Esta portuguesa fue guarda mayor de las damas de las infantas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela hasta 1585, cuando al partir esta última hacia la Corte de Saboya, se quedó en Castilla ocupando el mismo lugar junto a Isabel Clara Eugenia. Sin embargo, al marqués de Velada, mayordomo mayor del príncipe, no le gustaba su manera de ejercer el oficio: “allá dentro no puedo yo mirar bien por la Guarda de la Casa”, además, “no haze otra cosa de su offiçio sino tomar las llaves de la portería a las noches y en las demás cosas de su gusto se aprobecha de su offiçio [...]”, por lo que solicitó al Monarca, en reiteradas ocasiones, su sustitución. Finalmente, Felipe II aceptó y en su lugar se asentó María Manrique, considerando que doña Antonia ocupase un lugar de dueña de honor. La pérdida de este oficio no significó su alejamiento definitivo de la Corte. [...]