Echagüe y Méndez-Vigo, Ramón. Conde del Serrallo (II). Madrid, 15.XI.1852 – 25.XI.1917. Grande de España, teniente general del Ejército, ministro de la Guerra, senador vitalicio.
Hijo del teniente general Rafael Echagüe Bermingham, primer conde del Serrallo, y de María de las Mercedes Méndez-Vigo Osorio. Isabel II le concedió por gracia especial el empleo de subteniente de Infantería a los trece años de edad, siendo destinado al Batallón Provincial de Segovia. Prim, con ocasión de la Revolución de Septiembre de 1868, le otorgó el grado de teniente y su padre, director general de Ingenieros, le agregó al 1.er Regimiento de este Cuerpo, con el que acudió a sofocar la insurrección republicana de Valencia en octubre de 1869. Allí recibió su bautismo de sangre y una Cruz roja del Mérito Militar, que permutó por el grado de capitán en abril de 1871.
En marzo de 1872, ante la aparición de las primeras partidas carlistas, su padre, nombrado jefe del Ejército de Operaciones del Norte, se lo llevó consigo como ayudante de campo. Su participación en diversas operaciones en Navarra y el País Vasco le valió el ascenso a teniente en el mes de julio, pasando destinado al Batallón de Cazadores Tarifa n.º 6, con el que combatió a los carlistas en Cataluña.
A los tres meses, ascendido a capitán por méritos de guerra, fue destinado al Batallón de Cazadores Cataluña n.º 1, donde obtuvo el grado de comandante.
Poco después fue trasladado al Regimiento de Infantería Luchana n.º 28, desplegado en San Sebastián.
En la campaña del Norte fue recompensado con el grado de teniente coronel por la acción de Oyarzun (7 de octubre de 1873), y con el empleo de comandante por la de Velavieta, donde fue herido grave (9 de noviembre de 1873).
Evacuado a Madrid y apenas restablecido, el ministro de la Guerra, Juan Zavala, le eligió como ayudante de campo cuando asumió el mando del Ejército del Norte. Tras su cese, continuó en el mismo puesto con el nuevo ministro, Francisco Serrano Bedoya, hasta que logró acomodo en el Batallón de Cazadores Barbastro n.º 4, en diciembre de 1874.
Reincorporado a la campaña del Norte, participó en la batalla de Treviño (7 de julio de 1875), donde obtuvo otra Cruz roja del Mérito Militar, y en la toma de Villarreal de Álava (29 de julio de 1875), por la que fue recompensado con el empleo de teniente coronel.
Al mando del Batallón de Cazadores Puerto Rico n.º 19, encuadrado en el Ejército de la Izquierda, intervino en la ofensiva final de la Guerra Carlista, desde Guipúzcoa a Tolosa, logrando una nueva Cruz roja del Mérito Militar y el grado de coronel. Tras participar en la entrada triunfal de Alfonso XII en Madrid (20 de marzo de 1876), su batallón quedó de guarnición en la capital, donde, en 1881, contrajo matrimonio con Manuela Urbina Ceballos- Escalera.
En 1883, su unidad fue encuadrada en el cuerpo de ejército que, al mando del teniente general Blanco Erenas, acudió a sofocar el pronunciamiento republicano de la guarnición de Badajoz. Tras pasar doce años en el empleo de teniente coronel, el 10 de enero de 1887, ascendió a coronel por turno de antigüedad y se le confió el mando del Regimiento de Infantería Saboya n.º 6, que guarnecía Madrid y sus cantones.
La prestación del servicio de seguridad a la Real Familia durante sus jornadas veraniegas en San Ildefonso de La Granja le valió ser nombrado gentilhombre de Cámara con ejercicio y, probablemente, también que el Gobierno de Cánovas le ascendiera a general de brigada en 1891, cuando contaba treinta y ocho años y ocupaba el puesto veintiuno del escalafón. Un año después, Azcárraga le colocó en la Subsecretaría del Ministerio de la Guerra, desde la que pasó a mandar sucesivamente la I Brigada Orgánica de Infantería y la Brigada de Cazadores del I Cuerpo de Ejército, con la que marchó a Melilla con ocasión de los incidentes fronterizos en el otoño de 1893.
En marzo de 1895, nada más iniciarse la insurrección cubana, solicitó incorporarse a aquél ejército, haciéndose cargo de las columnas que operaban en las inmediaciones de Holguín y Las Tunas, en la zona occidental del Departamento Oriental, desde donde marchó a Pinar del Río tras la irrupción de las partidas comandadas por Máximo Gómez y Antonio Maceo en los distritos centrales y orientales. Los numerosos hechos de armas en los que intervino minaron gravemente su salud, por lo que, al cumplirse un año de su llegada a Cuba, Weyler le autorizó a regresar a la Península para reponerse.
