Bonavia, Santiago. Piacenza (Italia), 1695 – Aranjuez (Madrid), 1759. Arquitecto, pintor, decorador y urbanista.
Santiago Bonavia se integra en el mundo del arte como arquitecto, pintor, decorador y urbanista. Sin embargo, siendo artista considerado como el parangón de la arquitectura barroca española y urbanista de moda gracias a su faceta creativa que dio forma a la ciudad de Aranjuez, es artífice que habiendo participado activamente en la fundación de la modernidad española, se mantiene todavía casi secreto en su trayectoria humana, no siendo suficientemente analizada su personalidad por los historiadores.
Su trayectoria tiene una mayor clarificación a partir de su llegada a España en el año 1728, pues de su vida anterior en la que se integra su etapa de formación, casi todo son conjeturas; datos excesivamente escuetos y también ciertamente imprecisos. Se intuye, siguiendo algunas precisiones documentales de Matteuzzi, que nació en la ciudad de Piacenza en los últimos años del siglo XVII. Desarrolló su primera formación en el círculo de una serie de decoradores afamados de la propia ciudad, tales como Giuseppe Natali, Bartolome Rusca, Sebastiano Galeotti, Juan Bauttista Galuzzi, C. Novatti y G. Gozzi. Fue escuela que practicó las más variadas formas del ilusionismo pictórico y arte de la quatrattura, en alternancia con las sutiles fórmulas del rococó que ya en el primer tercio del siglo xviii llegaban a Italia desde la vecina Francia. El universo artístico de Piacenza posiblemente se hizo mucho más amplio con el paso por la ciudad de los hermanos Bibienna con sus procedimientos perspectívicos, sus comprometidos puntos de fuga y la creación de un tipo de espacio intercorporal, ilusorio y casi siempre quimérico. Su proyectiva arquitectónica incidió de manera imperativa en la escenografía, proyectándose su influencia en edificios tan notables como el Mandelli, Ciappini, Rota-Paisaroni, Novattoi y Costa, entre otros. Posiblemente, cuando llegó a España Bonavia, sin haber sido un artista ampliamente reconocido en su tierra natal, gozaba ya de un grado de formación sólido. En torno a sus treinta años, las experiencias de la escuela piacentina estaban para él plenamente asimiladas y ello se demuestra porque llega a España de la mano del pintor Juan Bauttista Galuzzi para quien Bonavia como pintor y Francesco Balestrieri como maestro carpintero, habían sido elegidos por estar bien garantizados en su oficio. Su estancia en España seguramente se debe al deseo de Isabel de Farnesio de reunir en la Corte española a un número destacado de maestros italianos que permitiera que el arte de su tierra tuviera en España la suficiente incidencia. Piacenza, ciudad no alejada de Parma, y éste, núcleo de los Farnesio, seguramente había difundido la solidez de aquella escuela. Juan Bautista Galuzzi era pintor decorador famoso en Piacenza y fue precisamente con este artífice con el que llega a la Corte española Santiago Bonavia en calidad de ayudante o de discípulo y seguramente siguiendo los deseos selectivos de la Reina de España. Este hecho condiciona que Bonavia se comporte como un subordinado durante los primeros años, y es obvio que en la obra que se le encomienda, el gabinete de la Reina en Aranjuez se mostrara dando solidez a su formación al amparo de Galuzzi, aprovechando una obra suntuosa, en la que el artificio y la decoración formaban parte de su estilo.
