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Andrés de la Calleja Robredo

Biografía

Calleja Robredo, Andrés de la. Urdanta, Ezcaray (La Rioja), 5.I.1705 – Madrid, 2.I.1785. Pintor de cámara y académico de Bellas Artes de San Fernando.

Hijo de Tomás de la Calleja y de Catalina de Robredo, es bautizado el 6 de enero de 1705 en la parroquia de la Asunción de Urdanta, situada en el valle del río Oja. En la actualidad, en la villa de Ezcaray, hay una calle dedicada al pintor Andrés de la Calleja.

Se forma en Madrid con Jerónimo Ezquerra, quien le transmite la estética de Palomino. Las primeras noticias de Calleja en Madrid datan de 1734, cuando hace las pinturas para el crucero de la iglesia de San Felipe el Real de Madrid, siguiendo los bocetos de Miguel Jacinto Meléndez. Los temas son San Agustín conjurando una plaga de langosta y El entierro del Conde de Orgaz. Meléndez es su maestro y quien más influencia ejerce en su obra, transmitiéndole la tradición del Barroco tardío de la escuela madrileña del siglo XVII, combinado con notas propias de los retratistas franceses y elementos de Van Dyck. Le nombra testamentario y le deja como regalo una espada con empuñadura de plata.

Es introducido en la Corte por el conde de Cogorani, mayordomo mayor de Su Majestad, y recibe el encargo de pintar tres láminas para el altar portátil que sirve en el oratorio del príncipe de Asturias Don Fernando.

Es la primera obra que realiza Calleja para el real servicio, y por ella le conceden la plaza de pintor de cámara del príncipe de Asturias, el 9 de julio de 1734, siendo rey Felipe V; actualmente se conserva en el Palacio Real de Madrid. Pintado al óleo sobre láminas de cobre, los óvalos laterales representan a san Antonio y san Francisco Javier, y el tema central, la Sagrada Familia, tiene un gran paralelismo con El cántico de Simeón de Miguel Jacinto Meléndez. Está fechado en 1734 y firmado en la escalinata del tema central.

Calleja llega a la Corte cuando se produce un hecho de gran trascendencia para la renovación del arte: el incendio del Alcázar de los Austrias en la Nochebuena de 1734. Inmediatamente comienzan las obras de construcción del Nuevo Palacio, lo que motiva la formación de un importante núcleo artístico en Madrid.

Se casa en Toledo, en el año de 1740, con Úrsula Antonia Ramírez. Por su carta de bienes se deduce que había logrado una saneada posición económica.

Tienen seis hijos.

El 19 de junio de 1743 es nombrado ayudante del primer pintor de cámara, Louis-Michel Van Loo, el cual informó favorablemente después de mandar copiar a Calleja, a modo de examen, un retrato del infante don Felipe.

Felipe V le encarga, en 1744, las pinturas de la berlina que debe trasladar a Francia a su hija la infanta María Teresa con motivo de su boda; casada en 1745 con el delfín Luis, hijo de Luis XV, se la conoce como infanta delfina de Francia. La intervención del Rey pone de manifiesto hasta qué punto controlaba las decisiones artísticas. Existe en el Archivo Histórico Nacional un documento esclarecedor, pues indica cómo los artistas extranjeros, en este caso Van Loo, monopolizaban el arte en España: “San Ildefonso 21 de agosto de 1744 / A Dn. Luis Vanloo / El Rey quiere que Dn. Andrés Calleja, que está destinado a copiar los retratos de la Rl. familia, lo que VM le señala, pase a pintar una de las berlinas que deben servir a la infanta Dña. M.ª Teresa, lo que prevengo a Vm. de orden de S. M. para que no lo embarace dejándole”.

En el reinado de Felipe V, uno de los acontecimientos de mayor relevancia para la cultura será la creación de las Reales Academias. Andrés de la Calleja está entre los trece miembros fundadores de la Junta preparatoria de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Se reúnen por primera vez en 1744, en casa del escultor Olivieri. En 1745 consiguen un salón en la Casa de la Panadería de la Plaza Mayor, hasta su traslado, en 1774, al palacio Goyeneche de la calle de Alcalá. Calleja dedicará gran parte de su tiempo a la formación de nuevas generaciones de pintores, vocación que ya había demostrado anteriormente al poner, a su costa, en dos salas de la Casa de la Panadería, una academia de dibujo del natural.

