Ayuda

Federico Madariaga y Suárez

Biografía

Madariaga y Suárez, Federico. San Fernando (Cádiz), 21.III.1849 – Madrid, 11.VIII.1927. Militar y escritor.

Fue uno de los miembros más cualificados del movimiento intelectual militar que se desarrolló en el último tercio del siglo xix.

Su vida militar tuvo un inicio poco habitual y muy propio de los procesos revolucionarios que marcaron el siglo xix. En marzo de 1869, el Poder Ejecutivo concedió al joven Federico de Madariaga el empleo de alférez de Infantería en atención a los servicios que prestara en los primeros momentos de la Revolución de septiembre de 1868, cuando Madariaga contaba diecinueve años. Así, sin preparación académica alguna, iniciaba su carrera quien habría de defender durante toda su vida el carácter científico de la profesión armada.

El general Prim le incorporó a su cuartel general en Cartagena y posteriormente a su secretaría particular en el Ministerio de la Guerra, concediéndole el grado de teniente “por gracia particular”. Aquí entró Madariaga en el círculo de militares íntimos de Prim entre los que destacaron Milans del Bosch y Marcelo de Azcárraga.

En Madrid inició su actividad publicística dirigiendo el diario La monarquía constitucional e incorporándose de pleno al movimiento intelectual castrense liderado por un grupo de jóvenes oficiales de tendencia liberal, como Luis Vidart, Nicolás Estévanez, Eduardo López Carrafa y Arturo Cotarelo, entre otros, que cristalizó en la fundación, en julio de 1871, del Ateneo del Ejército y la Armada, ubicado en la madrileña plaza de Santa Catalina de los Donados. Entre los objetivos que se marcaron los fundadores destacaban el estímulo del compañerismo entre las armas y los ejércitos de tierra y armada, el fomento de la instrucción militar con objeto de alejar de la discusión política a los militares y, sobre todo, dotar a la milicia del carácter científico suficiente para mostrar la necesidad de los ejércitos permanentes, en unos momentos en los que el debate sobre la abolición de las quintas, promesa de los revolucionarios de la “Gloriosa”, abogaba por el apoyo a las milicias en detrimento del ejército profesional.

En mayo de 1872, Madariaga fue destinado al cuartel general del general Serrano, jefe de los distritos militares de las provincias Vascongadas, Aragón y Burgos, destacando por su comportamiento en el frente carlista y siendo recompensado con el ascenso efectivo a teniente por méritos de guerra. Poco tiempo duró la experiencia bélica, pues dos meses después volvió a la Secretaría del ministro de la Guerra, donde le sorprendió, el 11 de febrero de 1873, la proclamación de la Primera República, tras el abandono del trono de Amadeo de Saboya, quien puso como excusa la disolución del cuerpo de Artillería. Precisamente, la reorganización de las fuerzas de Artillería en base a oficiales subalternos y artilleros procedentes de la Armada, dirigida desde el Ministerio, supuso al teniente Madariaga su ascenso a capitán. En cuatro años, y sin pisar una academia militar, había pasado de paisano a capitán.

Cuando en junio de 1873 ocupó la cartera de Guerra su compañero en las tareas fundacionales del Ateneo, el capitán Nicolás Estévanez, en el Gobierno de Pi y Margall, Madariaga fue nombrado vocal secretario de la Comisión de Reorganización del Ejército, presidida por el general Orozco y Zúñiga, uno de los intentos reformistas más serios de la historia del Ejército, cuyos meticulosos trabajos, terminados mucho después de haber cesado Estévanez su mandato, sirvieron de base para sucesivas reformas, como la que el general Cassola, también miembro de la Comisión, intentaría poner en marcha en 1888.

La restauración de la Monarquía le sorprendió junto al duque de la Torre en su desesperado intento por acabar con la Guerra Carlista en las provincias Vascongadas. Tras un breve período en situación de reemplazo, inició Madariaga su auténtico bautizo de fuego en el frente norte, en el que desarrolló una intensa actividad, asistiendo a los principales combates contra los carlistas y entrando con el rey Alfonso XII en la ciudad de Tolosa el 21 de febrero de 1876. Al terminar la guerra había obtenido por méritos los grados de comandante y teniente coronel respectivamente, además de haber sido declarado Benemérito de la Patria por su brillante actuación en el frente.

Destinado en Valencia, al terminar el conflicto bélico, no pudo volver a Madrid hasta que, siendo ayudante de campo del general Sanz Pastor, éste fue nombrado jefe de la segunda brigada del ejército de Castilla la Nueva, el 6 de septiembre de 1879. Con Sanz Pastor, Madariaga asistió, durante los dos años siguientes, a los ensayos para el empleo de la nueva táctica, que se desarrollaron en los campos de maniobras de El Pardo y Leganés.

Con su general acudió, el 6 de agosto de 1883, a sofocar la insurrección promovida en Badajoz por la Asociación Republicana Militar, que terminó con el pase a Portugal de los rebeldes.

