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Cornelio Vandergoten Canyunwell

Biografía

Vandergoten Canyuwell, Cornelio. Bruselas (Bélgica), 1714 – Madrid, 1786. Maestro tapicero, dibujante y director de la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara.

Fue el más joven de los seis hijos del maestro tapicero Jacobo Vandergoten el Viejo y de su esposa Ana María Canyuwell. Era un niño de seis años cuando su padre, afamado tapicero bruselense, aceptó la oferta de Felipe V para trabajar en la fábrica de tapices que pensaba establecer en Madrid, para decorar los Reales Sitios. Jacobo Vandergoten fue acusado de traición por los austriacos, que dominaban los Pases Bajos y encarcelado nueve meses en el castillo Amberes, del que huyó con la salud y el bolsillo mermados. Los Vandergoten y algunos de sus oficiales emprendieron un peligroso viaje hasta Madrid, donde llegaron el 20 de julio de 1720. Las fábricas reales que necesitaban grandes espacios para sus talleres se instalaron fuera del perímetro de las murallas de la capital y Felipe V mandó alquilar para su Fábrica de Tapices una finca de cinco fanegas de tierra, fuera del portillo de Santa Bárbara, donde se levantaba la vieja Casa del Abreviador, que sería también el hogar de los flamencos.

Los tapiceros tuvieron en principio grandes dificultades económicas porque la Corona tenía otras prioridades que atender y los encargos reales escaseaban. Los flamencos recurrieron a la compraventa de cuadros y objetos de plata e incluso plantaron una huerta para sobrevivir, porque su único ingreso eran los 60 reales diarios que el Rey había asignado al maestro Jacobo Vandergoten, encargado de la parte técnica de la manufactura, supervisada por un Intendente Real, Bernardo Cambí y un Director Artístico, Andrés Procaccini.

En 1724, cuando murió Jacobo el Viejo, le sucedió su hijo mayor, Francisco, como maestro de taller. El Rey ordenó que los otros hermanos, Pedro, Jacobo, Adrián y Cornelio, se dedicaran con toda aplicación al arte de componer tapices. Los tejedores de la Fábrica estaban jerarquizados de forma similar a la de los gremios en maestros, oficiales y aprendices. Cornelio Vandergoten, con apenas diez años, trabajó como aprendiz en la Fábrica de Tapices, que se mantenía gracias al dinero que adelantaba el propio Intendente Real. A la sombra de sus hermanos mayores, con los que compartía el domicilio familiar, Cornelio fue testigo de su lucha por la supervivencia de la manufactura donde los encargos escaseaban. También presenció la llegada de Antonio Laigner, el tejedor de los Gobelinos, que se manifestó como un peligroso rival, y el traslado de la Corte a Sevilla, donde se abre una nueva Fábrica de Tapices, con Laigner y Jacobo el Joven como maestros tapiceros, mientras que en la Fábrica de Santa Bárbara, maestros, oficiales y aprendices se niegan a trabajar hasta que no les paguen los salarios que les adeuda la Corona.

En 1733, la Real Hacienda, mejorada tras la llegada de varias escuadras de América, permite que se paguen los atrasos a la Fábrica de Santa Bárbara. La Corte vuelve a Madrid y Jacobo Vandergoten el Joven se encarga de los talleres de la calle de Santa Isabel, donde continúa la copia de los paños sobre la conquista de Túnez iniciada en Sevilla, pero se manda a Francisco que realice cinco tapices de dicha serie en la Fábrica de Santa Bárbara para dar trabajo a sus telares. Aunque desde el principio se elaboraban en la manufactura alfombras de nudo español o sencillo, para reanimar el decaído negocio, en 1737 se ensaya la elaboración de alfombras de nudo turco, en las que Cornelio demostró tal habilidad que fue nombrado maestro, con un salario de 15 reales, el doble del que recibía como oficial de telar. El primer encargo importante fue el de una alfombra de 30 varas de largo para los besamanos en el salón de Palacio, sobre un dibujo encargado a Sani y terminado por Peralta.