Otra faceta de Calleja fue la de tasador. La tasación de pinturas por parte de personas ignorantes, que a veces se prestaban a negocios sucios, dio lugar a la promulgación de una real cédula de 1724 por la que sólo se autorizaba a tasar a Antonio Palomino y a Juan García Miranda. Dicho decreto suscitó airadas protestas; esto motivó que el mismo Consejo de Castilla ampliase al año siguiente las facultades de tasar a los pintores Jerónimo Ezquerra, Miguel Jacinto Meléndez y a otros pintores influyentes que había en Madrid. Desde la fundación de la Real Academia de San Fernando se reguló la cuestión de forma inequívoca: sólo podrían realizar tal función los miembros de esa institución. Andrés de la Calleja “heredó” la facultad de tasar de sus maestros Palomino, Ezquerra y Meléndez, por lo que fue requerido en diferentes ocasiones. A veces hacía inventario y tasación de herencias de particulares, pero en general era comisionado para tasar obras de pintores del Real Servicio y de la Academia. En 1747, con motivo del fallecimiento de Felipe V, se realizó un inventario del Palacio Nuevo y del Buen Retiro, labor en la que Calleja ayudó a Juan García Miranda.

El segundo reinado del que es testigo Calleja es el de Fernando VI, que comienza en 1746. Es un período de neutralidad en política exterior, en que se procura con ahínco la recuperación económica del país, lo que favorecerá el desarrollo de las artes. El rey Don Fernando dará múltiples encargos y reconocimientos al que ha sido su pintor de cámara cuando él era príncipe de Asturias.

Por decreto de 10 de mayo de 1749, considerando la habilidad de Andrés de la Calleja y el acierto con que desempeña las obras que se le encargan, el Rey concede a su pintor de cámara la plaza de restaurador de la Corte, que ha ocupado hasta su muerte el pintor Juan García Miranda. Calleja se hace cargo del Taller del Rebeque, en el que tendrá varios ayudantes; destaca Félix Gregorio del Cerro, sustituido a su muerte, en 1775, por Jacinto Gómez Pastor. Continuará con la restauración de los cuadros que se salvaron del incendio del Alcázar. Su cometido será “componer, forrar, limpiar y añadir figuras”, si fuera necesario, para adaptar los lienzos a las dimensiones de los nuevos emplazamientos. Durante el período en que se ocupa de esta labor, desde 1749 hasta 1785, restaura unas ochocientas obras, según se deduce de las cuentas que presenta, con una detallada descripción de las obras que ayuda a identificarlas, pues especifica tema, autor y dimensiones. Esta función le permite familiarizarse con la pintura de los grandes maestros. En ese mismo año de 1749 empiezan los preparativos para el adorno del Palacio Nuevo y se encarga a Calleja la elección de pinturas que están en los Reales Sitios.

Dentro de su variada obra pinta en 1750 un tema alegórico, El Tiempo descubriendo la Verdad, para la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En el inventario que se hace de los bienes de la institución en 1757, se cita este cuadro “pintado por el señor Director Dn. Andrés de la Calleja”. Es una obra inspirada en su maestro Ezquerra, en el cuadro del Prado El agua, la composición se ajusta a los gustos academicistas.

Fernando VI y su esposa, Bárbara de Braganza, que compartían una gran afición musical, impulsan la realización de nuevos libros de coro para suplir los que se perdieron en el incendio del Alcázar. El cardenal Mendoza empieza a redactar los temas que deben pintarse en las láminas correspondientes al comienzo de las más importantes solemnidades del ciclo litúrgico anual. Se plantea la entonces espinosa cuestión de la elección de artistas que ejecutarán la obra. Giaquinto sugiere la idea de que se haga una prueba en Roma.

En 1752 realiza la otra prueba en Madrid Andrés de la Calleja, que gozaba del mayor favor entre los pintores cortesanos del momento. Hace la pintura de miniatura correspondiente a la festividad de la Inmaculada Concepción, en óleo sobre vitela. Representa a la Virgen del Apocalipsis. Es la lámina número 21 y está en el Libro de Coro número 60, de bella encuadernación con cierres de bronce, y se conserva en la biblioteca del Palacio de Oriente. El cardenal Mendoza indica la mejor calidad de la obra realizada en Roma, pero el Rey decide que se ejecute en Madrid para promocionar a los pintores de su Corte. Por estar ocupado Calleja en las restauraciones de pinturas, se encarga la realización de las demás láminas a Francisco Meléndez.