El marqués de Villarías desde Badajoz, el 25 de enero de 1729, declaraba: “A Don Juan Bautista Galuzzi, pintor que habiendo venido de Italia hazeis se paguen 150 reales de vellon y para que de ellos tome los 75 por su salario y los otros 75 los reparta entre el ayudante de Pintor y el carpintero que también han venido de Italia”. Ésta es la primera referencia explicita sobre Bonavia, la cual queda ratificada también en carta de Galuzzi al marqués de Scotti: “Pido se sirva su majestad señalar el sueldo que ha de gozar el pintor que ha venido de Italia por su ayudante y el carpintero y haze presente se le podría dar al primero un doblón al día de Todos los Santos del próximo pasado de 1728”. Se recomienda que el pago se haga desde noviembre de 1728, dato que permite considerar que Bonavia estaba trabajando en Aranjuez desde el mismo momento en el que llegó a España. El otorgar la ejecución de la obra del gabinete de la Reina a los italianos parece ser que fue indicación del marqués de Scotti. Se trataba de una estancia en la que se quiso utilizar un lujo y fantasía extremos. Fue revestida de materiales nobles, de elementos de adorno traídos de Francia. A él se incorporó una fantástica fuente envuelta en artilugios y tramoyas de gran espectacularidad dentro de la línea escénica del arte italiano. De esta fuente escribe el maestro Pedro Caro Idrogo: “En estos días ha puesto un instrumento o Fuente chica en que a fuerza de exercicio compresivo y colocacion interior de aire salta el agua tres pìes de alto lo que ha pasmado y a los que no saben los principios del vacio de donde esto demanda de buena filosofia y matematica y solo se atienen a lo regular de que el agua tanto sube como baja oprimiendola”.
Juan Bautista Galuzzi murió en diciembre de 1734 sin haber concluido el gabinete de la Reina. El Rey y las autoridades competentes deciden que la dirección de la obra la ejerza el pintor Santiago Bonavia. Aceptó de buen gusto, ya que la ejecución no debía de ofrecer para él dificultades debido a los seis años que había pasado implicado en su composición. El nombramiento cambió por entero el estado laboral en el que Bonavia había vivido. El ser nombrado director de la obra del gabinete le conduce de inmediato al nombramiento de pintor del Rey. Su nueva categoría instintivamente le obliga a sentirse capaz de asumir otras responsabilidades artísticas. A la par que su carrera crece, le produce una satisfacción la llegada a la Corte de un compañero aventajado en el trabajo de pintor, Bartolomé Rusca, al que acompaña el también pintor Félix Fedelli. Con ellos compartirá su trabajo en obras reales en un inmediato futuro.
Con Fedelli y Rusca comparte tareas en el Buen Retiro. Rusca agrega su tarea de pintor al templo de San Justo y Pastor. Bonavia terminó sus trabajos en el gabinete de la Reina, cuya tarea le había hecho pasar de subordinado a pintor principal. Pero su nombramiento como pintor del Rey le abría una puerta a otras muchas realizaciones. Entre 1735 y 1739 asume una serie de obras que le irán capacitando no sólo en tareas decorativas nuevas y temas de arquitectura teatral, sino que también le facilitan a su vida artística un nuevo horizonte. En 1735 comenzaba su actividad arquitectónica y urbana que habría de dar gloria y prestigio a su persona.
Antes de iniciar su impetuosa carrera arquitectónica, Bonavia había estabilizado su vida familiar en Aranjuez. Contrajo matrimonio en 1732 con una hermana del maestro de obras de gran reputación Juan de Herrera. En 1733 nació su primera hija. En una petición dirigida al músico Farinelli en 1750 se dice que Bonavia tenía los hijos siguientes: “María Antonia de 17 años; Andrea Micaela de 15; Josefina Gregoria de 13; Isidro Antonio de 12, Ana Teresa de 9 y José Antonio de 2”. Suplica le sea concedida una ayuda familiar.
Su familia numerosa sin duda fue también un incentivo a su carrera que desde 1735 tomó un gran impulso. No tuvo temor de hacer frente simultáneamente a encargos del Rey, como la pintura de quadrattura en los techos de la Granja de San Ildefonso, y obras diversas en El Escorial, El Pardo y Madrid. Especialmente, su tarea grande sería en Aranjuez, ciudad donde el Rey le había otorgado el título de conserje y donde sigue como arquitecto principal de las obras reales. Se da incluso el hecho de que en un período de entorpecimiento causado por la mala política del gobernador de Aranjuez, Samaniego, Bonavia y otros italianos son respetados sin que las perturbaciones les causen ningún daño.
Como pintor del Rey, Bonavia había continuado la labor decorativa de tres cámaras principales del palacio de Aranjuez, el dormitorio de Su Majestad, la pieza contigua que mira al Jardín Nuevo y la sala principal. Bonavia había presentado al Rey una serie de dibujos que fueron aprobados.
