Churriguera Palomares, Jerónimo. ¿Madrid?, c. 1692 – 6.II.1731. Arquitecto.
Hijo de José Benito Churriguera Ocaña e Isabel Palomares, debió de nacer en Madrid hacia 1692, poco antes de que su padre se trasladase a Salamanca para realizar el retablo de la iglesia conventual de San Esteban. García y Bellido sitúa su nacimiento después de 1693 y antes de 1696, lo que, si fuera cierto, habría tenido lugar en Salamanca. Pero no parece, por la documentación con que se cuenta, que José Benito llevase a su mujer a la ciudad castellana, sino que ésta quedó en Madrid al cuidado de sus seis hijos, siendo el menor este Jerónimo. Ceán Bermúdez afirma que contrajo matrimonio con Gertrudis Morán y Navia y que vivieron en Madrid en la calle de Avapiés. No parece que tuvieran herederos. Falleció en Madrid, todavía muy joven, el 4 de febrero de 1731, dejando por heredera a su esposa en el testamento que había otorgado por poder el 3 de mayo. Fue enterrado en la capilla de Belén, perteneciente a la congregación de los Arquitectos de la Villa y Corte, aneja a la parroquia de San Sebastián.
Muy poco es lo que se conoce de su vida y actividad artística. Es de suponer que se formase como aprendiz con su padre, entrando en su taller cuando tenía doce años, es decir hacia 1704, y que colaborase con él en la hechura de algunos de los numerosos retablos que aquél fue realizando en la década de 1700 a 1710. Recién muerto su progenitor, Jerónimo, su hermano Matías y su hermanastro Nicolás, hijo del segundo matrimonio de José Benito Churriguera con María Tafalla, firmaron el 12 de marzo de 1725 un documento notarial en que se declaraban profesores de Arquitectura y formaban compañía para conservar siempre el estudio y taller de su progenitor con todo el aumento posible. Dicha compañía suponía que toda clase de obras de la profesión que cada uno de ellos recibiera en encargo, serían asumidas conjuntamente por los tres, repartiendo las responsabilidades, ganancias o pérdidas a partes iguales, sin poder salirse de ella en ninguna circunstancia, de suerte que si alguno de ellos muriere, los otros dos habían de continuar la mencionada compañía, permaneciendo en ella de por vida. Parece que en este contrato no entraron solamente las obras de arquitectura sino otro tipo de negocios, como la corta y venta de la madera de los pinares que su padre había adquirido en 1721 en la villa de Corpa a Jerónimo de Benavente y Quiñones y de otros que había recibido en Valsaín como parte del pago de las obras que había ejecutado para Juan y Francisco Javier Goyeneche.
La única obra de arquitectura que se documenta hecha en compañía por los tres hermanos fue la continuación de la iglesia de Santo Tomás en Madrid, que José Benito tenía encargada cuando falleció. Consistió en seguir edificando la cúpula que se elevaba sobre el crucero, la cual se derrumbó estrepitosamente en 1725 haciendo grandes estragos entre los operarios, por lo que hubo que reedificarla. El convento de dominicos y la iglesia de Santo Tomás, después de ser destinados a otros menesteres, fueron lastimosamente demolidos, pero se conservan fotografías antiguas de la fachada, así como algunas litografías del interior aparecidas en La Ilustración Española y Americana (30 de abril de 1872) con motivo del incendio que dañó la iglesia en ese año.
Bibl.: E. Llaguno y J. A. Ceán Bermúdez, Noticia de los arquitectos y arquitectura en España [...], t. IV, Madrid, 1818, pág. 105; Marqués del Saltillo, “Los Churrigueras. Datos y noticias inéditas (1679-1727)”, en Arte Español, 32 (1945), págs. 83-106; J. A. Gaya Nuño, La arquitectura española en sus monumentos desaparecidos, Madrid, Espasa Calpe, 1961, págs. 396-400; M. Agulló y Cobo, Documentos para la historia de la escultura española, Madrid, Fundación de Apoyo a la Historia del Arte Hispánico, 2005, págs. 79-80.
Alfonso Rodríguez Gutiérrez de Ceballos
