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Guillermo de Croÿ

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Biografía

Croÿ, Guillermo de. Le Sage. Señor de Chièvres. Condé-sur-l’Escaut (Francia), 1458 – Worms (Alemania), 28.V.1521. Político, preceptor, militar, diplomático, contador mayor de Hacienda.

Gran y primer chambelán de Carlos V, este noble borgoñón pertenecía a una de las grandes familias de los Países Bajos. Hijo de Felipe I de Croÿ, comandante de Porcean, capitán general de Hainaut y gobernador de Valenciennes, y de Jacqueline de Luxemburgo, hija del condestable de Saint-Pol, Guillermo fue educado dentro del denominado “partido francés”, encabezado por su abuelo Antonio de Croÿ (1385-1475), compañero y primer chambelán de Felipe el Bueno (1396-1467). Durante la juventud de Guillermo de Croÿ, la situación de los Países Bajos estuvo caracterizada por una gran inestabilidad política y cortesana. Pocos años después de la muerte de Carlos el Temerario, acaecida en 1477 en la batalla de Nancy, que supuso la pérdida del ducado de Borgoña, sobrevino la de su hija y sucesora María de Borgoña, en 1482, que conllevó el establecimiento de la regencia de su viudo, Maximiliano de Austria, mientras durase la minoría de su hijo Felipe. En este período de continuas dificultades para el regente, los nobles se esforzaron por permanecer en la Corte con el fin de obtener cargos en el gobierno y la administración en cuanto representantes de los intereses territoriales y familiares.

En 1486, Guillermo fue armado caballero por Maximiliano, en cuyo servicio se distinguió cuando, en 1488, fue nombrado capitán de la villa y castillo de Huy. En el capítulo celebrado en Malinas en 1491, Guillermo de Croÿ se convirtió en caballero del Toisón de Oro, y reforzaba así el contacto directo con el joven Felipe de Austria. La Orden, fundada en 1430 por su antepasado Felipe el Bueno, tenía como objeto fortalecer la unidad de las elites nobiliarias en los Países Bajos en torno al duque de Borgoña. Y, no en vano, tras haber servido al rey de Francia hasta 1475, los Croÿ habían apoyado a Maximiliano durante su difícil regencia. Por este motivo, tras recibir la Orden del Toisón, también obtuvo Guillermo título de chambelán y consejero del Emperador regente. Buscando fama y prestigio militar, De Croÿ acompañó a Carlos VIII de Francia, cuyas tropas se nutrían de caballería feudal, en la campaña de Italia y ocupación de Nápoles durante 1494-1495. En ese año de 1494, Felipe de Austria había accedido a la mayoría de edad y al poder. Educado como un príncipe borgoñón, Felipe ni siquiera había aprendido alemán. Bajo su gobierno, la gran nobleza flamenco-borgoñona adquirió todavía más protagonismo como medio de mantener en equilibrio las influencias de Francia y Austria, ésta en retroceso. A su regreso, en 1497, Felipe el Hermoso le confió a Croÿ el cargo de gobernador de Hainaut.

Poco tiempo se mantuvo en este puesto, ya que había decidido acompañar de nuevo al rey francés, Luis XII, en su ocupación de Milán durante 1500.

En ese mismo año, como consecuencia de varios fallecimientos en cadena, Juana de Aragón y Castilla se convirtió en heredera de los reinos hispanos. Felipe de Austria, su esposo, deseaba partir con premura a Castilla, pero mientras permanecía fuera de los Países Bajos debía asegurar la estabilidad con Francia. Al fin, en 1502, en las Cortes de Toledo, Juana fue jurada heredera. Entretanto, la ayuda del señor de Chièvres (que, a su regreso de Milán, había recibido de Felipe el cargo de capitán de una banda de hombres de ordenanza), resultaba fundamental. Además de ser nombrado miembro del Consejo de Estado, en representación del emperador Maximiliano y de su hijo Felipe en 1501, Chièvres partió a Francia en embajada en dos ocasiones. Poco después, gracias a su mediación, se firmaba el tratado de Lyon entre Luis XII y Felipe el Hermoso en abril de 1503, que establecía el hipotético matrimonio de los hijos de ambos, Carlos y Claudia. Acaso en recompensa, en ese mismo año Chièvres fue nombrado gobernador del condado de Namur.

