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Pedro Egaña Díaz de Carpio

Biografía

Egaña Díaz de Carpio, Pedro. Vitoria (Álava), 21.II.1803 – Cestona (Guipúzcoa), 4.VIII.1885. Abogado, ministro y periodista.

Nació en Vitoria el 21 de febrero de 1803, hijo de Casimiro de Egaña y de Higinia Díaz del Carpio, natural de Vitoria. El 16 de marzo de 1847 contrajo matrimonio en segundas nupcias con Pascuala Orive, natural de Briviesca (Burgos).

La proyección pública de Pedro Egaña se desarrolló en una triple dimensión: dirigente político de Álava y del movimiento fuerista vasco, hombre de Estado y promotor de empresas periodísticas. En cuanto a bienes y patrimonio, disfrutó de una cesantía que se elevaba a treinta mil reales anuales. Mientras las fincas y casas de Vitoria le rentaban una media de 12.000 reales, las del resto de Álava le producían entre 27.000 y 35.000 reales anuales en el decenio de 1850-1860. Prosiguió la senda liberal de su padre y el alavés Íñigo Ortés de Velasco le ayudó en su proyección pública y política.

Finalizados sus estudios de primeras letras, el 18 de noviembre de 1817 se matriculó en la Universidad de Oñate. En el curso 1819-1820 ingresó en cuarto de Leyes y el 29 de junio de 1820 se graduó de bachiller en Leyes. Inmediatamente se trasladó a Madrid, donde practicó la abogacía junto a su tío fiscal.

En 1834 obtuvo por oposición el cargo de auditor de guerra de la Capitanía General del distrito de Granada. En 1836 le fue concedida la asesoría del juzgado de la Hacienda militar, es decir, de la intendencia militar. Durante la Primera Guerra Carlista defendió en 1834 la ciudad de Vitoria frente a la acometida de los carlistas, si bien desde 1835 estuvo ocupado en la Hacienda militar de Granada. El 17 de febrero de 1838 fue nombrado magistrado de la Audiencia de Madrid, pero desde Málaga renunció al cargo porque ejercía el destino de auditor de guerra en Granada y además había sido elegido diputado a Cortes por Granada. El 31 de diciembre de 1839 fue nombrado fiscal de Burgos y el 13 de enero de 1840 magistrado de la misma Audiencia.

El 28 de septiembre de 1841 el ministro de Gobernación Facundo Infante no le reconoció su condición de comisionado de Álava para la negociación del arreglo de los Fueros y el Gobierno solicitó a la Diputación de Álava su relevo. Su oposición a Espartero y la adhesión a la regencia de María Cristina le llevó a implicarse en la “octubrada” o rebelión militar para derrocar a Espartero. Precisamente, a comienzos de octubre de 1841, organizó en Vitoria, junto a Montes de Oca, Ciorraga, Ortés de Velasco y otros liberales moderados fueristas, la conspiración contra el regente Espartero. Lo reconoció más adelante en los siguientes términos: “Yo participé gravemente del movimiento que en 1841 hizo el país vascongado contra el tirano que después ha arrojado de su seno la nación”. El fracaso del pronunciamiento militar provocó su huida. Se exilió en Francia junto a Ortés de Velasco y se convirtió en una de las personas de confianza de la reina María Cristina.

A su regreso del exilio, el 13 de abril de 1844, con los liberales moderados en el poder aumentó su influencia política. El 16 de marzo de 1846 fue nombrado ministro de Gracia y Justicia en un gabinete presidido por Narváez, pero solamente permaneció en el cargo hasta el mes siguiente (5 de abril). En el mismo año fue intendente general de la Real Casa y Patrimonio. En el seno del Partido Liberal Moderado perteneció a la fracción del marqués de Viluma, que era la tendencia más reaccionaria. Según declaró en su discurso de gestión a las Juntas Generales de Álava, tres fueron sus referencias ideológico- políticas: “El sentimiento religioso, el sentimiento monárquico y el sentimiento foral”. Fue el adalid político e ideológico del “derecho novísimo foral” según categoría política coetánea, es decir, el nuevo régimen foral-constitucional. Contribuyó eficazmente a la continuidad y reconocimiento del derecho foral en el marco del ordenamiento jurídico establecido por la Constitución española, consolidando de este modo la corriente ideológica del liberalismo fuerista.

