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José del Castillo Aragonés

Biografía

Castillo Aragonés, José del. Madrid, 14.X.1737 – 5.X.1793. Pintor.

José del Castillo nace en Madrid en 1737.

Hijo de Juan Tomás Castillo y de Melchora Aragonés, comienza sus estudios con apenas diez años en las aulas de dibujo de la Junta Preparatoria de la Academia de San Fernando bajo la dirección de José Romeo.

Pronto destaca por sus excelentes cualidades, de tal modo que José Carvajal y Lancaster le pensiona en 1751 para que estudie en Roma junto a Corrado Giaquinto (1703-1766), con el que regresará a España en 1753. El italiano había sido llamado por Fernando VI para continuar las decoraciones de los reales sitios tras el fallecimiento, el año anterior, de Jacopo Amigoni.

Una vez en Madrid el joven pintor continúa con sus clases de Dibujo y en 1755 se presenta al concurso trienal, obteniendo el Primer Premio y la Medalla de Oro con un lienzo que representa a San Hermenegildo despojado de sus vestiduras en presencia de su padre Leovigildo y de su hermano Recaredo para la prueba “de pensado”; y Lot y sus hijas acompañados de ángeles se alejan de Sodoma para la “de repente”. De ambas obras se conservan sendos dibujos preparatorios (Madrid, Academia de San Fernando), en los que se aprecia la estrecha relación con el estilo y los modelos de su maestro.

En 1756 se encargan a Giaquinto los cartones para la decoración del cuarto del rey del Palacio Real de Madrid, con tapices sobre la historia de Salomón, David y José tomando como modelo las pinturas de Lucas Jordán del Buen Retiro. Finalmente la tapicería se adaptará al cuarto de la Reina y durante el reinado de Carlos III servirá en la Saleta y Antecámara del palacio. Bajo la dirección de Corrado, Castillo va a preparar los modelos para las cenefas y el Juicio de Salomón. La ejecución de esta gran serie se dilatará durante más de dos décadas, ampliándose a los conjuntos de Salomón y David completados por Solimena y al de la Historia de José que el mismo Giaquinto había pintado para el Comedor de Gala del Palacio de Aranjuez. A ella pertenece el lienzo David luchando con el oso, regalado al cardenal Lorenzana para la catedral de Toledo junto con otros cartones del conjunto, y los dibujos de David y Abigail y El triunfo de José del Museo del Prado.

En diciembre de 1758 se le concede una nueva pensión de la Academia para ir a Roma, donde permanecerá hasta 1764 bajo la tutela de Preciado de la Vega.

De este momento es el llamado Cuaderno de Italia (1761-1762, Madrid, Museo del Prado), en el que se recogen anotaciones y dibujos tanto de las obras de la Antigüedad —sobresalen los diseños del Ara Pacis— como de los grandes maestros de los siglos xvi y xvii; junto a ellos figura en el cuaderno un Autorretrato del artista. En su camino de regreso a España visita Nápoles junto a Juan de Villanueva para ver las excavaciones de Herculano. Una vez en Madrid, se incorpora al equipo de pintores dirigidos por Giaquinto en la Real Fábrica de Tapices para realizar las decoraciones del Palacio Real del Pardo. En el programa ya trabajaban Andrés de la Calleja, Guillermo L’Anglois y Antonio González Velázquez. Una década después se incorporarán Goya (1775), Ginés Andrés de Aguirre (1776), José Barbazza (1776) y Mariano Nani (1777).

A partir de entonces la trayectoria de Castillo queda relegada a un lugar secundario, con escasos encargos independientes de la Fábrica de Tapices, como el gran cuadro de San Agustín socorriendo a los menesterosos del convento de la Encarnación de Madrid (se conserva un boceto en el Museo de Bellas Artes de Santander). Hay que poner en relación con este encargo un dibujo del Museo del Prado que representa a San Agustín meditando sobre el misterio de la Trinidad, en el que el artista se sirve de la Trinidad que Giaquinto había pintado en Roma, y en España en la bóveda de la capilla del Palacio Real de Madrid.

