Alemans, Jaime. Jacobus Hallemans. Bruselas (Bélgica), 1683 – Madrid, 4.V.1746. Pintor de la Real Fábrica de Tapices.
Durante el reinado de los Austrias, hubo un importante intercambio de artistas entre España y Flandes, que favoreció un mercado de obras de arte que no era exclusivo de los reyes o la aristocracia. A finales del siglo xvii, un joven flamenco llamado Jacobus Hallemans, o Jaime Alemans, vino a la Corte de Castilla buscando la fama como pintor y la fortuna con el comercio de obras de arte; pero lo que hizo que su nombre haya perdurado hasta hoy es la relación que tuvo el artista con los primeros directores de la Fábrica de Tapices de Santa Bárbara y con una mujer, Ana María Canyuwel, que sería su esposa durante doce años.
El nacimiento de la Fábrica de Tapices se remonta a 1720 cuando Jacobo Vandergoten, conocido tapicero flamenco, aceptó la propuesta de trabajar para Felipe V, que deseaba establecer en España una serie de manufacturas de productos suntuarios que hasta entonces era necesario importar. Los austríacos, que dominaban los antiguos Países Bajos españoles, consideraron una traición la decisión de Vandergoten y lo encarcelaron en el castillo de Amberes, del que el tapicero huyó para emprender un accidentado viaje a España en compañía de su familia y cuatro de sus antiguos oficiales. En 1721 se inauguró en Madrid la nueva manufactura con Jacobo Vandergoten encargado de la parte técnica, pero la salud del maestro tapicero había quedado tan maltrecha desde su prisión que en 1724 falleció a los sesenta y tres años, dejando una esposa todavía joven, seis hijos y otro en camino.
Entre los testigos firmantes del testamento de Jacobo Vandergoten aparece el nombre de Jaime Alemans, lo que parece indicar su proximidad a la familia, que quizás se había relacionado con él en el Hospital de San Andrés de los Flamencos, fundado por Carlos de Amberes en 1594 para socorro de los pobres y peregrinos de los Países Bajos, donde la colonia flamenca tenía su punto de encuentro. En el siglo xviii, desde la muerte del marido, las mujeres debían guardar un tiempo de luto (tempus lugendi) antes de contraer nuevas nupcias. Apenas transcurrido el reglamentario intervalo, un año en este caso, su viuda, Ana María Canyuwel se casó con Jaime Alemans, que abandonó su casa de la calle de la Madera Alta para instalarse en el domicilio familiar de los Vandergoten, en la propia finca donde estaba la Fábrica de Tapices, al final de la calle de Hortaleza, extramuros del portillo de Santa Bárbara. Después de vivir con el decrépito Jacobo, el talante desenfadado que siempre demostró Alemans y su mayor juventud debieron agradar a la viuda, que incluso se hizo cargo de las deudas del novio, que ascendían a 17.420 reales de vellón, y Jaime Alemans empezó a trabajar como pintor y maestro de aprendices en la Fábrica de Tapices.
Sin embargo, el amor que sin duda existió entre la pareja había desaparecido en pocos años, porque en 1737 decidieron separase “por justas causas y motivos”.
Contraviniendo las leyes españolas que dejaban la economía familiar bajo la autoridad del marido, la familia había vivido hasta entonces en un régimen de auténtico matriarcado, en el que Ana María controlaba todos los ingresos, disponiendo de la pensión asignada por el Rey a su primer esposo, de los salarios de sus hijos en la Fábrica de Tapices y de los cuatro reales de plata diarios que le correspondía a su segundo marido “viviendo y manteniéndose todos de la masa común”. A la muerte de Jacobo, sólo Francisco, su primogénito y sucesor, y Pedro eran mayores de edad; los otros hijos: Jacobo, Adrián, Cornelio y María Teresa eran menores tutelados por la madre. Pero los hijos crecieron y las tensiones en el hogar de los Vandergoten se hicieron evidentes. El negocio, hasta entonces poco productivo, empezaba a tener perspectivas de prosperidad y todos los Vandergoten exigieron a la madre que les informara de cuánto habían aportado a la comunidad familiar y de lo que les correspondería al independizarse. Animado por la actitud de sus hijastros, Alemans también intentó hacer valer sus derechos.
Ana María se enfrentó a sus hijos, que pronto cedieron a la voluntad materna. En cuanto al marido, como en España no existía el divorcio civil pero el Derecho Canónico admitía la separación de cuerpos y la nulidad o disolución del vínculo, Ana María solicitó la “separación de bienes, cama y mesa” de Alemans, sabiendo que lo condenaba a una vida de estrecheces, porque también dejó de trabajar en la Fábrica de Tapices donde nunca destacó por su laboriosidad, dedicando su atención a otros clientes particulares.
Cuando se hicieron cuentas de los ingresos y gastos de los esposos en los doce años de su unión, resultó que Alemans había aportado 26.740 reales de vellón y gastado 83.420 reales en “comida, vestido, botica, médico, zirujano, criado y lavandera”; por lo tanto, resultaba deudor a su esposa de la respetable suma de 56.680 reales. Se le perdonó la deuda, sin duda por mediación de Francisco, que era amigo de Alemans y socio en sus negocios de compra-venta de cuadros y objetos de plata.
Jaime Alemans vivió desde entonces en su vieja casa de la calle de la Madera Alta, donde murió solo y pobre el día 4 de mayo de 1746, a los sesenta y dos años. Por su expreso deseo, fue enterrado vestido con el hábito de San Francisco, “de noche y en secreto”, en la parroquia de San Luis Obispo, aneja a la de San Ginés. Sus bienes se reducían a una serie de pinturas, copias realizadas por él en su mayoría, tasadas en 32.929 reales y algunos muebles de escaso valor. Una vez pagadas las sesenta misas que el pintor ordenó en sufragio por su alma, la sepultura y toda la parafernalia del entierro, la herencia de Alemans quedó reducida a 5.483 reales, de los que hubo que descontar las limosnas que había legado a los pobres, las viudas, las doncellas sin dote, las obligatorias para los Santos Lugares y las obras pías. Ana María, antes heredera universal, sólo recibiría lo marcado por la ley, pero debería pagar sus deudas.
Fuentes y bibl.: Archivo Histórico de la Real Fábrica de Tapices, Traslado de escritura de poder para hacer testamento de Jacobo Vandergoten [...], Madrid, 1721-1724. Escribano Francisco de Lerma y Paz, leg. 3/1; Cuenta de la Iglesia de San Luis con los gastos de entierro de Jaime Alemans, Madrid, 5 de mayo de 1746, leg. 3/2. Véase también leg. 3/4.
F. y B. Vidal Galache, De princesas, señoras y otras clases de mujeres, Madrid, Universidad Nacional de Educación a Distancia, 1999, págs. 176-183; “Un divorcio a la flamenca”, en La aventura de la Historia, n.º 37 (2001), págs. 102-105.
Florentina y Benicia Vidal Galache