El 14 de abril de 1853 fue nombrado ministro de la Gobernación, siendo presidente del Gobierno Francisco Lersundi y el 12 de septiembre de 1853 publicó la Real Orden para que la fiscalización de los presupuestos municipales la asumieran en adelante las Diputaciones forales; en consecuencia, contribuyó al fortalecimiento institucional de las Diputaciones forales. Cesó en su cargo el 19 de septiembre de 1853.

El 18 de abril de 1848 fundó y dirigió el periódico La España, que se editó hasta el 29 de septiembre de 1868. En su primera etapa durante el decenio de 1850 lo dirigió personalmente. Después le sucedió el escritor navarro Francisco Navarro Villoslada. El 9 de enero de 1849 declaraba Pedro Egaña: “La España es un periódico de gobierno, no del gobierno. Es decir, La España es un periódico defensor de los principios de orden, conservador de la sociedad, celoso de la independencia nacional, monárquico y liberal en el sentido más puro y más honrado de esta palabra”.

También colaboró en calidad de redactor en otras publicaciones, entre las que cabe destacar La tribuna de los economistas (1857-1858), revista que defendía los postulados librecambistas. La semblanza que le dedicaba Manuel Sánchez Silva en 1849 reconocía que “tiene instrucción y despejo, habla bien, aunque pocas veces, y sería más apreciado en el Congreso, si por su situación y tendencias no sostuviese principios reaccionarios”.

Accedió al Congreso de los Diputados el 28 de enero de 1839 en representación de la provincia de Granada, para reemplazar al duque de Gor en las Cortes convocadas en 1837. Tomó asiento el 28 de enero de 1839. En el debate parlamentario de 1839 vinculó la paz a la vigencia y estabilidad del sistema foral en Vasconia. En representación de Álava y junto a representantes de Navarra, Guipúzcoa y Vizcaya redactó en este año la Representación de los vascongados y navarros residentes en Madrid pidiendo la conservación de los fueros de sus provincias. Con posterioridad, representó a Álava y fue elegido diputado a Cortes en las siguientes convocatorias electorales: 5 de agosto de 1839; 31 de enero de 1840 (electo por Álava y Guipúzcoa, optó por la primera); 29 de abril de 1841, renunció y fue sustituido por el suplente, Joaquín Francisco Pacheco; 14 de septiembre de 1844; distrito de Vitoria: 8 de diciembre de 1846, 4 de septiembre de 1850, 14 de mayo de 1851, 9 de febrero de 1853, 30 de marzo de 1857, 5 de noviembre de 1858, 16 de octubre de 1863. Senador vitalicio por Real Decreto de 8 de noviembre de 1863 hasta la legislatura de 1868. En 1877 fue elegido senador por Guipúzcoa y Álava, pero no juró el cargo. En las elecciones de 1879 fue elegido diputado a Cortes por el distrito de Tolosa.