Durante el reinado de Fernando VI se inaugura la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

El protector José de Carvajal y Lancáster convoca la Junta del 16 de abril de 1752, en la que se designa a los miembros de la misma. Calleja es nombrado teniente director de Pintura. En 1753, el Rey le concede honores y graduación de director de Pintura con sueldo de teniente. Terminará su carrera siendo director general de la Academia desde el 31 de diciembre de 1777 hasta el 2 de enero de 1785, día en que muere; esa misma mañana acude a una Junta ordinaria.

Su dedicación a la Academia es notable: durante los cuarenta años que permanece al servicio de la misma asiste a 361 juntas.

El 16 de marzo de 1753 le comunican una orden del Rey para que ejecute tres pinturas destinadas a un oratorio de cámara portátil. El 8 de junio recibe de nuevo el encargo para otro oratorio portátil; había de representarse en el tema central la Inmaculada Concepción, y en los óvalos laterales, a san Francisco Javier y san Antonio, y en el otro altar, a santa Bárbara y san Fernando. Fernando VI, satisfecho con los altares portátiles que realiza su pintor de cámara, le encarga varias obras religiosas entre los años 1749 y 1753. Calleja, en sus memoriales de 1765 y 1773, menciona haber hecho cuatro juegos de oratorios portátiles, el bautismo de Cristo para la Real Capilla de la calle del Tesoro, y otros cuadros de devoción, entre los que cita uno de san Francisco Javier y otro de san Ignacio.

En el Museo del Prado se conservan tres dibujos preparatorios de Andrés de la Calleja: un monje arrodillado, una Virgen con Niño, y dos ángeles niños, que pudieron servir de modelo para estas obras.

Dentro de esta temática religiosa hay que hacer referencia a ocho excelentes cuadros de Calleja localizados en la sacristía de la iglesia de Santa Cruz de Madrid: los cuatro evangelistas, san Pedro y san Pablo, EcceHomo y Dolorosa, hacia 1761.

Como retratista tiene varias obras representativas.

El mejor ejemplo es el que hace con el fin de honrar la memoria del difunto protector de la Academia, José de Carvajal y Lancáster, cuya muerte acaeció el 8 de abril de 1754. Es el más famoso y original retrato que pinta. Resulta interesante por su carácter histórico y conmemorativo, testimonio de los inicios de la Academia de Bellas Artes de San Fernando y recoge el momento en que el primer protector de la institución entrega la Medalla de Plata a Mariano Sánchez.

Copia varios retratos pintados por Van Loo, como el caballero de Santiago, adquirido por el Museo del Prado en 1968, y que está depositado en el Ministerio de Cultura.

Son dignos de mención otros dos retratos originales de Calleja, como el que hace de Carlos de Areyzaga y Corral, ayo de Fernando VI, que tiene gran parecido con el de Carvajal y Lancáster, así como el que se conserva en el monasterio de la Encarnación de Madrid, de la reina viuda de Portugal, Mariana Josefa de Austria; está fechado en 1754 y es un retrato póstumo que encargó Bárbara de Braganza a la muerte de su madre.

La colección de los duques de Alba tiene entre sus fondos un retrato atribuido a Andrés de la Calleja.

El personaje representado es la sexta duquesa de Montijo, Francisca de Sales Portocarrero y Zúñiga (1754-1808), retratada en 1765 —a los once años de edad—, época en que se educaba en el convento de las Salesas, que luego fue abuela de la emperatriz Eugenia.

Es un cuadro de buena ejecución y curioso interés iconográfico.

En la polifacética obra de Calleja sobresale su trabajo como autor de cartones de tapiz. A lo largo de su carrera pinta ochenta y seis. En 1755 se le encarga, por orden de la reina Bárbara de Braganza, que realice, junto con González Ruiz, treinta cartones de tapiz para San Lorenzo de El Escorial, sobre originales de David Teniers, pero distintos de los que se habían hecho anteriormente, por lo que Calleja se ve obligado a hacer traer ciento cincuenta grabados de París, que a su muerte se encontrarán en su taller. Para la ejecución de cartones de tapiz se les asigna un cuarto en Palacio, “la pieza de la ventana dorada”. En 1757 realizan Calleja y González Ruiz los tapices para el dormitorio y el tocador de la Reina en San Lorenzo.