En agosto de 1896, tras permanecer tres meses en Madrid, se reincorporó a la campaña cubana como jefe de una de las brigadas que guarnecían la trocha de Mariel, construida para aislar a Maceo en Pinar del Río. El 9 de noviembre, durante el ataque al campamento insurrecto de Lomas del Rosario, resultó herido grave de bala, lo que forzó su evacuación a La Habana y su baja definitiva en el Ejército de Cuba.
Ascendido a general de división por aquel combate y una vez recuperado, fue nombrado en septiembre de 1897 jefe de la 1.ª División del I Cuerpo de Ejército, puesto que llevaba aparejado el Gobierno Militar de Badajoz. Allí permaneció un año, hasta su traslado al Cuarto Militar de la Casa Real como ayudante de campo de la reina regente, María Cristina de Habsburgo, cargo que desempeñó durante cuatro años.
En agosto de 1903, cuando acababa de heredar el título de conde del Serrallo por fallecimiento de su hermano Manuel, fue nombrado gobernador militar de Madrid. A los cuatro años, el Gobierno de Antonio Maura le ascendió a teniente general y Alfonso XIII le nombró jefe de su recién organizada Casa Militar y comandante general del Real Cuerpo de Guardias Alabarderos.
En agosto de 1910, cumplido el plazo de máxima permanencia en dicho cargo, pasó a desempeñar la Capitanía General de Valencia; en marzo de 1913, la Dirección General de la Guardia Civil, y unos meses después, el 27 de octubre de 1913, fue nombrado ministro de la Guerra del Gobierno conservador presidido por Eduardo Dato.
Al verano siguiente, la iniciación de la Primera Guerra Mundial le impulsó a preparar y presentar ante las Cortes un ambicioso plan de reformas militares dirigido a mejorar nuestra débil infraestructura defensiva, en previsión de que España se viera obligada a participar en el conflicto. La decisión de Dato de supeditar el debate del plan a la previa aprobación de la Ley de Retiros provocó la dimisión del Gobierno en diciembre de 1915, con la consiguiente anulación de la reforma prevista. De los ambiciosos y meditados proyectos de Echagüe, recogidos después en su esencia por la llamada Ley de Bases de La Cierva de 1917, sólo quedó en pie un sustancial aumento del presupuesto del Ministerio de la Guerra y la definitiva segregación de las partidas correspondientes a la emergente intervención militar en el Protectorado de Marruecos.
Tras su cese, quedó sin destino en Madrid hasta que, próxima a hacerse pública la cuestión de las Juntas de Defensa, el Gobierno de García Prieto le confió la Capitanía General de Madrid en mayo de 1917, puesto de suma importancia en aquellas difíciles circunstancias, en el que fue confirmado por Dato cuando aquélla hizo crisis el 1 de junio, y desde donde hubo de afrontar la huelga general revolucionaria de agosto de aquel mismo año.
En octubre, el teniente general Marina, nombrado ministro de la Guerra en sustitución del anciano Fernando Primo de Rivera, decidió que se hiciera cargo de la presidencia del Consejo Supremo de Guerra y Marina, donde falleció al mes de su toma de posesión, recién cumplidos los sesenta y cinco años.
Bibl.: V. Weyler, Mi mando en Cuba (10 Febrero 1896 a 31 Octubre 1897). Historia militar y política de la última guerra separatista durante dicho mando, Madrid, Imprenta de Felipe González Rojas, 1910; El Comandante Beta (J. García Benítez), Apuntes para historiar tres años de reformas militares, Madrid, Imprenta de Bernardo Rodríguez, 1917; B. Márquez y J. M. Capó, Las Juntas Militares de Defensa, Barcelona, Imprenta de Sintes, 1923; Conde de Romanones (Á. de Figueroa y Torres), Obras completas del conde de Romanones, vol. III. Notas de una vida, Madrid, Plus-Ultra, 1949; S. G. Payne, Ejército y sociedad en la España liberal 1808-1936, Madrid, Akal, 1976; F. Puell de la Villa, “Las Fuerzas Armadas en la crisis de la Restauración. Las Juntas Militares de Defensa”, en M. Hernández Sánchez-Barba y M. Alonso Baquer (dirs.), Las Fuerzas Armadas Españolas. Historia Institucional y Social, t. V, Madrid, Alhambra, 1986, págs. 81-126; C. P. Boyd, La política pretoriana en el reinado de Alfonso XIII, Madrid, Alianza, 1990; F. Puell de la Villa, Historia del Ejército en España, Madrid, Alianza, 2000; A. I. Alonso Ibáñez, Las Juntas de Defensa Militares (1917-1922), Madrid, Ministerio de Defensa, 2003; F. Puell de la Villa, Historia del Ejército en España, 2.ª ed., Madrid, Alianza, 2005.
Fernando Puell de la Villa