Martínez Guijarro, Juan. Cardenal Silíceo. Villagarcía de la Torre (Bajadoz), 1477 – Toledo, 31.V.1557. Religioso dominico (OP), canónigo, preceptor, obispo de Cartagena, arzobispo de Toledo, teólogo, filósofo, catedrático, cardenal.
Nació en el seno de una familia pobre de campesinos, cristianos viejos, y se le puso el nombre de Juan Martínez Guijarro, aunque pasó a la historia como cardenal Silíceo: Juan Martínez Silíceo. La transformación de “Guijarro” por “Silíceo” es el resultado de la latinización de ese segundo apellido, costumbre común en la época en la que vivió. Pero la latinización del segundo de los apellidos puede ser leída también, en el caso de este personaje, desde una perspectiva simbólica; dado que eligió como expresión latina la de una determinada piedra: la piedra de sílex, que pasó a ser el símbolo de la vocación que él se dio a sí mismo como proyecto a realizar y misión definidora de él como personaje.
En 1493 se trasladó a Valencia, donde permaneció un tiempo para formarse. Sus primeros estudios, pues, los realizó en la Universidad de Valencia que, junto con la de Salamanca, era una de las más importantes de la época. En 1498 se trasladó a París, donde siguió sus estudios de Artes iniciados en Valencia y se puso al servicio del lógico valenciano Juan de Celaya; lo que le permitió realizar sus estudios, ordenarse sacerdote y pasar a ser maestro de Artes de la Universidad de París durante unos diez años.
Fue a partir de la publicación de su primera obra en 1514 titulada Ars Aritmética, cuando Juan Martínez Guijarro se dio a sí mismo un nuevo nombre al latinizar su segundo apellido y transformarlo en “Silíceo”.
Éste iba a ser el nombre por medio del cual se construyó como sujeto a partir de su situación como profesor de Artes en la Universidad de París y, en concreto, como profesor y autor de un libro sobre Aritmética.
El Diálogo que en dicho libro escribió Pérez de Oliva tiene un gran valor simbólico; en este Diálogo, la Aritmética sale deudora de Silíceo y le promete la fama.
En la portada de este libro aparece la primera “impresa” del personaje, en la que destacan tres cosas. La primera de ellas es que el centro de la misma son tres letras mayúsculas correspondientes a su nombre y sus dos apellidos, el último de los cuales ya está latinizado.
Las letras son: “J-M-S”. Es la primera vez que se tiene constancia de la latinización de su segundo apellido; una latinización que tiene una importante carga simbólica. Además de las tres letras de su nombre y apellidos, existen dos figuras y dos lemas correspondientes a cada una de ellas. En la parte de arriba de la “impresa” se ve la figura de un gallo y el lema: “A menta abstine”. En la parte de abajo, una mano con un compás y el lema: “Teneo mensura”. Ambos lemas hacen referencia claramente al pitagorismo, que es la tradición matemática en la que se inserta la teoría de Juan Martínez.
Silíceo estaba relacionado con el círculo parisiense de Jacques Lefèbvre d’Etaples (Jacobus Faber Stapulensis en su nombre latinizado). A este círculo pertenecían Clichtove y Bovelles, entre otros. Al primero de estos dos, Judocus Clichtoveus Neoportuensis, está dedicado un poema en dísticos elegíacos al final del segundo libro del Ars Arithmetica; y de él dice Silíceo, en el “Prefacio” a la primera parte, que es el mejor comentador de Fabro. El Stapulense fue el primero en abandonar el método escolástico de las quaestiones y en dar importancia al quadrivium y en particular a las matemáticas y a la música, haciendo del pitagorismo un elemento fundamental de la filosofía. A diferencia de la tradición aristotélica, consideraba que el mejor modo de acceso o introducción a la filosofía no era el Organon de Aristóteles, sino la Aritmética o matemática, que va a ser el camino que luego seguirá Descartes.
El año 1516, llegó a la Universidad de Salamanca para regentar la Cátedra de Nominales en la Facultad de Artes. Esta llegada hay que entenderla dentro de la política global de renovación que la Universidad de Salamanca comenzó a llevar a cabo bajo la atenta mirada de los Reyes Católicos años antes.
Al año de llegar a Salamanca era ya colegial del más importante colegio mayor de su Universidad: el de San Bartolomé. Y en los primeros años de su estancia en esta Universidad llevó a cabo una actividad productiva extraordinaria. Publicó su Dialéctica o Lógica magna, que consta de cuatro partes de las que se conserva la primera y parte de la tercera. Publicó también las Quaestiones al Perihermeneias de su maestro Dullaert de Gante, el libro de Suisseth perteneciente a la rama oxfordiana de los calculadores y su Lógica brevis. Es decir, que puso a disposición de alumnos y profesores de la Universidad de Salamanca las doctrinas más en boga acerca de la lógica nominalista y de la filosofía natural, tal como en ese momento se estaban practicando en la Universidad de París, que era la más importante del momento.
