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Jacobo Vandergoten Peeters

Biografía

Vandergoten Peeters, Jacobo. El Viejo. Bruselas (Bélgica), 1659 – Madrid, 1724. Primer maestro tapicero de la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara.

Era hijo de Pedro Vandergoten y de Guillermina Peeters, y estuvo casado con Ana María Canyuwel, con la que tuvo seis hijos: Francisco Ignacio, Jacobo, Pedro, María Teresa, Cornelio y Adrián.

A la llegada al Trono del primer Borbón no existían en España industrias capaces de satisfacer la demanda de artículos de lujo como tapices, alfombras, porcelanas, tejidos de calidad o vestidos; incluso se importaban objetos de uso tan corriente como los cubiertos, las medias y el papel.

Desde el Tratado de Utrecht (1713-1714), que puso fin a la Guerra de Sucesión, los antiguos Países Bajos españoles habían caído en manos del Emperador de Austria; en Amberes y Bruselas la industria de la tapicería había iniciado ya una peligrosa decadencia y la contienda terminó con la importación de tapices flamencos, establecida siglos atrás por la Corona de Castilla. Bernardo Cambí fue comisionado por el ministro Alberoni para convencer al maestro flamenco Vandergoten, que no necesitó muchos argumentos para desmantelar sus telares. Los austríacos consideraron la decisión como una traición y un acto de espionaje industrial, y el tapicero fue encerrado nueve meses en el castillo de Amberes, en tanto que su fábrica era arrasada y sus bienes confiscados. Vandergoten salió de su prisión a costa de grandes sumas de dinero y con la salud quebrantada. En cuanto se vio en libertad emprendió un peligroso viaje a España, en compañía de su esposa, sus seis hijos y algunos de sus antiguos oficiales.

El 30 de julio de 1720 los tapiceros llegaban a Madrid, ciudad que no abandonarían hasta su muerte, y de inmediato solicitaron permiso para examinar un viejo telar que se guardaba en las dependencias del Oficio de Tapicería, para comprobar si era como los utilizados en Flandes según la técnica denominada de bajo lizo, en la que Vandergoten era experto.

Al poco tiempo de su llegada a la Corte, los Vandergoten y cuatro oficiales estaban viviendo en la rústica Casa del Abreviador, antes habitada por un redactor de breves pontificios, que después fue molino harinero y almacén de pólvora. La casa estaba situada extramuros, al final de la calle de Hortaleza, pasado el Portillo de Santa Bárbara, en una finca de cinco fanegas de tierra alquilada y luego adquirida por Felipe V para establecer en ella su Fábrica de Tapices.

Hasta 1733 estuvo al frente de la manufactura un intendente real, Bernardo Cambí, sustituido en alguna ocasión por su hermano Nicolás, que en 1744 fue reemplazado por Basilio Martínez Tineo. Por considerar que el arte de la tapicería estaba subordinado al de la pintura, e igual que sucedía en el taller de los Gobelinos y en la Manufactura Vaticana, la dirección artística de la Fábrica de Tapices recayó en un pintor de Cámara, Andrés Procaccini. Jacobo Vandergoten se ocupó de la parte técnica de la empresa y, ayudado por su hijo mayor, Francisco, y por sus oficiales, empezó de inmediato a trabajar en las que serían sus primeras obras en España, sobre modelos que había traído desde su país natal que reproducían las “diversiones de paisanos de Flandes”, a imitación de Teniers, otro de un joven con gansos, y otro que representaban una cacería de halcones al estilo de Wouwermans.

Felipe V asignó 60 reales diarios a Jacobo para compensarle de las pérdidas sufridas y la familia vivió en principio de aquella asignación. También se les concedió la exención de impuestos sobre algunos comestibles (carne, vino, aceite, vinagre, jabón, manteca de Flandes, azúcar de pilón, chocolate, café y pescado salado) y sobre los géneros de lana y seda necesarios para la fábrica. Cambí era el encargado de suministrar el dinero de los gastos generales de la manufactura.

Durante algún tiempo los Vandergoten tuvieron dificultades económicas, la Corona no fue tan buen cliente como en principio habían supuesto porque “el reino tenía otras urgencias a que atender”. Para sobrevivir, los laboriosos flamencos plantearon una buena huerta con su noria en los terrenos sobrantes de la finca, redondeando sus ingresos con la compraventa de cuadros y objetos de plata.

Jacobo el Viejo murió en 1724 de “prolija enfermedad” dejando viuda, seis hijos y otro en camino.

En el único retrato anónimo que conocemos del tapicero, aparece como un hombre caduco, de mirada opaca, que se apoya trabajosamente en un bastón, inclinando hacia el suelo la cansada cabeza cubierta por una rala cabellera blanca; tenía sesenta y tres años y representaba muchos más.

En su testamento, Jacobo Vandergoten utilizaba todas las fórmulas al uso del momento que le confirmaban como buen católico y nombraba como herederos a su esposa, Ana María Canyuwel, y a sus seis hijos de unos bienes eran tan escasos que no alcanzaron para pagar los gastos de funeral, misas, entierro y otras deudas contraídas, por lo que suplicaba al soberano que no abandonara a su pobre familia, que quedaba sin medios para poder mantenerse “conforme a su calidad y en Pais extraño”. Los detalles del entierro y honras fúnebres los dejaba a la voluntad de sus albaceas, su esposa y su hijo mayor, Francisco, que decidieron que su cuerpo reposara bajo la bóveda de la iglesia del Hospital de San Andrés de los Flamencos, donde la colonia flamenca establecida en la Corte tenía su punto de encuentro. Fundado por Carlos de Amberes en 1594 para la asistencia y albergue de los pobres y peregrinos de los Países Bajos, el Hospital de San Andrés de los Flamencos estaba en la calle de San Marcos, en el barrio del Barquillo, muy próximo al portillo de Santa Bárbara Para todos los efectos, el sucesor de Jacobo fue su primogénito, Francisco Ignacio, mayor de edad, con categoría de maestro tapicero, pero la que ejerció más de cuarenta años como auténtico cabeza de familia fue la viuda, Ana María Canyuwel .

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Palacio, M. Fernández Durán, Comunicación al marqués de Villena de la llegada de Vandergoten acompañado de cinco oficiales, Madrid, 1 de agosto de 1720; Sección Administrativa, leg. 680; Traslado de poder para hacer testamento otorgado por Jacobo Vandergoten a su mujer, Ana María Canyuwel, y a su hijo, Francisco Ignacio Vandergoten, Madrid, 23 de febrero de 1722. Escribano Francisco de Lerma y Paz; Archivo Histórico de la Real Fábrica de Tapices, leg. 3/1.1; F. J., A. y C. Vandergoten, Memorial al Rey Fernando VI (s. l. s. f.), posterior a 1755; leg. 9/1.3.

E. Iparraguirre y C. Dávila, Real Fábrica de Tapices. 1721- 1971, Madrid, Real Fábrica de Tapices, 1971, págs. 21-23; F. y B. Vidal Galache, La Real Fábrica de Tapices en los documentos de su Archivo, Madrid, Real Fábrica de Tapices, 2000, págs. 22-24 y 53-55.

 

Florentina y Benicia Vidal Galache

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