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Antonio Benavides y Fernández de Navarrete

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Biografía

Benavides y Fernández de Navarrete, Antonio. Baeza (Jaén), 20.VI.1807 – Villacarrillo (Jaén), 23.I.1884. Ministro, embajador en la Santa Sede, senador, diputado e historiador.

El origen de su apellido se remonta a Alfonso VII. En 1376, Enrique II le otorga a un antepasado el señorío de Santisteban del Puerto (Jaén). En 1473 Enrique IV eleva este señorío a condado, que luego Felipe V convierte en ducado, que pasa a Medinaceli por casamiento de la III duquesa de Santisteban del Puerto (1746-1805) con el XII duque de Medinaceli (1749-1846).

Hermano menor del IV señor de Santisteban del Puerto, muerto en 1454, fue Manuel Benavides Mendoza, rama de la que procede Antonio.

La infancia de Benavides transcurrió entre su pueblo natal y Villacarrillo, donde su padre tenía propiedades y fue alcalde en 1819. precisamente en ese año, se trasladó a estudiar a Granada. Se matriculó en Leyes y fue nombrado doctor en 1826, cuando sólo contaba diecinueve años, y al año siguiente, catedrático de Novísima Recopilación. En 1828 fue miembro del claustro de la Universidad de Granada y vocal de la Junta de Hacienda.

Llamado por su tío Martín Fernández de Navarrete, marino e historiador, que en esta fecha era director de la Real Academia de la Historia, llegó Benavides a Madrid en 1830. Se interesó por la historia a la vera de su tío y de ahí quizá nacieron sus aficiones políticas.

El 19 de julio de 1831 el rey Fernando VII creó una Real Audiencia en la isla de Puerto Rico, de la que Benavides fue nombrado fiscal y luego juez oidor.

Volvió a España en 1836 y en 1837 contrajo matrimonio con María Antonia Godínez y Cea Bermúdez, unión de la que nació su único hijo en 1838 que murió a los siete años de edad.

Perteneció hasta 1834 al Partido Liberal. En ese año, los liberales se dividieron en moderados y progresistas, y entre los primeros se encontraba Benavides.

Diputado por Jaén en 1836, en las Cortes que dieron a luz la Constitución de 1837, fue elegido nuevamente diputado por Jaén en 1839.

En 1842 fue nombrado miembro del Instituto Histórico de Francia. En 1844 ostentó el cargo de jefe político de Madrid y ese año Isabel II lo designó ministro Togado del Tribunal de Guerra y Marina, “con retención del Gobierno Político de Madrid”. El 13 de abril de 1844, S.M. la Reina le encarga, junto al general Valdés y Joaquín Camón, formularan un Reglamento sobre la cuestión “negrera”. El 13 de noviembre de 1844 Isabel II le concedió la Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica y ese mismo año salió diputado por Granada.

También en 1844 empezó a gestarse dentro de los moderados una escisión con el nombre de los puritanos, que se oponían a la modificación de la Constitución de 1837 entre los que se encontraba Benavides.

Con la oposición de los puritanos se aprueba la Reforma Constitucional defendida por Narváez.

En 1847 tenía el cargo de ministro de Gracia y Justicia de manera interina. En marzo de ese mismo año, Isabel II pasó el gobierno a los puritanos en la persona de Pacheco que nombró ministro de la Gobernación a Benavides. En este gobierno asumió la difícil tarea de unir a Isabel II con su esposo Francisco de Asís, cuyo matrimonio estaba roto, hasta el punto de vivir separados, uno en el Palacio del Pardo y otra en el de La Granja. Después de dos largas conversaciones, el Rey consorte puso como condición que saliera de Madrid el general Serrano, condición que no se cumplió y como consecuencia de ello cayó el Gobierno Pacheco a los seis meses escasos de su formación.

El 5 de marzo de 1847 fue nombrado académico de la Historia, llegó a director interino en 1862 y definitivo en 1864, luego lo sería a perpetuidad. Admitida su renuncia por razones de edad el 9 de diciembre de 1881, lo sustituyó Antonio Cánovas del Castillo.

