de la Frontera (Cádiz), 27.VII.1861 – Málaga, 10.XI.1932. Jesuita (SI), comentador de las Constituciones de la Compañía de Jesús, predicador, crítico literario, fundador de la Casa Hogar del Niño Jesús (Málaga).

Fue el único varón, benjamín de una familia acomodada, venida a menos. Al morir su padre (1865), la madre debió vender el negocio familiar y trabajar para sacar adelante a las dos hermanas mayores y al hijo que así pudo estudiar en el colegio de los jesuitas y asegurar su vocación, indecisa por dependencia familiar. Al cumplir quince años, y acabada la Tercera Guerra Carlista, entró en el noviciado de Poyanne (Francia) con jesuitas exiliados de España. Tras los votos religiosos (1878) empezó a estudiar Humanidades, pero volvió a Murcia, al ser vetada su Orden en Francia (1879) y readmitida en España. Entonces se sintió llamado a “restaurar el espíritu genuino de su Orden”, “amenazada” de modernismo.

En Oña (Burgos) hizo el trienio de Filosofía (1881-1884). Fue brillante alumno en Letras, Ciencias y Especulación. Durante la polémica “integrismo-liberalismo”, que tanto afectó a la Iglesia y a la Compañía españolas, optó por el talante radical, desgajado del carlismo (1888). Su liderazgo se basó en un gran temple religioso, elocuencia y estilo polemizador. Además, estuvo condicionado por reacción a la anarquía de algún antepasado y por el influjo de profesores y superiores jesuitas, como Manuel Cadena, Julio Alarcón, Juan J. Urráburu y Francisco Cienfuegos, que fue su mentor espiritual. En cambio, se distanció de Luis Martín, provincial y futuro general (1892-1906), a quien tuvo por débil con los liberales. Este superior quiso airearlo, enviándolo al extranjero, pero Aicardo enfermó.

Ya sacerdote (1891), acabó su formación en Manresa (1893), siendo destinado a la casa de estudios de Granada. Como profesor de Filosofía y Retórica (1894-1898), influyó hondamente en los jóvenes y fue la personalidad discutida de la localidad. A pesar de las quejas en cuanto a su dureza, el padre general le concedió la profesión definitiva en la Orden (1895).

Luego le envió de rector al colegio de Villafranca de los Barros (Badajoz) (1898-1900) y, poco después, a la casa de escritores jesuitas en Madrid como el redactor literario de la revista Razón y Fe. Mostró hondura de escritor en estudios de Lope de Vega y finura e ironía en sus críticas de libros. La crispada política española se reflejó en su casa y la mayoría de los compañeros lo tuvieron por infiel a la “línea oficial” de la revista y por adalid del integrismo interno. Por ello, fue enviado de operario a Málaga (1906-1911). Durante el quinquenio siguiente predicó en gran parte de España con éxito, no exento de tensión. Su prestigio se mantuvo durante su ulterior destino en Almería (1911-1916) al ser delegado de su provincia para la Congregación (Capítulo) General de Roma, que eligió de prepósito a Wlodimir Ledochowski (1915).

Pasó luego a Chamartín (Madrid), donde cimentó su integrismo mediante su monumental Comentario a las Constituciones de la Compañía de Jesús, en seis tomos (1919-1932). Fue la ilusión de su vida y es una obra excelente, aunque marcada por su vocación restauradora de “apóstol y víctima del espíritu de san Ignacio”. Hoy sigue siendo una fuente obligada de consulta sobre el tema, a pesar de ciertas repeticiones y análisis prolijos, productos de su inmensa cultura, y de su metodología de trabajo e ideología entusiasta y contagiosa.

Al surgir la nueva provincia jesuítica Bética (1924), Aicardo pasó a la residencia de Córdoba. Allí simultaneó predicación y estudio. Al ser tenido por mentor de la nueva ola integrista de jesuitas andaluces, junto a los trastornos políticos, tuvo dificultad para publicar los tomos V y VI de su obra. Al fin se logró por mediación, ante Ledochowski, del nuevo provincial andaluz Antonio Revuelto (1926-1933), un integrista moderado.

El padre Aicardo, vencido en su salud, pasó la última fase de su vida (1926-1932) en la Casa del Niño Jesús (Málaga) por él fundada para atender a chicos sin hogar, evitando los defectos de los reformatorios.

Fue una empresa admirable y ejemplar, aún recordada en la ciudad. Al ser expulsada de España la Compañía de Jesús (1932) se recluyó con su chiquillería. Tuvo el consuelo de ver editado el último tomo de su Comentario, sólo días antes de su muerte, víctima de una insuficiencia cardiopulmonar por el gran desgaste de su vida ascética y del sufrimiento que siempre acompañó a su gran soledad interna.

Aicardo fue un jesuita cabal en tiempo agitado por revoluciones, guerras civiles y expulsiones de su Orden; quizás esto explique algo de su radicalismo. En tal situación, con voluntad férrea, ascética de expiación y puntual desmesura quiso volver a la raíz del espíritu ignaciano. Fue la gran pasión y el ideal de su vida.

 

Obras de ~: De literatura contemporánea, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1905; El Corazón de Jesús y el modernismo, Madrid, 1909; Comentario a las Constituciones de la Compañía de Jesús, Madrid, Blass y Cía., 1919-1932, 6 vols.; El poder de Dios y el poder de los hombres, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1924.

 

Fuentes y bibl.: Archivos de las provincias de Castilla, Alcalá de Henares y Bética, Granada (Cartuja), cajas 46-49.

B. Copado, Al margen del camino. Notas biográficas del P. J. M. Aicardo, Málaga, 1943; Ch. E. O’Neill y J. M.ª Domínguez (dirs.), Diccionario histórico de la Compañía de Jesús: biográfico temático, t. I, Roma-Madrid, Instituto Histórico de la Compañía de Jesús-Universidad Pontificia de Comillas, 2001, págs. 26-27; M. Revuelta, La Compañía de Jesús en la España Contemporánea, Madrid, Universidad Pontificia de Comillas, 1984 y 1991, 2 ts.; J. R. Eguilior, R. Sanz de Diego y M. Revuelta, Memorias del Padre Luis Martín, t. I (1846-1891), t. II (1892-1906), Madrid-Bilbao, Universidad de Comillas-Mensajero, 1998.

 

Manuel Alcalá, SI

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