En esta etapa tiene a sus órdenes dos ayudantes, Félix Fedelli y Balestrieri. En 1735 llega a la Corte el arquitecto Filippo Juvarra, encargado de la construcción del Palacio Real. Hay constancia de la presencia de Juvara en Aranjuez, y ello obliga a sugerir que Bonavia tuvo algún encuentro con él como encargado de las obras. Era época en la que se debatía la configuración de la portada principal del palacio y el trazado del jardín nuevo situado en la parte oriental. Juvarra intervino con sus articulares criterios en estas decisiones y fueron circunstancias que sin duda acercaron a Bonavia a los criterios del gran maestro del Piamonte. Bonavia fue también testigo directo del levantamiento de la fachada principal del Palacio Real de Aranjuez y de la transformación de su escalera oval levantada por trazas de Pedro Caro Idrogo. También asistía al proceso de construcción del puente de piedra que servía de paso al jardín de la Isla y asimismo comenzó a tomar contacto con la construcción de la ya empezada en época anterior Casa de Oficios y Cuarto de Caballeros. Constituían todas estas obras un proceso constructivo sometido a pleno debate y Bonavia se interna en toda su problemática. Era también un modo de ir calando en la esencia constructiva española, en sus normativas y en los planteamientos laborales de la constructiva española.
Su prestigio fue cimentándose y ello le valió que el Rey le ordenara su intervención en el real sitio del Buen Retiro, que se modernizó sustantivamente en ese tiempo. Intervino en la construcción de un nuevo teatro. Durante su estancia en el Real Sitio tomó aposento en la ermita de San Pablo, residencia que debió compartir con el arquitecto francés Francisco Antonio Carlier, a quien también se le asignó dicho aposento durante su intervención en el Real Sitio. Tampoco debe pasar inadvertida esta conexión, pues esta relación entre ambos artistas había de enriquecer sus puntos de vista artísticos, especialmente cuando se percibe una cierta afinidad hacia el arte francés que ha de demostrar Bonavia en alguna de sus obras, sobre todo en aspectos decorativos. Su intervención en el teatro y en otras decoraciones de las habitaciones, además de la traza de las fachadas principales, valieron a Bonavia una nueva afirmación ante los ojos del Rey. Tal vez por su espléndida labor en el Buen Retiro el 23 de abril de 1739 se le concede la plaza de ayuda de la furriera y el empleo de conserje del Real Sitio de Aranjuez. Este cargo de conserje no le proporcionó más que duros sacrificios de trabajo, pues sometiéndose a la Instrucción por la que se regía el cargo, las responsabilidades que contrajo son numerosas y absorbían casi potencialmente su tiempo. Los nuevos títulos le aumentaron su categoría personal, pero no revirtieron ninguno en un aumento de carácter económico. Por ello no dudó en aceptar todo el compromiso propuesto, pues seguramente le interesaba más su participación plena artística.
Entre 1739 y 1741 trabajó en la decoración de los cuartos de los infantes Felipe y Luisa, su esposa. También decoró las habitaciones de María Antonia y María Teresa. Realizó dos teatritos para el Salón de Reinos, uno de ellos con cinco mutaciones que se estrenaron para conmemorar el alumbramiento de la reina de las Dos Sicilias en 1739-1740. En estas y otras intervenciones se acompañó de Félix Fedelli y de Bartolomé Rusca.
En los últimos años, Santiago Bonavia se plantea el paso a la arquitectura, aunque sigue alternando tareas de pintor y decorador. Ratifica este hecho el verle involucrado plenamente en un encargo del infante Antonio, hijo de Felipe V. Se trata de la nueva iglesia que había de sustituir a la vieja parroquia de San Justo y Pastor de Madrid (hoy conocida como Pontifical de San Miguel). La obra fue aprobada con un presupuesto de cien mil reales. Al año siguiente trazaba el teatro de El Pardo con cuatro mutaciones. San Justo y Pastor ocupa los años siguientes a 1739. La enfoca con un sentido de vanguardia. Como director de las obras reales de Aranjuez, al mismo tiempo va alternando la puesta en marcha de un Plan General complejo que integra la planificación de una ciudad y un rico repertorio arquitectónico. San Justo y Pastor, Buen Retiro y la traza de la ciudad de Aranjuez son obras que toman un gran impulso entre 1740 y 1745. Son tres planteamientos en los que se mide la categoría artística de Santiago Bonavia.