El fallecimiento de Isabel la Católica en 1504 planteó la necesidad de un segundo viaje de Felipe y Juana desde Flandes a Castilla. Así, la primera obligación de Felipe el Hermoso era organizar la regencia de los Países Bajos durante su ausencia. El elegido fue Guillermo de Croÿ, que en ese mismo año había recibido nombramiento como chef et gouverneur des demesne et finances. Aun conservando éste, el 26 de diciembre de 1505, Chièvres recibió título y ordenanza como lieutenant général des Pays-Bas et de Bourgogne, con unos emolumentos de 6.000 libras anuales. En cuanto sustituto del Soberano, debía actuar como un verdadero alter ego, si bien debía colaborar con otros importantes personajes de la nobleza que permanecieron en la Corte de Malinas. La decisión de Felipe el Hermoso, que embarcó el 10 de enero de 1506, revelaba la elevada posición alcanzada por la familia Croÿ y la facción profrancesa.

Pero Felipe, repentinamente, falleció en Burgos el 25 de septiembre. Su primogénito Carlos solamente tenía seis años, y Chièvres se empleó con energía para evitar alborotos. Transcurridas unas semanas, los Estados Generales de los Países Bajos ofrecieron la regencia a su abuelo Maximiliano, en una embajada dirigida por el propio Chièvres. Meses después, el 18 de marzo de 1507, Maximiliano confió la tutela de Carlos y sus hermanas a su hija Margarita, tía de los niños, y también la dotó como su representante y procuradora ante los Estados Generales, asistida por un consejo de regencia formado por los principales nobles y, entre ellos, Chièvres. La situación era propicia para un recrudecimiento de las luchas entre nobles de tendencia profrancesa y tendencia proinglesa. Esta división de la nobleza en dos grupos procedía de la Guerra de los Cien Años y, a principios del siglo xvi, estaba atizada por cuestiones económicas relacionadas con la importación de paños ingleses, que afectaban a los intereses de las ciudades.

Durante la minoría de Carlos, las rivalidades cortesanas tuvieron como principal escenario las instituciones de gobierno y de servicio palatino. La nobleza, tanto flamenco-borgoñona como hispana, estaba sumamente deseosa de ocupar sitio preferente en la Casa del futuro Soberano y, por añadidura, en la Corte. El primo de Chièvres, Carlos de Croÿ, príncipe de Chimay, como primer chambelán de Carlos desde 1506 era sin duda un personaje preeminente de la Corte. Sin embargo, sus enfrentamientos continuos con Margarita le hicieron solicitar su retiro a Maximiliano, no sin antes recomendar para el cargo a su primo Guillermo, quien probablemente le había retribuido por ello. Aunque Margarita, al conocer esta maniobra, se mostró en desacuerdo, pues prefería para el cargo al proinglés Juan de Bergen, Maximiliano ratificó el nombramiento como primer chambelán del señor de Chièvres el 27 de abril de 1509.

Para aceptar el cargo, Guillermo debió desprenderse del cargo de primer chambelán de Maximiliano y de la gobernación de Namur, que había retenido hasta entonces.

La decisión de Maximiliano, que conllevó que el servicio de Carlos de Austria se separara del de sus hermanas, aunque todavía no dispusiera de una Casa propia, supuso un fortalecimiento considerable del poder de Guillermo de Croÿ, que no hizo sino aumentar hasta su muerte. Había mandado construir en Malinas una mansión cercana al palacio donde residían Carlos y sus hermanas, para permanecer en todo momento a su lado. Por otra parte, poseía en Hervelée un dominio de caza, que Carlos visitó por primera vez con nueve años. Desde entonces, al menos un par de meses al año acudía a montar a caballo y a cazar y, en soledad con Chièvres, escuchaba lecciones de política interdinástica, de valores caballerescos, de mentalidad borgoñona.

El creciente influjo de Chièvres no podía dejar de molestar a Margarita, que procuró reducirlo en varias ocasiones. Una vez concluida la guerra de Güeldres, Margarita consideró conveniente recompensar a los nobles al tiempo que, el 1 de abril de 1512, daba una ordenanza para la Casa borgoñona del duque Carlos.