Entre 1770 y 1773 culmina los cartones para la colgadura del dormitorio del Rey que había comenzado Guillermo L’Anglois para el Palacio Real de Madrid. Terminados estos trabajos se le encargan en 1773 los modelos para la nueva tapicería de la Cámara del Príncipe en El Escorial. El éxito de la colgadura del Palacio Real le granjea la oportunidad de realizar en 1775 los cartones para el gabinete de la Princesa del Palacio del Pardo, compuestos por dieciséis piezas de tapicería, aún in situ. A diferencia de otras series narrativas, para el gabinete se solicita una decoración pompeyana a base de aves, guirnaldas y flores sobre fondo azul, completándose con figuraciones alegóricas —la Fama, la Geografía, la Poesía y la Pintura— en las sobrepuertas. Para su ejecución, en la que acaso rememora las pinturas romanas que vio en Herculano durante su segunda estancia italiana, va a contar con la ayuda de los oficiales Antonio Carnicero, José Beratón, Manuel Cruz y Gaspar Illofrío.

En 1776 recibe el encargo de realizar los cartones para la nueva tapicería del gabinete de la Princesa en El Escorial, culminando esta tarea un año después.

Al mismo tiempo se le reclama para restaurar los frescos de Lucas Jordán del Casón del Buen Retiro, seguramente tras el éxito obtenido un año antes en la restauración de la antigua galería de la Reina del Palacio del Pardo —la estancia había sido pintada entre 1607 y 1609 por Patricio Cajés— y que por entonces acogía el dormitorio del infante Antonio Pascual. El origen de esta intervención se produce tras la publicación del tomo VI del Viaje de España de Antonio Ponz, donde el escritor se lamenta de la ruina del Casón; así, en julio de 1777 se acude a nuestro pintor, que junto a Andrés de la Calleja y el propio Ponz lo visitan para convenir el inicio de los trabajos, que se concentrarán tanto en la bóveda central como en los Trabajos de Hércules de las paredes del salón. Al mismo tiempo Castillo copia este ciclo en una serie de lienzos —se conservan en la Academia de San Fernando— para que sirvan de modelo a las estampas que abrirán, entre 1777 y 1785, Juan Barcelón y Nicolás Barsanti.

Ese mismo año se le encargan los cartones para tapizar la pieza de Vestir del Príncipe en el Palacio del Pardo, dilatándose su ejecución hasta abril de 1780.

La serie, acaso la más famosa de cuantas concibe Castillo, representa asuntos cotidianos de la vida aristocrática madrileña. Cuenta con dos grandes composiciones centrales de formato horizontal: El jardín del Buen Retiro y El estanque del Buen Retiro; y cinco verticales: La rosquillera de la Puerta de San Vicente, La vendedora de cuajada, La naranjera de la fuente del abanico, El buñolero y La ramilletera de la Puerta del Sol. Se completa con seis sobrepuertas con escenas de juegos de niños en consonancia con otras composiciones de González Velázquez y Goya en el mismo palacio. Se ha destacado cómo en estas pinturas aparecen una serie de monumentos claramente reconocibles, tales como el Palacio del Retiro, la Casa de Correos, o las fuentes del Abanico y de los Mascarones, que marcaban los principales hitos en la vía que unía el palacio madrileño con el Pardo. También en 1780 y bajo los auspicios de la Real Academia de la Lengua, ve la luz la edición de El Quijote publicada por Joaquín Ibarra. Para ilustrarlo se solicitan dibujos a Antonio Carnicero, Pedro Antonio Arnal y a José del Castillo, entre otros muchos.

Entre 1784 y 1787 pinta la última serie de cartones para la Real Fábrica de Santa Bárbara, con destino al dormitorio del infante Antonio Pascual en el Pardo —recuérdese que años atrás había restaurado las pinturas del techo de esta estancia—. En julio de 1785 entrega La romería de San Isidro, quizás su composición más elaborada y la de mayores dimensiones (342 x 780 cm). A diferencia de Goya, que pintará el mismo asunto tres años después, el artista centra su interés en los grupos de majos y majas, relegando a un segundo plano el paisaje de fondo. También pertenecen a este conjunto el Paseo de la fuente de las Damas, donde los representados vuelven a ser cortesanos, el Cazador bebiendo o Caballero y señora, todos ellos conservados en el Museo del Prado. La muerte de Carlos III en 1789 truncará la finalización de la serie y de otras que se realizan por entonces para el palacio.