En San Justo y Pastor diseña una planta en la que se integran longitudinalmente una serie de elipses. Los espacios celulares ovales que se determinan también permiten que a su compás se ondulen los muros y en el énfasis curvo de sus alzados, para hacer el movimiento ascendente más expresivo, crea una serie de arcos trenzados en la cúpula en tono blanco puro con objeto de dar mayor visibilidad a los impulsos emergentes hasta las bóvedas. A la dinámica vigorosa de planta y alzados se suma también el brío de una decoración rococó cuyas curvas y contracurvas acogen los finos detalles de rocalla que cubren especialmente los bajos del entablamento, al que se le impone también la misma movilidad cóncavo-convexa. El eje de la nave principal también fue trazado entrecortando las capillas que se insertan colateralmente y que a su vez son promovidas en su expresión elíptica por la inclusión de retablos de influencia borrominesca. La fachada principal del templo es convexa en su superficie y dividida en dos cuerpos sobre los que se incluyen hornacinas con estatuas. Es de escala grandiosa y se corona por dos torrecillas que siguen el movimiento convexo y transigen para ello en cierto atrofiamiento. Con este singular templo de influencia guariniana por la sincronización de sus espacios elipsoidales se rompe la tradición clásico-manierista madrileña equiparando nuestro arte arquitectónico al mejor barroco europeo.
En la ciudad de Aranjuez, Santiago Bonavia supera los intentos anteriores de nuevo trazado de la ciudad. Realiza un vasto Plan General que fue aprobado por el Rey en 1751, que incluye el nuevo trazado público, el ordenamiento territorial que implica la ciudad, y un vasto y complejo programa arquitectónico, en el que será eje fundamental el palacio del Rey que Bonavia termina, su nueva fachada principal y también su escalera de honor que transforma dándole una composición imperial grandiosa. El programa implica nuevas ordenanzas de construcción y reglamentos que afectan por igual a carnicerías, verdulerías, cuarteles, palacios, vivienda común... Sobre un trazado radial y ortogónico surge la nueva ciudad teniendo como eje principal el Palacio Real y una serie de viales que determinan dos importantes ensanchamientos, la plaza de Mercado o Abastos y la plaza de San Antonio. Fue en esta amplísima plaza alineada a las largas arquerías de la Casa de oficios y Cuarto de Caballeros donde Bonavia dejó una obra que es fruto de su sensibilidad y talento, la capilla de San Antonio. Está situada en la delantera de un convento de franciscanos. Se concibe con un valor urbano de extrema importancia. Es organismo abierto por dos galerías colaterales que se entienden como prolongación del espacio interior del templo. A ellas se suma un pórtico adelantado que potencia el eje mayor del edificio imponiéndose con remate cupular al espacio urbano de la plaza. La capilla muestra elementos borrominianos y berninianos siendo en el confín de la plaza de San Antonio un hermoso monumento cuyos órdenes secundan y son consonantes con las galerías herrerianas que se circunscriben al perímetro longitudinal del gran espacio de la plaza, en un bello ensamblaje entre pasado y presente. Bonavia levantó un hermoso monumento barroco cuyo ritmo morfológico lo convierte en una de nuestras principales obras del barroco del siglo xviii. Esta obra en Aranjuez es indicadora del planteamiento urbano-arquitectónico de Santiago Bonavia, ya que sobre un plan racional radial y ortogónico creó ejes monumentales para una ciudad de signo representativo.
Otros proyectos, como los que reflejan la transformación que quiso dar a la vieja iglesia de Alpajes, también son indicativos del conocimiento que tuvo y quiso aplicar en España Bonavia siguiendo las corrientes de la vanguardia europea. Pero su aportación sustancial a la historia de la arquitectura española fue sin duda el trazado de la ciudad de Aranjuez, pues con este sólido Plan General situó a España en la vanguardia de los planes urbanos europeos.
