Enríquez de Toledo y Armendáriz, Alonso. ¿Sevilla?, 1551 – Irimbo (México), 5.XII.1628. Ilustre mercedario (OdeM), obispo de Sidón, Santiago de Cuba y Michoacán.
Nació en 1551, probablemente en Sevilla (aunque hay quienes le hacen nacer en Navarra, e incluso en el Nuevo Mundo, sin que haya unanimidad sobre preciso, y los testimonios no concuerdan). Según Hardá —primer biobibliógrafo mercedario— copiado por Agustín de Arques Jover, nació en la ciudad de Sevilla; a ellos me atengo, por su antigüedad y sentido crítico, en contra de la opinión de Guillermo Vázquez, en este caso. Sus padres fueron Francisco Enríquez de Castellanos y María Orozco y Toledo. Tuvo otro hermano mercedario, que firma fray Francisco de Veamonte, y otros seglares, que usan apellidos diversos de la familia, como Castellanos, Orozco, Armendáriz y Toledo. Carlos Oviedo, cardenal mercedario chileno —que escribió un Episcopologio de la Merced— afirma que “su nombre completo era Alonso Orozco Enríquez de Armendáriz Castellanos y Toledo”. De hecho, en su Libro de profesiones del convento grande de Sevilla —hoy extractado— se lee: “Ego frater Ildefonsus de Horozco facio professionem, etc. tibi R.A.P.M. Fr. Joanni de Peñaranda Provinciali, necnon Commendatori huius Domus Hispalensis...Die 17 Aprilis, Anno 1566”. Su hermano fray Francisco profesa el 1 del mismo mes y año. No nos consta dónde cursó sus estudios fray Alonso Enríquez. Acaso en la Escuela catedralicia de Sevilla, antes de ingresar en la Merced en 1565, y luego Filosofía y Teología posiblemente en el mismo convento de Sevilla, sin ir a ninguna universidad, como hizo asimismo fray Gabriel Téllez, pues no aspiraba a ser catedrático.
Sí consta como matriculado en la Universidad de Valladolid su hermano fray Francisco de [B]eamonte, entre 1566 y 1569; y el 5 de agosto de 1573, como bachiller en Teología; finalmente, el 16 de enero de 1576 seguía matriculado en Teología, siendo ya “religioso presbítero de la Merced”. Todo ello según la signatura del Archivo de la universidad vallisoletana 32, fol. 184; signatura 195, fol. 99v. Finalmente, a él se refiere la obra de Mariano Alcocer sobre la universidad de Valladolid, en la página 175. Se dice de fray Francisco Beamont[e] que “nació en Guatemala, profesó en Sevilla 1-IV-1566, Misionero en Perú, B[achille]r T[eologí]a Valladolid 16 de abril de 1576, Fundador de S. Laureano”. (De nuevo se contradice la afirmación del historiador G. Vázquez: “Consta que el P. Veamonte hizo su carrera en Salamanca”). Se señalan estos datos por la relación biográfica que el hermano pudiera suponer para futuras investigaciones sobre fray Juan.
Se sabe que se graduó en Teología, aunque se ignora dónde. Fue nombrado comendador de la Merced de Granada. Después pasó a América. Se afirma que fue doctrinero en Chuquiavo y en La Paz (Bolivia) por el año de 1574. Se documenta como comendador de Cali en abril de 1579. Cabildo, Justicia y regimiento de Cali ordenaron que se hiciese una información para presentarla a Su Majestad, sobre su vida ejemplar. Así lo proveyeron y firmaron el bachiller Francisco de Vera, Francisco Redondo, Alonso de Fuenlabrada, Diego de Aguirre, Andrés Cobo, Rodrigo de Villalobos Ayala: Pasó ante Juan Minerva, escribano real. Todos los testigos confirman su sabiduría y sentido práctico: reconstruyó el propio convento y alguno afirma merecer, por sus buenas obras y costumbres, ser promovido, “pues todo cabe en él, aunque sea ser obispo”, dice el testigo Antonio Redondo. Tuvo como conventuales, dicho año de 1579, a los padres fray Juan Lorenzo, fray Francisco Quintero, fray Francisco Sánchez y fray Francisco Moreno. Existe nueva información, mandada llevar a cabo por el cabildo de Guadalajara de Buga (Popayán), el 21 de diciembre de 1580. Destaca el hecho de haber “quitado muchos santuarios e ídolos de los naturales”. La Merced le nombró comendador, asimismo, de Puertoviejo. Ha doctrinado, con gran éxito, a muchos nativos.