En 1758 hacen los del gabinete y la pieza de comer para el mismo Palacio. A finales de 1762 termina Calleja el encargo de los cartones de tapiz para dos estancias del palacio de El Pardo: despacho y dormitorio del Rey. En 1764 empieza a pintar trece cuadros para el dormitorio de la Reina madre en el mismo palacio, pero interrumpe esta tarea, pues su principal cometido era el de restaurador. Le entregan para componer doscientas pinturas del Palacio Nuevo y del Buen Retiro, en cincuenta y dos de las cuales hay que aumentar figuras. En la relación cita, entre otros, veintiocho de Claudio de Lorena, Mercurio y Argos, de Rubens, y otros cuadros grandes de Lanfranco; una vez concluidos, entrega en 1767 los cartones de tapiz para el dormitorio de la Reina madre en El Pardo.

Fernando VI muere sin descendencia en 1759 y le sucede su hermano Carlos, hijo de Felipe V y su segunda mujer, Isabel de Farnesio. Carlos III, casado con María Amalia de Sajonia tendrá trece hijos y un largo reinado, hasta 1788. El nuevo Rey hace venir a España al que ya era su pintor cuando reinaba en Nápoles: Antonio Rafael Mengs, iniciador y difusor del neoclasicismo; Andrés de la Calleja será su ayudante, por lo que realiza numerosas copias de retratos de la Familia Real. Se da un gran impulso a la Real Fábrica de Tapices, Carlos III se interesa en especial en la decoración del palacio de El Pardo. En el año 1767 encargan a Calleja cartones de tapiz para el tocador de la princesa en San Lorenzo, tarea que se demorará varios años, pues una vez más debe interrumpir la obra para continuar con su actividad de restaurador. En 1768, Mengs le entrega para componer sesenta y cinco pinturas de la testamentaría de Isabel de Farnesio; un año más tarde restaura San Antonio de Padua de Ribera, diez cuadros comprados en la Casa Profesa y varios procedentes de la testamentaría del marqués de la Ensenada: Martirio de San Lorenzo, de Jordán, el Conde duque de Olivares, de Velázquez, y Bacanario de Ninfas, de Poussin. Recientemente se ha restaurado en el Museo del Prado el cuadro de Van Dyck Diana y Endimión. Esta pintura estaba en 1772 en el Buen Retiro y fue “compuesta” por Calleja, cuya firma aparece en el reverso del lienzo.

Copia en 1771 los retratos de los Príncipes de Toscana sobre el original de Mengs. Nietos de Carlos III, son los hijos de Leopoldo de Lorena y María Luisa de Borbón: los archiduques Francisco, María Teresa, Fernando y María Ana. La copia de la archiduquesa María Teresa de Austria se conserva en colección particular.

Cuando lleva las copias Calleja para que las vea el Rey, son muy del agrado de Su Majestad, pues se ajustan los retratos originales.

Un interesante retrato del Padre Flórez, hacia 1773, de mano de Calleja, está depositado por el Museo del Prado en la Real Academia de la Historia. Una etiqueta antigua que hay en el reverso indica que el cuadro fue comprado a Santiago Pérez Junquera en 1878.

En 1772 se ve la necesidad de hacer un nuevo inventario y tasación de las pinturas del Palacio Nuevo y del Buen Retiro. Andrés de la Calleja será el encargado de su ejecución. Lo realiza con meticulosidad, demostrando un gran conocimiento de los pintores antiguos.

En el año 1773 presenta un memorial en que solicita una pensión para sus hijas. Por él se sabe que tiene gran actividad. Le mandan pintar una Inmaculada para la capilla de Navaschescas, cuartel de caza de El Pardo; también un retrato de Luis I, para el Soto de Roma, finca situada en la Vega de Granada; casi con toda seguridad, copió un original de Ranc.

En ese mismo año de 1773 le encargan el conjunto más interesante de los cartones de tapiz, el de la Pieza de Café para el palacio de El Pardo. Realiza los cartones en años sucesivos y hace entrega de los últimos en 1779. Permanecieron en la Real Fábrica hasta fecha reciente, y varios de ellos pasaron posteriormente al Museo del Prado.

En 1778, el cardenal Lorenzana quiere crear una academia de arte en la Casa de la Misericordia de Toledo, por lo que solicita al Rey cartones de tapiz que estaban en la Real Fábrica de Tapices, para que sirvan de modelo a los alumnos. Se comisiona a Calleja para seleccionar y enviar las pinturas; hace una descripción detallada de todos los cuadros enviados a Toledo en 1779 y consigna a sus autores. Esta documentación se conoce como “Expediente de Toledo”.