Con su llegada a Salamanca, continuó su función como profesor, pero ya no de Matemáticas, sino de Lógica y Filosofía Natural. En este caso, ya no es la Aritmética la que le cualificaba, sino la Dialéctica, que entendida como método, se puede caracterizar como un camino seguro para acceder al saber. Aquí, la Dialéctica ha dejado de identificarse con los argumentos probables y ha pasado a ser el símbolo del entendimiento, que en el “conflicto” o “duelo lógico” (espadas cruzadas) sería la representante de la “ratio”, que resuelve el conflicto y hace de los argumentos “eslabones” hacia la verdad. El pitagorismo aritmético que cualificaba al primer Silíceo como profesor de Artes Liberales en la Universidad de París, se ha transformado en el Silíceo maestro de Artes Liberales en la Universidad de Salamanca en una concepción de la Dialéctica como el arte del buen razonar, lo mismo que la Gramática es el arte del buen hablar y la Retórica el arte del buen decir.
En estos años en los que era catedrático de la Universidad de Salamanca continuó su cursus honorum con los siguientes nombramientos; el año 1522 fue nombrado catedrático de Filosofía Natural en la Universidad de Salamanca como sucesor del maestro Ortega, que la había regentado de 1508 a 1522; el año 1529 fue nombrado canónigo magistral de la catedral de Coria; y el año 1534 fue nombrado por Carlos V preceptor del príncipe Felipe; en 1541 fue nombrado obispo de Cartagena, llegando el año 1546 a arzobispo de Toledo, y, como tal, visitó este año de 1546 la Universidad de Alcalá de Henares, publicándose como resultado de esta visita un curioso e interesante libro con grabados alegóricos, que dan idea de la personalidad de Silíceo.
Como cardenal, Silíceo convalidó con su firma el estatuto de limpieza de sangre del Cabildo de la catedral de Toledo. Esta firma le ha hecho famoso en la historia y ha coloreado al personaje con un matiz negativo, como prototipo de persona conservadora. Este primer estatuto de limpieza de sangre estaba limitado en sus efectos al Cabildo catedralicio, pero llegó a ser muy famoso por servir de modelo a otros estatutos posteriores.
El año de 1550, siendo arzobispo de Toledo, publicó Silíceo su último libro, que es una explicación del nombre de Jesús. El tema del libro evidentemente es un tema religioso; pero se trata de un libro de gran interés para cualquier intérprete de Silíceo porque da idea de la evolución de Silíceo y permite apreciar cómo aplicaba sus dos líneas de especialización: el pitagorismo matemático y el nominalismo lingüístico para su reflexión cristológica; y para la aplicación de su reflexión cristológica a su “impresa” como arzobispo y cardenal de Toledo.
La “impresa” de Silíceo está relacionada con tres elementos simbólicos: el nombre de Jesús esculpido sobre una piedra blanca, el fuego y el eslabón. A todo ello va a poner como lema en latín: “Eximunt tangentia ignem”; que traducido significa que las cosas que tocan al sílex, hacen que salga de él fuego. Ya está, pues, recorrido el camino a través del cual Silíceo ha ido construyéndose como sujeto; camino que queda sintetizado en su “impresa”, que es la que forma parte de su retrato como cardenal de Toledo. En él, se puede apreciar lo siguiente: un rostro duro que expresa la conciencia de poder del sujeto del mismo. Un poder definido por tres símbolos: el báculo, la mitra y la capa. Y finalmente una “impresa” en la parte superior derecha de su retrato.
La gran metáfora de toda la obra de Silíceo es la de la piedra de sílex. En la concepción de Silíceo, la piedra de sílex es el símbolo del entendimiento especulativo, que mantiene latente el fuego de la sabiduría; y necesita de la dialéctica como eslabón para que la sabiduría latente pueda ser liberada y salir a la luz. El entendimiento especulativo es el logos de los estoicos, que es el principio a partir del cual se generan todas las cosas.
Ése es el logos que san Juan en su Evangelio interpretó también como principio: en el principio era el Verbo (logos). El cristianismo ha hecho de ese logos la segunda persona de la Trinidad, que tiene como peculiaridad la de haberse encarnado. Pero además de esta lectura teológica de su libro De divino nomine Jesus cabe una lectura antropológica, que es la que aquí se quiere resaltar, por ser la que se relaciona con el calificativo de “hombre de letras” que se ha dado a Silíceo.
El hombre, como imagen de Dios, puede ser interpretado también como la “piedra angular” del templo de la creación. Y el centro del hombre es el entendimiento especulativo gracias al cual de hombre natural puede transformarse en hombre sabio. En el hombre natural el fuego de la sabiduría está latente y tiene que ser liberado. Para ello dispone de la dialéctica como el eslabón que es capaz de sacar a la luz el fuego.
