Echavarría y del Castillo, José Ignacio de. Marqués de Fuente Fiel (I). Valladolid, 31.VII.1817 – Madrid, 4.VI.1898. Teniente general del Ejército, ministro de la Guerra, caballero laureado de San Fernando, collar de Carlos III, diputado y senador.
Hijo del teniente coronel Ildefonso de Echavarría y del Real y de Cándida del Castillo y Elexalde, naturales de Marchena y Vitoria, respectivamente. A los doce años su padre le afilió como cadete del Regimiento de Infantería del Rey n.º 1, de guarnición en el Campo de Gibraltar. En sus filas recibió su bautismo de sangre durante la revuelta gaditana de 1831, secuela del pronunciamiento de Torrijos en Algeciras, en la que se hizo merecedor de la Cruz de Fidelidad.
En 1834, nombrado alférez del 3.er Regimiento de Granaderos de la Guardia Real de Infantería, se incorporó a la campaña carlista en Aragón. En 1835, le correspondió prestar servicio de seguridad en los Reales Sitios y en agosto de 1836, tras haber regresado a Aragón para combatir a la partida del Batanero, hubo de acudir a Madrid como consecuencia del Motín de La Granja. De allí, encuadrado en la columna mandada por el general Rodil, recién nombrado ministro de la Guerra, salió en persecución de la expedición del general Gómez por La Mancha, Extremadura y Andalucía.
Ascendido a teniente de la Guardia Real en diciembre de 1836, pasó al Ejército del Norte. Entre las numerosas acciones en las que intervino a las órdenes de Espartero, destacó en las de Lecumberri (1 de junio de 1837), donde resultó herido y recompensado con el grado de teniente coronel, Peñacerrada (22 de junio de 1838), que le valió una Cruz sencilla de San Fernando, y Guardamino (11 de mayo de 1839), por la que ascendió a capitán de Infantería.
Habilitado como oficial auxiliar del Cuerpo de Estado Mayor, se integró en el del Ejército del Norte y, tras la firma del Convenio de Vergara, en el de la II Brigada de Operaciones, ocupada en desarmar partidas carlistas residuales en Álava y Navarra. Recompensado con el empleo de mayor de Infantería por la liquidación de la Guerra Carlista, quedó adscrito al Estado Mayor del IV Cuerpo de Ejército, en Pamplona. El 1 de octubre de 1841, Leopoldo O’Donnell se hizo con la ciudadela de la ciudad y exigió el retorno de la exiliada regente María Cristina de Borbón. La eficaz ayuda prestada por Echavarría a la columna que acudió a recuperarla le valió ascender a comandante de Infantería, sólo unas fechas antes de que contrajera matrimonio con Antonia de Sinosiain.
Sin embargo, en junio de 1843, se sumó al levantamiento liderado por Narváez para derrocar al regente.
Integrado en la división expedicionaria concentrada en Tudela, llegó a Madrid al día siguiente de la batalla de Torrejón de Ardoz, continuando hacia Andalucía en persecución de Espartero. Recompensado con el empleo de teniente coronel y el grado de coronel, el capitán general de Navarra, Manuel Pavía, decidió que permaneciese agregado a su Estado Mayor.
A partir de entonces su carrera quedó estrechamente ligada al marqués de Novaliches, quien obtuvo de Isabel II su ascenso a coronel, con ocasión de su visita a Pamplona en 1845.
En 1846 marchó con Novaliches a Ciudad Rodrigo, cuando éste se puso al frente del Ejército de Observación de la Frontera de Portugal, siendo elegido diputado a Cortes por la citada ciudad. Al año siguiente, se lo llevó a Madrid durante el breve período que su mentor ocupó la cartera de Guerra, y cuando pasó a desempeñar la Capitanía General de Castilla la Vieja, le nombró su secretario particular.
Enviado poco después a la de Cataluña, a raíz de alzarse en armas Tristany en Cervera, la activa participación de Echavarría en la llamada Segunda Guerra Carlista le valió el ascenso a brigadier, a la temprana edad de veintinueve años, y otra Cruz sencilla de San Fernando.