En ella, Chièvres conservó su puesto como primer chambelán, pero sus relaciones con Margarita estaban bastante deterioradas. Al año siguiente, la Regente intentó reestructurar de nuevo la Casa de su sobrino, con la intención añadida de reducir el protagonismo de Chièvres, que según el “masterplan” perdería su posición de primer chambelán y sería sustituido por tres primeros chambelanes nombrados por Maximiliano, Fernando de Aragón y Enrique VIII de Inglaterra, con quienes Margarita buscaba una alianza antifrancesa. El proyecto se puso en marcha en Lille, en octubre de 1513, y supuso un duro revés para Chièvres. Sin embargo, estaba en juego el control del servicio del futuro Soberano, y la reacción de Guillermo de Croÿ y su facción profrancesa no se hizo esperar. A través de los Estados Generales, se reclamó la proclamación de la mayoría de edad de Carlos de Austria como condición para la concesión de nuevos subsidios.

Maximiliano accedió y, el 6 de enero de 1515, el joven Carlos se convirtió en Soberano efectivo de los Países Bajos. Este paso significó el fortalecimiento del ascendiente de Chièvres, que se aprestó a colocar a los miembros de su familia y de su facción en los principales cargos del gobierno y del servicio palatino-doméstico.

Una nueva ordenanza para la Casa, al estilo y usos de Borgoña, firmada el 25 de octubre, ratificaba su situación privilegiada como gran y primer chambelán o camarero mayor, con jurisdicción sobre todos los chambelanes y oficiales de la cámara. Probablemente, el sexenio siguiente contempló el apogeo de la ascendencia de Guillermo de Croÿ sobre el inexperto Soberano. Por entonces, en plena madurez, el señor de Chièvres terminó de instruir a Carlos de Austria en los pormenores de la gran política. Sobre todo, le debió de explicar la fragilidad de la situación de los Países Bajos, la necesidad de equidistancia entre Inglaterra y Francia, siempre con el objeto de evitar un conflicto con Luis XII. Su control del gobierno y del servicio palatino era incontestable.

Además, la retina de Chièvres se había detenido ya en las circunstancias que afectaban a los reinos hispanos.

Después de enero de 1516, fallecido Fernando el Católico, se hizo urgente el viaje de Carlos de Austria, proclamado Rey en Bruselas el 14 de marzo siguiendo el criterio de Chièvres y otros consejeros que habían llegado a los Países Bajos y se habían puesto bajo su patronazgo, como el obispo Ruiz de la Mota.

Previamente a la partida hacia España, había que asegurarse la quietud de los Países Bajos, y Chièvres gestionó el tratado de Noyon entre Carlos y Francisco I.

Era momento de disponer lo necesario para asumir la herencia hispana. Durante este período, el joven Monarca estuvo supeditado a la influencia de su gran chambelán y principal consejero, Guillermo de Croÿ, hecho que reflejaba una proyección más amplia, la de la herencia borgoñona del Emperador. El aluvión de mercedes y nombramientos que aguardaba Chièvres tuvo un momento importante el 5 de diciembre de 1516, cuando el rey Carlos le nombró duque de Sora y Archi o Arcy, en el reino de Nápoles.

Desde que arribó a las costas del Cantábrico, en septiembre de 1517, hasta que se embarcó de nuevo en La Coruña, en mayo de 1520, la realidad percibida por los ojos de Carlos de Austria, convertido en Carlos V en el verano de 1519, se estuvo conformando con los criterios, consideraciones y creencias que había asimilado en la Corte de los Países Bajos. La influencia de Chièvres, naturalizado castellano el 14 de noviembre de 1517, no tenía parangón. Entre enero de 1518 y mayo de 1519, pasó de barón a conde de Beaumont, y obtuvo el marquesado de Arschot al reunir las baronías de Hervelée, Arschot, Bierbeek y Rotselaer. Es conocida la opinión sobre el ascendiente de Chièvres en estos años, enviada por carta al Senado veneciano por el embajador Francisco Cornaro al final del período, en 1521: “Mr. De Chièvres tiene todo el gobierno en sus manos [...]. Gracias a su inteligencia ha llegado al puesto que hoy ocupa, y que no puede ser más elevado, pues tiene bajo su autoridad no sólo la persona del hoy emperador, sino su Casa, sus Estados, y todo lo que le pertenece. Es hombre de gran talento: habla poco, pero con mucha afabilidad; escucha, responde con mesura, y no parece ser violento, sino tranquilo, y más bien pacífico que deseoso de guerras. Vive muy sobriamente, cosa desusada entre los flamencos; se le juzga avaro, porque agencia ganar mucho, y gasta poco, y se creó por ello que posee una gran fortuna, gracias a sus numerosos oficios y cargos obtenidos del Rey en España y en Nápoles”.

