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Alonso Fernández-Montañés y Fernández de Ávila

Biografía

Fernández-Montañés y Fernández de Ávila, Alonso. Basilio. Sevilla, c. 1527 – Granada, 17.X.1556. Religioso jesuita (SI), doctor en Teología, gran predicador, primer rector del colegio de Granada.

Fue hijo de Francisco Fernández-Montañés de Pineda, prior del Consulado de la Contratación de Sevilla, y de Inés Fernández de Ávila, “gente muy rica y honrada” (M. de Roa, ed. 2005, pág. 122). No se sabe el año en que nació. Uriarte y Lecina (1925) dicen: “nació hacia el año de 1525 en Sevilla”, pero es preferible sugerir “c. 1527” porque al morir en octubre de 1556, M. de Roa escribió que apenas duró su vida “treinta años”. En su ciudad natal estudió Gramática.

A partir de los trece años oyó Artes y Filosofía y a los diez y seis años se graduaba, precozmente, de maestro en Artes y Filosofía en la Universidad de Granada. De aquí pasó a Salamanca a estudiar Teología. Terminada su licenciatura, entró en la Compañía de Jesús, en el año 1548 y entonces “determinó de tomar el grado de Doctor para facilitar sus intentos, añadiendo esta calidad a sus letras” (M. de Roa, pág. 122).

Con su juventud y sus profundos estudios se afianzó en la Compañía, dando de lado ofertas para cátedras y otras dignidades por su nobleza y su ciencia. Su largo nombre en el siglo, que era el de Alonso Fernández- Montañés y Fernández de Ávila, lo trocó por el religioso y mucho más corto de Alonso de Ávila. En alguna documentación aparece con la forma contracta “Dávila”. Otra cosa es el cambio de su nombre Alonso por el de Basilio. Es fácil la interpretación de Méndez Bejarano (1922): “ingresó en la Compañía de Jesús, cambiando su nombre, Alonso, por el de Basilio”.

Pero en las órdenes religiosas se abandonaban los apellidos y se ponía un apodo gentilicio o religioso, pero permanecía el nombre. Uriarte y Lecina (1925) dicen: “por su pasmosa elocuencia el Arzobispo de Granada le llamaba siempre Basilio y con este nombre, es decir, con el de P. Basilio, le llamaron después todos”. En Martín de Roa (ed. 2005) se lee: “Tomó el nombre de Basilio a contemplación del Santo Arzobispo de Granada gran fautor de sus obras y apreciador de su santidad, la cual él quiso significar en el nuevo nombre que le ponía”.

Por orden de san Ignacio de Loyola volvió a Sevilla, siendo la casa de sus padres la segunda que en aquella gran ciudad tuvo la Compañía. El manuscrito de Martín de Roa (1560-1637) sobre la primitiva historia de la provincia de Andalucía de la Compañía de Jesús, desarrolla sus apretados y pocos años de vida. Los capítulos del manuscrito que atañen al padre Alonso de Ávila, llamado siempre “el Padre Basilio”, son los siguientes: capítulo XV: Cómo se puso la casa [de Granada] en forma de Colegio con rector y oficiales y comenzó a predicar el padre Basilio con extraordinario fruto y aplauso; cap. XVI: De la mudanza de vida que algunos varones señalados hicieron en este tiempo con los sermones del padre Basilio; cap. XVII: Desocúpase el padre Basilio del gobierno del colegio y sucede en su lugar el padre doctor Plaza; cap. XVIII: Ejemplos de la obediencia y oración de estos tiempos; cap. XIX: Milagrosa muerte del padre Basilio; cap. XX: De la vocación del padre Basilio a la Compañía y de los encuentros que en ella venció; cap. XXI: De las grandes virtudes del padre Basilio.

En julio de 1550 llegaron a Granada el padre doctor Torres, provincial de Andalucía, con el padre Basilio, nombrado primer rector del nuevo colegio, cuyo rectorado comenzó a ejercer con muy buenos resultados, al tiempo que se dedicaba también a la predicación, con gran maravilla del arzobispo Pedro Guerrero, quien, entonces, lo apodó Basilio, como se ha dicho.

Unos dos años duró su rectorado dejándolo con gran contento para dedicarse totalmente a la predicación, que era su más viva vocación, consiguiendo conversiones admirables que se relatan con muchos detalles.

Después, extendió su campo de predicación fuera de Granada, en los grandes núcleos de Loja y de Alhama, con similares resultados. Su fama de predicador traspasó pueblos y fronteras, y un día de 1556 le llegó una petición de la princesa doña Juana de Austria, reina de Portugal, para que fuese a Lisboa como predicador de la Corte y confesor de la Reina. El padre Basilio se resistió “una y dos veces”, suplicando la intervención del arzobispo de Granada Pedro Guerrero (“que podía mucho con su Majestad”, dice el manuscrito) para rechazar tal honor. El padre Basilio “pidió a Nuestro Señor le diese antes alguna grave enfermedad”, para no “desagraviar a los Príncipes, cuyas voluntades son vehementes”. Y entonces “oyó Dios la oración de su siervo y en lugar de la honra que le hacían los Reyes, adoleció peligrosamente de un tumor y postema tras la oreja” [...] Enfermo grave, le visitaba el arzobispo cuando llegó el médico, le tomó el pulso “y calló”. El enfermo preguntó qué le quedaba de vida y contestóle el galeno: “como cuatro horas”. Dirigióse al arzobispo y le pidió su bendición. Su muerte fue muy sentida. Llegó la noticia en Roma al padre Laínez, “Vicario General que entonces era de la Compañía”, dándole la noticia en italiano antiguo: “Yll Padre Basilio e morto [...]”.

Depositaron su cuerpo en la iglesia de la Encarnación. Y se colocó un epitafio en latín que comenzaba: “En tibi Bassily sesute forma preconis [...]”, “Apenas pasaron treinta años” [de su vida] (dice el manuscrito de M. de Roa, pág. 122). “Murió en la plenitud de la edad”, dice inconcretamente Méndez Bejarano (1922), “con gran sentimiento de la ciudad”.

Alonso de Ávila se confunde con otro jesuita posterior llamado “Alonso, o Alfonso, Ávila” (Belmonte [Cuenca], 1546 – Valladolid, 1613), escritor de sermones varios, reseñado en la Biblioteca de escritores jesuitas de Sommervogel (1890, vol. I, col. 698), que lo confunde con el presente, en el apéndice del vol. VIII, pues agrega: “después de su admisión tomó el nombre de Basilio”. Erróneo. Pero apostilla que el Index Bio-Bibliographicus Notorum Hominum (1977) da, en latín: ‘frequens confusio cum alio Alonso de Avila!’ [‘¡(hay) una frecuente confusión de éste con otro Alonso de Ávila!’].

 

Obras de ~: P. Alphonsus Davila, Ex commissione Patris Michaëlis Patri Ignatio de Loyola, Salmantica, 30 Aprilis 1552, Alphonsus Davila (en Monumenta Historica Societate Jesu, Litterae Quadrimensuales, vol. I, págs. 607-612); Colección de sermones con varios apuntamientos. [“A ellos alude San Francisco de Borj a, en carta fechada en Valladolid a 29 de Julio de 1558 y dirigida al P. Antonio de Madrid, donde dice: “los cartapacios del P. Basilio, que esté en gloria, no sé en qué manos andan: procurarse ha saberlo y tenerse ha manera para que a lo menos ad tempis gozeis dellos [...]”. Según Uriarte y Lecina], s. l., s. f.

 

Bibl.: M. Méndez Bejarano, Diccionario de Escritores, Maestros y Oradores naturales de Sevilla y su actual provincia [...], vol. I, Sevilla, Tipografía Gironés, 1922, pág. 48; J. E. de Uriarte, M. Lecina, Biblioteca de Escritores de la Compañía de Jesús [...], Parte I, vol. I, Madrid, Imprenta de la Viuda de López del Horno, 1925, pág. 373; E. Lamalle, “Avila (Alonso de)”, en R. Aubert (dir.), Dictionnaire d’Histoire et de Géographie Ecclésiastiques, vol. V, Paris-VI, Librairie Letouze et Ané, 1931, col. 1.184; Index Bio-Bibliograph icus notorum hominum, vol. 9, Osnabrück, Biblio Verlag, 1977, pág. 7880; M. de Roa, Historia de la Provincia de Andalucía de la Compañía de Jesús (1553-1602), ed., introd., notas y transcripción de Antonio Martín Pradas, Inmaculada Carrasco Gómez, Écija, Asociación de Amigos de Écija, 2005, págs. 110-126.

 

Fernando Rodríguez de la Torre

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