Baquíjano y Carrillo, José. Conde de Vistaflorida (III). Lima (Perú), 13.III.1751 – Sevilla, 24.I.1817. Abogado y político.
Segundo hijo de Juan Bautista Baquíjano, caballero de la orden de Santiago y primer conde de Vistaflorida, y de María Ignacia Carrillo de Córdoba y Garcés de Mansilla. Cursó estudios de latinidad en el seminario conciliar de Santo Toribio de Lima, donde obtuvo el grado de bachiller en Cánones en 1762. Ingresó en la Universidad de San Marcos y obtuvo el título de doctor en Leyes y Cánones en 1765. Se recibió como abogado de la Real Audiencia de Lima en 1769. En 1772 se instaló en Cuzco en calidad de secretario del obispo de Cuzco, Agustín de Gorrichátegui. Al año siguiente regresó a Lima y se desempeñó temporalmente como asesor del Tribunal del Consulado y del cabildo. En 1773 partió a España en compañía del obispo Gorrichátegui con la intención de obtener un puesto en la administración acorde con su formación profesional y sus antecedentes nobiliarios. Sin embargo, se dedicó a frecuentar las casas de juegos madrileñas. Al advertir esa conducta desordenada por real orden de 21 de abril de 1776 el ministro José de Gálvez dispuso su marcha a Cádiz y su embarque inmediato al Perú. En 1778 accedió a la cátedra de Instituta en la Universidad de San Marcos. El 20 de julio de 1780 se le dio posesión de la cátedra de vísperas de leyes del referido centro de enseñanza limeño. Al mismo tiempo, accedió al puesto de fiscal interino del crimen en la Real Audiencia. En su condición de flamante protector general de los indios hizo la defensa del cacique Bernardo Tambohuacso el 22 de agosto de 1780 acusado de participar en la conspiración de Lorenzo Farfán de los Godos en el Cuzco. También presentó el 15 de mayo de 1781 un alegato en favor del cacique de Chancay Pedro Cimbrón al que se acusaba de rebelarse contra el pago del tributo indígena.
El 27 de agosto de 1781 pronunció el discurso de recepción al virrey Agustín de Jáuregui y Aldecoa (1780-1784) titulado Elogio al virrey Jáuregui en el que además de citar libros prohibidos hizo una crítica de la política represiva impuesta por el visitador José de Areche tras exterminar la rebelión de Tupac Amaru II en 1780. Al mismo tiempo que el Elogio se imprimía en Lima con el permiso de las autoridades, Juan Baltazar Maciel remitió al ministro de Indias José de Gálvez unas extensas reflexiones críticas a dicho panegírico tituladas Reflexiones sobre la famosa arenga que se hizo en Lima por un individuo de la Universidad de San Marcos. En ese documento advertía que la circulación del Elogio “sublevaría el fanatismo de la emulación” al calificarse la conducta del ministro “de odio y desafecto a la nación americana”. Asimismo, en carta del 22 de noviembre de 1781 el visitador Areche alertó a Gálvez sobre la intencionalidad crítica y política de dicha obra. Tras recabar todas estas opiniones en la Secretaría de Indias se calificó al Elogio como uno de los papeles más perniciosos y subversivos que circulaban por el Perú. Por real orden del 1 de agosto de 1783, el rey dispuso que se confiscaran los ejemplares de dicho panegírico y de inmediato fueran enviados por vía reservada a España. El visitador general Jorge de Escobedo recogió trescientos doce de los seiscientos ejemplares impresos y los remitió en la fragata San Fulgencio. El expediente abierto en España sobre el Elogio concluyó en Madrid en agosto de 1785 con la condena definitiva de la obra. Se ordenó a su autor entregar a la Inquisición todos los libros de autores prohibidos que citaba y que custodiaba en su biblioteca. En julio de 1786 Baquíjano remitió al virrey Teodoro de Croix (1784- 1790) un memorial en el que le manifestó su arrepentimiento por haber utilizado autores prohibidos y le hizo presente que nunca fue su intención criticar la acción de los ministros encargados de los asuntos indianos.