A finales de noviembre pasó al gabinete del ministro López Domínguez, a quien sin duda conocería por su estrecha relación con su pariente el duque de la Torre, ocupándose de la reforma de la escala de reserva, puesta en marcha por el general Martínez Campos y que López Domínguez desarrolló asignando destinos burocráticos a los oficiales reservistas. Por ello le concedió el ascenso efectivo a comandante.

Pero, por alguna razón especial, Federico de Madariaga deseaba establecerse de nuevo en Valencia y en torno a esta guarnición se mantuvo ocupando diferentes destinos hasta marzo de 1890, momento en que su antiguo compañero de los tiempos conspirativos del general Prim, el general Marcelo Azcárraga, dirigió el Ministerio y le integró en la junta para la redacción de la Ley de Reclutamiento y Reemplazo del Ejército.

En el palacio de Buenavista, Madariaga desarrolló todo su potencial de buen organizador y excelente gestor, cuyo máximo exponente se puso de manifiesto cuando Antonio Cánovas encargó a Azcárraga el envío de tropas a Cuba, tras el grito de Baire. La modélica operación permitió colocar en la provincia antillana doscientos mil hombres, bien pertrechados en poco más de un año.

En este amplio período ministerial, alcanzó Madariaga los empleos de teniente coronel y coronel, en 1892 y 1897, respectivamente. Con el nuevo siglo comenzó su especialización en temas relacionados con la justicia militar desde su destino en la Fiscalía Militar del Consejo Supremo de Guerra y Marina. Aquí alcanzó el generalato en enero de 1908, siendo nombrado secretario del citado Consejo Supremo, puesto que ocupó hasta su ascenso en 1913 al empleo de general de división. Hasta el pase a la situación de reserva, se mantuvo trabajando en una comisión encargada de reformar la jurisdicción castrense.

Prototipo de intelectual comprometido, cultivó el cuento y sobre todo el periodismo, escribiendo numerosos artículos en la prensa civil y militar, de la que fue un importante valedor, propugnando el carácter de ésta en defensa de la clase militar. Durante toda su vida se mantuvo ligado al movimiento intelectual castrense, primero en el Ateneo Militar del Ejército y la Armada y, posteriormente, en el heredero de éste, el Centro del Ejército y la Armada. Aquí impartió numerosas conferencias y cursos en su Escuela de Estudios Militares.

En todas sus publicaciones y piezas oratorias de alto nivel, abogó por la necesaria integración del Ejército en la sociedad, criticando el abandono en el que se encontró aquél tras el desastre de 1898 y denunciando la responsabilidad de los políticos en aquellas circunstancias.

 

Obras de ~: Apuntes históricos acerca de la Marina militar española, Cádiz, 1866; En el cuarto de banderas (cuentos para soldados); Discurso en la sesión conmemorativa de la fundación del Ateneo, Madrid, 1872; Escenas de cuartel, Madrid, 1880; La profesión militar, Madrid, 1881; Defensa del teniente coronel comandante D. Manuel Vázquez y Hernández, leída ante el Consejo de Guerra de oficiales generales reunido en valencia para juzgarle el 22 de agosto de 1884, Valencia, 1884; Estudios sobre la guerra franco-germana de 1870, Madrid, 1891; Necesidades, objeto y fines de los casinos militares, Madrid, La Infantería montada, Madrid, 1892, 1893; De todas partes: cuentos y escenas de la vida militar, Madrid, 1893; Las expediciones militares a Cuba, Madrid, 1895; El reclutamiento: servicio general obligatorio, Madrid, 1896; Los militares en el Parlamento, Madrid, 1898; Cuestiones militares, Madrid, 1899; Sesión inaugural del curso 1903-1904 del Centro del Ejército y la Armada, Madrid, 1903; Las instituciones militares en la edad presente, Madrid, 1919.

 

Bibl.: J. Coll y Astrell, Monografía histórica del Centro del Ejército y la Armada, Madrid, 1902; S. Payne, Los militares y la política en la España contemporánea, Paris, Ruedo Ibérico,1968; M. Alonso Baquer, Historia política del Ejército español, Madrid, Ediciones del Movimiento, 1971; J. R. Alonso, Historia Política del Ejército Español, Madrid, Editora Nacional, 1974; R. Oliver-Bertrand, Prim, Madrid, Tebas, 1975; D. R. Headrick, Ejército y política en España, Madrid, Tecnos, 1981; C. Seco Serrano, Militarismo y civilismo en la España contemporánea, Madrid, Instituto de Estudios Económicos, 1984; J. M.ª Gárate Córdoba, “La cultura militar en el siglo xix”, en Historia social de las fuerzas armadas españolas, vol. IV, Madrid, Alhambra, 1986, págs. 141-267; J. Arencibia de Torres, Diccionario biográfico de literatos, científicos y artistas militares españoles, Madrid, E y P Libros antiguos, 2001; P. González-Pola de la Granja, La configuración de la mentalidad militar contemporánea (1868-1909), Madrid, Ministerio de Defensa, 2003.

 

Pablo González-Pola de la Granja

 

 

Relación con otros personajes del DBE

Biografías que citan a este personaje

Personajes citados en esta biografía

Personajes similares