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Juan Fernández de Oviedo

Biografía

Fernández de Oviedo, Juan. Córdoba, 1526 – Hirado, Nagasaki (Japón), 26.VI.1567. Jesuita (SI) y catequista en el Extremo Oriente.

Era un hombre de comercio que decidió en la universitaria Coimbra su entrada en la Compañía de Jesús, en mayo de 1547, cuando era todavía aquélla una cantera de jesuitas para los primeros pasos de la expansión ignaciana en España y Portugal. Salió, una vez más, desde el puerto de Lisboa, hacia la India en marzo de 1548. Recaló en Goa en septiembre de ese mismo año y fue enviado a Malaca en abril de 1549, donde Francisco Javier le llamó a su lado para que le acompañase en su viaje a Japón, desde finales de mayo de ese mismo año. Destacó desde su llegada a Kagoshima (agosto 1549) por su conocimiento de la lengua japonesa. Un año después ya ejercía en Hirado como intérprete. Fue testigo de los ministerios del mencionado Francisco Javier, superior de los jesuitas en todo el ámbito de Oriente e India, especialmente en los trabajos que desarrolló en Yamaguchi y Kyoto.

Cuando Francisco Javier prosiguió su ruta —hay que recordar al “divino impaciente”—, Fernández de Oviedo se quedó a las órdenes del superior que dejó el santo, Cosme de Torres. El jesuita cordobés le sirvió no solamente como intérprete, sino también de catequista.

Cuando permaneció como compañero, desde 1556, de Melchior Nunes Barreto en su camino hacia Funai, éste destacaba al sucesor de Ignacio de Loyola, Diego de Laínez, el papel principal que en la evangelización del Japón estaba mostrando el que era hermano coadjutor y no sacerdote, Juan Fernández de Oviedo.

En 1558, participaba junto con Baltasar Gago, en la fundación de la iglesia de Hakata, aunque al año siguiente la persecución le obligó a retirarse. Fue acompañando en los años posteriores a otros misioneros jesuitas. Contó con una notable producción catequética escrita, consistente en traducciones a la lengua japonesa de textos del Evangelio, sermones y oraciones, todos ellos perdidos a causa de un incendio casual, mientras se encontraba en la isla de Takushima y acompañaba a Luis Frois. Con posterioridad a este hecho desgraciado, Fernández de Oviedo prosiguió con su trabajo y concluyó la primera gramática japonesa, siguiendo la metodología de la gramática latina que había escrito Elio Antonio de Nebrija.

Cuando se encontró en el puerto de Hirado, construyó una primera iglesia que se conoció como el Templo de la Puerta del Cielo. Participó, de manera muy activa, en la evangelización de la isla de Ikitsuki, en Nagasaki, acompañando al padre Baltasar da Costa. Se encontraba en Hirado cuando falleció con poco más de cuarenta años, rodeado de sus “cristianos”, hablando en japonés de las cosas de Dios. Gracias a su dominio de la lengua japonesa, contribuyó a la preparación de futuros misioneros.

Fernández de Oviedo es una fuente muy destacada para conocer los principios de la evangelización y del cristianismo en Japón. Francisco Javier, que falleció quince años antes a las puertas de China y que era un hombre exigente como superior, le definía en una carta como un jesuita de una extraordinaria capacidad de trabajo.

 

Bibl.: F. Mateos, “Compañeros españoles de San Francisco Javier”, en Missionalia Hispanica, 26 (1952), págs. 353-364; D. Pacheco, Saisho no Iruman [El primer hermano], Nagasaki, 1967; El hombre que forjó a Nagasaki, Madrid, 1973; G. Schurhammer, Francisco Javier. Su vida y su tiempo, vols. III y IV, Bilbao, Mensajero, 1992, pág. 722 y pág. 867, respect.

 

Javier Burrieza Sánchez

Relación con otros personajes del DBE