Albear y Fernández de Lara, Francisco. La Habana (Cuba), 11.I.1816 – 23.X.1887. Militar, brigadier del Ejército, coronel de Ingenieros.
Nació en el castillo del Morro de La Habana (Cuba), hijo del comandante de dicha fortaleza, el coronel de ingenieros Francisco José de Albear y Hernández.
En 1826 era cadete de menor edad del Regimiento de Dragones. Mas tarde, ya como alférez de Caballería, ingresó en la Academia de Ingenieros el 1 de septiembre de 1836, saliendo del centro como teniente del Cuerpo el 26 de diciembre de 1839, con el número uno de su promoción. Su primer destino era en el el entonces único Regimiento del Arma, el Regimiento de Zapadores-Minadores.
En 1840 tomó parte, al frente de una sección de zapadores, en la última fase de la Primera Guerra Carlista, destacando, entre otros, en el sitio de Segura donde levantó un plano de la plaza, en el ataque a Peña Roja, dirección de las fortificaciones de San Mateo, acciones de Valderrobles y San Pedro Mártir, y en la acción de Camposines (Tarragona). En reconocimiento de todo lo anterior, obtuvo su primera condecoración: la Cruz de San Fernando de 1ª Clase. Posteriormente, en el último sitio de Morella, era recompensado con el grado de capitán del Ejército (los Cuerpos facultativos, Estado Mayor, Ingenieros y Artillería, podían ascender por méritos, hasta en tres escalas distintas, grado en el Ejército y efectivo en el de Infantería, y solo por antigüedad en el suyo). Asistió finalmente a las últimas operaciones de la guerra con la toma de Berga, plaza de la que fue nombrado comandante interino.
Fue profesor de la Academia de Guadalajara desde 1841 a 1843, donde, además de ejercer brillantemente el profesorado, al mando de una compañía de alumnos en el último año citado se distinguió en la defensa del fuerte de San Francisco de Guadalajara, cuya mejora de su fortificación dirigió, a las órdenes del comandante general de la provincia, y con ocasión de movimientos revolucionarios en la plaza. Por estas acciones, fue recompensado con el grado de comandante del Ejército.
Ascendido a capitán de Ingenieros por antigüedad y a comandante de Ultramar (al ser destinados a Ultramar, recibían el grado inmediato superior, que perdían al volver a la Península) el 21 de abril de 1844 era destinado a la Dirección Subinspección de la isla de Cuba, después de realizar una comisión de servicio por Francia, Bélgica, Prusia e Inglaterra. Fruto de esta comisión, para la que fue designado por el ingeniero general Antonio Remón y Zarco del Valle por sus extensos conocimientos, fueron una serie de importantes memorias, como El estado militar de Bélgica, Las plazas fuertes de la Alemania Occidental (en la que consigna sus juicios sobre la fortificación de aquel tiempo), Ferrocarriles de Bélgica o bien Puentes en Inglaterra y Francia. Como premio a su labor, se le concedió en mayo de 1846 el grado de teniente coronel de Infantería.
Incorporado a Cuba en 1845, realizaría en la isla una importantísima labor facultativa, en el campo de las obras militares (construcción del cuartel de Caballería de Trinidad, proyecto de la batería de la Pastora, almacenes de pólvora y construcción de torres ópticas defensivas), civiles (numerosos edificios estatales, fuentes, almacenes de la Real Hacienda, la Lonja mercantil, el Jardín Botánico, y la Escuela Agronómica), religiosas (reparación del convento de la Trinidad, que amenazaba ruina) y en el de las Obras Públicas (en 1848 era nombrado director de Obras Públicas y de Telégrafos de Cuba), destacando de estas últimas el proyecto del ferrocarril de la Macagua a Villa-Clara y la ampliación de los muelles del puerto de Cienfuegos. También el ayuntamiento de Sancti Spíritus aprovechó la estancia del comandante Albear en el departamento del Centro como jefe del detall para encargarle el reconocimiento del curso y desembocadura del rio Zaza y un informe, basado en él, sobre el establecimiento de un canal de navegación.