Novaliches dimitió poco después por una diferencia de criterio con Narváez sobre el desarrollo de las operaciones en Cataluña, y su secretario quedó sin destino, estableciéndose en Pamplona hasta que el general Francisco Lersundi, ministro de la Guerra del gobierno de Bravo Murillo, le nombró gobernador militar de San Sebastián, puesto que mantuvo hasta ser depuesto y encarcelado con ocasión del alzamiento armado coincidente con la Vicalvarada. A instancias de Novaliches, el general José Gutiérrez de la Concha, futuro marqués de La Habana, que había sido nombrado por O’Donnell capitán general de Cuba, le reclamó para que quedara a sus órdenes.
El 28 de agosto de 1854 ambos embarcaron hacia la isla, donde Concha le confió el Gobierno Militar de La Habana, cargo que llevaba aparejadas la gestión política y municipal de la ciudad. Al año siguiente, ante la inminencia del arribo de una partida de filibusteros a la costa de Trinidad, Concha le puso al frente de la Comandancia General de las Cinco Villas. Reincorporado a La Habana, fue propuesto sin éxito para el ascenso a mariscal de campo, concediéndosele a cambio la Gran Cruz de Isabel la Católica. En mayo de 1859, tanto él como su capitán general cesaron en sus destinos y, al llegar a la Península, obtuvo el mando de una de las brigadas que guarnecían Madrid, puesto que desempeñó hasta que O’Donnell, el 13 de agosto de 1862, le ascendió a mariscal de campo, nombrándole jefe de Estado Mayor del 1.er Ejército.
En noviembre de 1863, de nuevo por intercesión de Novaliches, Isabel II le nombró 2.º ayudante de campo del rey Francisco de Asís y en 1866, por su actuación durante el Motín de San Gil, le concedió el título de marqués de Fuente Fiel. En el verano de 1868 disfrutó de licencia, por lo que se encontraba en Madrid al inicio de la revolución de septiembre. Concha, que se había hecho cargo del gobierno al dimitir González Bravo, le ordenó incorporarse al ejército que Novaliches estaba concentrando en Montoro, adonde llegó al amanecer del día 28.
Inquieto Pavía por la suerte del brigadier Lacy, que había cruzado el Guadalquivir el día anterior con tres batallones, le ordenó que se hiciera cargo de ellos y defendiera el puente de Alcolea hasta la llegada del grueso. Pasado el mediodía los encontró a punto de capitular, copados por las tropas de Serrano, que ya habían ocupado el puente. No obstante, logró desplegarlos en el barranco de Buenagua y abrió fuego contra la división de Caballero de Rodas. Su superioridad numérica le obligó a replegarse una vez agotada la munición. Al caer la tarde, oyó retumbar a lo lejos los cañones de Novaliches, y entrada la noche escuchó el júbilo con que los de Serrano celebraban el triunfo, por lo que al amanecer del 29 abandonó su posición.
De vuelta a Madrid, sin aceptar las ventajosas condiciones de la capitulación, solicitó seis meses de licencia para Burdeos, que fue prorrogando hasta la restauración de Alfonso XII en el trono. El 3 de enero de 1875, una vez constituido su primer gobierno, Jovellar le envió a Valencia, como jefe de Estado Mayor del Ejército del Centro. Los éxitos alcanzados contra la columna carlista mandada por Dorregaray fueron recompensados con su ascenso a teniente general (19 de febrero de 1875).
Entretanto, en el Norte, el percance de Lácar había dado término a la ofensiva iniciada por aquel ejército, a cuyo frente se había puesto el Rey a mediados de enero. Al decidirse el regreso del Monarca a Madrid, la acción principal se trasladó al Maestrazgo y Cataluña, y los principales mandos fueron relevados: La Serna cedió la jefatura del Ejército del Norte a Quesada, y Fernando Primo de Rivera la del II Cuerpo a Echavarría, quien tomó posesión en Tafalla el 3 de marzo.
El 14 de diciembre, tras liquidar Martínez Campos la guerra en Cataluña, Jovellar encuadró los casi cincuenta mil hombres que estaban en armas en dos Ejércitos, denominados de la Derecha y de la Izquierda, para dar el golpe definitivo a los carlistas. El de la Derecha, mandado por Martínez Campos, debía operar desde Navarra, y el de la Izquierda, mandado por Quesada y que encuadraba el cuerpo de ejército mandado por Echavarría, desde Vitoria. El 28 de enero de 1876 se inició el amplio movimiento convergente que puso término a la guerra. Martínez Campos partió en dirección al Baztán y Quesada hacia Durango, que se ocupó el 5 de febrero. Una semana después, Echavarría batió a las tropas carlistas en Elgueta, acción que le valió el collar de Carlos III.
