Álamo, Gonzalo del. Córdoba, c. 1541 – Costa de Clare (Irlanda), 20.IX.1588. Misionero jesuita (SI).
Cuando fue admitido en la Compañía de Jesús, este cordobés era bachiller en Artes, realizando su probación o noviciado en Granada —ciudad a la que se había trasladado el segundo noviciado jesuita de España desde Córdoba—. Estudió Teología en Sevilla, leyó Artes en el Colegio Real de Granada, así como de nuevo en Sevilla. Tanto en la ciudad hispalense como en Cádiz fue profesor de Casos de Conciencia, una importante disciplina para el conocimiento de la teología moral.
Fue destinado, en 1568, a la segunda expedición de la Compañía en Florida, habiendo sido éste, junto con Perú un poco más tarde, el primer escenario de la llegada de los jesuitas a América dos años antes. Finalmente, trabajó en La Habana, viéndose obligado a detenerse en esa isla de Cuba por cuestiones de salud.
Después, en 1569, pasó a Calus (Florida), donde fue un maestro en el conocimiento de la lengua de los indígenas, y continuó a Santa Elena, en el actual estado de Georgia. Se encargó también de la atención a los presidios españoles ubicados en San Pedro de Tacatucuro —en la isla de Cumberland, igualmente en Georgia—, así como en San Agustín, en Florida.
La disparidad de criterios que manifestó en la resolución de casos de conciencia que se planteaban por vez primera, como era el matrimonio en aquellos lugares, así como el desarrollo del propio ministerio de la misión, le condujeron a algunos enfrentamientos con el viceprovincial en aquellos territorios, Juan Bautista Segura. Así la ejecución de dos caciques de Calus supuso, a su juicio, un caso grave de coinciencia. Además, se opuso a la apertura de la misión de Ajacán en Virginia. Dos años permaneció en aquellas tierras, pues regresó a la Península acompañando al adelantado Pedro Menéndez de Avilés, alcanzando la ciudad gaditana en agosto de 1570. Sus trabajos habían generado juicios encontrados, pues mientras el mencionado padre Segura no aportaba buenos informes suyos al general Francisco de Borja y Antonio Sedeño, también jesuita, llegaba a proponer su expulsión del Instituto, otros compañeros alababan el desarrollo de sus ministerios —como el caso de Juan Rigel— mientras que el propio adelantado solicitaba su compañía para efectuar su regreso a Florida.
Álamo, sin embargo, fue enviado para formar parte de la primera comunidad del Colegio de Málaga, en febrero de 1573. En aquella ciudad mostró su preocupación por los ministerios desarrollados en las cárceles, hospitales, además del depósito de galeotes de Castilla y Andalucía, que se encontraba ubicado en la capital malagueña. Como operario, acompañó al obispo de la diócesis, Francisco de Córdoba, durante sus visitas pastorales a las localidades de Antequera, Marbella y Ronda, y de esta manera, como “el mejor operario de toda la provincia” de Andalucía, fue considerado por su visitador García Girón de Alarcón.
Igualmente, se le ha calificado como uno de los más notables teólogos, experto en esas cuestiones morales que provocaron controversias en las nuevas tierras de Florida.
Cuando se encontraba en la Casa Profesa de Sevilla fue nombrado, en julio de 1587, superior de un grupo de siete jesuitas que habían sido designados para la Armada que, con el adelantado de Castilla Martín de Padilla —cuñado del también jesuita Antonio de Padilla—, había zarpado rumbo a Lisboa. Se estaba preparando el envío de una Armada contra Inglaterra, siendo la misión del padre Álamo la de atender espiritualmente a la tripulación, además del trabajo en los hospitales, lugar donde se manifestó como un operario especializado. Capacitándose para una posible reconciliación de Inglaterra con la Iglesia católica romana, solicitó al prepósito general que se le concediesen facultades papales para absolver la herejía. Se embarcaba, en mayo de 1588, en el galeón San Marcos, acompañado del hermano Hernando de Torres, en una tripulación compuesta por cuatrocientos hombres. Un buque que participó en los acontecimientos de la Armada y que, a su regreso, naufragó junto con otras naves en la costa occidental de Irlanda. Circulaba el testimonio de que el padre Álamo había preparado y animado espiritualmente a los tripulantes que estaban prontos a perecer por los avatares de los “elementos”, contra los que Felipe II no había enviado a sus naves.
Bibl.: F. B. Medina, “Jesuitas en la armada contra Inglaterra, 1588”, en Archivum Historicum Societatis Iesus, 58 (1989), págs. 3-42; W. Soto Artuñedo, La fundación del Colegio de San Sebastián. Primera institución de los jesuitas en Málaga, Málaga, Universidad de Málaga 2003.
Javier Burrieza Sánchez