En 1783, presentó su candidatura a rector de la Universidad de San Marcos, pero el cargo finalmente recayó en José Miguel de Villalta. Fue admitido como socio de la Sociedad Bascongada de los Amigos del País. En 1790 se integró a la Sociedad Académica de Amantes del País y al poco tiempo fue nombrado presidente de la misma. Bajo el seudónimo de Cefalio escribió en el periódico ilustrado Mercurio Peruano de historia, literatura y noticias públicas (1790-1795) artículos de carácter histórico, económico y jurídico entre los que destacan: “Historia de la erección y establecimiento de esta real Audiencia”, “Historia del descubrimiento del cerro de Potosí, fundación de su actual villa, sus progresos y actual estado”, “Historia de la fundación, progresos y actual estado de la real Universidad de San Marcos de Lima”, “Disertación histórica y política sobre el comercio del Perú”, “Historia moral extraída de algunos papeles extranjeros para escarmiento de los jóvenes demasiado accesibles al mal ejemplo” y “Real cédula por la cual su majestad funda un colegio de nobles americanos en la ciudad de Granada”. En 1792, fue nombrado vicerrector de la Universidad de San Marcos al tiempo que pasaba a regentar la cátedra de Vísperas de Cánones. En Madrid le fue otorgada la distinción de caballero supernumerario de la Real Orden de Carlos III. En 1793, emprendió su segundo viaje a España bajo la condición de procurador del Cabildo. El rey le concedió los honores de alcalde del crimen de la Audiencia de Lima. Con el propósito de dedicarse a tiempo completo a su nuevo oficio solicitó a la Corte su jubilación como catedrático, petición que le fue concedida en octubre de 1795. En España permaneció hasta 1802, fecha en que retornó al Perú. Durante el gobierno virreinal de Gabriel de Avilés (1801-1806) se desempeñó como juez de alzadas de los tribunales del Consulado y de Minería, así como director de estudios de la Universidad de San Marcos. El 12 de septiembre de 1806 fue promovido al cargo de oidor de la Audiencia de Lima. En 1807, por muerte de su hermano mayor Juan Agustín, heredó el título de conde de Vistaflorida. Asesoró al virrey José de Abascal (1806-1816) durante la época de las Cortes de Cádiz. El 30 de diciembre de 1812 y el 14 de abril de 1813 emitió sendos dictámenes sobre los desórdenes ocurridos durante la celebración de la elección de alcaldes y regidores del ayuntamiento constitucional. En 1813 viajó por tercera vez a España y al restaurarse el gobierno de Fernando VII redactó un dictamen sobre la revolución hispanoamericana el 31 de mayo de 1814. Por decreto del 2 de julio de 1814 se le confió el cargo de miembro de la sala tercera de justicia del restablecido Consejo de Indias. Como resultado de una intriga palaciega relacionada con el pleito por una herencia de su hermano fue desterrado a Sevilla en octubre de 1815 en donde falleció dos años después. Se le considera precursor ideológico de la independencia del Perú.
Obras de ~: Elogio del Excelentísimo señor don Agustín de Jáuregui y Aldecoa, virrey, gobernador y capitán general de los reinos del Perú pronunciado en el recibimiento que como a su vicepatrón, le hizo la Real Universidad de San Marcos el día 27 de agosto de 1781, Lima, 1781.
Bibl.: J. de la Riva Agüero, Don José Baquíjano de Beascoa y Carrillo de Córdoba, tercer conde de Vistaflorida en el Perú (1751-1818), Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1926; M. de Mendiburu, Diccionario histórico-biográfico del Perú, t. II, Lima, Imprenta Enrique Palacios, 1932, págs. 351-372; J. de la Riva Agüero, “Don José Baquíjano y Carrillo”, en Obras Completas de José de la Riva Agüero. Estudios de Historia Peruana. La Emancipación y la República, t. VII, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 1971, págs. 17-110; M. Maticorena Estrada, “José Baquíjano y Carrillo, reformista peruano del siglo XVIII”, en Estudios Americanos (Sevilla), n.os 76-77 (1958), págs. 53-60; M. Marticorena Estrada (investigación, recop. y pról.), José Baquíjano y Carrillo, Los Ideólogos, t. I, vol. 3, Lima, Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú, 1976 (col. Documental de la Independencia del Perú); M. Burkholder, Politics of a colonial career. José Baquíjano and the Audiencia of Lima, Albuquerque, Universidad de Nuevo México, 1980.
Víctor Peralta Ruiz