En 1864 pronunció en el Senado su discurso más célebre, en defensa del régimen foral, para combatir las ideas del senador Sánchez Silva, que propugnaba la nivelación y asimilación de las instituciones forales a las del régimen común provincial. Los argumentos expuestos por Pedro Egaña junto a los de otros parlamentarios de Vasconia contribuyeron a la formación del renovado corpus doctrinal de los fueristas liberales. En el curso del debate definió la comunidad vasca en términos de nacionalidad “mientras aquel pobre rincón ha mantenido incólume esa nacionalidad que ha parecido al Sr. Sánchez Silva tan poco digna de respeto que ni siquiera la considera acreedora a que se la guarden los fueros de la desgracia. Digo que un Sr. Senador amigo mío se extraña de que use la palabra nacionalidad: Claro es que al hablar en la época y momento en que he hablado de nacionalidad, este Senador conocerá muy bien que siendo aquellas provincias parte de España, no había de hablar de una nacionalidad distinta de la española; pero como dentro de esta gran nacionalidad hay una organización especial que vive dentro de ella con su vida aparte, por eso usaba la palabra nacionalidad al hablar de las provincias vascas. Conozco que tal vez hubiera sido más exacta la palabra organización; de todas maneras, si a s.s. no le parece conveniente la de nacionalidad, la reemplazaré desde luego con la de organización especial” (Diario de las Sesiones de Cortes. Senado, 15 de junio de 1864). No era la primera vez que se refería a las provincias vascas en términos de nacionalidad. El 5 de septiembre de 1839 la Representación de los vascongados y navarros residentes en Madrid pidiendo la conservación de los fueros de sus provincias, redactada probablemente por Pedro Egaña, declaraba que “los fueros han creado esa nacionalidad navarra y vizcaína que llevamos en el corazón. Han creado esa patria que amamos y veneramos sobre todas las cosas, cualquiera que sea el punto del globo donde nos encontremos”.

Desde 1839 hasta 1868 Pedro Egaña desempeñó dos importantes cargos políticos de gestión en representación de los alaveses. Así, fue comisionado en Corte para el arreglo foral y demás cuestiones relativas a Álava y también de Guipúzcoa, cuya intervención fue intensa en el período comprendido entre 1839 y 1852. No obstante, su intervención e influencia en la Corte con relación a la defensa de los intereses de las Diputaciones forales perduraron hasta 1868. En tanto comisionado y personaje político de la Corte trató de influir en los negocios que favorecieran el desarrollo económico y social de Álava. En opinión de Ortés de Velasco, gracias a sus gestiones e influencias Egaña consiguió que el trazado del tren internacional de Madrid-París atravesara Vitoria, alterando el trazado que vía Bilbao se defendía desde 1845.

Fue comisionado en Corte para el arreglo foral en representación de Álava y formó junto a los comisionados Otazu y López un sólido equipo de trabajo para reivindicar la dimensión política y jurídica que contenía el régimen foral, además de la económicoadministrativa.

Mientras en 1840 se limitaron a manifestar que el régimen foral fuera respetado en su integridad, en 1841, ante la propuesta del ministro de Gobernación Manuel Cortina que ofrecía un arreglo similar al de Navarra, es decir, un régimen foral limitado a las esferas económico-administrativas, reivindicaron el sistema foral en su integridad y orquestaron la estrategia de dar largas al arreglo foral.

Después de la abolición foral dictada por Espartero por decreto de 29 de octubre de 1841, durante su mandato se tramitó en 1842 una Ley de modificación foral, de acuerdo con el artículo 2 de la Ley de 25 de octubre de 1839. Por Ley de 23 de abril de 1842 se crearon las Diputaciones provinciales. Cuando en 1843 Espartero fue desalojado del poder y volvieron los moderados, Pedro Egaña reivindicó el restablecimiento de las Diputaciones forales y el retorno a la situación institucional anterior al 29 de octubre de 1841. La insistencia de Egaña tuvo su fruto, ya que por Real Decreto de 4 de julio de 1844 restableció parcialmente el régimen foral. Las Juntas Generales y las Diputaciones forales se constituyeron en las instituciones políticas administrativas de Álava, Vizcaya y Guipúzcoa. Desde 1844 difundió la política netamente fuerista y por ello reclamaba el fin de la división entre carlistas y liberales. En su opinión, el nuevo fuerismo y la defensa de la monarquía de Isabel II debían convertirse en el referente político de los vascos.

Su ascendiente con la reina María Cristina le valió para que pudiera influir en el Gobierno de Narváez a favor de la restauración parcial del régimen foral. De este modo, en 1844 obtuvo el referido decreto de 4 de julio para que restablecidas las Juntas Generales y sus Diputaciones forales pudieran debatir prácticamente todo tipo de materias, al abrigo de la necesidad de ejecutar convenientemente mediante acuerdo la modificación legal de los fueros en el marco de la unidad constitucional. Sin embargo, entre 1844 y 1850 los comisionados en Corte y el Gobierno central no fueron capaces de “arreglar” una ley de modificación foral.