El camino del método de su primera época como “maestro de Artes liberales”, se ha transformado en la segunda parte de su vida en la identificación de ese camino con Jesús, tres de cuyos nombres fundamentales son el de camino, verdad y vida. La vida del cardenal Silíceo ha evolucionado desde la “secularidad” de su primer momento hacia la “sacralización” del segundo, coincidiendo en esta evolución con el grupo de Jacobo Faber Stapulensis, que ha seguido una evolución similar.
En la evolución de Silíceo recogida y sintetizada en su “impresa” se puede ver también cómo el “maestro en artes liberales” se ha transformado en “príncipe de la Iglesia” y, como tal, juega un importante papel de mecenazgo, que es otra de las características del “sujeto Silíceo”, muy acorde con la modernidad que representa.
El “príncipe eclesiástico” Silíceo es un gran mecenas, como da a entender con el regalo de los cálices a la catedral de Toledo, con el patronazgo de libros, como el de Blas de Ortiz o el de Gómez Pereira; o con la institución del “coro de músicos” de la catedral de Toledo, o la fundación, el año 1546, del Colegio de Doncellas en el que será enterrado.
El año 1556 fue nombrado cardenal, y el 31 de mayo de 1557 murió en Toledo.
Obras de ~: Liber Aritmetice practice Astrologia, Phisicis el calculatoribus admodum utilis, Parisiis, 1513; Ars arithmetica [...] in theoricen et praxim scissa, omni hominum conditionis perque utilis et necesaria, Parisiis, 1514 (ed. Ars arithmetica, dividida en teórica y práctica, utilísima y necesaria para hombres de toda condición, intr., trad. y notas de E. Sánchez Salor y J. Cobos Bueno, Cáceres, Universidad de Extremadura-Editora Regional de Extremadura, 1996); Siliceus in eius primam Alfonseam sectionem in qua primaria dyalectices elementa comperiuntur argutissime disputata, Salmanticae, 1517; Logica brevis J.M. Silicei in artibus et sacra theologia M. Nunc demum ab eodem mundior et in multis locupletata prodiit, Salmanticae, 1518; Arte calculatorio, Salmanticae, 1520; Calculatoris Suiset Anglici sublime et prope divinum opus in lucem recenter emissum, a multis quibus antes hac conspesum fuerat medii expitum et novis compendiosisque titulis illustratum novo tandem ordine quo lucidius foret digestum atque distinctum, cura atque diligentia philosophi Silicei, Salamanticae, 1520; In Aristotelis Perihermeneias, Priores, Posteriores, Topica et Elencha, Parisiis, s. f.; De divino nomine Iesu per nomen Tetragrammaton significato, In Canticum Magnificat, In Orationem Dominicam et Salutationem Angelicam, Toleti, 1550; Declaracion del Pater noster, y Aue Maria, Toledo, 1551; Defensorium Statuti Toletani, Toledo, s. f.; Opúsculos Marianos del Cardenal Siliceo, Arzobispo de Toledo, Lérida, 1891; para la correspondencia, Archivo General de Simancas, años 1535, 1536, 1544, 1545, 1556; y Biblioteca Nacional de Madrid, ms. 917, 1703, 1751.
Bibl.: N. Antonio, Biblioteca Hispana nova, Madrid, Joaquín Ibarra, 1783; V. Reyes Prosper, “Juan Martínez Silíceo”, en Revista de la Sociedad Matemática Española, 5 (1911), págs. 153-156; J. Rey Pastor, Los matemáticos españoles del siglo xvi, Madrid, Biblioteca Scientia, 1926; H. Mota Arévalo, “Cuarto Centenario de la muerte del card. Silíceo”, en Hispania Antiqua Epigraphica, 12 (1956); V. P alacio Atard, “Reprimendas y dineros”, en Índice Histórico Español (1958), págs. 461-473; R. García Alonso, “Dos ediciones pretridentinas del Manual Toledano”, en Salmanticensis, 1 (1959); A. S icroff, Les controverses des statuts de “Pureté de sang” en Espagne du xve au xviiie siècles, Paris, Didier, 1960; J. M. López Piñero, Ciencia y técnica en la sociedad española de los siglos xvi y xvii, Barcelona, Labor, 1979; L. Santolaya Heredero, “El Colegio de Doncellas Nobles de Toledo. Algunos puntos de sus constituciones”, en Espacio, Tiempo y Forma. Serie IV. H.ª Moderna, t. 7 (1994), págs. 355-364; B. J. Cobos y E. Sánchez Salor, “Un nominalista extremeño del siglo xvi: Juan Martínez Silíceo”, en M. Fernández-Daza y Fernández de Córdova, marqués de la Encomienda, M. Terrón Albarrán y A. Viudas Camarasa, El Humanismo extremeño: estudios presentados en las 1as Jornadas organizadas por la Real Academia de Extremadura en Zafra y Fregenal de La Sierra en 1996, Trujillo, Real Academia de Extremadura de las Letras y las artes, 1997.
Cirilo Flórez Miguel