Alburquerque, Bernardo de. Alburquerque (Badajoz), c. 1500 – Oaxaca (México), 23.VII.1579. Religioso dominico (OP), obispo y misionero.
Se ignoran los nombres de sus padres, aunque se sabe que pertenecían a la ilustre familia de los Holgado; al parecer, con el apellido de Alburquerque pretendió ocultar su nobilísima cuna. Muy joven se inició en el estudio de las Artes y de la Teología en la Universidad de Alcalá de Henares, donde realizó notables progresos tanto en las ciencias como en las diferentes virtudes, especialmente en la humildad.
Concluidos estos estudios y recibidos los grados menores con aplauso, pasó a la de Salamanca para doctorarse. Algún tiempo después se resolvió a entrar en la Orden de Predicadores, siendo admitido en el convento de San Esteban de esta ciudad como lego o hermano cooperador, al no ser persona conocida, encargándole las tareas más humildes, incluida la cocina. El maestro de novicios, ante los favorables informes, lo admitió como tal, no tardando en advertírsele una comprensión y un talento más que regulares: “Notábasele —dice uno de sus biógrafos-hagiógrafos— también una extremada atención a todas las pláticas espirituales que hacían los novicios y que en las colaciones o conversaciones que a ellas se siguen, se explicaba con una soltura y facilidad, que no podía esperarse de su encogimiento, más que natural, afectado por su gran humildad”. No tardaron, sin embargo, en descubrir su talento y sus estudios, al intervenir en una acalorada disputa teológica entre dos estudiantes, en la que vertió copiosas doctrinas de Aristóteles, de Tomás de Aquino y de las Sagradas Escrituras. Por tal motivo, los superiores le obligaron a recibir el hábito de coro y que, puesto al día de sus estudios, se ordenase sacerdote un lunes 24 de agosto de 1534.
Poco después solicitó ser enviado a las Misiones de América, consiguiéndolo con la aprobación de su General y la resistencia de los superiores de su Provincia.
Llegado a Nueva España (1535), fue destinado al territorio de los indios zapotecas, gentes que habían alcanzado un elevado grado de civilización, calendario y escritura pictográfica incluidos. No tardó en aprender a la perfección la difícil lengua de éstos y en ella escribió un Catecismo, que posteriormente sería de gran utilidad. Sus excelentes dotes, predicaba, confesaba y enseñaba a los nativos, movieron a sus superiores a enviarle al territorio de los mixtecos, en el actual Estado de Oaxaca (Sur de México), conocidos por su indómita fiereza. Con paciencia y humildad consiguió reducirlos a la sumisión, bautizando a muchos millares de ellos, y fundando varios pueblos, entre ellos San Ildefonso, en el que pasó algunos años de cura. De allí le sacó la obediencia y fue tres veces prior del convento de Oaxaca, siendo puesto al frente, el 9 de septiembre de 1553, sábado, de la Provincia de Santiago de México. Sin embargo, “su corazón humilde le hacía repugnar aquellos elevados cargos, y su amor a los indios —en palabras de García Cubas— lo movía a solicitar frecuentemente se le volviese a sus cuarto [...] Amábanlo tanto los indios, que cuando hacía la visita de su provincia se despoblaban los pueblos por donde pasaba”.
Tras el óbito del primer obispo de Antequera (Oaxaca), Juan de Zárate, el obispo de Chiapas, fray Bartolomé de las Casas, persuadió a Felipe II nombrase por sucesor suyo a fray Bernardo (1559), quien edificaba a todos por su sobriedad y humildad, socorriendo a los enfermos llegando a darles su propia comida.
En 1571 inició las gestiones para la fundación de un convento femenino de la Orden, ya que no existía ninguno. Para ello viajó a la capital de la Nueva España y convenció a cuatro clarisas, que además de cambiar de orden aceptaron emprender el viaje, pero éstas se arrepintieron a última hora. Sin desanimarse, contactó con unas monjas carmelitas en España, que aceptaron de inmediato (1572), se trataba más bien del segundo convento dominico de todo el territorio conquistado y el primero en Oaxaca. Las monjas fundadoras del convento de Santa Catalina de Siena lo habitaron al principio, mientras que Fran Hernando de Cavarcos, excelente arquitecto, llevaba a cabo la ejecución del proyecto (1576).
Su celo por la observancia de los cánones y disposiciones pontificias fue extremado, lo que le llevó a la adopción de medidas contra los jesuitas, que pretendían establecerse en Oaxaca, pese a lo mucho que los apreciaba, al tratar éstos de edificar allí un colegio.
Pero habiendo visto la bula de Pío XV autorizándoles, suspendió estas providencias y corrió a reconciliarse con ellos. Escribió al padre provincial Pedro Sánchez en tal sentido, cediéndole una de las mejores casas. Se valió de ellos el resto de su vida para cuantos arduos negocios se ofreciesen en la Mitra y para que llevaran a cabo misiones en toda su diócesis.
Atacado de una violenta calentura y cada vez más debilitado, recibió muy devotamente los sacramentos e hizo llamar a sus religiosos y a los jesuitas, de los que se despidió dándoles ejemplares consejos, falleciendo poco después; fue sepultado en el convento de las monjas dominicas.
Obras de ~: Catecismo o Tratado de la Doctrina Cristiana en lengua zapoteca, 1561; Constituciones para las mojas descalzas de Antequera de Oaxaca.
Fuentes y bibl.: Revista Aguiluchos, Editorial Mundo Negro, Padres Combonianos.
A. de Alcedo, Diccionario Geográfico-Histórico de las Indias Occidentales ó América, Madrid, Imprenta de Blas Román, 1788; J. M. Beristain y Souza, Biblioteca Hispano Americana Septentrional, México, Amecameca, Tipografía del Colegio Católico, 1883; A. García Cubas, Diccionario Geográfico Histórico y Biográfico de los Estados Unidos Mexicanos, México, Antigua Imprenta Murguía, 1888-1891, 5 vols.; M. A. Peral, Diccionario Biográfico Mexicano, México, PAC, 1944; A. M. Garibay (ed.), Diccionario Porrúa de Historia, Biografía y Geografía de México, México D.F., Porrúa, 1965-1966; R. Hernández, “Alburquerque, Bernardo de”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. I, Madrid, Instituto Enrique Flórez. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1972, pág. 33; http://sepiensa.org.mx/contenidos/ 2005/mixto.riqueza.
Fernando Gómez del Val