Acaso por estos motivos, dentro de la historiografía española, Chièvres ha recibido generalmente un tratamiento poco favorable, al basarse en los abusos que caracterizaron su influencia en el ejercicio del poder y en la distribución de la gracia, y en su orientación diplomática profrancesa, tan denostada en tiempos del rey Fernando el Católico. Se trata de juicios originados en el epistolario de Pedro Mártir de Anglería y las historias de los cronistas Alonso de Santa Cruz, Francisco López de Gomara, fray Prudencio de Sandoval y varios más. Tradicionalmente la historiografía señala que Chièvres demostró despreciar a los españoles durante los dos años y medio que permaneció en la Península y que se burló de sus costumbres y sus peticiones. No dudó en promover a extranjeros para sedes episcopales, como a su sobrino adolescente, Guillermo de Croÿ, obispo de Cambrai, para el arzobispado de Toledo. El descontento provocado por la avaricia y el egoísmo de Chièvres y los consejeros flamenco-borgoñones de Carlos de Austria fue muy intenso, y varios autores contemporáneos hablan de “saqueo”, como uno de los móviles que condujeron a la revuelta de las comunidades. Entre las aportaciones historiográficas, cabe destacar la vehemencia con que fray Prudencio de Sandoval arremete contra Chièvres cuando refiere que los flamencos expoliaban a los españoles como a indios, y una venalidad cortesana dirigida por Xebrés, con “tanta rotura y publicidad, que se cantaba por las calles: “Doblón de a dos, norabuena estedes / Pues con vos no topó Xeures [...]”.

En diversas versiones se encuentra tal refrán sobre la avilantez de Chièvres, a quien despectivamente llamaban “la cabra” o “el chivo”, y que no en vano se había convertido también en contador mayor de Hacienda de Castilla y en escribano mayor de Rentas. Su nombramiento como contador mayor de Hacienda de Castilla se había producido el 20 de abril de 1516.

Esta concesión incluía todas las demás mercedes y títulos que años antes Felipe I había concedido a su favorito Jean de Luxemburg, en Castilla y las Indias, como la escribanía mayor de Rentas. Por otra parte, puede entenderse que con tal designación se pretendía reunir en una cabeza los oficios de contador mayor de Hacienda de Castilla, con los de camarero mayor de la Casa de Borgoña, y chef de finance de los Países Bajos, con el propósito de coordinar entre sí tales actividades. Posteriormente, el 8 de mayo de 1520, Carlos V le confirmó dichos títulos de Castilla y las Indias. Al poco, coincidiendo con la marcha de Castilla, Chièvres se desprendió de la Contaduría Mayor de Hacienda, vendiéndosela al duque de Béjar por 20.000 ducados. Apoyado en estos cargos y en la confianza casi absoluta de Carlos V, en ese período, Chièvres controló el origen y el destino de los fondos obtenidos tanto en Castilla como en las Indias, con la colaboración de renombrados miembros de la facción fernandina, como el tesorero Vargas y el obispo Rodríguez de Fonseca. Comúnmente se acepta que Chièvres se apoyó en los antiguos consejeros y oficiales de Fernando el Católico, en detrimento de los colaboradores de Cisneros y los partidarios de Felipe el Hermoso.