Egaña y López redactaron un proyecto de ley de modificación foral en 1850, es decir, de acomodación de los fueros a la realidad política y jurídica-constitucional vigente en el Estado español. Se proponían fijar sobre bases jurídicas firmes, el estatuto político foral de las tres provincias vascongadas.

Cuando acudieron a la Junta General de Guernica, fueron rechazados con gritos e insultos de algunos apoderados de la Junta General vizcaína. Un sector de los apoderados vizcaínos se refugiaba en la política de dar largas al asunto y exigían que antes de proceder al arreglo foral, el Régimen Foral debía ser restaurado en su integridad. Los comisionados en Corte Pedro Egaña por Álava y A. I. Altuna por Guipúzcoa y demás comisionados no lograron convencer a los representantes de Vizcaya. Sin embargo, Álava y Guipúzcoa tampoco negociaron de forma separada con el Gobierno. Este proyecto fue la iniciativa articulada de modificación foral más importante impulsada por los representantes vascos durante el período isabelino.

Fue diputado general electo de Álava entre 1864 y 1868. En su toma de posesión del cargo explicó en los siguientes términos su programa electoral: “religión, monarquía y fueros son los tres polos sobre los que gira la vida secular de este país”. Reformó el arreglo económico para la dotación del culto y del clero del obispado, revitalizó la viticultura promoviendo nuevas técnicas innovadoras en la producción de vino y comercializó en la Corte el vino denominado Medoc Alavés, que se convirtió en sinónimo de calidad y contribuyó al auge del vino de La Rioja. Impulsó una política de fomento de la memoria histórica de Álava. Después del trienio optó a la reelección, pero ésta no se contemplaba en el ordenamiento del fuero de Álava. La oposición encabezada por el ex diputado general Ramón Ortiz de Zarate logró que fuera destituido por Real Orden de 1 de mayo de 1868.

En abril de 1876, fue nombrado comisionado de Guipúzcoa, para negociar junto al diputado general J. B. Acillona el arreglo de los fueros. Denunció con acritud y manifiesta oposición pública la política antiforal de Cánovas del Castillo y criticó la Ley de 21 de julio de 1876, ya que en su opinión derogaba el principio político del Régimen Foral. El 9 de abril de 1877 manifestó su postura a la Diputación Foral de Álava en los siguientes términos: “que la cuestión de los principios ha sido resuelta por el poder central en contra de nuestro derecho [...] solo nos queda por lo tanto a los Diputados y Senadores vascos el recurso legal de levantar una voz de protesta contra el abuso más insigne de fuerza que registra la historia de esas santas montañas. [...] la bandera euskara no saldrá de mis manos machada con una defección ni abatida por un acto de flaqueza”. Cuando Cánovas disolvió las Diputaciones forales y nombró las nuevas Diputaciones provinciales formadas por los liberales fueristas transigentes, publicó en prensa una serie de artículos para denunciar a los nuevos diputados provinciales que aparecían bajo el epíteto de transigentes. Estos artículos fueron recopilados en el folleto titulado El Señor Egaña y los Diputados provinciales del Real Nombramiento de Guipúzcoa, Vizcaya y Álava. En 1885 apoyó las candidaturas fueristas, es decir, las de quienes reclamaban la reintegración foral y la derogación de la Ley de 21 de julio de 1876.

 

Obras de ~: Representación de los vascongados y navarros residentes en Madrid, pidiendo la conservación de los fueros de sus provincias, Madrid, Imprenta de la Compañía Tipográfica, 1839 (atrib.); Moción presentada a las Juntas de Álava en el mes de Noviembre, Vitoria, Imprenta Hijos de Manteli, 1867; con B. López, Breves apuntes en defensa de las libertades vascongadas. Escrito leído a la llamada comisión de arreglo de los Fueros nombrado por el Sr. D. Juan Bravo Murillo, Bilbao, J. E. Delmas, 1870; El moderantismo. Carta dirigida al Sr. D. Juan Mañe y Flaquer, Barcelona, Imprenta Barcelonesa, 1879; El Señor Egaña y los Diputados provinciales del Real Nombramiento de Guipúzcoa, Vizcaya y Álava, Barcelona, Imprenta Barcelonesa, 1879; Iparraguirre y el Árbol de Guernica, Bilbao, Biblioteca Vascongada, 1896. Los Fueros y sus defensas, VI. Egaña y su discurso del Senado, 1864, introd. de F. Herrán, Bilbao, Biblioteca Vascongada, 1898.