Bonavia murió el año 1759 en la ciudad de Aranjuez. En la parroquia de San Antonio se encuentra su partida de defunción.
Obras de ~: pinturas para el gabinete de la Reina, Aranjuez, 1734; pintura en los techos, palacio de la Granja de San Ildefonso, Segovia; pinturas para el dormitorio de Su Majestad, Aranjuez; construcción de un nuevo teatro del Buen Retiro, Madrid; decoración de los cuartos de los infantes Felipe y Luisa su esposa, 1739-1741; decoración de las habitaciones de Maria Antonia y María Teresa, 1739-1741; dos teatritos para el salón de Reinos, palacio del Buen Retiro, Madrid; iglesia de San Justo y Pastor, Madrid; Plan general de ordenación urbana, Aranjuez, 1751. Bibl.: F. Chueca Goitia, Madrid y Sitios Reales, Barcelona, Seix Barral, 1958; M. del S. González de Arribas, “Noticias y documentos para la historia del arte en España durante el siglo xviii”, en Boletín del Seminario del Arte y Arqueología, t. 27 (1961), págs. 131-296; F. Chueca Goitia, La época de los Borbones. Resumen histórico del urbanismo en España, Madrid, Instituto de Estudios de la Administración Local, 1968; V. Tovar Martín, “Pintura de arquitecturas fingidas en los palacios españoles de Aranjuez y la Granja de San Ildefonso”, en Actas del Congreso “Arte em Portugal no seculo xviii”, Braga, 1974; M. López Serrano, El Palacio Real de Madrid, Madrid, Aula de Cultura, 1973; V. Tovar Martín, “Real Sitio de Aranjuez. Capilla de San Antonio y Hospedería de franciscanos de la Esperanza”, en Reales Sitios, n.º 56 (1978); J. M.ª Cruz Valdovinos, Historia de la Arquitectura española. Arquitectura barroca de los siglos xvii y xviii. Arquitectura de los Borbones y neoclásica, Madrid, Planeta, 1986; A. Bonet Correa, El arte en las Cortes Europeas, congreso-exposición, Madrid-Aranjuez, Comunidad de Madrid, 1987; D. Rodríguez Ruiz, “Del palacio del Rey al orden español. Usos figurativos y tipológicos de la arquitectura del siglo xviii”, en VV. AA., El Real Sitio de Aranjuez y el arte cortesano del siglo xviii, catálogo de exposición, Madrid, 1987, págs. 287-300; V. Tovar Martín, La Iglesia de San Antonio en el Real Sitio de Aranjuez, Aranjuez, Doce Calles, 1989, pág. 32; “La Escalera principal del Real palacio de Aranjuez, alternativas de un diseño monumental”, en Academia. Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, n.º 81 (1995), págs. 165-215; J. L. Sancho, La arquitectura de los Sitios Reales, Madrid, Patrimonio Nacional, 1995; V. Tovar Martín, “El informe del Gobernador Juan Antonio Samaniego. Critica al proyecto del palacio de Aranjuez en el siglo xviii”, en Anales del Instituto de Estudios Madrileños (AIEM), t. XXXV (1996), págs. 145-176; Rabaglio: Arquitectura y ornamentos barrocos. Los Rabaglio y el arte cortesano del siglo xviii, catálogo de exposición, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1997; T. Lavalle Cobo, “Isabel de Farnesio, la pasión por el arte”, en VIII Jornadas de Arte. La mujer en el Arte español, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1997, págs. 217-228; V. Tovar Martín, “Santiago Bonavia y el trazado de la ciudad de Aranjuez”, en AIEM, t. XXXVIII (1998), pág. 37; “Arquitectura pública en el Real Sitio de Aranjuez en el siglo xviii”, en AIEM, t. XXXVIII (1998), pág. 37-58; S. Sugranyes Foletti, “El proyecto de Santiago Bonavia y la construcción de la Iglesia de San Justo y pastor de Madrid”, en Madrid, revista de arte, geografía e historia, n.º 4 (2001), págs. 279-314.
Virginia Tovar Martín