El 14 de diciembre de 1852, el general Roncali formó Gobierno en el que, en una remodelación hecha unos días después, entra Benavides de ministro de la Gobernación. De este Ejecutivo opina O’Donnell: “El verdadero Presidente es Benavides, que tiene más talento y malicia que sus compañeros”.

Breve fue la duración de este gobierno, ya que en julio de 1853 Benavides era gobernador civil de Madrid. El 11 de febrero de 1853, la Reina había concedido a Antonio merced del hábito de la Orden Militar de Santiago.

En diciembre de 1857 se creó la Academia de Ciencias Morales y Políticas, de la que Benavides fue miembro desde su fundación.

En el gobierno que formó Lorenzo Arrazola en febrero de 1864 entra Benavides de ministro de la Gobernación.

Este ejecutivo sólo duró cuarenta días.

En diciembre de 1864 era presidente del Gobierno el general Narváez, al que presentó su dimisión el ministro de Estado Alejandro Llorente, sustituido por Benavides, que dimitió el 19 de julio de 1865, y más tarde todo el gobierno. Benavides ya no volvió a ser ministro, aunque en 1868, primero Narváez y a la muerte de éste (23 de abril de 1868) González Bravo, le ofrecieron la cartera de Marina o Estado, que rechazó.

El 18 de septiembre de 1868 se produjo la sublevación de Cádiz que condujo al exilio a Isabel II.

Benavides y su esposa acompañaron a la soberana a Francia. Volvieron a España por orden de la Reina en noviembre del mismo año. Se constituyó en Madrid un gobierno provisional que presidió el general Serrano, que dedicó sus esfuerzos en buscar un Rey para España. Finalmente las Cortes votaron el 16 de diciembre de 1870 a Amadeo de Saboya, que reinó con el nombre de Amadeo I. Abdicó éste el 11 de febrero de 1873 y se proclamó la Primera República el 11 de junio. En este tiempo Benavides redujo su actividad política. En 1872 fue nombrado académico de la Lengua para ocupar el sillón C mayúscula.

El 29 de diciembre de 1874 el general Martínez Campos restauró la Monarquía en la persona de Alfonso XII. Cánovas, que años antes había formado el partido alfonsino, tomó la presidencia del Gobierno y nombró a Benavides embajador en la Santa Sede.

Las dos principales misiones encomendadas al representante español ante el Vaticano fueron: acelerar la venida a España del nuncio para restablecer relaciones y atraer a la Santa Sede hacia la figura del Rey, ya que algunos círculos vaticanos simpatizaban con Carlos VII. En aquellos momentos la Guerra Carlista tomaba fuerza en el norte de España. Las dos cuestiones fueron hábilmente negociadas por Benavides con éxito. Se planteó entonces la reforma del artículo 21 de la Constitución de 1869, sobre la libertad de culto, y Antonio, profundamente religioso y tal vez influido por su hermano el cardenal, se puso del lado del Vaticano y tuvo que dimitir y volver a Madrid en octubre de 1875, no sin que antes Pío IX le impusiera la Cruz de la Piana Pontificia, que sumó a las de Portugal, Carlos III, Isabel la Católica, Caballero de la Orden de Santiago, etcétera.

A la muerte de su esposa en 1881, trasladó su residencia a su casa de Villacarrillo (Jaén), donde poseía propiedades agrícolas que se extendían por otros términos colindantes. Benavides murió el 23 de enero de 1884. El certificado de defunción dice que de “apoplejía pasiva”. Su cuerpo está enterrado en el cementerio del citado pueblo jienense.

Juan Rico y Amat escribió algunos breves juicios de sus coetáneos que ilustran la consideración que se tuvo de su persona. Así: “Escritor fácil y elegante, orador cáustico y ameno, erudito sin pedantería, Benavides ejerce una merecida influencia en la Cámara y los Partidos”.

