Díaz de Tovar, Rui. Prudencio de Sandoval. Valladolid, c. 1551 – Pamplona (Navarra), 12.III.1620. Monje benedictino (OSB), abad, cronista real, obispo de Tuy y Pamplona.
Nació Rui Díaz de Tovar en Valladolid en el seno de una noble familia; su padre, Hernando de Tovar, era señor de Villamartín (León) y portugués de origen; mientras su madre, de nombre Juana, pertenecía a la ilustre familia de los Sandoval y Rojas. Algunos autores sospechan que no fue hijo de matrimonio legítimo; sea lo que fuere, huérfano a temprana edad, fue recogido por su tío, Cristóbal de Rojas y Sandoval, a la sazón obispo de Córdoba, quien lo envió a estudiar a la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid).
Pero hacia 1563, contrariando sus deseos de servir al Rey en la guerra, fue presionado a tomar el hábito en el monasterio de San Andrés de Espinareda (León). Poco tiempo duró allí, pues se fugó enseguida, retornando a los estudios, esta vez en la Universidad de Salamanca. El 28 de abril de 1569, nuevamente coaccionado por sus parientes, recibió el hábito benedictino en Santa María la Real de Nájera (La Rioja). Cambió entonces su nombre por el de Prudencio, santo del día de su toma de hábito, y el apellido paterno por el materno.
Cursó los estudios de Teología en Salamanca, donde la Congregación de San Benito de Valladolid, a la que Nájera pertenecía, tenía el monasterio-colegio de San Vicente, pero se graduó de maestro en la Universidad, también benedictina, de Irache (Navarra). Fray Prudencio no debía de ser hombre de trato fácil y nunca habló bien de su comunidad najerense. Se ignora la razón, pero en 1590 estaba penitenciado en el monasterio de San Salvador de Lorenzana (Lugo). De 1595 a 1598 fue prior y predicador en su monasterio de profesión, empleando entonces el tiempo en redactar una historia de su casa.
Atendiendo a sus cualidades para el estudio de la historia, la Congregación de San Benito de Valladolid le encargó en 1597 investigar el origen de las fundaciones de sus monasterios. Fruto de su trabajo fue la Primera parte de las fundaciones de los monesterios del glorioso Padre San Benito, que los reyes de España fundaron y dotaron, que vio la luz en Madrid en 1601 y donde se estudian los principios de nueve monasterios.
Pero la obra no pudo tener continuación: fray Prudencio, nombrado procurador general de su Congregación en 1598, cargo que le obligaba a residir en Madrid, se encontró providencialmente al lado de su pariente, Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, en el momento en que éste ascendía a la condición de valido de Felipe III. El monje no desaprovechó la ocasión y el mismo día de la entrada solemne de Felipe III en Madrid (8 de noviembre de 1598), ofreció al valido su Chrónica del ínclyto emperador de España Don Alonso VII, con la que se granjeó su favor.
A partir de este momento, fray Prudencio comenzó a acumular prebendas y honores. En 1599 fue nombrado cronista real, con encargo de terminar la historia general de España de Florián de Ocampo y Ambrosio de Morales. En 1600 recibió el beneficio de prior perpetuo de San Juan de Naranco (Cantabria).
El Capítulo General de su Congregación lo nombró en 1604 abad de San Isidro de Dueñas (Palencia), monasterio que reedificó después de ser destruido por un incendio. En 1607 fray Prudencio, que no dejaba de hacer gestiones para alcanzar una mitra episcopal, fue elegido obispo de Tuy, siendo consagrado en Madrid, el 18 de mayo de 1608, y entró en su diócesis el 25 de julio siguiente. Su primera preocupación fue recuperar los bienes de la mitra injustamente usurpados, pero también visitó pastoralmente la diócesis.
Por mandato real, presidió en 1610 el Capítulo General de su Congregación, en el que se privó al monasterio de San Benito de Valladolid del derecho a la elección del general, traspasándolo a la Congregación entera. Fray Prudencio, que no se encontraba a gusto en Tuy, hizo gestiones para ser promovido a otra diócesis, pero al final hubo de aceptar, presionado por el duque de Lerma, la que menos le gustaba. El 11 de diciembre de 1611 fue presentado por Felipe III para obispo de Pamplona, siendo confirmado por el papa Paulo V el 27 de febrero del año siguiente. El 17 de junio de 1612 hizo su entrada solemne en la ciudad de Pamplona; su primera misión fue formar parte de la comisión mixta hispano-francesa que debía solucionar los problemas fronterizos entre ambos reinos, que se reunió en agosto de 1612 en Araneguy, sin éxito alguno.
También en esta diócesis demostró fray Prudencio su celo pastoral, visitándola casi en su integridad y mostrando especial interés por la conversión mediante la predicación en vasco de las brujas de la Navarra vieja. Reedificó el monasterio de benedictinas de Estella y promovió la fundación de una universidad y de un seminario diocesano, aunque en vano, debido a múltiples dificultades que surgieron.