En 1744 se firmó la contrata con la Casa Real que marcó un hito en la historia de la Fábrica de Tapices y una definitiva mejora de la situación de los Vandergoten, que gozarían de salario de por vida, exención de algunos impuestos y dinero adelantado de los encargos importantes de la Casa Real. A los pocos meses falleció Martínez Tineo y desapareció la figura del Intendente de la que en adelante se conocería como Real Fábrica de Tapices. También murió Pedro Vandergoten, y los cuatro hermanos supervivientes, Francisco, Adrián, Jacobo y Cornelio trabajaron en tan perfecta conjunción que firmaron toda clase de documentos como maestros y mirectores. Cuando los Vandergoten hicieron en 1750 una nueva e importante contrata con la Casa Real para el retupido de todas las tapicerías y alfombras de los Reales Sitios, que sería el principio de su prosperidad económica, insistieron en su antiguo anhelo de elaborar sus propios tintes. La oficina de tintes se estableció en la Real Fábrica en 1760 y ha funcionado hasta los años sesenta del pasado siglo y cuando, muertos sus hermanos, Cornelio quedó al frente de la manufactura, los Diputados de los Cinco Gremios Mayores le pidieron un informe sobre la elaboración de tintes para seda, con intención de recomendarlos a nivel nacional.

En 1775, un años después de la muerte de Francisco Vandergoten, llega a la Real Fábrica, recomendado por su cuñado Francisco Bayeu, un joven recién venido de Italia llamado Francisco de Goya, que junto a Francisco y Ramón Bayeu, Mariano Salvador Maella o José del Castillo van a representar una nueva tendencia en la concepción del tapiz. Los tejedores encontrarán dificultades en la realización de paños basados en la pincelada enérgica y a veces sólo abocetada de Goya, que sustituyó los temas clásicos por escenas de la vida cotidiana, sembrados de tipos populares: majas, chisperos, niños saltarines o ciegos rezadores. Aunque fue un periodo de gran producción, también tuvo sus momentos de crisis y en 1780 se suspendieron temporalmente los encargos reales. Goya, encumbrado ya como pintor de moda, se encuentra cada vez más incómodo en la Real Fábrica.

Al morir Francisco Vandergoten en 1744, y siguiendo el consejo del soberano, Cornelio había firmado un contrato para su sucesión al frente de la Fábrica con cuatro de sus antiguos oficiales. En 1780, Cornelio Vandergoten, llamó a su lado a un sobrino nieto, Livinio Stuyck, para adiestrarlo en el arte de la tapicería y el dibujo, pero Livinio le hizo cambiar de opinión, convenciéndolo de que la dirección de la empresa debía quedar en manos de personas de su propia sangre, planteando un conflicto sucesorio que no se resolvería hasta después de la muerte de Cornelio, acaecida el 26 de marzo de 1786; al igual que sus hermanos fue sepultado en la Iglesia del Hospital de San Andrés de los Flamencos, institución de la que era Diputado. Los Vandergoten vivieron siempre juntos en el domicilio familiar, bajo la tutela de su enérgica madre, con la excepción de Cornelio que se casó con una española llamada Antonia González, de la que no tuvo descendencia.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico de la Real Fábrica de Tapices, Real Orden comunicada por Joseph de Carvajal y Lancaster a Francisco Vandergoten, donde se encarga a la Real Fábrica de Tapices de todas las recomposiciones de tapicerías de la Casa Real, Madrid, 22 de enero de 1750, leg.1/7.3; Propuesta para la reforma de la contrata de retupido, Madrid, 13 de mayo de 1750, leg. 9/1.2; Representación de Francisco, Jacobo, Adrián y Cornelio Vandergoten al Rey, pidiendo pintores y una sección de tinte, Madrid, 1755, leg. 9.3.; Correspondencia entre Bernardo Iriarte, Cornelio Vandergoten y los Diputados de los Cinco Gremios Mayores sobre tintes en lanas y sedas, Madrid, 10 de abril de 1784-17 de abril de 1785, leg. 1/31.2.

E. Iparraguirre y C. Dávila, Real Fábrica de Tapices. 1721-1971, Madrid, Real Fábrica de Tapices, 1971, págs. 30 y 38-41; F. y B. Vidal Galache, La Real Fábrica de Tapices en los documentos de su Archivo, Madrid, Real Fábrica de Tapices, 2000, págs. 27, 62 y 137.

 

Florentina y Benicia Vidal Galache