Sesenta y nueve lienzos de tema profano y cuatro de tema religioso son de su mano.

A la infanta Carlota Joaquina se la conoce como Infanta Niña. Es la hija mayor de Carlos IV y María Luisa de Parma, nieta de Carlos III. Mengs la retrata con pocos meses de edad, y a Calleja se le encargan, en 1775, dos copias del citado retrato. Una de las copias se conserva en el Museo de Bellas Artes de Zaragoza, y la otra en el palacio Davanzatti de Florencia.

El original de Mengs se halla depositado en el palacio de la Moncloa.

En 1777 se ve la conveniencia de cambiar el retrato del Rey que había en la Sala de Juntas de la Academia de San Fernando. Enterado Andrés de la Calleja, ofrece uno que ha pintado en 1775 y que es copia del retrato oficial que hizo Mengs a Carlos III.

Recibe el encargo de hacer un retrato de Carlos III de cuerpo entero para enviarlo a Suecia como regalo de Corte. Se guarda en el castillo de Gripsholms, en la Sala de Contemporáneos, mandada hacer por Gustavo III (1746-1792). Se inspira en un retrato pintado por Mengs, que tenía en su taller, y que él mismo se ocupa de enviar a Dinamarca en 1782. Es el cuadro más ambicioso de Calleja; está firmado y fechado en 1776, en el ángulo inferior izquierdo.

En 1778, Carlos III le ordena pintar un retrato del rey Felipe V para la reina madre de Portugal, para el que probablemente se inspira en el que hizo Ranc en 1723.

El 31 de diciembre de 1777 es nombrado director general de la Academia de Bellas Artes de San Fernando y el 31 de diciembre de 1780, Carlos III decide que permanezca en el puesto de director general durante otro trienio.

Continúa con restauraciones de pinturas del Palacio Nuevo y del Buen Retiro, compone las pinturas del Salón de Reinos: diez sobreventanas de Zurbarán, seis grandes batallas de diferentes autores y dos sobrepuertas de Velázquez.

La última obra que entrega, en 1784, es el cuadro de San Antonio de Padua para la iglesia de San Francisco el Grande, de Madrid.

El 2 de enero de 1785, por la tarde, Calleja fallece “de accidente repentino”, según la partida de defunción.

Era el más antiguo de los pintores de cámara y estuvo al servicio de tres reyes borbones durante más de cincuenta años. El 4 de enero fue enterrado en la iglesia de Santa María.

 

Obras de ~: San Agustín conjurando la plaga de langosta, 1734; Altar portátil para el príncipe de Asturias D. Fernando, 1734; El Tiempo descubriendo la Verdad, 1750; Inmaculada para los libros de Coro (miniatura), 1752; D. José de Carvajal y Lancáster, 1754; Reina viuda de Portugal Mariana Josefa de Austria, 1755; Carlos Areyzaga y Corral, c. 1755; Dos retratos de la infanta CarlotaJoaquina, 1775; Carlos III de medio cuerpo, 1775; Carlos III de cuerpo entero, 1776; La cantarera (cartón para tapiz), c. 1777; San Antonio de Padua, San Francisco el Grande, Madrid, 1784.

 

Bibl.: J. A. Ceán Bermúdez, Diccionario histórico de los más Ilustres Profesores de las Bellas Artes en España, Madrid, Imprenta de la Viuda de Ibarra, 1800; F. J. Sánchez Cantón, “Los Pintores de Cámara de los Reyes de España”, en Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, XXIV (1916); J. Held, Die Genrebilder der Madrider. Teppichmanufaktur und die Anfänge Goya, Berlin, 1971; M.ª L. Morales Piga, “Obras de Andrés de la Calleja, un pintor desconocido en los Palacios de Madrid, la Granja y Riofrío”, en Reales Sitios, 70 (1981), págs. 57-72; J. L. Barrio Moya, “Algunas noticias sobre la vida y obra del pintor Andrés de la Calleja”, en Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (BRABASF), 67 (1988), págs. 318344; J. L. Morales y Marín, Colección de Documentos para la Historia del Arte en España, vol. VII, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1991; M.ª L. Morales Piga, “Andrés de la Calleja, autor de los cartones para la Pieza de Café del Palacio de El Pardo”, en BRABASF, 75 (1992), págs. 437-469; Andrés de la Calleja, tesis doctoral, Madrid, Universidad Complutense, Facultad de Geografía e Historia, 1993 (inédita).

 

María Luisa Morales Piga