La grave situación económica que padece se acrecienta en sus últimos años. Ya en 1776 había solicitado una plaza fija junto a Ramón Bayeu y Goya como pintor de cartones para la Real Fábrica de Tapices.

Diez años más tarde, superada la crisis económica motivada por la guerra contra Inglaterra, Francisco Bayeu vuelve a elevar la solicitud de pintor de Rey para Castillo y para su hermano Ramón, con el cometido exclusivo de pintar cartones para Santa Bárbara. Sin embargo, nuestro artista quedará relegado al designarse para estos cargos al citado Bayeu y a Francisco de Goya. Tampoco es favorable su situación en la Academia de San Fernando. En 1785 se le había nombrado académico de mérito tras presentar el boceto de El abrazo de San Francisco y Santo Domingo para San Francisco el Grande.

Pese a ello, no conseguirá el cargo de teniente director de Pintura, que acabará recayendo en Gregorio Ferro. Sólo le concederán “los honores” del cargo como consolación.

Ante este panorama, el conde de Floridablanca le encarga en 1787 junto a Gregorio Ferro la pintura de los techos de su residencia en Madrid, donde plasma una serie de decoraciones al estilo pompeyano en las que alterna figuraciones alegóricas y mitológicas. La destitución del ministro en 1792 le privará de la asignación mensual que recibía. En las postrimerías de su vida se ocupa de la remodelación de la iglesia de los Santos Justo y Pastor de Madrid, para la que pinta el cuadro del altar mayor con el tema de Los santos Justo y Pastor conducidos al martirio, conocido hoy sólo por el boceto del Museo Lázaro Galdiano.

Fallece el 5 de octubre de 1793 sumido en la pobreza y tras sufrir un nuevo revés: el nombramiento de Cosme de Acuña como pintor de cámara para ocupar la plaza que había quedado vacante tras la muerte de Ramón Bayeu y a la que Antonio del Castillo se había presentado.

 

Obras de ~: San Hermenegildo despojado de sus vestiduras en presencia de su padre Leovigildo y de su hermano Recaredo, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (RABASF), 1755 (dibujo); Juicio de Salomón, catedral, Toledo, 1756; Autorretrato, en Cuaderno de Italia, Madrid, Museo Nacional del Prado (MNP), 1761-1762 (dibujo); Triunfo de José, Madrid, MNP, c. 1770 (dibujo); David y Abigail, Madrid, MNP, c. 1770 (dibujo); Roleos decorativos con aves, Madrid, MNP, 1775; Hércules luchando contra las serpientes, Madrid, RABASF, 1777; San Agustín socorriendo a los menesterosos, Madrid, Monasterio de la Encarnación, 1770- 1780; San Agustín meditando sobre el misterio de la Trinidad, Madrid, MNP, 1770-1780 (dibujo); Estudio de dibujo, Madrid, MNP, 1777-1780; Hércules y la hidra de Lerna, Madrid, RABASF, 1777; El estanque del Buen Retiro, Madrid, MNP, depositado en el Museo de Historia, antes Municipal, 1777- 1780; El jardín del Buen Retiro, Madrid, MNP, depositado en el Museo de Historia 1777-1780; La rosquillera de la Puerta de San Vicente, Madrid, MNP, depositado en el Museo de Historia, 1777-1780; David luchando con el oso, catedral, Toledo, c. 1785; David luchando contra el oso, Madrid, MNP, c. 1785 (dibujo); La romería de San Isidro, Madrid, MNP, depositado en el Museo de Historia, 1785; Abrazo de San Francisco y Santo Domingo, Madrid, San Francisco el Grande, 1785; Paseo de la fuente de las Damas, Madrid, MNP, 1786; Cazador bebiendo, Madrid, MNP, 1787; Caballero y señora, Madrid, MNP, 1787; Los santos Justo y Pastor conducidos al martirio, Madrid, Fundación Lázaro Galdiano (FLG), 1790; La Asunción de la Virgen, Madrid, FLG, 1790.

 

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Ángel Rodríguez Rebollo

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