Y el marqués de Molins dijo de él: “Su lenguaje correcto y fácil, su estilo más bien ameno que sublime; cuando combativo vuelve a la defensa de su opinión queda su adversario maltrecho y los espectadores regocijados [...]”. “Caballero de mediana estatura, más bien grueso que delgado, de fisonomía festiva y casi burlona, la color encendida, la barba rasa y escaso pelo. Usaba anteojos que más parecían ocultar, que no ayudar la penetrante malicia de sus miradas”.

Sánchez Fuentes concluyó: “No lleva nunca papeles ni apuntes de sucesos, ni fechas, todo lo tiene en la cabeza y hace de ello uso con la mayor discreción”.

Además de las obras citadas a continuación, en algunas fuentes se le han atribuido estos otros títulos, de los que no se ha encontrado referencia: Historia Política de Fernando VII; Historia Política de España de 1820 a 1823; Amadeo de Saboya Antipapa; Las Repúblicas Musulmanas en España; Examen crítico de la Historia de Ávila.

 

Obras de ~: Compendio histórico filosófico de todas las monarquías, con la biografía de todos los reyes y príncipes reinantes hasta el día, Madrid, Rivadeneyra, 1852, 3 vols.; “Memoria sobre la guerra de Granada y los textos y conciertos que precedieron a las capitulaciones de la ciudad”, en Memorias de la Real Academia de la Historia (Madrid), t. VIII (1852); con A. Oliván, Discursos pronunciados en el Congreso por los Señores Diputados Don Antonio Benavides y Don Alejandro Olivan, en la sesión del 9 de diciembre sobre el párrafo 17 de la Contestación al discurso de la Corona, Madrid, F. Pascual, 1857; Memorias de Fernando IV de Castilla, Madrid, 1860, 2 vols.; “De la indiferencia política”, en Revista Española (Madrid), año I, t. III, n.º 44 (noviembre, 1862), págs. 77-78; Discurso leído a la Real Academia de la Historia por su Director el Excmo. Sr. D. Antonio Benavides al terminar el trienio de su Dirección en 1867, Madrid, Imprenta de José Rodríguez, 1868; “Consecuencias inmediatas del testamento político otorgado por Carlos II”, en Revista Mensual (Madrid), t. II, n.º 6, 15 de junio de 1868, págs. 129-153; con M. Roca de Togores, marqués de Molins, Discursos leídos en la Academia de la Historia, en la recepción pública del Marqués de Molins, el día 29 de junio de 1869. Contestación del Sr. D. Antonio Benavides, Madrid, Real Academia de la Historia, Imprenta y Estereotipia de M. Rivadeneyra, 1869; “Regencias de España en el presente siglo”, en Revista de España (Madrid), t. XXII, n.º 88, 25 de octubre de 1871, págs. 465-477 y t. XXIII, n.º 89, 10 de noviembre de 1871, págs. 5-19; con M. Roca de Togores marqués de Molins, Discursos leídos ante la Real Academia Española en la recepción del Sr. D. Antonio Benavides, el día 24 de Noviembre de 1872. Contestación del Excmo. Sr. Marqués de Molins, Madrid, Imprenta y estereotipia de M. Rivadeneyra, 1872; “Tradición del laurel de la Zubia”, en Boletín de la Real de la Historia (Madrid), t. I, cuad. I (noviembre), 1877, págs. 14-26.

 

Bibl.: I. A. Bermejo, La Estafeta de Palacio: (historia del último reinado); cartas trascendentales dedicadas a S.M. el Rey de España Amadeo I, Madrid, Imprenta de R. Labajos, 1871- 1872; J. Rico y Amat, El libro de los diputados y senadores: juicios críticos de los oradores más notables desde las Cortes de Cádiz hasta nuestros días: (2.ª parte de la historia política y parlamentaria de España), Madrid, Est. tip. de Vicente y Lavajos, 1862-1866; C. García Montoro, Antonio Benavides Fernández Navarrete, trabajo de fin de carrera, 1971 (inéd.); J. Soto Climent, La Arquilla del Ministro, Baeza, Grupo M&T-Publicaciones, 2003; B. Pellistrandi, Un discours national? La Real Academia de la Historia entre science et politique (1847- 1897), Madrid, Casa de Velázquez, 2004, págs. 377-378.

 

Juan Soto Climent

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