Probablemente, más que en la avaricia de Chièvres, que sin duda se benefició de dádivas y de nombramientos, y en su colusión con los fernandinos que ya desde antes de 1516 le rodearon, el origen del incremento de las exigencias de la Hacienda se encontraba en los abundantes dispendios derivados del trayecto por los reinos hispanos, los cuantiosos egresos de la Casa borgoñona y los elevados gastos de la elección imperial y la preparación del posterior viaje a Alemania. La llegada y estancia en Valladolid, luego en Zaragoza y al fin en Barcelona, donde hubo grandes dificultades derivadas de la tendencia francófila que predominaba en la Corte, se soportaron, sobre todo, aplicando ingresos de Castilla y suscribiendo contratos de préstamo. Para rematar la impresión adversa, las valoraciones sobre la actuación de Chièvres durante su estancia en la Península se alimentan de la desacertada decisión de convocar Cortes en Santiago de Compostela en marzo de 1520, antes de viajar rumbo a Aquisgrán, con el fin de recabar más subsidios de Castilla. Al poco, en mayo, la flota partió de La Coruña, dejando un gobierno de regencia dirigido por un extranjero, aunque fuera Adriano de Utrech. Meses después, Castilla se encontraba en franca rebeldía. Los comuneros mantuvieron en jaque la autoridad de Carlos V hasta abril de 1521. En el reino de Valencia, por su parte, que Chièvres había preferido excusar del camino de Carlos V ante las ineludibles obligaciones de la elección imperial, también habían salido a la luz todos los conflictos acumulados. Las Germanías valencianas, así como las de Mallorca, en buena medida revelaron la ineficacia de un modelo “virreinal puro” sugerido precisamente por Chièvres, según el cual la Corte delegaba la carga del gobierno, la administración de justicia y el orden público en manos de virreyes, y se reservaba la política de Estado y la administración de la gracia.

Entretanto, a estas preocupaciones se habían añadido los problemas derivados de la elección imperial, pues significó, por una parte, el enfrentamiento con Francisco I y, por otra, la necesidad de afrontar la protesta de Lutero. Ambas cuestiones prácticamente coincidieron con la muerte de Guillermo de Croÿ, cuyo tiempo político se podía considerar que había terminado. Sin haber podido evitar la guerra contra Francia, en Worms, en mayo de 1521, falleció repentinamente el señor de Chièvres, según algunas afirmaciones, envenenado por sus enemigos. Fue llevado a enterrar a un magnífico sepulcro en Hervelée. En 1486 había contraído matrimonio con María de Hamal, pero no tuvieron descendencia, y dejó como heredero a su sobrino Felipe.

 

Bibl.: G. Dansaert, Guillaume de Croÿ-Chièvres, dit le sage. 1458-1521, Bruxelles, s. f.; VV. AA, Biographie Nationale de Belgique, vol. IV, Bruxelles, 1873, págs. 528-533; A. Walther, Die Anfänge Karls V, Leipzig, 1911; P. Sandoval, Historia de la vida y hechos del emperador Carlos V, Madrid, Ediciones Atlas, 1956; E. Otte, “El joven Carlos y América”, en VV. AA., Homenaje a Ramón Carande, vol. I, Madrid, Sociedad de Estudios y Publicaciones, 1963, págs. 155-171; J. F. Michaud, Biografies universelle ancienne et moderne, vol. VIII, Paris, 1854, págs. 137-138 (reed. Graz, 1966); J. Pérez, La revolución de las Comunidades de Castilla (1520-1521), Madrid, Siglo XXI, 1977; H. Keniston, Francisco de los Cobos, secretario de Carlos V, Madrid, Castalia, 1980; G. Martin, Histoire et généalogie de la maison de Croÿ, La Ricamarie, 1980, págs. 25-26; R. Born, Les Croÿ: une grande lignée hennuyère d’hommes de guerre, de diplomates, de conseillers secrets, dans les coulisses du pouvoir, sous les ducs de Bourgogne et la Maison d’Autriche (1390-1612), Bruxelles, Editeurs d’art associés, 1981; M. Giménez Fernández, Bartolomé de las Casas, capellán de Carlos I, poblador de Cumaná, Madrid, 1984; F. Chabod, Carlos V y su imperio, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1992; K. Brandi y M. Ballesteros-Gaibrois, Carlos V. Vida y fortuna de una personalidad y de un imperio mundial, México, Fondo de Cultura Económica, 1993; M. A. Ochoa Brun, Historia de la diplomacia española. La Diplomacia de Carlos V, Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores, 1999; H. Cools, Mannen met macht. Aristrocratie en de moderne staat in the Bourgondisch- Habsburgse landen. 1477-1530, Amsterdam, 2000, nota biogr. 65; R. Fagel, “Un heredero entre tutores y regentes”, en J. Martínez Millán (dir.), La corte de Carlos V, vol. I, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Carlos V y Felipe II, 2000, págs. 115-138.

 

Carlos Javier de Carlos Morales