Ocupada Vergara, Alfonso XII se puso al frente de las tropas. El mismo día, Primo de Rivera entró en Estella; dos días después, lo hizo Echavarría en Tolosa.
Los carlistas se descompusieron, y don Carlos, con los restos de su ejército, tras una azarosa marcha por Navarra, logró alcanzar el paso de Roncesvalles y acogerse al asilo francés el 28 de febrero. El 5 de marzo, Echavarría condujo las tropas que debían recibir al Rey desde Vitoria a Madrid, y el día 20 Alfonso XII hizo su entrada triunfal en la capital.
Disueltos los ejércitos de operaciones, quedó sin destino en Madrid hasta que, el 15 de enero de 1877, fue nombrado director general de Ingenieros y un mes después de Administración Militar. Desempeñando este puesto, el Consejo de Estado, tras un controvertido juicio contradictorio tramitado en el Consejo Supremo de la Guerra, dictaminó favorablemente la concesión de la Cruz laureada de San Fernando por su conducta en el barranco de Buenagua, acción secundaria de la batalla del puente de Alcolea.
El 9 de diciembre de 1879, Cánovas le incorporó a su gobierno como ministro de la Guerra, cargo en el que cesó al constituirse el primer Gobierno de Sagasta, el 8 de febrero de 1881. La vuelta de los conservadores al poder en 1884 le sacó del ostracismo en el que los liberales le habían mantenido durante tres años, y su antiguo jefe, el general Quesada, nombrado ministro de la Guerra, le puso al frente de la Dirección General de Carabineros, ocupando también un escaño en el Senado por el distrito de Madrid en las elecciones del 27 de abril de ese año. En 1886, Jovellar le volvió a confiar la Dirección de Ingenieros, y al año siguiente Cassola, la del Cuerpo y Cuartel de Inválidos, que mantuvo hasta su pase a la reserva, al cumplir setenta y dos años.
En 1890, vueltos al poder los conservadores, Azcárraga le nombró presidente de la Junta redactora de la frustrada Ley de Reclutamiento y Reemplazo del Ejército, inspirada en el proyecto de Cassola, cuyo borrador sirvió de modelo a todos los elaborados desde esa fecha hasta 1910, en que se redactó el aprobado por el Gobierno de Canalejas. De 1892 a 1895 volvió a responsabilizarse del Cuerpo y Cuartel de Inválidos, y ocupó los tres últimos años de su vida en presidir la Comisión Codificadora de Guerra y Marina, responsable de revisar la legislación relativa a la jurisdicción castrense.
Obras de ~: Defensa del Brigadier D. José Boadella, Coronel que fue del Regimiento de Infantería de Extremadura n.º 15, en la Causa formada al mismo con ocasión de los acontecimientos que tuvieron lugar en esta Plaza en Octubre último, la cual instruyó como Fiscal el Teniente coronel D. Ramón Zugarramurdi, Pamplona, Imprenta de Longás y Ripa, 1842.
Bibl.: R. González Tablas y J. Toral Velázquez, Diario de las Operaciones Militares de la Revolución española, con documentos interesantes sobre la Batalla de Alcolea. Comprende desde el 18 de Septiembre al 8 de Octubre de 1868, Madrid, Imprenta y Librería de Miguel Guijarro, 1869; A. Pirala, Historia de la Guerra Civil y de los Partidos Liberal y Carlista, corregida y aumentada con la Historia de la Regencia de Espartero, Madrid, Felipe González Rojas, 1890-1892, 3 vols.; Historia Contemporánea. Segunda parte de la Guerra Civil. Anales desde 1843 hasta el fallecimiento de Don Alfonso XII, Madrid, Felipe González Rojas, 1892-1895, 7 vols.; Historia del Ejército en España, Madrid, Alianza, 2000; Historia del Ejército en España, 2.ª ed., Madrid, Alianza, 2005; Historia de la Protección Social Militar (1265-1978). De la Ley de Partidas al ISFAS, Madrid, Instituto Social de las Fuerzas Armadas, 2008.
Fernando Puell de la Villa