Bover Oliver, José María. Vinaroz (Castellón), 15.VII.1877 – San Cugat del Vallés (Barcelona), 22.X.1954. Escriturista y profesor jesuita (SI).
El monasterio cisterciense de Veruela fue la primera casa ocupada por los novicios y estudiantes jesuitas, exiliados en Francia desde 1868, a partir de abril de 1877. Concluido el verano con obras y arreglos, comenzó en septiembre el curso académico regular después de nueve años de dispersión. En el corazón de ese año, en julio, nació José María Bover, en el arranque de la Restauración de Alfonso XII.
El país estaba socarrado a guerras —la carlista, la cantonal, la colonial— y, ahora, en plan de corroborar desconfianzas, el propio Cánovas fue remiso y dudoso con los padres de la Compañía en su vuelta y reajustes. El hecho es que Bover quiso ser sacerdote y su formación inicial la realizó en el seminario diocesano de Tortosa y en la Universidad Gregoriana de Roma, donde se doctoró en Filosofía. Ingresado ya en la Compañía, enseñó Humanidades en Veruela los cursos de 1899-1901 y 1903-1907 y repitió también allí Filosofía en 1901-1903. El ambiente en este colegio para la formación de misioneros jesuitas de Filipinas era de exaltación y optimismo, proporcionados por una población campesina sencilla y receptiva, y un lugar tan campestre como las faldas del Moncayo, tan cerca de Vera, Borja y Tarazona, en Zaragoza.
Después de sus estudios de Teología en Tortosa (1907-1911) y la tercera probación en Manresa (Barcelona), Bover fue insustituible profesor de Sagrada Escritura desde 1912 hasta su enfermedad terminal (1953). Su magisterio, tan dilatado, lo realizó en la Facultad teológica de la antigua provincia jesuita de Aragón, y después en la tarraconense. El resultado de sus enseñanzas, de este poner en valor los textos sagrados, era toda una aristocracia interior y religiosa que se podía quedar con las mejores cátedras. De hecho se le ofreció la de Teología bíblica en la Gregoriana en 1919 y otra vez más en 1921, que no pudo aceptar por la escasez de su salud.
Las cualidades pedagógicas y la sabia unción de Bover tuvieron el efecto inverso de rutina y pérdida de significado, que es lo que le puede pasar a cualquier profesor durante cuarenta años. Bover se ilusionó por la investigación y la crítica textual del Nuevo Testamento, del que fue eminente especialista.
Pero no sólo, pues, universal y práctico, amplió sus parcelas de estudio a otros campos, como la Teología paulina y la Mariología. Su curiosidad e inclinación hacia los trabajos de Cristología nos dejó una obra póstuma, la Vida de nuestro Señor Jesucristo (1956), cuyas pruebas de imprenta llegó a ultimar en su lecho de muerte.
José María Bover Oliver no sólo llenó su cátedra, sino púlpitos y tertulias, con su carisma, su personalidad y sus homilías escritas. Y como nada le venía grande, fomentó la colaboración de los estudiosos.
Primero, junto al obispo de Madrid-Alcalá, patriarca de la Indias Occidentales, y otros, fundó la Afebe (Asociación para el Fomento de los Estudios Bíblicos en España), así como la Sociedad Mariológica Española. Pocos científicos más desdoblados y difíciles que este Bover, director también de la Sección Mariológica del Instituto Francisco Suárez y vocal consejero del Patronato Raimundo Lulio, instituciones ambas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y consultor, desde 1941, de la Pontificia Comisión Bíblica.
Hombre sencillo, afable, interior e íntimo, con la investigación pasando siempre por sus claros ojos, se trabajó por dentro una personalidad científica de primer nivel, tanto que el Gobierno español le concedió la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio por su proyecto, entre otros, de la Políglota Matritense, de la que fue el primer promotor, junto con el ministro de Educación Nacional, José Ibáñez Martín.
Obras de ~: La plenitud de Cristo, Madrid, 1915; La ascética de San Pablo, Barcelona, 1915; Evangeliorum concordia, Madrid, 1921; Dominicales evangélicas, Bilbao, 1922; Las epístolas dominicales del año eclesiástico, Bilbao, 1923; María Reparadora, Barcelona, 1929; Critica Textuales Novi Testamenti, Madrid, 1930; Las epístolas de San Pablo, Barcelona, 1940; El Nuevo Testamento traducido del griego y aumentado, Barcelona, 1946; Teología de San Pablo, Madrid, 1946; con F. Cantera Burgos, Sagrada Biblia, Madrid, 1947; Vida de nuestro Señor Jesucristo, Barcelona, 1956; con V. O’Callaghan, Nuevo Testamento trilingüe, Madrid, Atlas, 1976.
Bibl.: T. Ayuso, “El P. J. M.ª Bover”, en Estudios Bíblicos, 13 (1954), págs. 338-368; “In Memoriam: P. J. M.ª Bover”, en Revista Española de Teología, 15 (1955), págs. 107-126; M. Nicolav, “In Memoriam: P. J. M.ª Bover”, en Estudios Eclesiásticos, 29 (1955), págs. 5-12; F. de P. Sola, “P. J. M.ª Bover”, en Estudios Marianos, 15 (1955), págs. 339-347; J. O’Callagham, “Bover Oliver, José María”, en Ch. E. O’Neill (SI) y J. M.ª Domínguez (SI) (dirs.), Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús.
Biográfico-Temático, vol. I, Roma-Madrid, Institutum Historicum, SI-Universidad Pontificia Comillas, 2001, págs. 514-515.
Francisco Rodríguez de Coro