En 1614 visitó en Lerma a su pariente y valido el duque, quien le arrancó a la fuerza la promesa de ser enterrado en la colegiata de la villa ducal, fundando además unas gravosas capellanías. Fray Prudencio no quiso contrariar los deseos de su omnipotente familiar, a quien tanto debía, pero revocó finalmente en su testamento esta manda piadosa. El 27 de diciembre de 1618, hallándose en la ciudad de Estella gravemente enfermo, otorgó un primer testamento, acosado por sus familiares y prebendados.
Cuando en 1620 se encuentre nuevamente a las puertas de la muerte otorgará uno nuevo, en Pamplona, el 9 de marzo, revocando el anterior.
Murió el 12 de marzo de 1620, a las cinco de la mañana, en casa del condestable de Pamplona y, según sus deseos, fue enterrado en la capilla de San Benito de su catedral.
A causa de la duplicidad de testamentos y de lo cuantioso de su fortuna, se originó entre sus herederos un ruidoso pleito que duró varios años. El monasterio de Nájera, en calidad de casa profesa del finado, pretendía cobrar cuanto había declarado poseer en el momento de ser elevado al obispado de Tuy y aún más si fuera posible, a pesar de las palabras poco lisonjeras que hacia su monasterio de profesión vertía el difunto en su último testamento. Finalmente, el 18 de julio de 1628, el Consejo Real de Navarra dio sentencia a favor del monasterio riojano, a quien se debían doce mil ducados de los bienes dejados por el obispo, pero nada más.
Fray Prudencio de Sandoval no fue un modelo de obispo reformista, pero tampoco un ambicioso preocupado únicamente de su medro personal. Hombre de carácter débil y vacilante, fue un títere en manos del valido de Felipe III, a quien, sin embargo, tuvo el valor de enfrentarse en su postrer momento. Como historiador ha sido generalmente muy criticado por su falta de rigor a la hora de discernir el valor de sus fuentes y por sus pocos escrúpulos en plagiar cuando le venía a cuento. Sin embargo, es tal el cúmulo de documentos que transcribe (muchos de ellos hoy desaparecidos) que sus obras, aun de forma desigual, siguen siendo de imprescindible consulta para el estudioso.
Obras de ~: Chrónica del ínclyto emperador de España Don Alonso VII deste nombre, Madrid, 1600; Primera parte de las fundaciones de los monesterios del glorioso Padre San Benito, que los reyes de España fundaron y dotaron, Madrid, Luis Sánchez, 1601 [en algunos ejemplares se añade el opúsculo Monesterio de San Adriano mártyr y Santa Natalia, en las montañas de Boñal del reyno de León, s. l., s. f.]; La regla y instrucción que San Leandro arzobispo de Sevilla dio a su hermana Santa Florentina, trad. cast. de ~, Valladolid, 1604; Historia de la vida y hechos del emperador Carlos V, Valladolid, 1604-1606, 2 vols. (ed. y est. prelim. de C. Seco Serrano, Madrid, Atlas, 1955-1956, col. Biblioteca de Autores Españoles [BAE], 80-82); Antigüedad de la ciudad y iglesia cathedral de Tuy y de los obispos que se save aya avido en ella, Braga, Fructuoso Lourenço de Basto, 1610 (ed. facs., Valladolid, Maxtor, [2005]); Catálogo de los obispos que ha tenido la santa iglesia de Pamplona, Pamplona, Nicolás de Assiayn, 1614 (reprod., Valencia, Universitat de València, 1999); Historia de los reyes de Castilla y de León (también llamada Historia de los cinco Reyes), Pamplona, Carlos de Labayen, 1615; Historias de Idacio obispo (también llamada Historia de los cinco obispos), Pamplona, Nicolás de Assiayn, 1615; Noticias históricas del real monasterio de Nájera, Madrid, 1619.
Bibl.: C. Seco Serrano, Vida y obras de Fray Prudencio de Sandoval, Madrid, Atlas, 1955 (col. Biblioteca de Autores Españoles, 80), págs. VII-XXXIV; J. Pérez de Urbel, Varones insignes de la Congregación de Valladolid, Pontevedra, Museo Provincial, 1967, págs. 209-212; J. Goñi, “Sandoval, Prudencio de”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. IV, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1975, págs. 2174-2179; J. Goñi, Historia de los obispos de Pamplona, vol. V, Pamplona, Universidad de Navarra, 1987, págs. 178-286; M. Artola Gallego (dir.), Enciclopedia de Historia de España, 4. Diccionario Biográfico, Madrid, Alianza, 1991; E. Zaragoza Pascual, “Cronistas generales de la Congregación de San Benito de Valladolid”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, CLXXXIX (1992), págs. 89-126.
Miguel Carlos Vivancos Gómez, OSB