Ante la pretensión de ciertos agustinos, que querían apoderarse de las doctrinas de Cali, existe sentencia dada por los tribunales de Justicia. Empieza así: “Sentencia.- Don Felipe por la gracia de Dios Rey de Castilla, de León, de Aragón, de las dos Sicilias, de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarbes, de Algecira, de Gibraltar, de las Islas Canarias, de las Indias, Islas y Tierra Firme, de mar océano, conde de Flandes y de Tirol, etc., a Vos el nuestro Gobernador de la Gobernación de Popayán y nuestro lugar teniente...” [...] Manda que a los Mercedarios se les deje la dichas doctrinas. Presidente y oidores dieron, pues, y pronunciaron un auto en la Ciudad de Quito, a 18 de marzo de 1581, que se resume de este modo: “Que los dichos Religiosos de la Orden de la Merced tengan esas doctrinas como hasta aquí las han tenido en los términos de la dicha Ciudad de Cali, y las administren”. La carta del presidente y oidores llevaba la fecha, a favor de las doctrinas del padre Enríquez del 3 de abril de 1580. La decisión del Rey fue, “de pedimento del Muy reverendo Padre Fray Alonso de Armendáriz, Comendador de la casa de Nuestra Señora de las Mercedes de la ciudad de Cali, por mí, Juan de Bueno, Escribano público de ella, fue leída y notificada”, y se ejecutó según derecho por las autoridades.
Al terminar su encomienda en Cali, en febrero de 1585 se le encuentra en la ciudad de Trujillo (Perú). El Cabildo escribe al Rey diciéndole que va “por Elector del Capítulo General de su orden, pues se le eligió diputado y procurador”, y le informan muy favorablemente de su misión, comendaduría y pastoral con los nativos. Al llegar a España es nombrado visitador general de América: primeros de enero de 1587. Y en dicho Capítulo General, celebrado en Zaragoza el 17 de mayo de 1587, el reverendísimo padre Francisco Salazar le nombra vicario general. También adquiere el título de presentado. En Lima tuvo oposiciones, y el general de la orden envía, en su lugar, provisionalmente, a su hermano, fray Francisco de Veamonte. Poco después se toma el acuerdo del nombramiento definitivo de hacerle vicario general de toda la América. El 29 de junio, por real cédula, se le otorga licencia de pasar a Perú. El 30 de marzo de 1590 la Casa de la Contratación de Sevilla le da licencia para embarcarse en una flota que iba a Cartagena de Indias. Es reelegido vicario general en agosto de 1592, para tres años. Lo hace el maestro general fray Francisco Zúmel. El 1 de junio de 1596, en el Capítulo General de Valladolid, vuelve a dar cuenta de su cargo. Se le nombra vicario provincial al padre Enríquez de Armendáriz.
Nos hace saber el padre Pedro Nolasco Pérez que existe una Real Cédula de 27 de abril de 1597, que manda a los oficiales de la Contratación de Sevilla que “dejen llevar a nueva España y a Guatemala, al Maestro fray Alonso Enríquez, que va por Vicario General, doce religiosos de su Orden”. Los religiosos elegidos por el padre maestro Enríquez eran: fray Fernando de Cuadros, fray Alonso Palomino, fray Alonso de Córdoba, fray Lorenzo Rodríguez, fray Alonso de Espinosa, fray Julián Alemán, fray Pedro de Zomala, fray Antonio de Villafaña, fray Juan Guerrero, fray Lorenzo Maldonado, fray Juan de Zamora, fray Lucas Lezcano. No tuvo efecto esta misión porque la flota no salió. Por ello el Consejo permitió la del año 1599.
