Barón Torres, Leopoldo. Duque de Maqueda (XXI). Ayamonte (Huelva), 15.III.1890 – Madrid, 25.IX.1952. Abogado del Estado, primer biógrafo y principal confidente de san Rafael Arnáiz Barón.
Fue hijo de Álvaro Barón Cea Bermúdez, de origen sevillano, marino de guerra, condecorado en la batalla del Callao (Filipinas), y de Fernanda Torres Herro, hija de los marqueses de Gros, que tenían su casa solariega en Toro (Zamora). Formado en el colegio de la Compañía de Chamartín, al llegar la hora oportuna buscó una compañera que coincidiera con sus inclinaciones, y la encontró en la joven María del Socorro Osorio de Moscoso y Reinoso, heredera del ducado de Maqueda, que había recibido su formación cultural y religiosa en las religiosas asuncionistas.
El matrimonio se celebró en Madrid el 15 de enero de 1917, echando los cimientos de un hogar cristiano corriente, bendecido por Dios al colocar en él cinco vástagos.
Ambos cónyuges, sin embargo, no fueron de vida interior intensa desde el primer momento, sino que los primeros años transcurrieron como los de la mayor parte de los matrimonios cristianos, contentándose con las obligaciones religiosas ínfimas: misa dominical, alguna que otra oración, y poco más. Pero habiendo asistido a unas conferencias cuaresmales del jesuita Alfonso Torres, quedaron tan impresionados que decidieron entrar por un camino estrecho de perfección cristiana, dándose más a las prácticas espirituales y a entregarse a hacer el bien entre los necesitados.
Se dice que hacia el año 1940, poco después de terminar la guerra, ambos cónyuges se desplazaban desde su hogar a los barrios extremos de Madrid, y se entregaban a hacer todo el bien que podían entre la clase más necesitada.
Antes de esa fecha, el duque había traducido del francés una obra que halló gran eco en la sociedad, titulada Del campo de batalla a la Trapa. En ella se narra la vida del hermano Gabriel, antiguo capitán de dragones francés que luego de luchar bravamente en la guerra francoprusiana, hasta merecer ser condecorado por sus jefes, cuando todo le sonreía y podía aspirar a mayores ascensos, renunció a todo para hacerse hermano lego de una Trapa, en la cual murió santamente.
La obra se imprimió en español, mereciendo ser reeditada varias veces. Antes de editarla, pidió a un sobrino suyo, estudiante de Arquitectura, que le hiciera la cubierta. La obra en cuestión condicionaría la vida de ambos. El duque comenzó a frecuentar la Trapa de San Isidro de Dueñas, y al ver de cerca la espiritualidad que vivió y santificó al hermano Gabriel, el protagonista del libro traducido, un día, después de pensarlo seriamente, de tratarlo en la intimidad con su esposa y de que ésta aceptara, comenzó a ordenar sus asuntos poniendo su hacienda en manos de administradores de garantía, y se fue decidido a ingresar de hermano lego en la Trapa de Venta de Baños.
Cuando se presentó al abad y le expuso su plan de hacerse hermano, éste se sonrió de la ocurrencia y le disuadió diciendo: “Hijo, vuélvete al mundo, cría a tus hijos, y cuando estén colocados todos, vienes y hablaremos sobre ello”. No fue necesario insistir, porque se convenció de que Dios le quería en el matrimonio viviendo una vida intensa de piedad.
No cabe entrar en la serie de negocios que emprendió y que le fueron muy mal, bien por el poco acierto en el planteamiento, bien debido al mal ambiente que se respiraba entonces, ensañado contra las familias nobles desde la llegada de la República en 1931, o por permisiones divinas. Tras el triunfo de las armas nacionales del general Franco, siguió adelante con su comportamiento de caballero católico práctico, esperando la hora de Dios, que no tardaría para él, pues una mañana de septiembre de 1952, después de comulgar junto con su esposa, al salir de la iglesia se separaron, y en la esquina de Jorge Juan con Velázquez cayó muerto de repente. Se comprende el golpe terrible que esto supuso para la duquesa, pero estaba en los planes de Dios que aquella muerte repentina le sirviera para quedar libre y poder ella realizar sus planes. Si él no pudo ingresar en la Trapa, como deseaba, ella tenía el camino abierto para hacerlo en las carmelitas de la Encarnación de Ávila, donde ingresó en 1954 y se santificó muriendo santamente en 1980.
Aquel joven estudiante de arquitectura, que con tanta maestría realizó la cubierta de Del campo de batalla a la Trapa, era Rafael Arnáiz Barón, que luego de leer la obra traducida por su tío sintió ansias de conocer la Trapa, se fue a Venta de Baños, tuvo un primer contacto con los monjes, volvió una y otra vez por allí, y no paró hasta hacer el ingreso definitivo en ella el 16 de enero de 1934. Llevó una vida santa los cuatro años que le fue dado poder vivir en ella, llegando a un grado de santidad tan eminente, que ha sido reconocida por la Iglesia con el honor de los altares.
Fue beatificado por Juan Pablo II el 27 de septiembre de 1992 y canonizado por Benedicto XVI el 11 de octubre de 2009. En la mayoría de las obras sobre Rafael se habla del duque de Maqueda, por haber tenido tanta importancia en la vida del santo.
Obras de ~: A. du Bourg, Del campo de batalla a la Trapa: el Hermano Gabriel (1835-1897), trad. de ~, Madrid, Tipografía Católica, 1931; Un secreto de la Trapa. El hermano Rafael, Madrid, Librería Religiosa, 1944 (6.ª ed., introd. de D. Yáñez Neira, Burgos, Monte Carmelo, 1999).
Bibl.: D. Yáñez Neira, “Introducción”, en L. Barón Torres, Un secreto de la Trapa. El hermano Rafael, op. cit.; Monjes de San Isidro de Dueñas, Obras completas. Hermano Rafael, Burgos, Monte Carmelo, 1993 (2.ª ed.), n.º 6.
Damián Yáñez Neira, OCSO