 

Fuentes y bibl.: Archivo del Congreso de los Diputados, Credenciales 30-1; Archivo Central del Ministerio de Justicia, 577-2; Archivo General de la Administración, Hacienda, 20911; Archivo General Militar de Segovia, E-182; Archivo Histórico Nacional, Estado, 4818; Archivo Histórico Provincial de la Universidad de Valladolid- Archivo de la Universidad de Oñate, Libro de matrículas 1804-1805, sign. 318; Archivo del Senado, 148, n.º 2 (1-7); Archivo del Territorio Histórico de Álava, D. 203-41, 208-46, 211-14 y 227-17.

Observaciones que demuestran la nulidad de la reelección hecha por la Junta General de Álava en noviembre de 1867, para los cargos de Diputado General y Teniente Diputado, en las personas de los Excmos. Sres. D. Pedro Egaña y D. Vicente de Payueta, Madrid, 1868; J. Castro, Los ministros en España desde 1800 a 1869, t. III, Madrid, J. Castro y Cía., 1870, págs. 620-625; M. S ánchez Silva, Semblanzas de los 340 Diputados a Cortes que han figurado en la Legislatura de 1849 a 1850, Madrid, Imprenta de Gabriel Gil, 1850; J. F. L asso Gaite, El Ministerio de Justicia. Su imagen histórica (1714-1981), Madrid, Imprenta Sáez, 1984; M. Vázquez de Prada, Negociaciones sobre los Fueros entre Vizcaya y el poder central (1839-1877), Bilbao, Caja de Ahorros Vizcaina, 1984; R. Mieza y M. A. L arrea, “La ‘Memoria’ de Egaña y López ante la Comisión de Reforma de los Fueros (1852)”, en Julio Caro Barojari Omenaldia. Revista Internacional de Estudios Vascos (San Sebastián), 34, t. 31 (1986), págs. 781-795; J. Agirreazkuenaga et al., Diccionario biográfico de Parlamentarios de Vasconia. 1808-1876, Gasteiz-Vitoria, Eusko Legebiltzarra-Parlamento Vasco, 1993, págs. 333-341; J. Agirreazkuenaga (dir.), La articulación político institucional de Vasconia: Actas de las Conferencias firmadas por los representantes de Álava, Bizkaia, Gipuzkoa y eventualmente Navarra (1775-1936), vols. I y II, Bilbao, Diputación Foral de Bizkaia, de Álava y de Gipuzkoa, 1995; J. Vidal Abarca, F. Verastegui y A. O tazu, Fausto de Otazu a Iñigo Ortés de Velasco. Cartas 1834-1841, Vitoria-Gasteiz, Diputación Foral de Álava, 1995, 2 vols.; L. Mees, El Medoc alavés en el origen del vino de calidad de Rioja, Vitoria-Gasteiz, Diputación Foral de Álava, 1995; J. M. C uenca Toribio y S. Miranda García, El poder y sus hombres. ¿Por quiénes hemos sido gobernados los españoles? (1705-1998), Madrid, Actas, 1998; J. M. O rtiz de Orruño y J. M. Portillo Valdés, “El régimen foral en el siglo xix: las Juntas Generales de Álava entre 1800-1877”, en Juntas Generales de Álava. Pasado y presente-Iragana eta orainaldia. Arabako Batzar Nagusiak, Vitoria-Gazteiz, Juntas Generales de Álava- Arabako Batzar Nagusiak, 2000 (4.ª ed.).

 

Joseba Agirreazkuenaga Zigorraga

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