Alarcón y Menéndez, Julio. Córdoba, 15.VI.1843 – Madrid, 20.X.1924. Jesuita (SI), escritor, polemista y misionero popular.
Nacido en Córdoba, el 15 de junio de 1843, desde joven cultivó la poesía y la música antes de entrar en la Compañía de Jesús. En ese mundo revuelto y difícil del arte Alarcón brilló con luz propia. Virtuoso del violín, fue discípulo número uno del maestro Jesús de Monasterio, llenándole sus interpretaciones de reconocimientos y distinciones. La propia reina Isabel II le llegó a coronar en esta ocasión por su espectacular forma de tocar.
Fue en los años del ocaso isabelino, cuando sintiendo su vocación de jesuita, pidió ingresar en la Compañía el 23 de abril de 1866, en Loyola (Guipúzcoa).
Sus años de formación allí le fueron devolviendo a la realidad invasora de La Gloriosa de 1868.
Alarcón tuvo que marchar a Francia, como los demás compañeros, para realizar sus estudios de Filosofía y Teología. Sus años, pues, en Poyanne, reales, sentidos y dolidos, le legitimaron para serias aventuras posteriores en el apostolado de la prensa y de la predicación.
Tiene el susto revolucionario y al de la guerra carlista encima y sabrá plasmar, en su momento, su lucha contra políticos como Emilio Castelar.
Así pues, en Poyanne (Landas) hizo Filosofía (1869- 1872), Magisterio (1872-1875) y Teología (1875- 1879), ordenándose allí de sacerdote en 1878. Tras la tercera probación en San Jerónimo de Murcia, fue socio del provincial de Toledo (1880-1882) y rector del colegio de Chamartín (Madrid), los años de 1882 a 1886, habiendo emitido su último voto el 15 de agosto de 1883, en Madrid.
A partir de ese año de 1886 inició un trabajo literario intenso al ser designado director de El mensajero del Corazón de Jesús y del Apostolado de la Oraciónde España, con residencia en Bilbao, hasta el año de 1900. En esos años el mal de la desunión entre los católicos españoles anduvo errático por el país, por lo que León XIII pidió oraciones por su misión, Alarcón fue, sin quererlo, inspirador de un integrismo excluyente, que fue aprovechado por carlistas e integristas.
Su criterio, desde luego, no representó para nada el criterio de la Compañía de Jesús, sino que la comprometió, innecesariamente. Sin embargo, en Aragón y en Toledo no le faltaron partidarios.
Superada la batalla integrista, Alarcón apostó desde la casa de escritores de Madrid, a donde fue trasladado en 1900, por una inflexión más pastoral y religiosa, sin dejar de escribir, naturalmente.
De 1905 a 1908 estuvo en las residencias de Sevilla y de 1908 a 1910 en la de Córdoba, de la que fue superior, y después en el colegio de Chamartín, como espiritual de la comunidad, hasta su muerte, que acaeció en 1924.
La producción literaria de Alarcón le convierte en uno de los padres de la espiritualidad del Apostolado de la Oración, con artículos de reconocido influjo en sus lectores-fieles. Sus artículos, sus escritos polémicos y biográficos, como Genialidades, sus poesías, o sus mismos escritos feministas en torno a Concepción Arenal, conmovieron y molestaron a generaciones de españoles, sin poder negarle su celo inagotable y sentido. Su estilo, lleno de una gracia festiva y culta, desdramatizó muchas veces la profundidad de sus ideas. La apostura lírica de sus composiciones se hizo célebre por la despedida que los colegiales de Chamartín recitaban al finalizar el curso escolar, “dulcísimo recuerdo de mi vida / bendice a los que vamos a partir”, que Luis Coloma introdujo íntegra y la comentó en el primer capítulo de su novela Pequeñeces y que se recitó, con solemnidad, en casi todos los colegios de jesuitas, marianistas, salesianos, en España, hasta bien entrado el siglo xx. Murió el 20 de octubre de 1924, en Madrid.
Obras de ~: Sentimientos, Madrid, 1865; Genialidades, Madrid, 1892; La Europa salvaje, Barcelona, 1894; El P. Victor Van Tricht, Bilbao, 1898; Un feminismo aceptable, Madrid, 1908; “Un gran artista [Jesús de Monasterio]”, en RazFe, 14 y 27 (1906-1910); El Corazón de Jesús y la Bta. Madre Barat, Madrid, 1908; Recuerdo de recuerdos, Bilbao, 1912; Una celebridad desconocida [Concepción Arenal], Madrid, 1914.
Bibl.: C. Eguía, Jesuitas insignes: P. J. Alarcón, Bilbao, 1928; J. R. Eguillor Muniozguren, M. Revuelta González y R. M. Sanz de Diego Verdes-Montenegro (eds.), Memorias del padre Luis Martín: general de la Compañía de Jesús (1846- 1906): 1892-1906, vol. II, Madrid, Universidad Pontificia Comillas, 1988, pág. 1026; D. Restrepo, “El P. J. Alarcón”, en Revista Javeriana, 39 (1953), págs. 179-185; M. Revuelta González, Índices de Razón y Fe, 2:1326, 1954; Ihsi, “Alarcón, Julio”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de la Historia Eclesiástica de España, vol. I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 29.
Francisco Rodríguez de Coro