Había una corriente de opinión en la Merced por esas fechas, y era la de separar los conventos de las casas de estudios. Tanto el reverendísimo padre Enríquez como su hermano el padre Veamonte, decidieron fundar en Sevilla un colegio de San Laureano, no lejos de la Puerta Real, y este proyecto agradó al padre maestro Zúmel y a todo el Capítulo General. Se otorgó el Patronato a Juan de Castellanos, hermano de los fundadores mercedarios. “Prestó buenos servicios a la Orden”, precisa el historiador G. Vázquez. El colegio fue dotado con 240 ducados anuales, habiendo hecho el padre maestro Enríquez otros muchos servicios a su Orden. Fue uno de los grandes benefactores. Sigue residiendo en España unos años, honrado por su provincia andaluza —de la que fue vicario en 1600— con el título de maestro. Ese mismo año asiste al Capítulo General de Valencia.
El arzobispo de Burgos, Alonso Manrique, le propone como su auxiliar, y el nuncio da su conformidad el 15 de junio de 1604. León XI (no Paulo V, según los padres Joel L. Monroy y Guillermo Vázquez) le elige obispo titular de Sidonia de Fenicia y auxiliar del arzobispo de Burgos, el 27 de junio de 1605. Se consagró en Burgos por el mismo arzobispo poco después. Cinco años después, Felipe III le presenta para el obispado de Cuba, y Paulo V lo preconiza en el consistorio del 30 de agosto de 1610. (De nuevo, hay que desmentir afirmaciones no coincidentes con la verdad, la del ilustre mercedario Linás en su “Bulario”, que afirma haber sido el año 1611; y, sobre todo, la del padre Joel L. Monroy, que da la fecha de 1600, en su obra editada en 1930: ciertamente tiene que ser una errata). Se trasladó con prontitud a la isla cubana, y, a pesar de la escasez del personal preparado, logra imprimir a dicha diócesis —que entonces comprendía toda la isla y la Florida— un serio impulso renovador. Pasó a Cuba con licencia de 29 de mayo de 1611, y llegó a la isla a primeros de septiembre de dicho año. Tomó posesión de la diócesis el 10 de julio de 1611 por Gaspar de Canales, su procurador, y personalmente el 9 de septiembre del mismo año. Su deseo era trasladar la sede diocesana a la ciudad de La Habana, ya entonces con mayor importancia que Santiago, pero los intereses de algunos, amparados en el incorregible expedienteo de nuestra Administración, metropolitana y colonial, se lo impidieron.
Escribió bastantes pastorales allí. El 12 de mayo de 1615, desde La Habana, escribe unas inspiradas y ardientes palabras al maestro Remón, solidarizándose con su obra de “Ocho discursos predicables”, sobre la Inmaculada. Y el cronista y escritor, a la vez que poeta y comediógrafo mercedario, la publicó en los “preliminares”. Le recoje —por su interés testimonial en defensa de la Concepción Inmaculada de María, y algunos datos reveladores de su autobiografía, exterior e interior— el primer fragmento significativo: “Don Fr. Alonso Enríquez de Toledo, Obispo de Havana, Xamayca, y la Florida, y del Consejo de su Majestad, del mismo orden de nuestra Señora de la Merced. AL AUTOR. Grande consuelo he recibido en saber que V. Paternidad emprende el sacar a luz estos ocho discursos, en alabanza y defensa de la limpissima Concepción de la Reyna de los Angeles, obra en que espero que (demas que su Majestad ha de ser servida) se hará grade fruto en los corazones de los fieles devotos suyos, V. Paternidad mostrarà en esto, [(] junto con su religioso zelo y devocion) el grande caudal de su ingenio. De mi se decir, que si mis ocupaciones y poca salud dieran lugar, tambien sirviera a esta soberana Señora con mi cornadillo, y saliera a la defensa de la causa en publico; pues a todos nos corre obligación, como hijos y religiosos de la Madre de Dios de las Mercedes, cuyo habito vestimos. Bien creo que ha de llegar aprisa el permitir Dios que se descubra esta verdad, y se revele este misterio para gloria suya, y honra de su madre, y se verifiquen aquellas palabras de Abacuc, de la victoria que le dio su hijo en el instante de su Concepción, quebrantando la cabeza a la mancha de la original culpa, y preservandola de que cayese en ella, saliendo Maria triunfante y gloriosa [...]”.