Especial mención merece el proyecto y ejecución del canal del Vento o de Isabel II, obra modélica con la que se solucionaba el problema de abastecimiento de aguas a la ciudad de La Habana. Obra, por otro lado, que por su magnitud y envergadura lo convirtió en un símbolo de los profesionales de su sector. El proyecto, realizado en 1855, obtuvo Medalla de Oro en la Exposición Universal de París de 1878, donde fue considerado como una obra maestra de la ingeniería universal del siglo XIX. A la construcción de este acueducto se consagró hasta su muerte. Además, y en el plano táctico, en 1850 estuvo agregado al Estado Mayor General de la columna organizada en ese año para la persecución de los piratas que habían invadido la isla, siendo premiado por su labor con el grado de coronel de Infantería. Siguiendo con su labor en el campo de las obras públicas, entre los años de 1859 a 1863, además de lo señalado anteriormente, realizó un plano topográfico de la capital cubana, proyectos de obras de carreteras, ampliación de infraestructuras portuarias y diversos puentes de la isla.
Su fama y notoriedad le llevaron a tomar parte como secretario, presidente o inspector de cuantas comisiones se formaron para remates, presupuestos, servicio de ferrocarriles, erección de faros, redacción de reglamentos, establecimiento de líneas telegráficas y otros diversos asuntos.
El 20 de abril de 1854, cumplido el tiempo de máxima residencia, se dispuso el pase a la península del coronel Albear, por real orden. La Junta de Fomento de Cuba acordó solicitar de S.M. la suspensión de dicha real orden, teniendo en cuenta la conveniencia de que continuase al frente de las obras a cargo de dicha corporación. Ante la fundada solicitud accedía el gobierno y en septiembre del mismo año regresaba Albear a la isla de Cuba para encargarse nuevamente de la inspección de obras públicas y la de telégrafos y portazgos; y, en medio de los múltiples trabajos que le proporcionaban, redactó también el anteproyecto del ferrocarril de la Macagua a Villa-Clara y en 1870 proyectó el malecón de La Habana.
Francisco Albear, ascendido a brigadier del Cuerpo en septiembre de 1876, dejó ya terminados todos los proyectos relativos al canal de Vento, con la construcción del depósito de aguas, sobradamente capaz y con la distribución de las aguas dentro de La Habana. Además, calculó la repartición por medio de grandes circuitos, de suerte que todos los barrios estuviesen dotados con arreglo a la densidad de su población, atendiendo a dejar cubierto el servicio para incendios, y abastecido el puerto, precaviendo además el mayor crecimiento probable de la capital.
Fue miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, de la Sociedad Geográfica de Madrid, de la Sociedad Científica de Bruselas, de la Sociedad Británica de Fomento de Artes e Industrias, de la Sociedad de las clases productoras de México, de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana, del Círculo de Hacendados de la Isla de Cuba y de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, de la cual llegó a ostentar el cargo de vicepresidente, ejerciendo también este último cargo, el de vicepresidente de la Junta Superior de Instrucción Pública de la Isla de Cuba.
Obras de ~: Apuntes sobre el estado del ejército belga en 1844, Madrid, Memorial de Ingenieros, 1848; Nota sobre el abasto de agua de la Habana, con motivo de la introducción de la de Vento en el acueducto de Fernándo VII, Madrid, Memorial de Ingenieros, 1878; Saneamiento de la Habana, Madrid, Memorial de Ingenieros, 1880.
Fuentes y bibl.: Archivo General Militar de Segovia (AGMS), Exps. personales.
Estados del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, 1851-1892; [“Necrológica”], en Memorial de Ingenieros y Revista Científico Militar (1887); Índice Analítico de las Memorias, Artículos y Noticias del Memorial de Ingenieros, desde el año 1846 al 1920, Madrid, Imprenta del Memorial de Ingenieros del Ejército, 1925; L. de Sequera Martínez, Historial de las Unidades de Ingenieros en Ultramar (la Campaña de 1898), Madrid, Talleres del Centro Geográfico del Ejército, 1999; J. Carrillo de Albornoz y Galbeño, “Caballeros de la Real y Militar Orden de San Fernando pertenecientes al Arma de Ingenieros”, en Memorial del Arma de Ingenieros (Madrid, Ministerio de Defensa), n.os 63-66 (2001 y 2002); R. García Blanco et al., Cien figuras de la ciencia en Cuba, La Habana, Editorial Científico-Técnica, 2002; R. M. González López y D. Pérez Franco, “Reseña y Prólogo de García Blanco, Rolando. Una Obra Maestra: el Acueducto Albear de La Habana”, en Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, vol. VIII, nº 434 (15 de marzo de 2003); M. Silva Suarez, El Ochocientos. Profesiones e Instituciones civiles, Zaragoza, Real Academia de Ingeniería - Institución Fernando el Católico - Prensas Universitarias, 2007; C. Laorden Ramos, Obra Civil en Ultramar del Real Cuerpo de Ingenieros, Madrid, Ministerio de Defensa, 2008, 2 vols.
Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño