Piola, Dominico. Génova (Italia), 1492 – Granada, 1573. Hospitalario (OH), quinto compañero de san Juan de Dios.
De avaro comerciante se hace religioso hospitalario siguiendo los ejemplos de san Juan de Dios. Antes de entrar en la fraternidad, y cuando estaba muy apurado económicamente el fundador acudió un día a su casa para pedirle un préstamo. Como la cantidad era crecida, le preguntó ¿y quién saldrá fiador? Tuvo el santo un arranque genial: puso ante el desconfiado prestamista una imagen del niño Jesús, que sacó de la manga de su hábito, diciéndole: “Ved aquí mi hermano, mi fiador”. Al pronunciar estas palabras, salió del niño Jesús una gran claridad. Movido por este prodigio dio al santo mayor cantidad que la que le había pedido. Lo que sirvió para iluminar su alma para dejar lo terreno y hacerse servidor de lo eternal.
La vida que Juan de Dios hacía le pareció admirable y llegó a pensar que lo mejor sería dejar las cosas del mundo y unirse a él imitando sus santas acciones. Visitaba con frecuencia su Hospital y donaba generosas limosnas.
Manifestó a Juan de Dios su deseo de consagrar su vida al servicio de Dios en su Hospital, a lo cual lo animaba más la caridad con que veía que eran tratados los enfermos por el santo y sus compañeros. Muerta su esposa al poco tiempo del milagro relatado, al verse libre le pide al santo ingresar en su compañía. El fundador, antes de acceder a sus deseos, le aconsejó que pusiera sus negocios en orden. Domingo Piola siguió este consejo, arregló sus asuntos y vendió todos sus bienes, repartió una parte entre los pobres de la ciudad y el resto lo entregó a Juan de Dios para las obras caritativas del Hospital y los pobres vergonzantes a quien éste socorría. Hecho esto, se puso a disposición del santo como uno de sus discípulos.
Es aceptado y, tras un tiempo de prueba, le dio el hábito religioso, signo en aquel tiempo de consagrado a Dios. Del ejercicio de la hospitalidad, en la postulación para el hospital sacaba dos grandes bienes, el ejercicio de la humildad pidiendo limosna con el hábito religioso y el provecho que recibía el hospital, pues su ejemplo movía los corazones y le daban limosna con más generosidad. Era de vida muy mortificada, ayunos frecuentes y muy rigurosos.
Antón Martín lo nombró en su testamento hermano mayor del hospital de Granada. Ejerció este ministerio con celo y prudencia. Era muy estimado de la ciudad de Granada. A los veinte años de vida hospitalaria, murió en el hospital de Granada.
Bibl.: J. García Soriano, Historia de
José Luis Martínez Gil, OH