Sucedió en el obispado cubano a fray Juan de las Cabezas Altamirano, dominico, que fue trasladado a Guatemala. Pocos años después, por serias dificultades con Gaspar Ruiz de Pereda, presidente de Cuba, viajó a España, en marzo de 1616. La estancia no fue larga, pues regresa, con despacho de 17 de junio del mismo año. Participa, por su procurador Agustín Serrano Pimentel, en el Concilio de Santo Domingo. Convoca él mismo el Sínodo diocesano a fines de 1622, aunque —por su traslado de diócesis— tuvo que ser suspendida la celebración organizada.
Le sucede teóricamente fray Gregorio de Alarcón, agustino descalzo, que fallecerá en el mismo viaje a Cuba. En 1623 queda vacante la diócesis de Michoacán, al fallecer Baltasar de Covarrubias. A petición del Rey de España, el obispo fue presentado para suplirle. Urbano VIII le traslada a la diócesis de Michoacán el 15 de abril de 1624. Toma posesión de esta diócesis por procuración, el 20 de octubre de dicho año, y lo hará personalmente el 3 de noviembre próximo. Sucede al difunto agustino fray Baltasar. Le sobreviene la muerte en Irimbo (Yumbo le llama el mercedario ecuatoriano padre Joel L. Monroy), y se le sepulta en la catedral de Michoacán (México). Le sucederá el padre mercedario fray Francisco de Ribera, que es trasladado de Guatemala, el 17 de septiembre de 1629.
Obras de ~: “Don Fr. Alonso Enríquez de Toledo, Obispo de Havana, Xamayca, y la Florida, y del Consejo de su Majestad, del mismo orden de nuestra Señora de la Merced. Al Autor. Grande consuelo he recibido [...]” en Alonso Remón, De la Concepción purisima de N. S.ª Ocho discursos predicables, Madrid, L. Sánchez, Impresor del Rey nro. Sr.1616, s/f, preliminares; De spirituali et temporali regimine Episcopatus S. Jacobi de Cuba; deque moribus incolarum Habanam, Xamaicam, Floridam, aliosque illius orbis tractus habitantium, Matriti typis locatum, anno 1646 [sic] [1616]; Cartas de Fr. Alonso Enriquez y Armendáriz Vicario General de la Merced en el Perú, a su Majestad, Lima, 1592-1593; Apología pro nobilitate sui originis, ac pro illustribus suae familiae fascinoribus aperiendis, s. l., s. f. [Lo recoge Hardá como publicado]; Cartas, Informes y Memoriales, desde sus diócesis de Santiago de Cuba y Mechoacán, s. l., s. f.
[apud Hardá].
Bibl.: Fr. M. Salmerón, Recuerdos Históricos [...], Valencia, en casa de los herederos de Crisóstomo Garriz, Bernardo Bogues, junto al molino de Rovella, 1646; Fr. A. de Arques Jover, Harda, Bibliotheca Scriptorum Ordinis B.M. de Mercede, ms., copiado el 18 de noviembre de 1785 (Biblioteca Curia Provincial Merced Castilla, sign. 1161, fols. 232r.-232v.); Fr. P. Nolasco Pérez, Religiosos de la Merced que pasaron a la América Española (1514-1777), Sevilla, Tipografía Zarzuela, Teniente Burgos, 7; J. L. Monroy, El Convento de la Merced de la Ciudad de Cali-Colombia, Quito, Editorial Ecuatoriana, 1930; G. Vázquez, “El Ilmo. Fray Alonso Enríquez († en 1628)”, en La Merced, abril de 1932, págs. 134-138; P. G. Placer, Bibliografía mercedaria, I, Madrid, Revista Estudios, 1968; C. Oviedo Cavada, Los Obispos Mercedarios, Santiago de Chile, Ed. Salesianos, 1981.
Luis Vázquez Fernández, OdeM